❪ ii ❫⠀━━━━ el museo

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LECTORES FANTASMAS.

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LLEGA LA NOCHE, y Fox está nervioso.

Acaba de dar entrada a sus amigas, Mal, Evie y Nicolle, al interior de la habitación que comparte con sus otros dos amigos. Aprovecha que Carlos está distraído jugando a un nuevo videojuego en una pantalla enorme, para atenderlas. Nunca han tenido algo así en la Isla de los Perdidos. A Fox no le gusta, pero se fija en su expresión sonriente, extrañamente apacible, y lo deja en paz.

Jay tiene en sus manos, al lado de su cama, una bolsa con cosas que ha "cogido prestado" de los alrededores. El chico de sombrero de copa no le presta mucha atención.

Mal menciona que su habitación es incluso mejor que la suya y que se muere de envidia. Fox golpea su esternón con suavidad cuándo pasa por su lado y ambos se ríen. Nicolle aprovecha para alcanzar en cortos pasos a Jay, siempre pegados como uña y carne.

―¿Qué te parece tu cuarto, Fox? ―escucha que le pregunta Evie.

Fox se hunde de hombros mientras se encarga de cerrar la puerta de su habitación con un golpe seco. Sus dedos acarician la madera de roble mientras de soslayo observa a sus amigas reunirse en el centro de una de las mesas principales de la habitación. El chico suspira gravemente, porque una parte muy en el fondo de su ser, quiere gritar a los cuatro vientos lo mucho que detesta esta misión y saber que si no cumple su otra misión de su padre, todo acabaría para él.

Dedica una intensa mirada a su dálmata, y recordando la amenaza de su padre, con los hombros hundidos camina en su dirección. Siente los ojos de Evie encima y teme que descubra que hay algo con él; siempre ha sido muy perceptiva en respecto a estos temas, misma razón por la que intenta no dejar caer su máscara de perfeccionismo delante de ella.

Ignora, sin embargo, qué hacen las chicas a sus espaldas al reunirse con Carlos, quien bate a múltiples enemigos con una energía envidiable.

—¡Morid, bobos! —dice, dando un curioso movimiento corporal ante la pelea.

―No seas demasiado agresivo, Carlos. Es solo un juego ―intenta calmarlo, pero es en vano.

―¡Pero es una pasada! ¡Deberías probarlo, Foxy! ―Sin embargo, el chico solo tiende a hundir sus hombros e inmediatamente, Carlos se dirige a su otro amigo―. ¡Jay, ven a ver esto! ¡Tío, es genial!

Fox hace una pequeña mueca al ver cómo su mejor amigo ha ido a buscar a su segunda opción, por lo que sin pensarlo dos veces, agarra su brazo con suavidad y comparten una mirada algo intensa. Aunque realmente el chico del sombrero solo está bromeando, el más pequeño parece tomarlo en serio. Como siempre.

—¿Cuándo no te funciona conmigo, vas corriendo hacia Jay? Auch.

―No... No, Fox. No pienses eso, es que parecía que no te interesaba y... Cuando juegue Jay, inmediatamente los siguientes turnos serán los tuyos, ¿vale? ―Por suerte, al joven brujo le parece un trato justo y revolviendo su cabello oscuro, lo deja pasar.

Luego le dice que era una broma realmente y cuando ambos comienzan a jugar entre ellos como hacían en la Isla, son interrumpidos por la hija de la reina Narissa.

—¡Chicos, dejad de hacer tonterías y venid aquí! —Sus ojos refulgen con un misterioso halo azulado y Fox al momento descubre que su colgante regalado por su madre brilla con un intenso color morado.

Entonces recuerda que eso es lo que le puede permitir hacer magia, y esta deseoso de hablar con ella en privado para averiguar juntos de que es capaz ahora. Mientras camina con Carlos para reunirse con las chicas —a excepción de Jay, quien sigue jugando— observa una de sus manos enguantadas, preguntándose cuándo debe probar para ver si puede hacer magia como su padre.

Inevitablemente, recuerda a la sombra de su padre, recuerda que es muy posible que sea capaz de hacer una propia, y un escalofrío lo recorre de pies a cabeza. Rápidamente regresa su atención a Carlos, para distraerse, quien tira del borde de su chaqueta, obligando a que escuche a Mal. Obligándolo a regresar al punto de partida.

—Es nuestra oportunidad de demostrarle a nuestros padres de lo que valemos. De demostrar que somos malos, despiadados, implacables y crueles. ¿Sí? —Todos responden al unísono un "si" y ella pide a Evie el espejo mágico.

Ahora sí, Jay deja de jugar pasándole el mando a Carlos con un fuerte golpe en el pecho e inmediatamente, Fox golpea en el brazo al hijo de Jafar por ser tan brusco. Este se dedica a hundirse de hombros y mientras Mal e Evie toman sillas individuales, Jay coge la libre y en sus piernas se sienta Nicolle. Como siempre, demasiado cercanos pero amigos.

―Quédate a mi lado, pequeño dálmata ―dice a Carlos, por lo que pasa sus manos por la cintura del más bajo.

Aprieta, dándole calor. Sobre todo porque a Fox le preocupa que con la camisa de mangas cortas que lleva se resfríe o algo parecido; para nadie es desconocido el hecho de que el chico es débil en ese aspecto.

—Espejito, espejito... que me ilumina —comienza a recitar la hija de la Reina Malvada, con su sonoro tono coqueto—, ¿dónde esta la varita mágica del Hada Madrina?

Dicho espejo muestra una imagen en ella, aparentemente flotando en el aire. Carlos pide que se muestre más de cerca, y la chica de cabellos azulados no tarda en cumplir con su petición.

—Espejito mágico, no tan cerca. —Fox, Carlos y Jay no pueden evitar reírse cuando les muestra el mundo desde el espacio—. Más cerca, por favor.

Todos alzan los ojos cuando la imagen solo se acerca un poco más, y todos bufan ante aquello. Evie sigue pidiendo con paciencia y Carlos pregunta si puede volver a jugar. Fox se dedica a golpearle la cabeza suavemente y esperan a que el maldito espejo funcione.

―¿No será una baratija? ―menciona por lo bajo Nicolle, para echarse unas risas con Jay.

Sin embargo finalmente, les muestra un título: "EL MUSEO CULTURAL DE HISTORIA". Cuando Evie se prepara a preguntar de su paradero al no saber en dónde exactamente se encuentra, Carlos sale de los brazos del hijo de Dr. Facilier y escribe algo rápido en el ordenador.

Pronto le da la vuelta y ante su sorpresa, todos ven la dirección exacta del lugar y cuán lejos se encuentra. Fox se siente orgulloso de su mejor amigo.

—Está a 3,7 kilómetros de aquí. —Eso es lo único que necesitan para salir en volandas de la habitación.

Fox es arrastrado por Nicolle para seguir los pasos de los demás, pero nada más ha abandonado la habitación por unos pasos, que se da cuenta de que su cachorro no está con ellos. Por lo que se devuelve con paso raudo y lo encuentra jugando.

—¡Carlos, mueve el trasero! —Y obedientemente, después de coger su chaqueta de cuero, Carlos salta hacia él.

Ambos se agarran de las manos y se dan prisa en alcanzar a los demás.













Cuando finalmente llegan, Mal le pide a Evie que revise el espejo para saber si van por buen camino, pero ella parece más preocupada por su maquillaje. Nicolle es la que le asegura de que está en perfectas condiciones y muestra un rostro lleno de alivio. Fox trata de recuperar el aire, siendo tirado por un Carlos para nada cansado.

—¿Podemos parar? —Aunque Carlos le mira con lástima, pronto Evie dice que deben seguir hacia la derecha y el hijo de Cruella lo arrastra de nuevo.

Fox se pregunta seriamente que ha hecho para merecer esta clase de castigo.

Odia correr, sobre todas las cosas.












Fox es el último en llegar a la entrada del museo.

Pero todavía al lado de Carlos, toman lugares con sus amigos y observan a través de las ventanillas de las puertas lo que pueden encontrarse en el interior. No es nada demasiado del otro mundo, pero resulta inquietante que lo primero que uno se puede encontrar en ese lugar es la rueca de Maléfica. Esa que se supone que te duerme eternamente.

Fox encuentra su forma algo graciosa.

—¿Esa es la rueca de tu madre? —pregunta Jay entre risas, y Carlos se contagia por lo bajo.

—Sí, es una tontería —complementa al final su pequeño dálmata, y Fox quiere darle una colleja porque sabe de buena mano que aunque no tenga una apariencia estremecedora, su poder es tremendo.

Mal no tardó en defender la creación de su madre, mientras Nicolle asentía, totalmente de acuerdo con los chicos.

—Es mágica. No tiene porque dar miedo. —Al momento comienza a recitar un hechizo para causar que el único guardia del lugar cayese dormido para tener vía libre.

Sin embargo, falla y eso ayuda a que los chicos sigan burlándose de ella.

—Impresionante. —Jay suelta con mofa.

—Me da yuyu. —Vuelve a comentar Carlos, siguiéndole la broma al chico.

Nicolle se carcajea, y dice que le quedarían bien unos toques azules. No obstante, Mal repite su acción claramente no queriendo rendirse.

—Vale, parad. Escuchad este: " Pincha el dedo, pínchalo bien. Que mi enemigo duerma a tutiplén. " —Y entonces sorpresivamente, el guardia del museo deja que su dedo caiga en la punta de la rueca y cae dormido en un hueco al lado de esta.

Todos se quedan sorprendidos ante la magia oscura que desprendía la rueca, aunque Nicolle siguió diciendo que un color más vivido le quedaría mejor. Mal le dijo que las ruecas de color resultarían extrañas y que lo clásico era mucho mejor.

—Si tu lo dices —ella no parece estar todavía de acuerdo.

Sin embargo, ahora Mal parece más interesada en abrir la puerta y al ver que la tarea no resulta satisfactoria, su rostro expresa con claridad un enorme disgusto.

—¿Y si rompemos una ventana para abrirla por dentro y luego la arreglas con tu libro? —Fox pregunta, no queriendo estar más fuera de lo necesario y temiendo alertar a alguien más con tanto ruido.

Ella le dedica una mirada negativa y Jay piden que todos se echen hacia atrás. Nicolle es la primera en apartarse, llevándose consigo a una Evie toda nerviosa. La única que no acepta sus peticiones es Mal, quien vuelve a tener en su poder el libro de su madre.

— " Dadnos paso, dadnos entrada. Ábrete sin ninguna patada. " —Y justo cuando las puertas se abren, Jay salta hacia la puerta.

Todos ven como cae al suelo, dándose un fuerte golpe en la cabeza; obviamente, es el turno de las chicas de burlarse de él, sobre todo Mal. A veces puede ser bastante cruel.

—Más suerte la próxima vez, ladrón —dice ella, pasando de largo. Evie y Nicolle caminan por detrás.

Fox niega con la cabeza, divertido ante sus estupideces. Sin embargo, observa a Carlos intentar ayudar a Jay y esté, totalmente avergonzado, lo aparta de su lado. Al momento este se aleja de ellos para seguir a las chicas y el chico de ojos dispares camina hacia el pequeño cachorro.

—Solo intentaba ayudar —escucha que murmura en bajo, y cálidamente Fox revuelve su cabello, instándole a seguir.

Con una renovada sonrisa, persiguen a sus amigos.

Pronto los jóvenes villanos se encuentran corriendo por los largos pasillos del museo y que exponen miles de estructuras de historias antiguas. No se detienen a ver ninguna al saber lo cerca que están. Suben por muchas escaleras siguiendo las indicaciones del espejo de Evie, pero se ven obligados a detenerse en una sala que dice " GALERÍA DE VILLANOS ".

Y ahí están: sus padres en sus mejores épocas, luciendo un aspecto malévolo que ahora parece muy lejano. Sus amigos observan las figuras de Maléfica, Jafar, Cruella, la Reina Malvada y la Reina Narissa sorprendidos, con la boca abierta.

—¿Esa es mi madre? —Evie quiere grabarse esa imagen para siempre.

—Que pasada... —Jay interiormente, promete jamás volver a burlarse de su padre.

—No volveré a olvidar el Día de la Madre —comenta Carlos, al lado de Fox, jurando que cuando vuelva a la Isla hará todo lo que le pida.

—Esa estatuilla no hace justicia a mi madre. —A Nicolle le parece muy decepcionante la forma representada de su madre. Fox no comparte su opinión.

Para él es imponente. Luce allí, quieta pero tan real, su usual vestido oscuro de solapas largas sobre el cuello. En su cabeza reposa una corona metálica y erguida, posee en su mano una brillante y reluciente manzana.

Todos sabían que la Reina Narissa y la Reina Malvada eran muy amigas, y que esta última dejó usar a la primera su truco bajo la manga. A Evie le parece muy impresionante que pudiera hacer una semejante y a nadie de los chicos le parece, por ninguno de los casos, alguna copiona. Ni siquiera cuando también logró transformarse en dragón, como la madre de Mal.

—¿Qué crees que le falta entonces? —pregunta Carlos a la chica, y ella se hunde de hombros, sin saber exactamente qué responder.

Todos se distraen cuando Jay da un golpe de palmas, y atrae la atención hacia el.

—Aunque esto sea muy impresionante, no tenemos tiempo y la varita no está aquí. Sigamos buscando, chicos. —Nicolle es la primera en seguirle, no queriendo tampoco distraerse más.

Pronto todos desaparecen por uno de los pasillos y Mal y Fox son los únicos que permanecen ante las figuras de sus padres. Ella sujeta uno de sus brazos, luciendo algo incómoda. Por alguna razón, el joven hijo de Facilier siente que ella necesita un tiempo a solas, y se le ocurre una idea.

Una idea qué podría poner en peligro toda la misión de la búsqueda de la varita en el museo.

🎩💜. ELSYYY AL HABLA (!)
muchas gracias por vuestro apoyo, por guardaros la historia y por leer.

... recuerden que los comentarios son siempre bien recibidos y me hacen sentir muy bien.

esta historia es una de mis favoritas y es una para ustedes.

nos vemos pronto,
mis caracolas, wondergirl los ama.

🎩💜

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