O1O. let her be happy

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O1O | DÉJALA SER FELIZ


    Ian se encontraba de pie, con los brazos cruzados sobre su pecho, teniendo a su impronta a espaldas de él mientras explicaba la situación a los demás.

—La pelirroja siempre regresaba cada vez que la ahuyentamos —expresó el alfa—. Y antes no sabíamos el por qué… —miró de reojo a la fémina castaña.

—De cierta manera, esto nos da una ventaja —suspiró, aún en desacuerdo con que Bella fuera la carnada para poder atrapar a la vampiresa—. Antes, la hubiéramos protegido, pero no con el mismo interés de ahora.

—Ahora Bella es una impronta, y nadie puede tocar a las improntas de una manada —dijo el Black por primera vez en esa noche.

—Así es —Sam sonrió en su dirección.

—Tu chica es un imán del peligro —se burló Jared.

—Oye...

—Y eso no está mal, un poco de acción no está de más.

Ian negó, sonriente, haciendo que la castaña sintiera que todo estaba bien.

—De acuerdo, déjalo en nuestras manos —los chicos miraron a la fémina detrás de él castaño—. Siento decirte que a partir de hoy, estarás rodeada de nosotros y nuestro olor.

Bella miró a su lobo antes de sonreír en dirección a los demás.

—Estaré encantada.

     Luego de haber hablado con la manada, Ian y Bella ya estaban de regreso hacia la casa de la segunda.

Todos habían estado de acuerdo en protegerla y vigilar por turnos mientras seguían en busca de la vampiresa pelirroja.

El moreno conducía la camioneta con una mano en el volante y con la otra sostenía la de una dormitada Bella. A pesar de que Jacob aún no estaba del todo contento con la situación de ambos, estaba dispuesto a ayudar a cuidar de ella. Y por supuesto, Ian creyó que con eso el conflicto estaba solucionado.

—Bella —llamó, a lo que ella se movió un poco indicando que seguía despierta—. ¿Estará bien que me presenté ante tu padre?

—Tu...¿Quieres hacerlo?

—Solo si está bien para ti —el chico sonrió, aparcando la camioneta aun lado de la patrulla de Charlie—. ¿Damos ese paso?

—¡Por supuesto! —contestó emocionada, acurrucándose en el pecho del contrario —. ¡Te amo!

—Oh, basta, mi corazón estallará con tanto amor —bromeó el chico, envolviendola entre sus brazos—. ¡Yo también te amo!

Ambos rieron, compartiendo un cálido beso, que no duró mucho. Ya que el rostro del castaño se deformó en una mueca al olisquear el aire.

—¿Qué pasa? —Bella se separó al notar su seriedad.

—Tienes visitas —Ian trató de sonreír, tomando la manija de la puerta para abrirla.

La fémina paseó su vista por el lugar, hasta que dio con el auto del cobrizo estacionado al otro lado de la calle.

—Edward —el moreno se apoyó en la camioneta mientras veía como su impronta salía de la cabina y se acercaba hasta las escaleras que daban a la puerta principal de su casa. Dónde el vampiro cobrizo reposaba al final de estás—. ¿Qué haces aquí? No, olvida eso...¿Por qué estás aquí?

El susodicho se levantó de su lugar y se acercó a la humana, mientras Ian trataba de que sus instintos no despertarán al dejar que el contrario se acercará tanto a ella.

—Alice...no, yo pensé que habías muerto —dijo, con su característica voz que, antes le parecía hipnotizante—. Tuvo una visión de ti, yendo al prado y encontrándote con Laurent. Después de eso, ya no podía ver tu futuro...

—¿Y viniste a dar su pésame? —esta vez habló el metamorfo, con sus manos escondidas en los bolsillos de su pantalón—. Aun sabiendo que ella podría estar en peligro, la dejaron a su suerte. Tu patética forma de pensar la puso en la mira de una loca sanguijuela.

Edward pasó su vista del chico a la humana frente a él, percatandose hasta ahora del fuerte olor que ella desprendía.

—¿Quién eres tú? —cuestionó, confundido ante los pensamientos del moreno.

—Es mi novio —contestó la castaña con una sonrisa plantada en su sonrojado rostro a causa de la feroz mirada que su lobo le dirigía al vampiro. Pensando que esa era una nueva faceta que antes no había visto en él—. Algunas cosas cambiaron cuando te fuiste.

—Bella.

—¿Qué? —regresó su mirada hacia él—. No tengo derecho a seguir con mi vida, ¿Acaso olvidaste tu promesa de desaparecer como si nunca nos hubiéramos conocido?

—Bella —alzó su mano con intenciones de acariciar su rostro, pero la de alguien más, la detuvo.

—No sé y no quiero saber tus razones, pero, por favor...dejala ser feliz, aunque no sea junto a ti —Ian lo miró, a la espera de que el contrario se alejará, pues si algo ocurría, él no podía entrar en fase por qué ese no era su territorio.

—Estás imprimado en ella —el cobrizo quitó su mano, sorprendido.

—Lo siento, Edward —Bella se movió, hasta quedar aun lado del moreno—. Mi alma y corazón le pertenecen a él ahora.

    —Ahora le debo dinero a Noah —Charlie suspiró al ver a su hija y al moreno tomados de la mano—. Pero soy feliz si tú lo eres, y sé que Ian es buen muchacho.

—Por dios, Charlie, aún no se van a casar —Raquel dejó su taza de café en la mesa que los separaba de la pareja—. Y ya parece que les estás dando tu bendición.

—Bueno, no me quejaría si lo hicieran —el mayor se apoyó en el respaldo de la silla mientras se cruzaba de brazos—. Pero aguanten hasta que ambos se gradúen.

—¡Papá!

—Bella —el chico la llamó—. Yo ya me gradué —alzó su dedo pulgar, junto a su inigualable sonrisa.

—¡Ian! —se cubrió el rastro, sintiendo la vergüenza subiendo hasta su rostro para colorear sus pálidas mejillas.

Raquel soltó una risa que contagió al jefe de policía.

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