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OO2 | DESTINO

    Edward observó al lobo sobre él, gruñendo desde el fondo de su garganta y admirando su pelaje rojizo haciendo contraste con los copos de nieve que comenzaban a caer.

Ciertamente no era el mejor momento para notar minuciosamente todos los aspectos que el furioso cambiaformas poseía.

Había sido embestida tan rápido que ni siquiera le dió tiempo de defenderse. Eso era algo de temer.

—No quiero hacerles daño —susurro sin poner resistencia.

El lobo vaciló pero los inesperados pensamientos de su padre lo obligaron a alejarse con cautela. El vampiro no era algo de lo que preocuparse pues un reducido grupo de cazadores estaba recorriendo la zona.

Eso solo significaba más problemas.

Liam se colocó aún lado de su hermana mientras parecía reprenderla por ir directo a los colmillos del vampiro.

Debías quedarte junto a June, ¡¿por qué demonios te alejaste?!

Perdóname...

El lobo mayor resopló, empujando el cuerpo de su hermana con su hocico. Tenían que alejarse lo más rápido que pudieran pues su padre y las demás ya se encontraban lo suficientemente lejos del peligro.

En todo momento la mirada dorada del vampiro los seguía, no pudiendo resistir la tentación de hurgar entre sus mentes. Aquellos lobos le parecían interesante.

Perdonate tu.

Edward sonrió sin evitarlo.

Se incorporó con lentitud, esperando que sus movimientos no alertaran al par pero fue inútil cuando volvió a escuchar un gruñido proveniente del lobo macho. Liam tampoco podía ignorar su presencia ya que apesar de no intentar nada en su contra, seguía siendo una amenaza para sus instintos.

Su alfa no dejaba de gritarle dentro de su cabeza que se escabullerán entre el bosque hasta ser perdidos de vista por los enemigos que aún no habían llegado hasta ellos, pero no tardarían en estarlo.

El Cullen atinó a levantar sus manos como si los hermanos le estuvieran apuntando con un arma.

Inofensivo, una palabra que jamás hubiera usado para describirse así mismo. Por primera vez quería ser la oveja disfrazada de lobo.

Liam podía ver qué el vampiro frente a ellos eran diferente a los demás con los que se habían topado a lo largo de su vida, y eso se lo atribuía a sus ojos que eran dorados en lugar del peculiar color carmesí que los caracterizaba.

Vámonos. Sentenció después de comprender que el vampiro era honesto y no tenía intenciones de hacerles daño.

Ambos hermanos se alejaron, perdiéndose entre la blanquecina nieve.

Y cuando Edward estuvo apunto de hacer lo mismo, el sonido de un disparó hizo un eco que perturbo sus oídos.

¡Misuk!

Un silencio sepulcral se hizo presente por un par de minutos, en los cuales Edward dudo en hacer algo para ayudarlos. Pensando que seria irónico que un vampiro tratara de ayudar a unos cambiafomas en medio de un bosque helado.

Se apoyo de un arbol seco mientras trataba de concentrarse en los pensamientos  que inundaban su cabeza, buscando saber el estado en que los hermanos se encontraban.

Si podía hacer algo para ayudarlos, lo haría. Por que Liam habia mostrado misericordia aun cuando eran enemigos naturales.

Sin esperar mas, corrio hasta donde los cambiaformas se encontraban. Acorralados por un grupo pequeño de cazadores inexpertos que no hacian mas que temblar ante los gruñidos amenazantes del lobo macho, pues bajo sus patas delanteras yacía el cuerpo inerte de uno de ellos.

Pero lo que más llamo su atención fueron los débiles gimoteos lastimeros de la nombrada Misuk, de uno de sus costados emergía aquel líquido carmesí que era el principal alimento para él, machando la blanca nieve. El olor a polvora todavía se destinguia en el aire por lo que Edward confirmo que esos hombres eran los responsables de todo ese caos.

Por su parte, Liam estaba demasiado curiosos en saber cuál sería el próximo en caer bajo sus garras como para tener su atención en los gritos desesperados del resto de su manada o siquiera sentir como el vampiro sostenía a su hermana en sus brazos para dejarla fuera del torbellino de ira  en el que se había convertido.

Misuk salió de fase inconscientemente, estando más vulnerable a cualquier ataque y el Cullen no dejó pasar esa oportunidad para llevarla lejos hasta que el lobo macho hubiera terminado con los cazadores.

—Tranquila, quiero ayudarte —mascullo al sentirla removerse ante su toque—. Tu herida no cerrará a menos que retiré la bala.

—No... dolerá...

—Lo hará —asintió—. Pero morirás desangrada si no la sacó.

—Tuve una buena vida —se quejó ante el tacto helado del inmortal.

—Puede ser larga.

La cambiaformas hizo el intento de reír pero la punzada que sintió lo dejo como eso, un intento.

Edward reviso la herida, la bala de plata no había perforado tanto pero si había cumplido con su función. La pelinegra no quito sus ojos oscuros de las manos del vampiro aunque el dolor la hiciera querer desmayarse, no confiaba del todo en él pero le estaba salvando la vida.

—¿Por qué haces esto? —cuestionó después de un corto silencio—. ¿Por qué nos ayudas?

El Cullen no respondió. Pues había sido apartado bruscamente de su lado.

—Misuk —su hermano la tomo de los hombros con cuidado mientras la revisaba. Su propio rostro estaba manchando de sangre dándole un aspecto que le daban escalofríos—. Diablos, Misuk...

La susodicha quiso reír pero sabía que si lo hacía, acabaría con el ambiente conmovedor.

Y tétrico.

Pues Liam había acabado con los cazadores, manchando la nieve y su pelaje. Edward contuvo la respiración al notarlo también.

—Estoy bien, Liam.

—No lo estás —negó, mirando esta vez al cobrizo—. Tienes que marcharte antes de que llegue nuestra manada.

Ahí estaba otra vez, aquella empatía que se suponía no debía existir entre enemigos.

—No creo que sea posible —le sonrió, escuchando cuatro pares de pisadas acercarse.

Los hermanos miraron como su alfa se situaba a espaldas del inmortal y a su padre correr junto a ellos preocupado.

—¡Por la madre Luna!, ¡ustedes mocosos!

—Basta, papá —Liam se alejó un poco tratando de evitar la reprimenda que estaban por darle—. Tu hija se desangra y tú solo piensas en regañarnos.

—Eso es normal en las mujeres.

—No en ese sentido, señor Kang —señalo Konan, una chica de corto cabello castaño.

—Oh.

Liam rodó los ojos, levantándose para tomar las prendas de ropa que Sasha le ofrecía. En todo momento trato de escuchar lo que la alfa y el vampiro hablaban.
No era tan difícil darse cuenta de que ambos estaban discutiendo algo, casi en silencio, de igual manera observó los gestos de sorpresa que el inmortal trataba de ocultar.

Realmente la Tribu Kane no era tan hostil con sus enemigos y menos si uno de ellos les brindaba ayuda. Pero la historia era otra si uno de los suyos terminaba herido.

Por esa misma razón no habían atacado primero cuando el alquelarre de vampiros llegó a sus tierras. Tal vez algún día alguien repetiría la misma historia, pero los Kane no eran una tribu rencorosa o vengativa pues así como todo tenía un inicio, también tenía un final.

Un destino.

Y si la madre Luna tenía preparado para ellos el fin de su existencia, lo aceptarían para por fin formar parte de ella.

Edward se encontraba más que fascinado con la manada. Tan diferente a otros cambiaformas que había conocido a lo largo de su eterna vida, quería saber más de ellos por alguna razón.

—Está hecho —June, la alfa, extendió su mano para tomar la del vampiro en un símbolo de aceptar el trato—. Puedes viajar con nosotros si eso quieres, pero si hay peligro estás por tu cuenta.

Liam desvío sus orbes olivo hacia la figura del cobrizo. Quién no dudo en sonreírle cuando leyó sus pensamientos.

—Esto será interesante.

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