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OO3 | ROMEO

      Dos días habían pasado desde que Edward se había unido a la manada de lobos, a quienes no podía importarle menos su presencia ya que se acopló sin problemas a su estilo de vida.

Días en los que pudo conocer más de acerca al grupo de seis, conformado por su alfa, su beta y los otros cuatro miembros. La alfa era una mujer de no más de 35 años, llamada June Willows de cabello castaño en un trenzado que llegaba hasta su cadera, su piel morena y ojos peculiarmente azules le daba un aspecto que podría describirse cómo místico.

El beta, Kang Seung, un hombre mayor de rasgos asiáticos, cabello azabache con notables canas adornandolo, ojos oscuros y pálida piel. Sus hijos, Liam y Misuk, compartían los mismos rasgos de su progenitor con la única diferencia de que Liam tenía ojos de un color verde olivo.

Las otras dos mujeres, Konan y Sasha eran mellizas casi idénticas. Con ojos de un tono chocolate, cabello castaño que a diferencia de Sasha, Konan lo tenía corto hasta los hombros.

Sin duda, eran un grupo algo peculiar.

Los había acompañado en aquel viaje de dos días para regresar a su pequeño campamento. Obligados a retroceder por culpa de los cazadores que los arribaron en el camino.

El Cullen se tomaba su tiempo para observar cada aspecto en la vida que llevaba la manada. Le intrigaba demasiado como les era tan sencillo adaptarse a cualquier tipo de clima o situación.
Desde sus tiendas hechas de piel de animal hasta sus armas para cazar en todo caso les apetecía estar en su forma humana. Lo que era raro pues la manada acostumbraba andar por ahí como lobos, cosa que no le molestaba en absoluto pues sabía que así podían defenderse sin problemas de cualquier amenaza que los acechara.

También era capaz de ver qué no estaban tan ajenos al mundo más allá de los bosques, pues se mantenían bien informados de todo lo que pasaba con los humanos gracias a otros cambiaformas que se habían acoplado a la vida mundana.

Edward estaba tan inmiscuido en cada aspecto que los relacionará que por un momento olvidó lo que lo había llevado a recluirse de su familia y de Bella Swan. Ahora él se encontraba frente a una fogata que Seung había hecho mientras June y las mellizas se escabulleron por el bosque en busca de alimento o más leña para el fuego.

Misuk estaba dentro de una de las tiendas, fuera de fase en lo que se recuperaba por completo de su herida, con su padre acompañándola en todo momento. Liam por otro lado estaba frente a él, avivando el fuego cada cierto tiempo.

—Y dime —Edward dejó de observar el fuego consumiendose y fijo sus ojos dorados en él—. ¿Cuál es tu historia?

—¿Mi historia?

—Si, todos tienen una historia —Liam le devolvió la mirada—. Triste, dramática, alocada. No es raro ver un nómada por ahí, lo raro es que el nómada este como sanguijuela en un grupo de enemigos que lo superan en número.

Edward sonrió ante la comparación. Realmente ni el mismo sabía por qué los había seguido, lo que si sabía era que estaría con ellos por un largo tiempo. Hasta por lo menos descubrir por qué sentía tanta curiosidad por ellos, si es que así se le podía llamar al sentimiento que surgió al conocerlos.

—Un corazón roto —contestó, sorprendiendo al contrario—. Apesar de estar muertos por dentro, todavía sentimos con mayor intensidad.

Liam pudo notar como su voz se iba apagando con cada palabra.

—Vaya, realmente los seres sobrenaturales nos tomamos muy enserio el duelo —rio por lo bajo, recordando como su padre había sufrido tanto la perdida de su esposa—. ¿Qué pasó con Julieta?

—Nada realmente —Edward no supo por qué las palabras salían tan fáciles, él no iba por la vida contándole sus problemas y pesares a cualquiera. Ni siquiera con su familia—. Julieta no era alguien que perteneciera a mi mundo y en cualquier momento podría desvanecerse con el viento.

—Entiendo, Julieta era humana.

—Y Romeo un mounstro.

Era la primera vez para Liam conocer a un inmortal que se detestara así mismo, normalmente los vampiros se mofaban de su solo existencia cada que podían. Les enorgullecía ser los líderes y los primeros en la cadena alimenticia, no había nadie más arriba de ellos y nunca lo habría.

—Romeo no eligió esta vida, ni enamorarse —mascullo—. Romeo solo es otra víctima del destino.

Ambos se quedaron en silencio, un silencio que no hacía más que darles tranquilidad y cierto consuelo.

—Que profundo —Misuk, que iba saliendo de su lecho paso su brazo por los hombros de su hermano, tomando asiento sobre el tronco que usaba como silla—. No sabía que dabas charlas motivacionales, hermanito.

—Cierra la boca.

Edward estaba seguro que de que si todavía fuera humano, sus mejillas le dolería por sonreír tanto los últimos días.






    En las noches no le molestaba hacer guardia ya que la inmortalidad traía consigo la falta de sueño. Algo que Misuk no dejaba de preguntar cómo era posible aquello.

Y a él tampoco le molestaba responder cualquier tipo de pregunta para su propia sorpresa.

Su honestidad le había ayudado a conseguir la confianza de la manada, hasta el punto de que cuando se enteraron de su don solo recibió una sugerencia de parte del señor Kang.

Misuk es una adolescente entrando a la pubertad, ten cuidado de hurgar en sus pensamientos cuando, ya sabes...

Se había reído en el momento ante la mueca de desagrado de Liam pero ahora no hacía más que removerse en cuanto unos pensamientos provenientes de la menor del grupo inundaron su cabeza. Entendiendo por fin a lo que él beta se refería.

No podían culparla, pero Seung y Liam realmente se incomodaban al ser los únicos hombres de la manada.  A veces eran incapaces de comprender con lo que las mujeres lidiaban, pero hacían el intento y las chicas no estaban más que agradecidas con eso.

—¿Insomnio? —Edward fue incapaz de no levantar una ceja ante la pregunta del chico que se había plantado frente a él—. Solo bromeo.

—Lo sé —sonrió—. ¿Qué haces despierto?

—No lo sé —se encogió de hombros sentándose a su lado—. No dejo de rodar sobre las pieles.

—¿Quieres que te canté una Nana?

Fue el turno de Liam para mirarlo confundido, pero al final asintió sin permitirle arrepentirse. Se alejó lo suficiente para entrar en fase y sin nada de vergüenza dejó caer su cabeza sobre el regazo del cobrizo.

Adelante.

Edward dudo por un momento al mirar fijamente sus ojos, acercando su mano y dejando que sus dedos se perdieran entre el pelaje rojizo de Liam.

Sintiendo una fuerte corriente viajar desde la punta de sus dedos a todo su cuerpo. Había algo en él que no hacía más que embriagarlo de un sentimiento que Edward aún no reconocía.

Pero si podía relacionarlo a lo que algunos llamaban serenidad.

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