𝙉

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Nota al final del capítulo.

Kim Taehyung

     Supongo que está en nuestra naturaleza jamás estar conformes con nada, seguir buscando cosas que no se tienen a pesar de que los deseos anteriores ya hayan sido satisfechos, como si deshacerse de la añoranza fuese imposible.

Y no podría juzgar aquello, es decir, la mayoría de las veces no se puede mirar a ninguna parte sin sentir al menos un leve anhelo por algo que ni siquiera se necesita, pero bien, uno lo quiere y punto final.

Yo nunca fui la excepción —sería demasiado cínico de mi parte decir que no he estado deseando algo que no tengo desde el despertar de la consciencia, aunque en mi caso sí que ha llegado a sentirse como una necesidad—, pero aún así...

De las amistades que vi en otras personas, nunca rescaté algo más que quisiera para la mía con Seokjin. Nunca envidié nada.

Nuestra relación era y es simplemente perfecta.

Y es que, ¿cómo no va a serlo, si hemos estado juntos desde que tenemos uso de razón?

Ni siquiera estoy seguro de cómo expresar eso de manera correcta, el lazo es simplemente irrompible, no creo que sea posible sentirse mejor que esto con ninguna otra persona.

Es más, puede que solo sea yo exagerando —lo que es poco probable, jamás tomaría mi relación con Jin como algo sobrevalorado—, pero tampoco estoy seguro de que alguien más haya experimentado algo como lo nuestro. Aunque parezca un tanto descabellado.

Así que puedo reducir la explicación a una pista simple y cien por ciento digerible para cualquiera; jamás nos hemos visto envueltos en ningún conflicto. ¿No muestra ese hecho ya todo el punto?

A mi parecer, no haber discutido en más de dos ocasiones y eso simplemente si cuenta una disputa infantil, quiere decir que nos llevamos de maravilla. Somos el uno para el otro, nada ni nadie jamás nos separará y todo lo demás.

Aunque si soy sincero, lo cierto es que he llegado a un punto donde cualquier detalle minúsculo será aprovechado para no dejar morir mis esperanzas.

Y toda la mierda del inicio pierde fuerza de esa manera tan patética y drástica.

Después de todo, llevo enamorado de Seokjin el tiempo suficiente como para ya haberme dado por vencido.

Solo que ese no será mi caso, decidí que si tenía que aferrarme a nuestro lazo de amistad por el momento —aunque el momento en sí ya ha durado muchos años— lo haría. Y me jactaría de todo punto bueno en este hasta que viera la oportunidad de ir más allá.

Como aceptar que, a pesar de ya haber tenido nuestra segunda discusión, hoy la hemos arreglado. ¿No es eso maravilloso? ¿No demuestra lo compatibles que somos tanto como para solucionar nuestros problemas?

Es una mierda, la verdad.

Al escuchar eso, mis hyungs probablemente dirían que exagero demasiado, que es algo sin importancia, y que más me vale dejar de ser un niño, pero realmente yo estoy satisfecho con ello.

Mi sonrisa no desaparecerá por el resto del día, incluso si por debajo de lo voluntario, sé que el malestar constante pulsa en mí insistentemente, recordándome que no todo es lo que parece.

Como sea, dije todo sonrisas. ¡Todo sonrisas!

La voz infantil en mi mente, tan usual, tratando de animarme desde que era un cachorro, ha ido perdiendo su poder con los años.

Ahora más suena como la de un adolescente renegado, aburrido y al borde de la angustiosa resignación, no logra motivarme a dejar los pensamientos negativos atrás en absoluto.

Menos aún si vuelvo a ver el reloj colgado encima del pizarrón. Quedan dos periodos todavía. Dos periodos en los que tengo la dicha de sentarme al lado de Seokjin, donde puedo acercarme todavía más a él y efectuar todas las manías que he adoptado desde que era un infante.

Lo malo es que ya no soy uno, motivo por el que probablemente no estoy en posición de admitirlo en voz alta, pero continúo adorando los tratos afectuosos entre ambos.

Con eso en mente, no pierdo más tiempo antes de empezar a mover mi cabeza escondida en el largo cuello del mayor.

No me importa que mis cabellos se desacomoden, estiro mis mejillas porque sé que Seokjin no se va a apartar del toque.

Después de todo, este es un hábito suyo, más que mío.

Odié que estuviésemos alejados por los últimos días, aún más el hecho de que la iniciativa hubiese sido de Seokjin. Jamás lo habría esperado de él, pero no mucho podía hacer si en realidad las primeras semanas del mes habían estado colmadas de comportamientos extraños que valga la redundancia, nunca antes había visto en mi mejor amigo.

De un momento a otro, dejó de venir a mi sitio reclamando sentarse a mi lado todo el día pese a saber que yo lo quería tanto como él.

Había dejado de darme de su almuerzo, y de pasar las tardes en mi habitación jugando o haciendo tarea que al final a ambos nos calificaban mal, con nosotros insistiendo, a pesar de saber por nuestra cuenta que jamás estábamos concentrados en nada si nos encontrábamos juntos.

Aquellos días yo solo había conseguido apaciguar mis intensas emociones con la idea de que a mi mejor amigo se le pasaría.

Para nada más ver mi mundo colapsar al notar el acercamiento que Kim comenzaba a tener con otro chico. Uno que hasta entonces, consideré como mi amigo, pero ya no más. Nunca más.

Quizá iba a hablar con Jaehwan haciendo gala de la mayor naturalidad e indiferencia posible, como siempre hago con las personas a las que recurre Seokjin por tratarse de un chico amigable, brillante, capaz de atraer el favor de la gente como insectos a la luz.

Pero no sería porque yo quisiera, desde luego.

Sé que en esos casos, cuando soy en realidad incapaz de entablar alguna relación con otras personas y a Seokjin se le hace tan sencillo, no me queda hacer otra cosa más que aparentar que no me importa, para no quedar como el ridículamente posesivo —sin razón— joven enamorado que soy en realidad.

Condición que nada más pudo empeorar tras conocer que tendría a una especie de animal descontrolado, ridículamente posesivo y territorial —¡porque es lo que más se esfuerza el perro por hacer notar!— y para mi desgracia, bastante obstinado alfa, viviendo dentro mío hasta que llegase mi último respiro.

En una dramática muerte que podría o no, llegar con un viejo Kim Taehyung acompañado de un aún más viejo y arrugado —aunque probablemente todavía bellísimo— Kim Seokjin.

En caso claro de que mi alfa y principalmente yo, no nos encarguemos de cagar el destino al que me he aferrado desde que fui un cachorro ingenuamente atraído por otro niño fornido y amable.

Uh, pensar en esa etapa es oscuro.

Jodidamente vergonzoso y lamentable, aunque los buenos recuerdos se abarroten tratando de convencerme de que hay una razón para cada berrinche extraño y reclamo patético que, para mi mala suerte —¡cómo te detesto, memoria de niño intacta!— recuerdo precisa y vívidamente, de mi yo menor con cabellos marrones alborotados en todas direcciones y no tan rechonchas mejillas rosadas, rogando por la atención exclusiva de Jin.

Y justo en este momento, como si me hubiese estado escuchando a la espera para interrumpir en el instante más preciso, Hoseok voltea desde su asiento de adelante solo para mirarme durante unos segundos, reír con sorna y girar de nuevo.

Puede parecer que el gesto no tiene nada detrás, pero es suficiente con lo susceptible que he estado para hacerme bufar y llegar a mil ideas relacionadas con ello.

Porque Jung obviamente lo sabe también.

¡Todos lo saben!

Todos, menos Seokjin.

Y por supuesto, como personas que también me han conocido, años más, años menos, al final llegando a ser tan cercanos como lo soy con mi propia familia, no pueden perder la ocasión para hacer burla y gracia de mi desdicha a su mero antojo, porque estamos en confianza.

Me hace pensar que tanto como yo no puedo pasar un solo día sin pensar en el pasado y cómo este me ha traído hasta aquí, sin que cambie tanto mi rechazado corazón por la obvia omisión de mis sentimientos —siendo bueno conmigo mismo, sin echarle la culpa a mi para nada adecuada cobardía de alfa—, ellos tampoco lo hacen.

¡Oh! ¡Sé que cada vez que me miran recuerdan un incidente espantosamente penoso que marcó la vida de Kim Taehyung como un sello imborrable!

O es eso, o simplemente ven al niño raro que solía ser, sin decidirse por mirarme mal en venganza por cada cosa que les hice pasar en mis fallidos intentos de tener a mi mejor amigo para mí mismo —sin niños gatos, niños conejos, niños robustos con hoyuelos, o con rellenitas mejillas pálidas, o con sonrisas de corazón gigantescas—, o bien... carcajearse en mi cara hasta no poder más, sin llegar a recordarme qué episodio en específico vino a sus mentes.

A veces es divertido, lo acepto de buena gana, mas cuando caigo en cuenta de que al final no implica nada para tomar de forma cómica, teniendo que ver con mis emociones y los temas que me ponen más sensible, dejo de reír y adopto una postura seria.

He estado enamorado de Seokjin desde los siete u ocho años. ¿Seis, tal vez?

Si es que a esa edad uno se podría considerar enamorado, por supuesto.

Yo simplemente trato de invalidar aquellos sentimientos con tal de hacer mi situación menos lamentable.

Mientras menos sea el tiempo contado que he estado sufriendo bajo mi propio control —aunque al mismo tiempo, casi nulas ganas de decirle la verdad a Kim—, entonces menos patético me veré.

No por la opinión de los demás, que a veces simplemente poco relevante se torna, sino por la de mi recientemente despierto lobo.

Ese animal interior que no hace más que regañarme y gruñir enfadado por no poder estar con el chico que adora hasta la médula.

Compartiera opinión con este o no, al final no iba a hacer nada al respecto, así que no importa. Podría ayudar a mi lobo, que creo  debe estar confundido o sencillamente demasiado influenciado por mis intensos sentimientos como para querer a Seokjin cuando este ni casta tiene aún. Pero bien, tampoco es como si yo lo comprendiera por completo.

Más me sirve ignorarlo.

Como justamente estoy haciendo en estos momentos, acurrucándome contra un Seokjin que parece prestar demasiada atención a la clase como para que esta sea genuina.

Porque nunca fue un muchacho muy tranquilo, de hecho rara vez está quieto sin bromear con los demás, sobre todo si se encuentra en un ambiente cómodo como este.

Como cuando está conmigo, más precisamente.

Y a pesar de que sé que eso probablemente —bien, más que obviamente—, se debe al tiempo que hemos estado juntos, el haber crecido uno al lado del otro y hasta ahora no haber pasado más de una semana separados desde la infancia, por alguna indescifrable razón, me siento extrañamente satisfecho hasta el punto de que mi pecho se hinche en esas actitudes alfa que denotan orgullo.

No lo entiendo, a decir verdad.

Se trata de algo reciente, y me lamento por no prestar la atención debida a las asesorías que brindan a estudiantes que ya pertenecen a una casta, pero en serio no miento cuando digo que mis sentidos se ofuscan en desespero cuando estoy en un espacio lejos de Seokjin.

Así que podría tener el manejo de cada razón, o al menos de la mayoría de ellas, pero no lo hago por culpa del mismo lobo que genera cada sensación extraña.

Me siento satisfecho y complacido, en un nivel distinto a la consciencia, como si fuese mitad voluntario y mitad... no tengo idea, pero no por un logro precisamente mío.

Saber que soy capaz de brindarle comodidad a Seokjin, hacer que se sienta en confianza para mostrarse feliz y regocijarse en su naturaleza revoltosa, en su brillo natural sin ser opacado por nada del exterior, hace que mi alma se sienta llena.

Como si hubiese cumplido con un deber.

Conclusión bastante diferente al afecto usual que me lleva a entender que estoy enamorado, porque esto dista de ese concepto de amor en una medida que aún me es imposible comprender.

Y que trato —en favor de mi corazón y de lo mucho que sé, no debería hacerme ideas para formar esperanza cuando todo sigue tan incierto como lo era cuando todavía atravesaba las etapas más tempranas de mi vida—, de ignorar.

Jugar con mi propia mente y lo que intento controlar en mi corazón, es exactamente eso.

Algo moldeable, con esfuerzo, sí, pero en mis manos al fin y al cabo.

Por otro lado, ilusionar a un lobo con el que apenas estoy aprendiendo a reconciliarme, dado que parece estar en una constante lucha a pesar de compartir mis deseos, es algo completamente distinto y peligroso.

Si algo sé sobre el tema, es que diferenciar ambas esencias fluyendo dentro mío como producto de pertenecer a la casta que me dio la bienvenida hace algunos meses, es parte de una responsabilidad por mi propio bien. Y como lo veo, por el de mis seres queridos más cercanos también.

No quisiera que el alfa se convenza de algo que no sucederá por el momento —ni siquiera sé si lo haga en el futuro—, y comience a adoptar actitudes de pareja con la persona equivocada.

Aunque me sienta morir rogando a la Luna que Seokjin sea la adecuada para mí, porque lo siento con fervor en mi pecho pese a todas las restricciones y murallas de protección.

Largo un suspiro tembloroso.

Debería volver a mi entorno real, aunque perderme en mí mismo sea algo cada vez más común.

Como respuesta a mi decisión, mis sentidos vuelven a enfocarse. Soy consciente de que libero feromonas, y sonrío al darme cuenta de que es otra acción cosa de mi alfa, tratando de hacer que la tensión de Seokjin decrezca, haciéndole sentir cálido y protegido con mi olor natural.

Ugh, lobo terco e idiota.

¿Cómo te explico que Jin no es capaz de sentir nuestro olor aún? ¿Y que incluso si lo hiciera, no estoy seguro de que eso precisamente le haría sentir algo bueno respecto a nosotros?

—Tae.

El leve murmullo tembloroso me deja en claro que estoy en lo correcto, no siente nada aún y es evidente que no estoy logrando nada con liberar las feromonas de alfa.

—Tae.

Cierro los ojos, y decido contestar a regañadientes, porque me encanta que me llame por mi nombre con esa suave y hermosa voz. Provoca que los vellos de mi nuca se ericen, y que mi lobo estalle en un ronroneo casi imperceptible, pero que vibra en mi garganta disparando confort y placer a través de todo mi sistema.

Seguramente Seokjin es capaz de escucharlo, solo que prefiere no comentar nada al respecto, y tomando en cuenta lo último... También estoy de acuerdo con que esa reacción involuntaria quede ignorada.

No es nada que duela, y soy completamente sincero sobre eso, por fin un punto sobre el que mi lobo y yo estamos completamente de acuerdo aunque, ¿cómo no hacerlo si todavía tengo la imagen de Seokjin con esa expresión de culpa empañada en su rostro, como si estuviese condenado a ver el momento para siempre?

No tuvo que pasar mucho tiempo luego de mi presentación como alfa, para que mi mejor amigo prometiera, casi arrodillado y al borde de las lágrimas por lo contento y conmovido que había estado por la revelación de mi casta, que haría todo lo posible para hacer sentir cómodo a mi lobo con tal de que se acostumbrara a su presencia.

Uh, yo simplemente no supe cómo explicarle que aquello no era necesario.

El condenado perro ya adoraba a Seokjin incluso antes de haber despertado.

—Estás babeando sobre mí. No digo que no me guste, la saliva no me da asco. Al menos la tuya no debería hacerlo, es decir, ¿recuerdas que compartíamos paletas en la escuela elemental? —Se queda pensativo por un momento, y contengo la risita que quiero soltar por su verborrea común de cada vez que abre la boca luego de un largo silencio—. Ush, ahora sí parece algo un tanto asqueroso, pero como sea. ¿Te importaría parar por un segundo, Tae Tae? 

Definitivamente más sereno, con la anterior inestabilidad esfumada, como si esta jamás hubiese estado presente en su voz, y supongo que la diversión en su semblante ayuda mucho a que yo me relaje casi convencido de que todo está bien de nuevo.

Sin embargo, por el desconcierto del nuevo tono, y luego también por las mismas palabras que apenas soltó, abro los ojos para alzar la vista y encontrarme con que yo estoy a nada más que centímetros de su rostro, y a nada de distancia de la tersa piel de su cuello.

No había dejado de frotarme contra él, terminando por hacerlo con mi cara y más abajo de lo que había empezado sin darme cuenta.

Maldigo por lo bajo, aunque por fuera disimulo bastante bien, regalándole una sonrisa coqueta a Jin, haciendo ademán de querer regresar a mi lugar en su cuello para seguir mojándolo.

No es del todo actuación, de hecho.

Aunque es evidente que para la percepción de Seokjin sí lo ha sido, dado que me devuelve la sonrisa cálida, sin un atisbo de haberse puesto nervioso o algo, para regresar su atención a la pizarra como si nada.

Quiero pensar que el sonrojo furioso de sus orejas es una buena señal, pero no puedo apreciar tanto ese detalle si desde niño él siempre tendía a ponerse así por cada cosa que yo hiciera.

Así que no es sorpresa que me desanime todavía más cuando despeina mi cabeza de forma juguetona, mientras continúa con la atención puesta en el frente, sin dejar de sonreír con diversión.

Reprimo el impulso de bufar y tomar sus mejillas en mis manos para hacer que me mire de nuevo, aunque quiera hacer eso y más cuando consiga su rostro cerca al mío, por supuesto.

Lo quiero tan mal.

Y me tiene tan, tan mal, al mismo tiempo.

Quiero a Seokjin, sin lugar a dudas. Lo quiero tanto como cualquier persona podría querer al primer amor y prácticamente único que ha tenido durante toda su vida, desde que su consciencia despertó.

Y hay incluso más que justifica este amor que puede parecer inmaduro o débil, pero creo que el tiempo ya dice suficiente.

Incluso es difícil explicarlo con palabras, ahora que parece más complicado desde que mi lobo despertó, pero la idea está ahí, persistente, con el sentimiento pulsando obstinado y doloroso dentro mío.

Con todo eso, no podría desistir, ni creer que se ha ido apagando, claro que no.

Sin embargo, el mismo concepto de tiempo es el que se encarga de empeorar las cosas, en lugar de ser solo ese argumento que respalda mi amor.

Porque que Seokjin parezca no interpretar mis acciones e incluso sentimientos explícitos en palabras de la misma forma que es mi intención mostrárselos, ahora me afecta hasta el grado de hacerme sentir miserable e incapaz, cosa que nunca había sucedido con tanta gravedad antes.

Solo porque no es lógico, esa reacción definitivamente no lo es. Y por más de que me gustaría culpar al alfa que ahora habita en mí, no puedo permitirme esa comodidad ahora que la molestia crece cada vez más.

¿O sí será por influencia de mi lobo?

No tengo idea, y no suena nada alentador tratar de descubrirlo. Por ende, prefiero atribuírselo al paso del tiempo entre nosotros.

No iba a ser inmune al dolor toda la vida.

Aunque la hipótesis de que mucha de la culpa es de mi alfa de repente parece convincente.

Y es que mientras los minutos en los que Seokjin ya no regresa su mirada a mí, se van yendo, mi mundo parece derrumbarse de manera exagerada y dramática, estrujándome el pecho, recordándome que por el momento no tengo ninguna solución para que él note mis señales.

No debería molestarme tanto, mierda.

Apoyado contra mi codo sobre la mesa, llevo mi mano a mi barbilla para frotarla mientras miro hacia el techo del aula, pensativo.

De repente culpar por todo esto a mi intenso alfa pulgoso no suena tan mal.

Aunque ser consciente de ello dista bastante de comprenderlo.

Todavía necesito aprender a comunicarme con él para saber qué quiere, porqué cambia nuestro estado de ánimo a su mero antojo por la más mínima cosa, y cuáles son sus razones para empezar a gruñir o ronronear de la nada haciéndome pasar vergüenzas.

O porqué le cuesta tanto aceptar que durante toda mi vida, Seokjin nunca ha sido algo más que mi mejor amigo, y que eso no va a cambiar de la noche a la mañana.

Lo que parece el rumor de un motor apenas encendido, crece en mi pecho llenándome de incomodidad.

Sí, quizá recordarle eso fue innecesario, pero lo hice de todas formas.

Nunca dije que el perro y yo nos lleváramos bien.

—¿Y a qué edad uno debería pronunciarse, profesor?

La voz del chico que invade mi mente por completo a todas horas —de hecho lo estaba haciendo incluso hasta hace unos segundos—, llega tan de repente que me deja desconcertado.

Volteo extrañado, estándolo aún más cuando me encuentro con esos bonitos ojos siendo cubiertos por un flequillo despeinado. Jin mantiene la cabeza agachada y el cuerpo encogido en su asiento.

Y sé exactamente porqué.

Aunque eso no hace nada por mantenerme tranquilo al respecto.

—Bueno, joven Kim... —El maestro detiene su caminar, observando con los ojos más abiertos a todos los estudiantes, en invitación a que alguno se ofrezca a responder la pregunta. Podría hacerlo, pero opto por mantener la boca cerrada, porque sé cuánto Jin necesita escuchar la respuesta de la boca de un experto. Pese a haberla escuchado innumerables veces ya—. La edad estimada es entre los dieciséis y diecisiete años.

Mi alfa se encuentra guiando mis acciones de inmediato, en alerta por el casi inaudible jadeo que ha dejado escapar el otro, tratando de tranquilizarlo, como si supiese que por dentro a nuestro Jin le ha afectado la respuesta.

Quizá porque en efecto, lo sabemos bastante bien.

—Sin embargo, debido a la condición climática fría durante la mayoría del año en nuestra región, nos pronunciamos a una edad mayor —reanudó la explicación, y de repente estoy convencido de que ha decidido añadir más datos debido a la reacción del mayor en el salón, al menos de entre los estudiantes—. Nuestros lobos permanecen dormidos durante un mayor periodo de tiempo y por ende desarrollan más.

»Es un factor evolutivo, debió ser difícil sobrevivir en esta zona en la antigüedad, por lo que los lobos más pequeños difícilmente vivían más de la cuenta. De ahí, que seamos más fuertes y hasta en ciertos casos, con sentidos más agudizados. De la misma manera si se adentran en otras regiones.

Suspiro al oír a Seokjin liberar el aire que había estado reteniendo hasta aquel momento, en alivio.

—Así que la edad usual en la provincia, sería hasta los dieciocho años. —Veo al hombre mayor meditar por unos segundos—. Aunque la verdad, ha habido casos donde no se han pronunciado hasta pasar de la mayoría de edad. Claro que son apenas contados.

Siento que la última palabra ha hecho eco en el salón por cuán tenso estuvo el ambiente durante la breve explicación, y estoy a punto de hacer un comentario sobre ello a manera de broma para ver la reacción de Seokjin, cuando el profesor regresa a escribir en el pizarrón y mi mejor amigo se aparta de mí por completo para comenzar a apuntar quién sabe qué cosas en un cuadernillo de tapa azul que sé, no tiene nada que ver con la escuela.

Con el flequillo cubriendo sus ojos, encorvado todavía más, de repente.

Pero a pesar de que he notado el bajón en su semblante, darle su propio espacio por el momento es mejor.

Y no soy el único que comparte esa opinión, al parecer. Si es que es obvio hasta para nuestros amigos que están sentados delante de nosotros hasta ocupar los primeros pupitres de la columna, dado que noto sus posturas tensas de repente, aunque ninguno voltea para no hacer las cosas más incómodas.

O más bien, uno acaba de hacerlo.

Leo la preocupación e interrogantes en los ojos entornados de Jungkook, mirando a Jin sobre su hombro, para pasar a fijarse en mí, pidiendo respuestas que solo puedo dar a manera de asentimiento.

Confirmando que se trata de precisamente lo que él está pensando, sin reprimir la tristeza que me viene invadiendo desde el interior.

El asunto parece molestar a mi alfa también.

Hace buen tiempo que Seokjin quiere hacer esa pregunta, y no me cuesta nada llegar a la conclusión de que la prolongada y voluntaria espera ha sido en gran parte, un intento para no perder las esperanzas.

Su excusa para no enfrentar una realidad cruel que obviamente iba a lastimarlo, era que necesitaba que se abordara el tema de la presentación de castas en clase para que por fin se atreviera a preguntar.

Por supuesto, seguro que no había esperado que el día llegara tan pronto.

No al menos todavía antes de que él se pronunciara.

No es difícil imaginar que es así, si es evidente que está recurriendo al maestro incluso después de haber preguntado lo mismo a muchas otras personas, o por lo menos a sus más allegadas.

Su pena impidiendo que Seokjin indagara más allá de lo que podrían decirle cinco alfas inexpertos y un omega menor que él en demasía.

Pero no lo juzgo, nunca lo haría.

Sobre todo porque su desesperación puede estar más que justificada.

Me pongo en su lugar y no me cuesta comprender que, de no haberme presentado como parte de la casta con la posición más alta en la jerarquía hace seis meses ya, también estaría preocupado por mi futuro.

Sobre todo teniendo en cuenta que soy menor que Seokjin en un par de años.

Par de años que él ya debería haber vivido conociendo qué es, de ahí respaldado su desespero cuando me preguntó cómo podía saber cuándo sería su turno.

Decir que escuchar aquello solo me rompió el corazón en su momento sería un eufemismo.

Ver esos ojitos brillantes por la humedad, contrastando con la sonrisa genuinamente emocionada, mostrando que aún en su pena, estaba feliz por mí.

Y sí, se veía como una contradicción, pero conozco a mi mejor amigo y él es así. Aún si está triste por sí mismo, sería capaz de celebrar conmigo hasta el cansancio siempre que algo bueno me sucediera.

Una de las muchas razones por las que realmente me habría gustado poder responderle en ese entonces y serle útil, pero lo cierto es que regresando al tema, no había información valiosa que pudiese compartir con él tras un día de haber pasado por mi primer celo.

Como sea, me da vergüenza y no me gusta aceptarlo, pero tampoco es como si en ese momento le hubiese prestado mucha atención a la pregunta de Seokjin aún si me afectó ver su expresión.

Por supuesto que pude estudiar su expresión tanto como para que hiciera estragos en mí, porque sí, estaba más concentrado en ver su reacción que en escucharle.

¡Y no es tan condenable!

Después de haber faltado tres días a clase, incluso si mi celo nada más había durado uno, había aparecido sintiéndome una nueva persona por completo.

Mi lobo había despertado.

Y por más de un ininteligible murmullo desconocido hiciera de consciencia de repente, guiando mis acciones en su mayoría, y dándome un sentido de fortaleza y a la vez incomodidad que definitivamente no había tenido antes, yo de verdad me había sentido afortunado.

Era un alfa, uno fuerte, territorial, atractivo y...

Listo para que su pareja reconociera su presencia desde aquel instante.

Nuestra presencia desde aquel instante.

Mi presencia desde aquel instante.

Recuerdo casi haber tropezado con mis propios pies mientras corría hasta mi salón de clase después de haber pasado de la puerta del recinto con la misma prisa, sin notar que mis iris se apreciaban amarillentos dándole mayor profundidad a mis de por sí intimidantes ojos, como se habían encargado de recordarme mis amigos durante todo el camino hasta allí.

Todas las miradas sobre mí.

Pero la única que me importaba sentir erizándome la piel, era la de Seokjin.

Algo dentro mío se agitaba con impaciencia, luchando por salir con la amenaza de destrozarme por dentro con su calor. Mi piel escociendo, algo burbujeante debajo de ella a punto de estallar si mi cuerpo entero no colisionaba con la imagen del chico precioso que tenía impresa en las pupilas animales como un objetivo fijo.

Durante aquellos interminables minutos no me avergoncé por ello, pero ahora el recuerdo me hace sonreír de lado sintiendo el rostro caliente, porque además de todo eso... Sentía mi miembro tan duro y goteante como lo había estado durante mi celo, apretándome los pantalones, preparado y ansioso.

Todo yo estaba preparado y ansioso.

Cuánta ingenuidad. Mierda.

Así que nada más parecía importar, ni siquiera que las personas que sí podían sentir mis feromonas descontroladas por toda la institución, llegaran a notarme.

Dentro de mi cabeza y en la de mi lobo, aparecer como alfa era el último paso en la sencilla fantasía de tomar a Seokjin como mío solo porque según yo, al menos biológicamente, ya había alcanzado la madurez necesaria para reclamarlo luego de tanto tiempo de espera.

Estúpidamente ingenuo, de nuevo.

Aunque no fui capaz de entender cuán descabellada era mi idea de la reacción de Seokjin ni siquiera cuando este estuvo frente a mí.

Solo era consciente de mi ansiedad y excitación yendo en aumento cuando por fin estuve bajo el escrutinio de los más preciosos ojos avellana del universo, abriéndose con sorpresa.

Recuerdo no haber podido dejar de sonreír con arrogancia, consiguiendo controlar la emoción y anteriores pensamientos por la entrañable imagen de Seokjin con la boca abierta y los ojitos brillantes, en demostración de que mi cambio también era físico si lo había notado tan pronto cuando no debería haber sido capaz de olerme todavía.

Como fuera, me había apretado el corazón. Mi lado humano saliendo por encima de mi lobo, satisfecho con solo saber que tenía a Jin pasmado.

Y la cosa solo empeoró cuando él se lanzó a abrazarme, murmurando felicitaciones en mi oído que mis compañeros seguramente se morían por escuchar mientras nos veían con recelo.

Recelo que solo me esforcé por conseguir que fuera en aumento cuando estrujé su cintura entre mis grandes manos, frotando su cuerpo contra el mío con una imprudencia de la que no fui consciente hasta que una profesora alfa llegó al aula por el llamado de los demás.

Apartó a Seokjin de mí, lo que me hizo gruñir pero vamos, no había sido tan grave. Mi humor estaba intacto y mis intenciones seguían metidas en el fondo de mi cabeza, sin opción a desaparecer hasta que tuviera a mi pareja.

El primer encuentro nublando mis sentidos.

No, ni siquiera ahora creo que eso haya sido malo.

Lo que terminó por apagar a mi lobo y mantenerlo a raya por el resto del día, fue la presencia de la alfa tan cerca a Seokjin explicándole, como si tratase de justificar mis acciones, que yo nada más era un alfa recién presentado y estaba descontrolado.

Que él no tenía nada que temer y dejara el tema pasar.

Mi lobo agachó las orejas resentido ante la acusación de que podría haberle hecho daño a su pareja, pero sorpresivamente, la implicación del asunto consiguió acaparar mi atención lo suficiente, manteniéndome enfocado.

Sabía que había algo más allí.

Y la mirada dura y a la vez desconcertada que la mujer me dio sobre su hombro luego de «calmar» a Jin —incluso si él realmente no mostraba ningún signo de necesitar dicho trato—, me dijo lo que necesitaba saber.

Mi comportamiento no había sido normal, en absoluto.

Estuvo confirmado todavía más cuando ella misma le preguntó a Seokjin si era un omega.

Y bien, su negación con la cabeza y el que mis ojos volvieran a la normalidad mientras sentía mis colmillos esconderse, ayudaron mucho a que el tema quedara zanjado por el momento, luego del regaño que me llevé por no haberme ausentado más días por el bienestar de mis compañeros, claro.

Y de hecho... No todo quedó así nada más.

Luego de aquel día, nuestra amistad cambió un poco. No de la manera que más hubiera preferido, pero no podía culpar a Seokjin por no restregarse contra mí, mostrarme su cuello desnudo y decirme que sería mío para siempre.

En ese momento supe, y lo hago hasta ahora, que esperar aquello simplemente fue y sigue siendo muy poco realista.

Más bien debía estar agradecido porque Kim no se hubiera espantado luego de la primera interacción que tuvo conmigo siendo alfa.

Aunque obviamente, esperar a estar agradecido o al menos aliviado por eso, era exigirle demasiada racionalidad y educación a mi lobo.

Lo siguiente que pasó fui yo apartándome de Jin por el rechazo —que ni siquiera había sido uno— que sintió mi alfa luego de nuestro encuentro y sé que no fue razonable, pero, ¿qué podía hacer?

No tenía tanto control sobre él, y en realidad, tampoco estaba tan centrado como para pensar mejor las cosas.

El saber que Jin había estado celoso de mi nueva condición, fue otro detalle que me tuvo apagado aquellos días.

Aunque siendo sincero, eso no fue del todo malo.

Si sentir la naricita suave olfateando mi nuca la mayor parte del día con tal de apropiarse y reconocer mi olor al mismo tiempo, había sido suficiente para mantener a mi alfa eufórico por las semanas que había durado, olvidando la tristeza de la decepción del primer encuentro.

Solo que no era todo.

—Hey, Jin-hyung.

El brusco movimiento de Seokjin, alzando la cabeza de inmediato comenzando a reír incluso si Hoseok apenas y le ha llamado, me hace voltear en su dirección al instante.

Pero puedo ignorar de lo que comienza a hablar el dúo, sé que el alfa solo quiere animarle. Después de todo, tal y como mencioné, no es un secreto que Jin se siente mal por no conocer a qué casta pertenece todavía.

Podría haberse mantenido como precisamente eso, un secreto, por supuesto, pero es que Jin... fue demasiado obvio cuando el primero en nuestro grupo llegó después de su primer celo.

Lo recuerdo nítido y preciso, como si se tratara de una película rodando en mi cabeza. Aunque no estoy seguro de que la memoria lo amerite.

El año pasado Jungkook llegó a clase con una sonrisa que si bien era cierto, no era la más enorme ni brillante de todas, al menos se veía satisfecha.

Nadie había esperado que fuera un omega al final, parecía que ni él mismo lo hacía, pero aún así consiguió burlarse de todos y cada uno de nosotros, diciendo que estaba feliz de haber vencido, de haber sido el más rápido.

Por supuesto, Seokjin le defendió entre bromas cuando todos comenzamos a ponernos pesados con él por sus irritantes regodeos, pero con el pasar de los días, cuando las cosas se habían calmado, Jin también dejó de esconder su notable malestar.

Más aún cuando meses después, seguía siendo el único chico sin especie dentro de nuestro grupo colmado de alfas.

Buscaba consuelo en mí, lo supe todo el tiempo a pesar de que Jin no me decía mucho cuando me abrazaba con fuerza y se escondía en mi pecho hasta quedar dormido, casi todas las tardes de la semana.

Pero me preocupaba y aún me preocupa, definitivamente.

—Mmmh... Tae.

Es como si alguien hubiese tirado de una palanca en mi cabeza, todos mis pensamientos de repente son drenados en algo menos que un instante.

El jadeo de la dulce voz junto al tacto de las manos apretadas en mi brazo, con esa naricita de botón frotándose contra mi sien, su aliento húmedo y caliente chocando contra mi mejilla, envía una pulsación directamente a mi entrepierna.

Hasta ahora no puedo creer la facilidad con la que me ponen esas acciones inofensivas de Seokjin. Estoy más tenso que una roca —no quiero decir que duro, porque sería molesto hasta para mí aceptar que realmente nada me ha puesto en ese estado—, pero en teoría...

Sí, estoy más que duro por él.

Todo es culpa del lobo pulgoso y necesitado que habita en mi interior.

Aunque eso no quiere decir que él vaya a afrontar las consecuencias. Por supuesto que no.

El arruinado que necesita inhalar profundamente dos veces para que no le tiemble la voz o peor, salga tan ronca como si estuviese enfermo y recién levantado para no delatarse de la forma más ridícula, soy yo.

Kim Taehyung en un nuevo y penoso intento peligroso de sobrevivir al día sin ser descubierto.

Carraspeo luego de liberar el aire.

—¿Q-Qué? —Me las arreglo para soltar, sonando demasiado ronco, fallando estrepitosamente a mis intenciones de no exhibir mi estado.

Luego de esto Jin se alejará y me preguntará por la repentina ronquera, y conociendo el ángel que es, después me interrogará sobre algún resfriado u otra idea boba.

Entonces tendré que contenerme para no tomarle de las muñecas y presionarle contra mi cuerpo, mientras le susurro al oído que solo estoy enfermo por él.

Otra pulsación, maldita sea. Es tan molesto.

¿Por qué debe ser de esta manera? Nunca fui tan hormonal respecto a Jin, ni siquiera en mis primeros años de adolescencia, ¿es así como debería reaccionar un alfa siempre?

No puedo recordar que lo hayan mencionado en las asesorías antes, ¿y si esto realmente es algo fuera de lo común?

Mi alfa es la causa de todas estas reacciones, pero si el estímulo es capaz de despertarlo cuando Seokjin —el estímulo en sí—, no tiene nada que ver con él, sino conmigo, porque ni siquiera tiene casta todavía... Simplemente no tiene sentido.

¿Y si tiene alguna razón de ser?

Cada vez me encuentro más y más curioso y desconcertado por eso, así como más convencido de que tengo que hacer algo al respecto para llegar al fondo del asunto.

Solo que por ahora, no tengo más opción ni tiempo para meditarlo.

Quizá mi lobo estaba demasiado ocupado lidiando con mi molestia para con él por reaccionar de esa manera inapropiada —cuando mi lado racional simplemente ha estado angustiado por las preocupaciones de Seokjin durante los últimos meses—, que no pudo alertarme de inmediato sobre la cercanía que de repente, Seokjin mantiene conmigo.

Con la parte frontal de mi rostro, siendo más específicos.

No salto de sorpresa, sería demasiado tonto, pero de verdad no comprendo cómo no noté antes que se aproximaba tan peligrosamente.

Hasta que ahora, teniéndolo a tan solo centímetros de mí, con nuestras narices casi chocando, solo me queda abstenerme de ilusionarme por su rostro rojito y su mirada esperanzada.

Porque es normal que se vea así.

Lo es, por supuesto. Son sus reacciones involuntarias de toda la vida.

—Uh, yo... —murmura alejándose lentamente, y si yo hubiese sido lo suficientemente optimista, podría estar sonriendo, porque al moverse Jin ha lucido como si alguien le estuviese obligando a tomar distancia, apartándose a regañadientes. Un completo encanto—. Nada, no era nada. Ha sonado el timbre.

Se levanta despacio, mirando a otro lado, luciendo desubicado de repente.

Y entonces la claridad llega a mí, y ya sé lo que sucede.

Ruedo los ojos, acomodándome sobre la silla listo para alcanzar la ropa de Seokjin y traerlo de regreso.

Estoy seguro de que no quiere que le recuerde que no hay forma de que me haya puesto incómodo en voz alta con todos los demás escuchando, así que tendré consideración por esa parte repitiéndolo en voz baja, ¡pero es que hasta ahora no lo entiende!

No entiende que no es su culpa, que su cercanía no me molesta, y que de hecho es contradictorio que primero sea tan mimoso conmigo y luego adopte una cara de espanto al darse cuenta —según él— de que debería guardar sus distancias.

Solo quisiera que dejara atrás esa tontería sobre tener que ser más cuidadoso conmigo ahora que soy un alfa y mi lobo puede confundirse.

No quiero que Seokjin sea más cuidadoso.

Quiero que se lance contra mí, se frote en mi pecho, me impregne de su esencia y quede impregnado de la mía también, chorree mis feromonas y su cuerpo reaccione a ellas, que esté tan desesperado por mí como yo lo estoy por él, y se vuelva todavía más meloso que antes. Que esté montado sobre mí todo el jodido tiempo.

Mierda, esto solo va de mal en peor.

No necesito meditar demasiado sobre esa ráfaga de deseos que ni siquiera terminaron de resonar en mi mente, para asumir que no falta mucho para que pierda el control.

Entonces, a pesar de tener claras mis intenciones, consigo mantenerme pegado al asiento, porque veo a mi mayor recogiendo sus cosas de lo más tranquilo, ya sin ninguna expresión extraña en su bonito rostro.

Me fuerzo a volver a la tierra y ser consciente otra vez. Este no es un escenario adecuado para pensar en cosas que no vienen al caso. Quizá debería seguir los tópicos serios respecto a nuestra amistad para despejarme.

Pero al mismo tiempo, tal vez volver a abrir la misma conversación que hemos tenido tantas veces en estos últimos seis meses no tenga sentido. Jin ya tiene mucho en qué pensar luego de esta clase.

Y puede que al final, como siempre sucede, tenga que aceptar que él tiene algo de razón.

Jin no lo sabe, claro, pero su intención de no confundir a mi alfa en realidad es más que apropiada y beneficiosa para nuestra situación.

Quizá no es bueno para ese lobo idiota emocionarse demasiado con la presencia de Kim solo para no conseguir nada después, y no precisamente porque este último se aleje pensando que mis reacciones son molestas o incorrectas, para nada.

Sé que Jin no es así.

La culpa es mía, si soy completamente sincero.

Y es algo por lo que me arrepiento hasta ahora, porque no comprendo cómo no fui más cuidadoso.

Haberme quejado en voz alta de lo mucho que se inquietaba mi alfa cada vez que Seokjin estaba cerca, y de lo fastidioso que me parecía tener que lidiar con eso, hace algunos meses, no fue lo malo allí.

Lo fue el que mi voz sonara tan irritada, —porque de hecho yo lo estaba, además de molesto y frustrado—, sin notar que no solo los chicos estaban en mi sala de estar, sino que Jin ya esperaba en la puerta de la casa porque su salida de compras con su hermano se había cancelado.

Obviamente lo interpretó de forma negativa, y es que no había otra manera de ver mi comentario, y a pesar de que no se vio enfadado ni indignado porque había hablado a sus espaldas de algo que le concernía, sí que se dio la molestia de prometerme que guardaría distancias conmigo para que lidiar con mi alfa fuese más sencillo para mí.

Ignorando la maldición que solté en voz baja apenas él terminó de hablar.

—Aunque... no puedo alejarme por completo, siempre hemos estado juntos y no puedo evitar estar encima tuyo a veces. Soy algo sofocante, lo acepto. —Se había reído tontamente—. Pero lograré acostumbrarme con el tiempo, ¿está bien, Tae Tae? Solo no me exijas demasiado, una década de tratos algo inadecuadamente melosos no va a esfumarse de repente.

Todavía siento el calor dentro mío por dos palabras en especial de todo lo que dijo Jin meses atrás, además de la vergüenza después de casi haberle gritado que podía estar sobre mí todo el tiempo que quisiera.

Claro que no lo dije al final, ni estando fuera de mí mismo le iba a dar más motivos a Kim para que descubriera mi enamoramiento.

Y no puedo mentir, en ocasiones todavía me llena el impulso de decírselo y mandar a la mierda lo que suceda después.

Pero luego pienso mejor y acepto que no me arriesgaría tanto como para arruinar todo con la persona que ha estado a mi lado durante toda mi vida.

Lo haría si tuviese una señal evidente de ser correspondido, pero lo cierto es que esta no ha llegado jamás.

Conozco demasiado bien a Seokjin como para saber que todas las actitudes pegajosas y lindas que tiene conmigo, las ha tenido desde el día en que nos conocimos y no implican necesariamente algo especial.

Él es así y punto.

Además de que parece no tener problema con apartarse de mí de vez en cuando, como sé que tiene intención de hacer ahora mismo, mientras soporta su mochila en uno de sus anchos hombros, mirando hacia el otro lado del salón.

El imbécil de Jaehwan le sonríe como si no le hubiera visto en años y Jin estuviese a punto de correr a sus brazos a pedirle matrimonio.

Es insoportable.

Por lo que no espero ni un segundo más para aferrar una de mis grandes manos a la huesuda muñeca del otro, frunciendo el ceño al instante cuando él voltea y me mira desde arriba.

Quiero reclamarle por Jaehwan, pero sé que me vería demasiado idiota haciéndole una escena cuando no somos nada, por lo que opto por seguir otro camino.

No es como si no tuviera una variedad de ideas lo suficientemente amplia para hacer que se quede distraído por mí sin tener que acercarse a otros.

Son años de práctica.

—Tengo algo para ti, no te vayas todavía.

Aunque dichas ideas se hayan borrado de mi mente en el preciso instante que le ví fruncir los labios y arrugar la nariz en uno de sus adorables tics.

Es... tan bonito.

Toda molestia se drena de mi sistema cuando sus ojos avellana brillan en mi dirección, ablandando todavía más mi corazón.

Joder, soy débil. ¿He sido tan débil todo este tiempo?

Casi puedo oír las voces irritantes de los demás confirmando innecesariamente que he sido así desde los cinco años.

—¿En serio? —Vuelve a tomar asiento—. ¿Y qué es? Podría considerar quererte un poco más si tiene algo que ver con el almuerzo, ¡podría hasta besarte! No he comido nada desde la mañana. ¿Y cuánto falta para...?

Y su voz me saca de mis pensamientos, solo para que al segundo siguiente me recuerde que, si bien ofrecerle algo es una de las mejores formas para atraer a Seokjin en un instante, dado lo mucho que le gustan los regalos, sobre todo cuando son tan repentinos... También es de las ideas más estúpidas.

¿Y acaba de decir que podría besarme?

Ni siquiera puedo jugar con esa declaración para molestarle o ilusionarme a mí mismo, porque sé cuán a la ligera lo ha dicho precisamente por cuán poco probable es que yo le haya traído algo para comer.

Se emociona por los regalos precisamente porque yo nunca he sido de dárselos, ni siquiera cuando éramos niños.

¡Y no es que no quisiera hacerlo! Solo que en mi mente infantil, luego de aceptar que él me gustaba de una manera romántica, de ninguna manera quería darle motivos para que lo descubriera.

Y en la actualidad... Bien, quizá todavía tengo esa mente infantil influenciándome por algún lado.

El miedo es el mismo, al menos.

Así que no, haber usado esa excusa para mantenerlo pegado a mí, esperando con esa preciosa mirada atenta, ha sido un completo error.

No tengo nada para él. Al menos nada que no sea basura y papeles que se supone que tienen algo que ver con la escuela, pero además de eso...

—¿Y bien?

¿Contaría ofrecerle todo mi amor y devoción para el resto de nuestras vidas como regalo?

Ugh, eso ha sido cursi y realmente me gustaría culpar a mi lobo interior, pero soy consciente de que el pensamiento ha venido solo de mí.

De mí y mi desesperada cabeza tratando de buscar otra cosa que decir sin verme tan tonto para Seokjin.

Me gustaría que así como mi alfa es tan veloz para encenderse por cualquier cosa que Jin hace conmigo, también fuera capaz de ayudarme a pensar en algo lo suficientemente rápido antes de quedar mal. No sé si funciona de esa forma, pero sería muy útil.

Entonces mis intentos son interrumpidos, quizá no tanto así pero lo que sí sucede es que mi cabeza automáticamente deja de funcionar cuando Seokjin sonríe en mi dirección, negando con la cabeza, para rodar los ojos al momento siguiente.

Siento mis mejillas arder, no sé si por lo atractivo que me parece el gesto, o porque de nuevo, como en tantas otras ocasiones, he sido atrapado siendo ridículamente posesivo sobre Jin y es obvio que él lo sabe.

—De acuerdo, no tienes nada para mí. O seguramente saldrás a decir que puedes darme un abrazo y eso es todo.

—En realidad sí lo tengo —insisto soltando su muñeca por fin—. Algo además del abrazo, quiero decir. Pero seguro que no te gustaría, por eso lo he pensado mejor.

Lo que es cierto, porque podría regalarle felizmente una de mis envolturas viejas de frituras, una bolsa de caramelos pasados o mis tareas arrugadas sin entregar. Claro que podría. Que sea adecuado es algo distinto.

Y lo del abrazo es más que real, aunque no le doy el crédito de conocerme lo suficientemente bien para haberlo asumido, dado que los abrazos de mi parte son demasiado predecibles si estoy tirando de su cuerpo contra el mío por lo menos tres veces cada hora.

¿O es cada media hora?

—Estoy esperando, Tae Tae. —Le escucho canturrear, nuevamente divertido.

Y entonces sé que Jin no me condenaría por mi mentirilla. Si está sonriendo como si realmente le hubiese dado un obsequio.

¿Por qué es tan lindo?

Ladeo la cabeza, decidiendo que voy a aprovechar su favor por mí solo esta vez. Necesito ganar tiempo hasta que Jaehwan se canse de esperarle y se marche.

Después de todo Jinnie me pondría por sobre cualquier persona en la Tierra, todos mueren de envidia porque es un hecho conocido. No es que me lo repita de mil maneras distintas múltiples veces en el día para convencerme de que no está mal que trate de acaparar su atención, para nada.

En realidad cualquiera quisiera ser Kim Taehyung y en realidad, de nuevo, cualquiera haría lo mismo en mi lugar.

No tengo porqué...

—Por supuesto. —Dirijo mi mirada a su rostro solo para encontrarme con una sonrisa, hermosa sonrisa condescendiente, antes de que sea esta vez él quien desvía la vista hacia el suelo por unos segundos, nada más para regresar con una expresión que... Vaya, no sé identificar si es de vergüenza, timidez, o esa burlona justo antes de hacer una mal chiste. Extraño, porque no me molestaría que fuera cualquiera de las tres—. No creas que no sé lo que haces.

Mierda.

Me fuerzo a no tragar saliva visiblemente con tal de que no se note mi pánico.

Ya he pensado en el escenario donde Jin confiesa que ha sabido de mis sentimientos por años y que por fin se ha agotado de soportar la incomodidad, pero no estoy preparado para llevar a cabo mi protocolo en ese caso, no ahora, tan desprevenido, es...

Carraspeo despabilando por fin. No puedo permitir que transcurran más segundos en los que puede estudiarme. Todavía puedo salvar mi pellejo.

Sí, así de grande es mi terror a que descubra cómo me siento.

—¿Qué se supone que estoy haciendo?

Y de nuevo, contengo mi suspiro de alivio cuando sé que he sonado lo suficientemente normal y confiado. No ha sucedido nada.

O eso pienso, hasta que de un momento a otro, el otro Kim está demasiado, extremadamente, peligrosamente cerca.

No tengo tiempo de ocultar cuando trago en seco, pero no me preocupa demasiado, la sonrisa de Jin se ve menos confiada que antes al menos.

¿Seré tan buen actor?

—No tienes porqué estar celoso.

Mierda. Mierda. Mierda.

No lo soy.

—¿De qué estás hablando? —casi vocifero, reprimiendo el chillido poco masculino que de verdad estuvo a punto de salir de mi boca.

Seokjin simplemente no debe pensar eso.

No debe. No debe. No debe. No debe. No...

No lo hace en realidad.

Y el alivio que invade mi ser es desagradable si está combinado con la frustración y tristeza patética, por lo que no me permito calmarme como realmente debería.

Porque sí, rápidamente me recuerdo a mí mismo que Seokjin no habla —jamás hablaría— de ese tipo de celos.

A veces no sé que es peor para soportar, la vergüenza y angustia al verme descubierto por él, o la frustración y angustia al jamás serlo.

Al ver su gesto ser modificado por uno de ternura y afecto —fraterno, desde luego— puro, sé de inmediato que no estoy equivocado. Seokjin ha mencionado los celos en el sentido de estar celoso por dejar de ser su mejor amigo, de que alguien ocupe mi lugar como su casi hermano, o alguna cosa así.

Lejos de las razones reales y algo —mucho— más románticas de lo que estoy dispuesto a aceptar.

Suspiro negando con la cabeza, y estoy seguro de que me veo tan agotado como me siento.

—Para que no lo estés —comenta arrogante por su lado, ignorando que prácticamente acabo de negarlo, y que prácticamente tengo el corazón en la garganta queriendo huir y darse por vencido—. También tengo algo para ti.

Pongo los ojos en blanco sin importarme que el golpe en la nuca en respuesta al insulto de parte suya no tarde ni un instante en venir.

Seguido de un chillido suyo colmado de indignación, cosa que me causa gracia viniendo de él, por lo que soy capaz de superar lo que pasó hace unos momentos sorprendentemente rápido.

O al menos distraer a mi mente cambiando el tema.

—Por favor, si yo no te he traído nada es casi imposible que tú sí lo hayas hecho. —Me cruzo de brazos, mirando al otro alzando las cejas sin poder evitar mostrar mi incredulidad—. Eres un pequeño cachorro mimado Jin, no soy tan ingenuo.

Entonces solo... me paralizo.

Quedo petrificado como si alguien me hubiese disparado un dardo, maldición, ni siquiera puedo pensar con qué debería comparar la situación. No tiene precedentes.

Ni siquiera comprendo cómo no se me ha atorado la respiración en la garganta, cómo no he empezado a toser escandalosamente hasta avergonzarme a mí mismo tratando de aprender cómo se respira como si jamás lo hubiese hecho antes.

Seokjin.

Seokjin ha dejado un beso demasiado cerca de mis labios.

Y ni siquiera que sea técnicamente mi mejilla hace que la emoción en mi pecho se disipe. No si por alguna razón el cosquilleo ha llegado hasta mis comisuras.

Y cómo no, si ha sido un beso cariñoso, fuerte y sonoro, casi violento diría yo.

Debió durar una eternidad, joder.

Pero fue demasiado rápido, tanto que cualquiera podría hacerme dudar de que ha sucedido, solo que yo no lo haría.

No si la humedad de esos labios se ha quedado en mi piel como prueba fehaciente de que no ha sido producto de mi imaginación.

Ese despistado, travieso, y ridículamente precioso descarado sí que casi me ha besado en la boca.

Técnicamente la mejilla.

¡Casi en los labios!

Y luego de gruñirle eso a mi irritante lobo que seguramente jamás estará satisfecho con nada porque lo único que quiere es... ¡Eso no es lo más importante!

Seokjin se ha alejado mientras yo tonteaba como un idiota tratando de asimilar lo que acaba de suceder, y aunque no haya terminado de hacerlo quiero correr detrás de él.

Gritarle que no es justo que haga eso y luego se vaya sin mirar atrás, incluso si es por su propia vergüenza, ¡no me importa que se sienta avergonzado, yo puedo estarlo más que él!

Excepto para exigirle que lo haga de nuevo.

Tal vez si no le molesta avisarme un segundo antes, con tal de que sea capaz de voltear mi rostro y lograr que su beso caiga en el lugar correcto.

Maldición, Jin es... malvado.

Aunque al mismo tiempo, tan perfecto.

Jodidamente perfecto para mí.

Y él... Debe saberlo. Esa acción suya me ha dado una señal, ha tenido que ser una señal.

En serio no quiero sentirme más cohibido por darle tantas vueltas en los minutos siguientes, pero no puedo evitarlo.

No cuando mientras espero que regrese a nuestro asiento, observo cómo él me mira tímidamente por sobre su hombro sin importar que Jaehwan le esté hablando, solo para girar de inmediato cada vez que nuestros ojos se encuentran, sus orejas a punto de explotar por lo rojas que están.

Es tan... confuso.

Tiro la cabeza para atrás luego de que he contado otro minuto así.

¿Qué hace falta para que por fin estemos juntos de la manera que yo quiero?

Por un infierno. Se lo diré.

Esta misma tarde.

—No pasará de hoy —prometo a la nada.

A mí mismo, de hecho.

Tratando desde ahora de reunir el coraje y fuerza de voluntad suficiente antes de arrepentirme por enésima vez luego de que he tomado una decisión.

No puedo echarme para atrás esta vez.

No lo haré.

¡Hola! Quería agradecerles por el apoyo que recibió este fanfic a lo largo de este tiempo, fue el primero que subí y en esta cuenta y ya tiene tres años aproximadamente, hecho que me lleva a lo siguiente:

Realmente al volver cada vez que recibe comentarios, me siento extremadamente apenada tanto que no eliminarlo me cuesta bastante, lo que supongo que es normal así que he decidido editarlo en gran parte, desde la narración y algunos puntos de la trama.

Me hubiese gustado describir más los sentimientos de los personajes —hasta el punto de ser invasivo como me han dicho muchos de ustedes ajdhhzhd—, como sabrán que es mi estilo. Disculpas por anticipado si eso hace que la historia pierda su esencia inicial, pero no me puedo quedar tranquila con este libro así jsjsjs, este capítulo ya está editado, en un comienzo tenía cinco mil palabras y con la edición terminó siendo el doble de extenso, por lo que se entiende que hay mucho más que explicar para que los personajes tengan mayor sentido y ya no sean tan desesperantes jajsgd.

Así que, si están releyendo este fanfic, les agradecería mucho que volvieran a dejar comentarios —aunque todxs ustedes ya tienen un lugar especial para mí incluso si no lo hicieron antes— y si no, ¡gracias por estar aquí por primera vez! Espero que me sigan leyendo y a pesar de los errores que iré corrigiendo a partir de ahora, disfruten la lectura. Besos ♡.


Editado
* 14/08/20
* 07/02/21

* 23/10/21
* 21/07/22

Aclaro que en este libro los únicos shipps (leves) son del Jin harem (como en todas mis historias, ejem). Y bueno, no piensen mucho en el Jungkook omega, puede que haya algo escondido allí ;)

Gracias por leer~ 💜.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro