𝙓𝙄𝙑

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Kim Taehyung

Arrugo la nariz mientras busco mis zapatos mirando bajo la cama. El olor de aquí no me molesta, estoy seguro de que preferiría oler mis calcetines sucios a seguir sintiendo ese cítrico aroma irritante que abunda en la cama, en toda mi habitación.

¡En ya casi todo el departamento!

Y es raro, me digo a mí mismo ya colocándome el calzado sin necesidad de haberme puesto medias. Es raro porque antes ese olor no me molestaba, pero ahora siento que no lo soporto, que no puedo respirar siquiera. Mi lobo ruge, aúlla y se queja hasta darme la sensación de ser rasguñado por dentro.

Y luego me encuentro rociando aromatizante por todas partes.

—¡Abro yo!— grito hacia la cocina esperando que me haya escuchado.

Esa insistencia por abrir la puerta por mí mismo y recibir a mis propios invitados bien podría justificarse con que en su mayoría se trata de gente del trabajo. Claro, en caso de que sea normal recibir visitas del trabajo cuando apenas estás abriendo un estudio.

La verdad es que mi corazón se acelera y mi lobo se tranquiliza cada vez que ese timbre suena, intentando atraer con mis pensamientos la posibilidad de que la visita sea no de cualquier persona, sino del omega de olor a miel y ojos bonitos que me llama y llamo al mismo tiempo, mejor amigo.

Ruedo los ojos al llegar a tocar la perilla de la puerta solo para darme cuenta de un fastidioso olor a chocolate amargo del que sé bien quien lo desprende.

Arrugo aún más la nariz, si es posible. Suspiro quejándome, mi olfato ya ha sufrido suficiente. ¿Este tipo tenía que llegar hoy para incomodarme más?

—Sé que te has estado viendo con Seokjin— escupe apenas revela su cara cuando abro la puerta —ya deja a mi omega en paz.

Frunzo el ceño por varias razones. Ladeo la cabeza confundido.

—Buenos días— saludo con voz plana. No tanto por demostrar que tengo mejor educación que el alfa o que yo sí me encuentro en mis cinco sentidos a diferencia suya, pues sus ojos comienzan a lucir amarillos. Sino para darme más tiempo de pensar mi respuesta. Y es natural que me sienta confundido.

Sí, me he estado viendo con Seokjin en las últimas semanas. No tanto como me gustaría pero sí con la frecuencia que las agendas de ambos nos lo permiten. Y está demás que Jeon Jungkook venga a decirme que lo sabe, es obvio que lo hace. Cada vez que salimos, aunque no me guste para nada, le pido a Jin que le avise al alfa para no darle problemas por mi culpa.

Respeto lo que sea que tengan.

Pero lo más importante aquí es que lo ha llamado su omega.

¿Qué quiere decir con eso?

—Déjalo en paz— vuelve a gruñir, soltando más feromonas.

Me cruzo de brazos murmurando una maldición. Me adelanto al marco de la puerta y me paro firmemente cubriendo toda la entrada, sin importarme que parezca que estoy tapando mi hogar y alejando a Jungkook porque es justo lo que pretendo. Si no soporto el olor a membrillo dentro de mi espacio por lo irritable que pone a mi lobo menos quiero que se mezcle con el de chocolate de otro alfa que causa la misma reacción en mí.

—¿Él te pidió que vinieras a decirme eso?— pregunto con sorna. De acuerdo, no se me ocurrió una buena respuesta para contratacar porque realmente no me agrada la idea de saber más de la vida privada de pareja que deban llevar esos dos. No voy a darle alas para que me dé explicaciones de porqué ha llamado a Seokjin su omega por más de que quiera saber.

En cambio, provocarlo dejando en claro que otra vez está actuando a espaldas del chico con el que planea casarse en no más de tres meses viniendo a mi casa a pedirme que me aleje de él, sí es ganar para mí.

El alfa gruñe mostrando los colmillos. Mi lobo quiere salir aceptando el reto, ¿pero qué ganaría yo metiéndome en una pelea con Jeon? Tengo a alguien dentro de mi casa para proteger.

Y no hay razones para irnos a los golpes.

—Jin no tiene que pedirme nada. Yo te digo que te alejes de mi omega— aprieta los puños y avanza dos pasos hasta que siento su respiración en mi cara.

Bufo situándome con firmeza en la entrada de mi hogar, no le dejaré poner ni un pie dentro.

—Pensé que ya no te molestaba que nosotros nos viéramos— opto por seguir provocando con una sonrisa en mi cara, esto último para intentar apaciguar a mi lado animal —como mis llamadas comenzaron a entrar de nuevo en su celular y me desbloqueó, supuse que ya le habías dado permiso.

Me pregunto cómo habrá reaccionado Jinnie cuando se enteró que su Kook había hecho eso, se había dado la libertad de invadir su privacidad e intentar alejar a sus amigos. Aunque eso no lo sé, tal vez solo trató de apartarme a mí de la vida de Jin. Pero de todas formas, no creo que el omega se lo haya tomado bien.

Me muerdo la cara interna de la mejilla para no reír cuando la expresión de Jungkook se endurece más. Aprieta la mandíbula y le empieza a sudar la frente.

—Eres un sinvergüenza— escupe — meterte en la relación de dos personas que están a punto de casarse...

—No me estoy metiendo en nada— gruño. Intento guardar la compostura después, yo sé que no me meto en nada, soy consciente y responsable de mis acciones. No tendría porqué darle explicaciones a Jungkook.

—Entonces deja de buscar a Jin.

Ladeo la cabeza. No estoy seguro de poder hacer eso, no cuando todo entre Jin y yo ya está perfectamente bien. Pero si él mismo me lo pidiera, no tendría opción.

¿Pero quién es el que ha venido a buscarme para pedirme que me aleje? Me río por dentro.

—¿Tan poca confianza tienes en ti mismo, Jungkook?

Sintiendo que ya he ganado y soltado todo lo que tenía que decir, vuelvo a abrir la boca pero esta vez no para seguir provocando al alfa, sino para despedirlo después de llevar mi mano a la puerta con la intención de cerrarla apenas termine de hablar. Pero la risa aguda de Jungkook me descoloca.

—¿Poca confianza dices, Taehyung?— tira la cabeza hacia atrás. Avanza de nuevo hasta quedar pocos centímetros frente a mí. Alza la barbilla, lugar que se ve tentador para dejar un buen golpe. ¿Pero qué pienso? No tengo razones para golpearlo. Jin se enojaría conmigo —Quien se va a casar con Seokjin, quien va a vivir para siempre con él, quien va a poner sus cachorros dentro de él— susurra —soy solamente yo. ¿Qué confianza me va a faltar? Me follo a mi omega todas las noches.

Dejo de mirar a los ojos de Jeon cuando siento ardor en las palmas de mis manos. Al bajar la vista noto que mis uñas se habían incrustado en mi piel por la fuerza con la que apretaba los puños mientras Jeon soltaba toda esa mierda.

Inhalo hondo y dejo salir el aire poco a poco. Los colmillos dentro de mi boca lastiman mis encías. Intento reponerme y al alzar la vista Jungkook sigue aquí.

La ira de mi lobo no se aplaca, las venas de mis brazos sobresalen y siento sudor caer por mis sienes.

Cómo deseo golpearlo.

—Hazte un favor y deja de mendigar algo que jamás vas a tener— suelta. Ahora solo hay negro en sus ojos, el único alfa alterado soy yo y eso solo hace que mi lobo se avergüence.

Pero la ira no desaparece ni cuando ya han pasado varios minutos desde que Jeon se ha ido.

—¿Tae? ¿Estás bien?

Dejo salir el aire retenido y abro las manos repetidas veces al sentirlas entumecidas. Sigo respirando agitadamente antes de volver dentro de mi departamento.

Y mientras desayuno y un par de ojos oscuros no dejan de escudriñar mi rostro y sonreírme con coquetería, solo puedo pensar en que las palabras ácidas de Jungkook no deberían haberme molestado tanto como lo hicieron.

Se supone que sólo hay una bella y antigua amistad entre ese bonito omega y yo.

¿Entonces por qué sentía que quería asesinar a ese alfa?

Kim Seokjin

—¿Estás seguro, Yoongi-chi?

Escucho el largo y sonoro suspiro del alfa al otro lado de la línea. Ya está harto y he agotado su paciencia, no hay duda. Alejo el teléfono para ver en la pantalla cuánto tiempo está durando esta llamada.

Cuarenta minutos.

No es sorpresa que ya esté irritado, me digo a mí mismo para que cuando corte la llamada de un momento a otro, no me sienta tan mal. Los demás me colgaron antes, Namjoon estaba ocupado y Hoseok me colgó después de la primera broma que solté nervioso para llenar el silencio incómodo después de mi pregunta.

—¿Para esto me hiciste salir del ensayo?

—Es que no estoy seguro— me quejo dando saltitos en el asiento como si mi amigo pudiera ver mi berrinche —tal vez él de verdad esté evitándome y solo lo molesto.

—¿Estás jodiéndome, Jin?— vuelve a suspirar —Es el tipo que cuando era niño lloraba si pensaba que lo ibas a reemplazar con otra persona. ¡Hasta por mí lo hizo! Ya deja de hacerme perder el tiempo por cuestiones tontas. Voy a colgar.

—¡P-pero Yoongi!— grito antes de que cumpla lo que dijo que haría —Él ya no es un niño y tal vez sí se molestará si me aparezco en su puerta de la nada, cuando no me contesta las llamadas hace...

—¡Me dijiste que Jungkook ya había bloqueado su número de tu celular antes! — alejo el aparato de mi oído por su grito —¡¿Qué te hace creer que él no tuvo que ver con esto?! Voy a colgar.

Sacudo la cabeza aunque mi amigo alfa no pueda verme.

—Jungkook no haría algo así— digo con convicción.

Lo hizo una vez y me hizo creer que Taehyung no quería saber nada de mí, por eso no me llamaba, así que seguramente menos quería que yo lo buscara. Pero resultó ser un malentendido, Kookie dijo que no había sido su intención. Claro que no le creí, pero se puede perdonar una vez, ¿no? No lo haría de nuevo.

—Ya lo hizo, Jin— dice calmado —Mira, lo diré solo una vez más. Si quieres visitar a Taehyung y buscarlo solo porque lo extrañas, está bien. Es tu mejor amigo. Es como si me buscaras a mí. Y él no se va a enojar, porque no creo que no quiera verte. Voy a colgar, no me llames de nuevo a mitad de un ensayo.

Al ver por la ventana que ya estoy frente a su edificio vuelvo a entrar en pánico. Miro por el espejo que el chófer me observa esperando que baje ya.

—¡Yoongi!

Pero ya ha colgado. Bufo bajando del taxi mientras guardo el celular en el bolsillo trasero de mi pantalón. Entonces se me prende el foco, todavía puedo llamar a Jimin y preguntar su opinión. Los otros tres no han sido de gran ayuda para darme la seguridad que necesito, pero Park siempre es positivo.

Ah, pero no estoy buscando una respuesta positiva, por el contrario, yo quiero que uno de mis amigos me diga que está mal, que no busque a Taehyung y que mejor vaya a preocuparme por organizar mi boda que es lo que realmente debería estar recibiendo mi total atención.

¡Pero es que es difícil! No sé qué hice para que Tae se enojara esta vez, porque... debe estar molesto para que no nos hayamos visto hasta ahora, ¿no? No hay otra explicación.

Debe estar bien venir a buscarlo. No haces nada malo, Jin. No está mal. Es tu amigo.

Me muerdo la mejilla y escondo mis manos detrás de la espalda después de haber tocado el timbre del departamento. No estoy muy seguro de que sea este y por dentro espero haberme equivocado para que pueda regresar a casa a meditar mis precipitadas acciones.

Sí, eso estaría bien. Que me abriera la puerta otra persona diciéndome que es el departamento equivocado. Así solo paso un poco de vergüenza y me largo de aquí.

—¿Sí?

Parpadeo varias veces.

Parece que estoy de suerte.

—Perdone— hago una pequeña reverencia  —me equivoqué de departamento.

El omega que ha abierto la puerta solo sonríe antes de contestar. Se esconde detrás de la puerta y me percato de que no va vestido del todo, no sé qué lleve abajo pero sus hombros lucen descubiertos detrás de la superficie de madera. Siento mis mejillas ruborizarse, tal vez esto es más vergonzoso de lo que imaginé, pero al menos sí me equivoqué de casa y ya puedo irme.

O eso pienso antes de reconocer a la mascota de Taehyung.

Me quedo petrificado cuando el perro aparece casi sacando todo el cuerpo por el pequeño espacio abierto de la puerta.

—No hay problema— responde el chico, incómodo, recién contestando a mis disculpas y está a punto de cerrar cuando voltea repentinamente al llamado de otra voz dentro del departamento.

—¡Jihoon! ¡¿Quién es?!

Vuelvo a hacer una pequeña reverencia para despedirme y desaparecer. Casi corro al ascensor empezando a atar cabos en mi cabeza.

En el regreso a casa, trato de convencerme de que lo que ví no tiene importancia, mientras no dejo de culpar a mis amigos por darme la seguridad y confianza necesaria para atreverme a ir a casa de Taehyung y tener que encontrarme con esa escena.

¿Pero qué escena, Seokjin? Un omega a medio vestir en la casa del alfa no significa nada.

Sacudo la cabeza. No creo eso en absoluto.

Aún mientras subo a la habitación que me veo forzado a seguir compartiendo con Jungkook, sigo pensando en el tema. ¿Y qué? Así eso implicara algo, no es de mi incumbencia y no tendría porqué afectarme.

No de la manera en que hace, apretando mi pecho y quitándome la respiración. Haciendo que mi omega aúlle y quiera retorcerse de dolor.

Golpeo mi frente contra la ventana que da hacia la calle, como si con el impacto pudiera ocasionar que todas las ideas que se van formando en mi tonta cabeza se esfumaran.

Arrugo la nariz al sentir el olor del alfa joven cerca. No debería ser tan insoportable para mí pero desgraciadamente lo es. Solo cuando me concentro mucho puedo llegar a ignorarlo, pero tengo demasiadas cosas en mente como para poder concentrarme en bloquear su aroma justo ahora.

No, no. Respiro hondo para dejar mi mente en blanco, seguro que tengo tiempo antes de que Jungkook llegue y encima me vea en este estado. Porque lo va a notar, va a notar que me encuentro alterado.

—¡Jin!

Cierro los ojos y me imagino en un lugar bonito, imagino a mi lobo feliz y libre, lo visualizo en un campo inmenso lleno de césped donde puede correr. Intento calmarlo.

Y de la nada en la imagen mental aparece un lobo grande y castaño que bien conozco, con un olor tan atrayente e intenso que hace que mi lobo ronronee y se acueste en el suelo.

Cierro los puños y abro los ojos negándole seguir fantaseando al condenado omega caprichoso y masoquista que vive dentro mío. Quería que se calmara y sólo ha empeorado las cosas metiéndome cosas en la cabeza.

¿Tanto extraña al alfa o qué?

—Jin, te estoy hablando. Mírame.

Si comienzo a discutir reclamándole que no me gusta que use la voz de alfa en mí y encima que lo haga tanto últimamente, solo lograré alterarme más y hacer que él se enoje. Así que solo obedezco a voluntad y planto la mejor sonrisa en mi rostro.

Pero no hace que el alfa si quiera parpadee, en su lugar luce firme y serio. Se cruza de brazos.

—¿Dónde has estado?

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