OO7. a goodbye

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

OO7|UN ADIÓS

    Para Liam, pasar el tiempo con aquel vampiro de cabello cobrizo y mirada dorada se había vuelto algo tan natural como respirar.

Y tan necesario que lo asustaba un poco.

Se encontraban cada vez más cerca de su lugar de destino que lo hacía sentir triste pues con ello venía un adiós. El pelinegro realmente no queria despedirse de él, deseaba seguir a su lado, viajando o no, por el mundo.

Su corazón revoloteaba dentro de su pecho con tan solo pensar en Edward y sabía lo que eso significaba. Había estudiado y aprendido todo sobre su propia cultura, conocía los síntomas y pensamientos que comenzaba a tener un miembro de la Tribu Kane cuando su huella empezaba a marcarse en alguien para reclamarlo como su impronta.

Una conexión que nada ni nadie podía romper, sin importar su sexo o siquiera su origen. Y si de algo se mofaba la Tribu Kane era de que su huella de imprimasión podía ser dejada en cualquiera que el lobo eligiera.

Y su lobo eligió a Edward Cullen, su impronta por elección. Su Aqmar.

Sus ojos verdes olivo se encontraron con los dorados de él y fue suficiente para saber que lo dejaría todo si el Cullen se lo pidiera. Estaba loco y apostaba a qué su padre se negaría al saberlo.

Pero Seung Kang no tenía poder alguno sobre el don que la madre Luna les había otorgado.

Edward le sonrió, interrumpiendo su divagación mental. El inmortal se hallaba frente a June, platicando sobre algo casi en silencio y eso le hizo recordar cuando lo conoció.

Mostrando empatía el uno del otro.

Quiso acercarse para escuchar lo que discutían pero su hermana se interpuso en su camino con una sonrisa de ojera a oreja. Liam no pudo evitar alzar una ceja ante su semblante.

—Konan pudo contactarse con la esposa de su hermano —comenzó—. ¿Cuántos años pasaron? Ni idea pero son buenas noticias, aunque podría decirse que...

Liam rodó los ojos, cruzándose de brazos mientras soltaba un suspiro irritado.

—Deja el parloteo, y solo dime cuáles son las noticias.

Misuk refunfuño.

—Hace un mes o más que su hijo entró en fase y estaba algo aterrada por qué el señor Santiago nunca le explicó lo que tenía que hacer en caso de que su hijo resultará transformarse en un lobo del tamaño de una camioneta —explicó, recordando lo que la carta decía—. Konan y Sasha planean viajar hasta la reservación que se encuentra en algún lugar de Forks para ayudarla, aunque lo harán después de que terminemos el Qamar.

—Entiendo, aunque papá mencionó que la Tribu que reside ahí no es tan diferente a la nuestra —sus ojos verdes se desviaron a las mellizas que aún se preparaban para salir a cazar—. Pueden ayudarla, el señor Santiago era un Kane por parte de su madre pero su padre era un Quileute, Konan y Sasha por el contrario tienen ambos padres Kane. Así que deduzco que el chico es un Quileute con algo de Kane.

—Si que eres una rata de biblioteca.

—Y tu una maní muy testaruda.

La fémina bufó, controlando las ganas que tenía de golpear a su hermano.

—Bueno, ¿Por qué crees que su sobrino es un Quileute y no un Kane?

—¿Interesada?

—Dios, me preguntó por qué mamá no se cuido en su noche de bodas —se quejó, pisoteando la nieve bajos sus pies descalzos—. Pero si, estoy interesado. ¡Iluminame con tu gran sabiduría! ¡Oh, Aibek Liam!

—Graciosa —sus orbes se movieron está vez hacía la figura de Edward, pero solo se encontró con su Alfa completamente sola—. Es sencillo, los hombres mestizos nacidos de un Kane y otra Tribu o humano tienen baja probabilidad de ser un hijo de la madre Luna.

Misuk meditó un poco aquella respuesta pero su hermano no espero a que ella lo entendiera cuando comenzó a alejarse con intenciones de buscar al vampiro.

—Oye, ¿a dónde vas?

—Métete en tus asuntos.

—Mocoso malcriado.

—Niña quejosa.

—¡Rata de biblioteca! —vocifero con cada metro que su hermano recorría lejos de ella—. ¡Perro rabioso!

—¡Maní pulgosa!

—¡Liam!

—¡Misuk! —llamo está vez su padre—. A este paso ocasionaras una avalancha.

—¿Por qué no lo regañas a él también?

—Se escapó.

Seung negó, perdiendole el rastro a su hijo mayor en cuanto entro en fase para echarse a correr por entre los árboles.

—Si, claro —la pelinegra se dejó caer en la nieve con evidente molestia—, Favoritismo —mascullo.

—Misuk.

 

   Sus grandes fauces se abrieron, dejando caer su ropa sobre la nieve. Sus ojos verdes que se mantenían a pesar de ser un lobo, miraron al vampiro de pie tomando la luz del sol.

Su piel brillosa deleitó la vista de Liam.

—¿Liam?

Su mente se puso en blanco por unos breves instantes, tímido de que Edward pudiera hurgar en su cabeza y ver lo que ahora pensaba de él. Pero por otro lado poco le importaba, pues si no sabía transmitirle lo que sentía con palabras lo haría en el modo en que Edward lo entendería mejor.

—¿Qué pasa?

¿Vas algún lado?

El Cullen hizo un gesto de sorpresa, pensaba marcharse y volver antes de que alguien preguntarán por su ausencia.

—Voy al pueblo más cercano —dio unos cuantos pasos en su dirección—. Necesito contactar con alguien que me espera en Alaska.

Liam espero a que la mano del inmortal se perdiera entre su pelaje pelirrojo. El simple toque disipó sus preocupaciones por un momento.

¿Quién? Sus ojos verdes se conectaron a los dorados de él. ¿Julieta?

Los labios de Edward se curvaron en una pequeña sonrisa, recordando aquel apodo que uso para Bella al contar la trágica historia de dos ex amantes.

Pero ahora Bella no significaba nada más que una bonita experiencia. Alguien que dejó de ser su prioridad y paso solo a ser una amiga con la que aún tenía una plática pendiente.

Tenía un poco confusos sus sentimientos hacia Liam por el simple hecho de crecer en una época muy lejano a esta, pero estar conviviendo con la Tribu Kane lo hizo capaz de adaptarse. Pues en más de una ocasión pudo leer los pensamientos de la alfa y se dió cuenta del amor que está profesaba por Konan aunque no fueran muy demostrativas.

El amor podía venir de todas partes y en cualquier forma. Y él quería arreglar un corazón roto antes de tomar otro entre sus manos.

—No —se inclinó sobre él—. Pero es algo importante para mí resolver esto antes de querer dar otro paso.

Entonces...te quedarás...

—Si.

¿Lo prometes?

—Lo prometo, Liam.

Bien, te esperaré aquí. Edward sonrió, frotando su frente en la del lobo antes de alejarse.

—Volveré.

Liam observó la espalda del Cullen alejarse con velocidad, desapareciendo en par de segundos. Se dejó caer sobre la nieve, recargando su cabeza en sus patas, esperando a su regreso.

Su mente pasó a imaginarse las distintas situaciones en las que podría confesar sus sentimientos, también el como explicarle al vampiro que ahora era un Aqmar.

Las horas pasaron hasta que él naranja atardecer dió paso a su madre Luna oscureciendo el cielo.

Pero Edward no volvió.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro