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Kim Seokjin

Toda la gente de la prensa se quedó afuera, en el inmenso salón solo se encuentra la familia cercana, un montón de gente de la familia Jeon que nunca antes había visto, algunos empleados de la empresa y otro montón de personas que supongo son amistades de la familia. Cada tanto entran otras personas vestidas con traje a dejar arreglos florales, algunas saludan a la señora Jeon, a Junghyun y a Jungkook. Luego se retiran mientras otras parecen venir de parte de otra más, no saludan ni nada. La familia cercana se sienta al frente, puedo verlos desde aquí.

No me permiten ir al lado de Jungkook por más de que sea su prometido, incluso me sorprende que dejen que yo esté aquí cuando no soy nadie cercano al difunto. Pero no me molesta, ni siquiera tengo ganas de estar en este ambiente lleno de alfas con olores y presencias intimidantes. Harían que a cualquier omega se le pusieran los pelos de punta, ahora entiendo porqué el desarrollo de Jungkook siempre fue tan diferente al de los demás, su linaje le da características propias como las de todas las personas de su especie presentes.

Cada Jeon que se ha aparecido en el velorio luce alto y fornido. Gestos serios y caminar seguro, barbilla en alto e impecable apariencia, ya sea viejo o joven como los pequeños primos aún cachorros de Kook que llegaron incluso antes que nosotros, acompañados de sus padres.

Jungkook no lucía sorprendido. No entendí el porqué al inicio pero luego de meditarlo un poco pensé que no debería ser tan difícil comprender su reacción indiferente, todavía sigue en shock.

Yo todavía pensaba en qué iba a contestar a su pregunta.

—¿Dónde has estado?

Le planté la mirada y me mostré fuerte para que mi voz saliera firme, no tenía nada que esconder y ambos lo sabíamos. Jungkook sabía qué iba a responder, lo supe desde que bufó y empezó a llenar la habitación de sus feromonas a propósito intentando doblegar a mi omega como tantas veces había intentado hacer noches anteriores pero con un propósito diferente a hacerme hablar como era en ese momento.

Entonces su teléfono empezó a sonar. Parecía importante cuando la persona seguía insistiendo aún cuando Jungkook había cortado tres veces ya.

Junghyun desde el hospital con una noticia que hasta ahora no sé realmente cómo ha afectado a Jungkook, pues no ha dicho palabra.

—¿Cómo vas?

Volteo para ver a Junghyun tomando asiento en la silla vacía a mi costado.

Esta zona de por sí está vacía, solo algunos omegas como yo, en su mayoría mujeres jóvenes y bonitas. Ellas no parecen afectadas en absoluto por el motivo por el que todos están reunidos; el cajón al frente de todo el salón rodeado de gente que si no está llorando, tiene la expresión más fría imaginable en el rostro.

Quizá tampoco eran cercanas al difunto, como yo.

—Eso debería preguntar yo— bajo la cabeza hacia el alfa.

Antes no lo haría, pero en un ambiente tan cargado de olor a esa especie que guste o no, es dominante y más fuerte, mi omega se siente en la obligación de adoptar un estado sumiso. Aunque no tanto como las omegas jóvenes que también se sientan en esta sección, como ya he mencionado. Ellas sí bajan la cabeza por completo y hasta empiezan a desprender su olor dulzón apenas un alfa pasa cerca nuestro.

De alguna forma es como si mi lobo se sintiera protegido ya, seguro por su cuenta. Si no estuviera afectado por todo lo que sucede a mi alrededor me pondría a pensar en si eso está relacionado a que la voz de alfa de Jungkook no sea eficiente en mí.

—Aquí entre nos— Junghyun se acerca a mi oído —yo estoy de lo mejor.

Me alejo para mirarlo a la cara, algo sorprendido. La cara del alfa mayor no tiene ni rastro de lágrimas derramadas, ni se ve triste o desolada.

Su padre ha fallecido. Estamos en su velorio. ¿Por qué tan tranquilo?

Me encojo de hombros mentalmente por más raro que suene. Y es que no es mi problema, todos tenemos diferentes formas de enfrentar el dolor. Quizá Junghyun esté destrozado por dentro y todavía le falte exteriorizarlo porque así como Jungkook, sigue en shock.

De hecho creo que todos en la sala lo están. El señor Jeon era un alfa fuerte y hasta cierto punto joven. Hay gente mucho más vieja aquí y hasta donde se han presentado creo que son hermanos del padre de Jungkook.

—¿La señora Jeon y Jungkook...?

—Ah, ella está reaccionando como cualquier omega que acaba de volverse viuda. No te preocupes, lo superará— frunzo el ceño por lo relajado que suena. Y sí, a diferencia de Jungkook creo que Junghyun no llama a la esposa, o ahora viuda de su padre como si fuera su madre. Dejo pasar ese hecho, esperando que ahora me hable de Jungkook. Suspira para empezar —Y Kookie, bueno— se rasca la nuca, tensando la tela del traje negro en sus brazos —míralo, está triste.

Alzo una ceja en su dirección, sin aceptar esa respuesta inútil. No puedo acercarme al frente a ver como está Jungkook porque no me lo permitirían y porque creo que no quiere ver a nadie. Ni siquiera se molesta en saludar bien a las personas que se acercan a él y a su madre para darles el pésame. Así que le pregunto a su hermano mayor para conseguir una respuesta consistente.

Junghyun echa la cabeza hacia atrás y bufa.

—Bien, sabes que algo anda mal— asiento haciendo que suspire y vuelva a rascarse la nuca. Yo no diría que algo va mal, sé que desde niño hasta una simple película podía hacer a Kook llorar pero como dije antes, todos tenemos nuestra forma de mostrar el dolor. Ahora cuando veo en su dirección solo tiene la mandíbula apretada y la vista en el vacío —Lo puedes ver inexpresivo pero es porque sabe toda la mierda que le espera apenas termine el velorio, luego el funeral y los días de luto. No te puedo contar más, Seokjin-si

Se levanta y veo que camina hasta el frente, seguro para sentarse de nuevo en la primera fila junto a la omega y a su hermano menor. Pero antes se detiene y voltea a mirarme con lo que es el primer gesto de tristeza que muestra en las tres horas que llevamos aquí.

Hasta que el lugar queda vacío sigo preguntándome qué quiso decir con esas últimas palabras.

Jeon Jungkook

Un cuadro con el rostro de mi padre es colocado en la pared. Me quedo observando la imagen sonriendo de lado, disfruté la compañía y el amor que me pudo brindar mi papá en todos los años de vida que compartió conmigo. Estábamos preparados para esto, así que no es el golpe más fuerte que tengo que enfrentar como otros podrían pensar.

Uno de sus hermanos me mira con la barbilla en alto y una expresión de furia retenida, se debe estar guardando sus palabras para cuando los viejos se queden solos en la habitación conmigo, listos para comerme vivo. Ahí, ese es el gran problema.

Si supieran que yo no busqué nada. Pero eso ni les importaría de seguro, no se van a guardar absolutamente ningún argumento así yo no tenga culpa de ser el heredero.

Ah, como quisiera que papá hubiera dejado pendientes. Pero él sabía que iba a fallecer, era obvio que no iba a dejar nada en el aire.

El abogado baja del podio y abandona la sala una vez termina de leer el testamento que ha dejado mi padre, en el que aparece tantas veces mi nombre que ya he perdido la cuenta. Pero seguro que los otros alfas no, oh claro, ellos hasta deben haber anotado cada mínimo e inútil detalle en sus cabezas.

Cuando la sala solo está llena de alfas que llevan el apellido Jeon, cada uno ocupando una silla en la larga mesa de reuniones, cierro los ojos y respiro hondo. Intento mantenerme estable y meditar todo lo que tendré que responder a sus ataques. Porque es obvio lo que harán. Los conozco como gente tan predecible y sedienta de poder.

Cómo quisiera haber establecido al menos una pequeña relación estrecha con alguien del clan, pero mi padre tenía otros planes, es obvio. Tampoco le agradaban tanto estas personas. Lamentablemente ahora yo tengo que pagar el precio del distanciamiento entre los Jeon de este lado; solo JungHyun y yo, con los del otro.

Poco más de quince alfas, cada uno posicionado, con poder social, económico y algunos hasta político.

—Es demasiado joven.

—Ni siquiera es el primogénito.

Pero siempre tengo que fallarme a mí mismo, me regaño solo porque no pude evitar soltar una risita por lo último que dijeron los viejos.

Mi padre tampoco era el primogénito y murió siendo la cabeza de todos ustedes. ¿Cómo la ven?

—¿Te parece gracioso?— abro por fin los ojos.

Reírme sirvió para calmar mi pánico. Lástima que este haya regresado apenas me encontré con los ojos del peligroso hermano de mi abuelo. No entiendo porqué ellos siguen vivos, no los veía desde que era un niño. Por supuesto que iban a aparecer de la nada solo por el velorio, lo sabía solo que intentaba creer que no eran todos mis parientes, solo algunos.

Y al pasar la vista de nuevo por todas las sillas me dan ganas de patalear y quejarme en voz alta. Son muchos. Y todos y cada uno de ellos se opone a que yo sea la cabeza del imperio que dejó mi padre. ¡Hasta yo! Ellos tienen razón, ¿no? No me lo merezco, ni siquiera quería quedarme a cargo.

—No es un alfa con una buena posición, puede ser fácilmente sometido por cualquiera de nosotros— habla el mayor de los cinco hermanos de papá, poniéndose de pie y empezando a caminar alrededor de la mesa. Pasa mirando directamente a las caras de cada uno de los lobos sentados, omitiendo mi presencia. Bajo la cabeza sabiendo lo que significa, solo cumple lo que dice —Sin omega, sin ser el hijo mayor, sin una familia. No hay posición social. ¿Pretenden que él sea quien dirija...?

—Sí tengo omega— me atrevo a hablar. Fallando en quedarme calmado, mi lobo saca los colmillos para tomar una posición a la defensiva. No le debe gustar que le recuerden nuestra debilidad y mucho menos que nos sometan —y sí tengo familia y buena posición social.

El alfa bufa burlón, logro ver las sonrisas petulantes de los demás.

Aprieto la mandíbula cuando mis ojos se encuentran con los del miembro mayor presente, no estoy seguro del parentesco que tenga con él pero soy muy consciente de la falta de respeto que creen que he cometido, sus costumbres son distintas. Para ellos este sigue siendo un clan con reglas y una clara jerarquía en la que seguramente yo soy quien ocupa el último lugar.

No se me había permitido hacer uso de la palabra.

—¿Está ese omega que dices, marcado?

El alfa de cabellos blancos alza una ceja ante la pregunta del otro. Siento todas las miradas en mí.

—No tiene respaldo.

Todos se levantan de sus asientos como si la palabra del miembro mayor hubiera sido una sentencia final y ya; todos pueden irse, hemos tomado una decisión.

Ruedo los ojos una vez me quedo solo en la habitación, aún sentado tras una reunión que realmente no quise tener y ni siquiera pareció una como tal. ¿Cuánto duró? ¿Cinco minutos?

¿Y qué les importa a ellos que cumpla con sus expectativas? La empresa y todas las propiedades de mi padre dentro del "imperio" que les gusta tanto llamar solo por las ganancias y territorio cubierto a nivel del continente no tiene nada que ver con sus normas como clan o lo que sea que se crean que son los Jeon.

O eso es lo que quería creer yo.

La verdad tienen razón en todo.

Puede que sea quien deba asumir la dirección, pero sin la aprobación de todas estas personas no podré hacer nada, tienen todo controlado aún dentro de Jeon Dongkuk. Acciones y títulos. Nadie pasaba por encima de mi padre por su poder, lo respetaban como alfa cabeza de familia, dos hijos alfas también... Ah, tantas cosas que me faltan ahora mismo.

Como han dicho, no tengo respaldo alguno.

A sus ojos, ni siquiera soy un alfa digno de posesiones y mucho menos capaz de dirigir a nadie.

Podría pasarme cualquier cosa y no hay nadie más en la lista, no hay más herederos, creen que estoy pasando por encima de JungHyun y todos ellos. Bufo levantándome, no me sorprende. Jamás tuvieron ninguna intención de seguir a mi padre y mucho menos sus creencias y decisiones. Solo el respeto hacia él por principios y tradiciones. Pero tampoco era el hijo mayor.

—Su prometido y su madre están en la recepción, en el primer piso— me avisa el beta que solía ayudar a mi padre en la empresa apenas salgo del salón de reuniones.

Ni me molesto en mirarlo o reaccionar a la información. No me importa ver a ninguno de los dos ahora mismo, con todo lo que tengo encima solo me apetece estar solo por otro rato más.

Mientras bajo por el ascensor y me miro al espejo caigo en cuenta de que no estoy pensando como debería.

¿Cuál es su problema? No me ven como un alfa de buena posición. Estoy solo.

Pero es que no estoy solo.

Tal vez sí quiero ver a Seokjin después de todo. Ya es hora de que sea de ayuda y sirva. ¿Es lo que me corresponde, no?

Kim Seokjin

La madre de Jungkook no ha dicho nada desde que llegamos y todos los alfa Jeon subieron a lo que me pareció escuchar, es la oficina principal, Dirección Ejecutiva de JDS.

La omega solo reacciona al ver a su hijo menor cruzar la recepción hasta llegar a nosotros. Se pone de pie creyendo que va hacia ella, igual que yo. Pero ambos nos equivocamos. A quien se acerca Jungkook es a mí.

No me niego al abrazo ni al beso como he estado haciendo todo el tiempo antes de los últimos acontecimientos. Necesita apoyo, debe ser difícil todo por lo que está pasando.

La verdad las palabras de Junghyun no han dejado de deambular por mi cabeza desde el momento en que las pronunció.

—Jungkook— oigo que llama la omega mayor a nuestras espaldas, pero el alfa ni se inmuta, pone una mano en mi espalda baja y la otra la lleva a mi nuca.

Retrocedo inmediatamente, apartándome tan bruscamente que hasta yo me sorprendo. No fue nada voluntario.

—Nos vamos a casa— dice, mirándome fijamente. Ámbar en sus enormes ojos redondos.

Al entrar al auto sé bien lo que nos espera al llegar. Intento pensar en todas las razones por las que debería dejarlo hacerlo esta vez para que llegado el momento mi omega no empiece a negarse y protestar como si fueran a matarlo y su lucha fuera para impedirlo.

La señora Jeon se baja del auto antes, apenado alcanzo a ver cómo vuelve a llorar, como si no hubiera derramado suficientes lágrimas hasta quedar drenada desde que todo empezó.

Contrario a lo que Jungkook ha hecho; sólo quedarse serio mientras aprieta la mandíbula y se pierde en sus propios pensamientos por largos minutos justo como ahora que hemos llegado a la habitación.

Inhalo antes de abrazarlo aunque mi omega intente resistirse y solo dispare alarmas de peligro dentro mío.

Pero nadie puede estar solo en una situación así. Y soy la persona más llamada a ser su soporte así como él fue el mío cuando lo necesité.

—Estoy contigo— digo en medio del abrazo. Vuelvo a respirar profundo para decir más pero el alfa se acerca a mi rostro justo como en la recepción del edificio hace rato.

Un beso tosco. De un momento a otro ya tiene ambas manos intentando deshacerse de mi pantalón. Cierro fuerte los ojos.

Jungkook se aleja como si hubiera sentido que eso era el inicio del rechazo.

—¿No acabas de decir que estás conmigo?— sus ojos vuelven a tornarse amarillentos.

Aprieto los labios. El alfa rueda los ojos y sostiene el puente de su nariz, negando con la cabeza.

—Ya no estoy para insistir y mucho menos esperar a que quieras, Jin— camina al otro lado del cuarto, se deshace del saco del traje negro y afloja la corbata —esto ya no es un juego.

Empieza a caminar como animal enjaulado, de un lado al otro pasando sobre sus mismos pasos. Me acerco al ver que empieza a tirar de sus cabellos, en ningún momento deja de mostrar ese tono amarillo en los ojos en lugar del negro usual.

Mi lobo sigue negándose a calmarlo, si quiera a acercarse. Aún así me encuentro tomando sus brazos, bajándolos para que dejen su cabeza.

—Todo estará bien— intento arrullar para que se tranquilice, el estrés de toda la situación debe estar torturándolo por dentro.

—No sabes nada— gruñe —y ni siquiera si supieras, te importaría.

No hago caso a sus palabras siendo consciente de que no está razonando justo ahora. Los colmillos se asoman entre sus labios, sus ojos lo delatan también. Está cediendo ante su lado animal, demasiado alterado para pensar.

—Todo estará bien— insisto hablando más bajo y sin mirarlo a los ojos. Podría tomar ese gesto como que lo estoy retando, así que intento bajar la guardia por más que mi omega se niegue —déjame ayudarte.

—¡Nada estará bien, porque no quieres poner de tu parte, Jin!— ruge. Me encojo y muerdo mis labios —¿Sabes cómo podrías ayudarme de verdad? No necesito palabras reconfortantes, ni tu consuelo— toma mis hombros —Mírame.

Alzo la vista por cuenta propia. No es el mejor momento para llevarle la contraria.

Entierra sus dedos en mi piel, logrando que no pueda evitar soltar un quejido que seguramente nota, pero no le importa. No es racional ahora mismo.

Conecta sus ojos con los míos, el amarillo es tan intenso que mi omega se queja en mi pecho, sigue intentando alertarme. Se siente inseguro y desolado, quiere llamar a alguien pero no lo entiendo con certeza. Su miedo empieza a invadirme también.

—Lo que necesito, lo que todos esos alfas que viste necesitan para tomarme en serio como la nueva cabeza, es que sirvas para lo único que eres mi omega en primer lugar— sigue gruñendo, cada palabra debe estar raspando dolorosamente su garganta —Para tener mis cachorros y mostrar mi marca en tu cuello, ¿comprendes?

Dejo de mirar a sus ojos para ver la ventana. Sí, no está razonando, por eso dice todo eso.

Que no te afecte.

—Para eso se supone que estábamos comprometidos desde el inicio. ¡Mírame!— esta vez no obedezco, no cuando mi omega no deja de temblar en mi pecho intentando esconderse o desaparecer y mirar al alfa solo nos provocará un ataque de pánico —¡Maldición! ¡Responde!

Trago saliva. Intento pensar en una respuesta lo más pronto posible, una que no empeore las cosas. Pero todas las ideas en mi cabeza de seguro lograrán alterarlo más si salen por mi boca.

Pensé que estábamos comprometidos desde el inicio porque un Jungkook de quince años lo había pedido así y luego se le salió de las manos.

¿No era así?

Ese mismo Jungkook que decía estar enamorado de mí.

Pensé que la historia iba así.

Tal parece que no.


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