CAPÍTULO 13

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Advertencia: Este capítulo toca temas sensibles que pueden resultar en desencadenantes, tales como; Violencia verbal, manipulación, codependencia y relaciones tóxicas.

Pov's Alex

—Iba en primer año cuando conocí a Lexington. Mis padres son abogados, te lo había dicho, les va bien, o así era en aquel entonces. No somos una de esas familias de dinero viejo, pero vivíamos bastante cómodos. Hay un colegio en Los Ángeles a donde van los hijos de personas importantes; famosos, empresarios, políticos, ya sabes. Bueno, mis padres querían que asistiera a esa escuela. Las notas altas nunca se me han dado por naturaleza, sin embargo consiguieron que me otorgaran una beca del cincuenta porciento. Sabía que no era una acto de buena fe de parte del comité escolar. Mamá y papá tuvieron que hacer algún favor o pedirle a alguno de sus contactos ayuda, lo que fuera; hicieron un sacrificio para darme lo mejor, así que sentí que debía esforzarme por permanecer ahí, aunque en realidad no fuera mi sueño.

>Fue mejor de lo que esperaba. Me agradaba la escuela. Las chicas eran divertidas, no tan diferentes a mí como pensé que serían. Comencé a ser un poco más dedicada y sirvió porque mis notas subieron. Yo estaba contenta con el colegio y mis padres estaban felices de que yo estuviese ahí.

Siempre he sido buena haciendo amigos así que podrás imaginar que tenía muchos. Todos los fines de semana hacía pijamadas con las niñas, sábados en específico. Los viernes salíamos, incluidos los chicos, a veces a la feria, otras a alguna fiesta que alguien organizaba o simplemente al muelle para pasar el rato.

Era demasiado bueno para mí. Tarde o temprano terminaría por arruinarlo. Y así fue.

Aunque Lexington ya formaba parte de ese grupo cuando llegué, no fue él quien me presentó. Primero me hice amiga de una de las chicas, quien me presentó a otra y así hasta que en poco tiempo ya era una de todos. O eso quise creer, la verdad es que jamás sería una de ellos, aunque les agradara; todos se conocían desde niños, su amistad tenía mucha más ventaja.

De todo el grupo él era con quien menos convivía. Era mayor que el resto. Casi siempre estaba ocupado, ya fuera con una actividad extracurricular, estudiando o en un viaje de negocios con sus padres. Lexington es hijo de un senador.

Me pareció atractivo porque de todos parecía ser el único al que no podía tener. Su reputación lo volvía emocionante; No salía con nadie, de manera formal claro, e incluso para los rollos de una noche ponía estándares demasiado altos. Era el capitán del equipo de rugby, tenía las notas más altas de todo su grado pero no se salvaba de romper una que otra regla. Además, existía un rumor; no se enamoraba, detestaba las relaciones, por eso es que nunca había tenido una novia.

Quizás fue por todo eso que cuando dijo que yo había llamado su atención me sentí estúpidamente especial.

¿Por qué de entre todas esas chicas de apellidos importantes se fijaría en mí? Debí haberlo pensado, pero no lo hice. No lo hice y terminé creyéndole.

Lexington ha sido lo peor que me ha pasado.

Todo sucedió muy rápido. De un momento a otro me volvió el centro de su mundo; Dejaba de lado sus prácticas para estar conmigo, cancelaba los viajes con sus padres para llevarme a citas. Me dio la atención que no le había dado a ninguna otra y terminé por sentirme diferente al resto.

Desconfíe un poco si soy honesta. ¿Cómo podía alguien que nunca se había enamorado hacerlo por primera vez de mí? Pero creí en sus promesas y en sus demostraciones de amor. Pensé que si no me escondía de los demás era porque esta vez sería distinto, creí que yo sería la persona por la cual él cambiaría.

La cosa es que no vi lo que había detrás hasta mucho tiempo después; Lexington me daba exactamente lo que él sabía que necesitaba; Aprobación.

Como dije, mis notas no siempre fueron las mejores y viniendo de dos padres que se graduaron de Harvard con honores eso se sentía como una derrota constante. Aunque nunca reprobé siempre podía hacerlo mejor. Un ocho podía ser un nueve, un nueve -rara la ocasión- siempre podía ser un diez.

Como no me era sencillo tener excelencia académica entonces intentaba compensar con otra cosa; buen comportamiento. Antes de hacer algo, por más pequeño que fuera, siempre lo consultaba con mis padres y me acostumbré tanto que con el paso del tiempo necesitaba la aprobación de alguien para asegurarme de que estaba haciendo lo correcto. Lexington lo descubrió antes que yo.

Cuando me iba mal en algún examen él siempre decía que la calificación estaba bien. Cuando no me sentía segura respecto a mis decisiones él las validaba. Él siempre me daba su aprobación, sin excepción.

Me hizo sentir más que suficiente. Me enamoré de él desde mis carencias, desde mi ego, desde mis heridas y necesidades. Y no lo descubrí hasta que fue muy tarde.

Comenzamos a salir al poco tiempo después de nuestra primera cita. Y desde ahí nos sumergimos en una especie de burbuja, nos aislamos del resto y creí que era normal porque estábamos enamorados, pero en realidad era solo yo la que se estaba aislando, no él.

Alex, te lo digo porque me hubiese gustado que me lo dijeran antes: Si tienes pareja no empieces a ignorar a todo el mundo. Ten amigos, proyectos, sal y disfruta. Si es una relación sana la otra parte jamás te pedirá que hagas algo como eso.

Los problemas comenzaron un par de meses después. No era la gran cosa, solo pequeñas discusiones por tonterías, pero desde ahí debí darme cuenta de que no estaba bien. No estaba bien que me ignorara durante días solo porque no estábamos de acuerdo en algo, mucho menos que para poder solucionarlo fuera yo quien tuviese que cambiar su manera de pensar y adaptarla a la suya.

Como sea. Lo solucionábamos y todo volvía a ser como al inicio, pero cada vez la etapa idílica duraba menos tiempo.

Desde el inicio sabía que era complicado estar con él porque venía de una familia de años de poder y dinero, en cambio mis padres, aunque tenían una posición acomodada, apenas comenzaban a construir su apellido. Papá y mamá aceptaron a Lexington desde el principio, pero no fue lo mismo para mí con sus papás. Pese a ello estaba dispuesta a estar con él, incluso cuando sabía la manera despectiva en que sus padres me veían. Ignoré comentarios humillantes con tal de estar a su lado. Todo porque creí que él lo valía.

En ocasiones me llevaba a eventos organizados por su familia. La primera vez me hizo sentir como una princesa, sostuvo mi mano sin importar las advertencias de sus padres y me presentó a todos los amigos cercanos de la familia como su novia. Si en aquel entonces me quedaba alguna duda de su compromiso conmigo se esfumó ahí. Pero en otra; ya habíamos tenido un par de peleas, todas pequeñas y por alguna idiotez, sin embargo esa fue la primera grande; rompí una copa, pero no fue por ello que que se enojó; uno de sus primos me ayudó a recoger el desastre mientras Lexington no estaba. Solo fue eso, pero en su cabeza se inventó toda una historia entre nosotros. Que se hubiese enojado para después dejar de hablarme durante días me hubiera parecido normal, la cosa es que no fue así; me insultó frente a su primo, me llamó zorra por romper la copa a propósito, como si yo hubiese planeado que el chico estuviera ahí para ayudar.

Jamás nadie me había hablado de esa manera. Y nunca creí que llegaría a normalizar o justificar que lo hicieran. Pero lo hice. Es de las cosas que todavía no termino por perdóname; haberme traicionado a mí misma de esa forma.

Te juro que él parecía tan ofendido al respecto que llegué a cuestionarme si había hecho algo mal. ¿Quizás le envié señales a su primo sin darme cuenta? ¿Tal vez tenía razón y me veía demasiado mal aceptando la ayuda de otro hombre que no fuera mi novio en una cena donde estaba toda su familia? Es que, ¿Cómo es que él que me quería tanto podía reaccionar así si no era porque de verdad estaba justificado?

Después de gritarme salió furioso y desapareció durante días. Días en los que yo era quien lo llamaba para arreglar las cosas. Él me hacía sobre pensar todo el tiempo.

Una semana después, cuando quiso, llegó a mi casa con rosas. Ahora que lo pienso, se supone que fue para pedir disculpas, pero en realidad durante toda nuestra relación jamás pidió perdón. Él no se disculpaba. Él justificaba sus acciones como una reacción a las cosas que yo había hecho "mal". Aunque la mayoría de esas veces mis "malas actitudes" fueron solo una respuesta a sus faltas de respeto.

De cualquier manera, sabía hacer muy bien eso; manipular. Y yo caía una y otra vez.

De pronto en nuestra relación o estábamos arriba o estábamos abajo. No había intermedio. Las peleas me destruían emocionalmente, pero con la reconciliación recibía una sensación de éxtasis. Esa es la cosa con ese tipo de personas; un día te suben al cielo y al siguiente te tiran al piso.

Con el tiempo me acostumbré a llevar una vida llena de incertidumbre con tal de estar a su lado. Normalice su interés de a ratos; un día sí quería verme y era lo mejor del mundo, otro no se sentía con ánimos para lidiar con mis quejas. A veces se ponía raro conmigo sin yo saber por qué, y lo único que podía hacer era esperar a que él se dignara a aparecer de nuevo. Me rompía el corazón constantemente para después volver como si nada. Pero, ¿sabes? No regresaba varias veces conmigo porque me amara. Amaba el poder que tenía sobre mí, él sabía que lo aceptaría de nuevo. Era un juego retorcido que lo divertía.

En mi cumpleaños me la pasé rogándole que dejara de insultarme mientras estábamos en el baño del restaurante encerrados, todo porque había invitado a la cena -en donde estaban todos nuestros amigos- a un compañero de mi instituto pasado que no veía hacía meses.

Logró que dudara de mi valor. Se me hizo costumbre que cuando estuviera enojado sacara cosas dolorosas que le había contado. Al final su frialdad era escalofriante. No le importaban los ataques de ansiedad que tenía cada vez que peleábamos; hubo una vez que me dejó tirada en la calle sin poder respirar de la angustia que me provocaba.

Lo peor es que ya no sé el momento exacto en que sucedió porque de pronto un día miré a mi alrededor y supe que estaba en un lugar aterrador. Pero no había nadie a mi alrededor. Mis padres no tenían ni idea porque yo solo les contaba la parte bonita de él. Desde hacía tiempo había dejado de ver a mis amigos de mi antiguo colegio y a los del vecindario. Y nuestro grupo de amigos en común, bueno, no creí que pudiesen tomar partido entre los dos, aunque quizás en el fondo sabía que sí lo harían, pero yo no sería su elección.

Lo más jodido es que aunque sabía que estaba mal no quería irme de ahí. Lo amaba, incluso sabiendo que me hacía daño. Él era como el punto intermedio entre el amor más grande que jamás había tenido y el dolor más fuerte que nunca me habían causado.

Me auto engañaba creyendo que cambiaría y seríamos felices juntos. Porque eso era lo que más quería; que él me amara tanto como yo y pudiésemos estar bien.

Hubiese dado mi vida por él. Hasta que comenzaron a llegarme rumores de que salía con otras mujeres.

Empecé a revisar su teléfono a escondidas. Cuando le reclamaba por los mensajes que encontraba o las cosas que oía en el baño de las chicas me llamaba intensa, decía que era tóxica y que mis celos eran enfermizos. Me hacía pensar que estaba loca cuando todo el tiempo tuve motivos para desconfiar.

Incluso después de confirmar que me engañaba seguí con él. De alguna manera logró que lo perdonara y yo hice hasta lo imposible para intentar que se enamorara de mí. Me preguntaba porqué era así conmigo si yo aguantaba todo. Y cada noche pensaba en cuándo sería el día en que él me querría como yo a él.

La segunda vez que lo hizo, comencé a cuestionarme otras cosas; ¿Qué tanto me tiene que lastimar? ¿Cuántas veces me tiene que ver la cara para que ya lo pueda dejar? ¿Qué tanto tenía que llorar para al fin soltarlo? Si ya me había gritado, jaloneado, sido infiel, ya se había reído en mi cara, ¿Qué más necesitaba? ¿Qué más tenía que hacer para que yo entendiera que ya no había nada que pudiese rescatar? Me estaba matando lentamente y yo lo estaba dejando hacerlo.

Y entonces sentí mucho miedo porque no sabía cómo irme. Pero tenía claro que no podía continuar así.

Decidí buscar ayuda. Aunque no quería que nadie se enterara necesitaba que alguien me dijera cómo salir de ahí. Y fue lo mejor que pude hacer.

No le dije a nadie que estaba yendo a terapia, mucho menos a él. Dentro de este proceso comprendí muchas cosas; como que te vuelves adicto a los altibajos de la relación. Tuvo más sentido; siempre que estás abajo tienes que hacer todo lo que está en tu poder para regresar, porque "Depende de ti" según la manipulación que han ejercido sobre ti.

La terapia no es mágica, es un proceso lento. Pero llegó un punto en el que sabía que era urgente salir de ahí; dejé de comer, me dio anemia y dejé de sentirme yo misma. Era como tener un vacío en el pecho. Estaba cansada y sentía que no podría soportarlo por más tiempo.

Una de las cosas que me impedían irme, entre tantas, entendí, era la codependencia que había desarrollado; me sentía responsable de sus sentimientos. Después de todo no quería lastimarlo porque seguía queriéndolo. Y eso es algo que tienes que saber; no salí de ahí porque dejara de quererlo, sino porque comprendí que tenía que quererme más a mí.

El punto de quiebre fue descubrir que había estado con más de 15 chicas.

Hasta ese momento las dos infidelidades, creí, habían sido besos con otras, pero esto rebasaba un límite. Organizaba reuniones sexuales con otras personas. Estaba con ellas y después venía conmigo.

La espera de los resultados para la prueba de ITS nunca la voy a olvidar. Sentada mientras esperaba, con la incertidumbre carcomiéndome, pensé "¿Dónde estoy?". No quería eso; una vida llena de ansiedad y miedo, no quería sentirme asqueada conmigo misma. Y con él siempre sería así. Me rendí y acepté lo que ya sabía; que él no me quería ni un poquito, porque más que mentirme no le importó ponerme en riesgo de esa manera.

Con un dolor inmenso, le conté todo a mis padres. Sabía que esa era la única manera de no permitirme volver con él.

Me buscó incansablemente. Papá y mamá ofrecieron cambiarme de colegio pero no quise hacerlo. Era una de las mejores escuelas, se habían esforzado para conseguirme un lugar y yo también trabajé duro para mantenerlo. Creí que al menos en eso podía ganar, pero no fue así.

Frustrado por ver que su manipulación ya no estaba rindiendo efecto, destruyó mi reputación frente a todos.

De pronto toda la escuela tenía "fotos mías" comprometedoras. Fotografías que "Yo había enviado" y eran la prueba de mi infidelidad. Jamás le envié nada, ni a él ni a nadie. Pero Lexington tenía dinero y contactos, así que el montaje de mi rostro en esos cuerpos parecía extremadamente real.

En el colegio su palabra era ley. Así que si él decía que era una prostituta, lo era. Si decía que lo había engañado me convertía en ese instante en una infiel. Mi palabra no tenía ningún valor sobre la suya.

No se cansó de esparcir rumores sobre mí insinuándome a sus amigos y conocidos. Por supuesto, todos lo respaldaron. Aunque "mis amigas" se guardaron sus comentarios y a diferencia del resto no me miraron por debajo o se burlaron de lo que de mí se decía al final también terminaron por alejarse.

Me aferré al inicio. No quería dejar que él ganara. Me había quedado sin nada. Llegué a esa relación con las maletas llenas y me fui solo con lo que tenía puesto, con los bolsillos vacíos. Lo único que me quedaba era mi lugar en ese colegio. Pero al final también me lo quitó.

Ve a saber con quién habló. Un día simplemente me dijeron que la beca me había sido retirada. Mis padres no podían pagar la matrícula completa. En el fondo creo que tampoco deseaban hacerlo; sabían que me estaba haciendo más daño que bien.

Pero nublada por mi dolor no quise aceptar que eso era lo mejor que me pudo haber pasado, irme de ahí quiero decir, así que al salir de la oficina del director fui directo al auto de Lexington.

Conseguí un rolo de metal, ni siquiera recuerdo de dónde, y cuando llegué a su automóvil comencé a golpearlo con una fuerza que ni yo me conocía. No sé cuánto tiempo pasó antes de que todo el mundo comenzara a salir y alguien me detuviera.

El asunto es que el carro no era suyo. Lo había tomado de la colección. Destruí el auto de su padre.

Era uno de entre tantos. Para ellos equivalía a perder dos centavos. Para mi familia era como comprar diez casas de una sola vez.

Y no conforme con lo que ya me había hecho decidió joderme también con eso. Fue mi culpa. Casi como si además de poner el arma en mi cabeza hubiese jalado el gatillo.

Amenazó con destruir la reputación de mis papás con una demanda que dañaría su imagen como abogados. Pero, podía quedarse callado si a cambió le daba otra oportunidad.

Es por eso que dije que haber buscado ayuda cuando me di cuenta de que la necesitaba fue lo mejor que pude haber hecho. Puede que no lo haya dejado en el momento en que inicié con la terapia, pero haber comenzado con el proceso desde antes me salvó cuando parecía que todo estaba acabado si no volvía con él. Si no fuera por todo el trabajo que llevaba hasta ese punto probablemente hubiese pensado que la única solución era ceder a lo que me pedía. Pero no fue así; supe que volver no cambiaría nada, solo alargaría el dolor, y es mejor doler una vez que doler toda la vida.

Decidí encarar lo que sea que tuviese para darme. Tenía las de perder; Lexington no solo es hijo de un senador, es nieto de un ex presidente de estado, sobrino de un miembro del congreso, toda su familia está podrida en años de dinero.

Cumplió con su amenaza e interpuso una demanda que obviamente ganó. Intentamos hacer lo mismo por las fotos que, sabía, él se encargó de difundir. Sin embargo, ya habíamos perdido incluso antes de iniciar. No quise continuar peleando en vano, así que tan solo aceptamos el fallo del juez a su favor.

—... Y ahora mis padres pagan una deuda que es mía. Todo porque me metí con el tipo equivocado. 



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Este capítulo ha sido difícil de escribir emocionalmente.

No quise hacerlo demasiado largo, pero sentí que necesitaba contarlo lo mejor que pudiera.

No soy experta y todos los días estoy aprendiendo, pero que sepan que me he esforzado por abordar estos temas tan delicados de la mejor manera. Si alguien tiene algún consejo para mejorar siempre estoy dispuesta a recibirlos con cariño y respeto 🫶🏻

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