𝙄𝙑. 𝘾𝙤𝙪𝙡𝙙 𝙚𝙫𝙚𝙧 𝙘𝙤𝙢𝙥𝙖𝙧𝙚

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..., 2001

     Aprovechando que su madre no estaba viendo, el infante de cinco años se dedicaba a corretear por el jardín. Sucio y peligroso, le advertiría la señora alta y con porte, pero ella se encontraba dentro de la casa recién comprada, por lo tanto no había problema. Tendría un rato más de libertad, así que estaba encantado sintiendo el césped mojado mezclado con barro en las plantas de sus pequeños pies, sin tener muy claro qué de divertido le veía, simplemente actuando porque nadie le diría nada.

Ningún regaño ni mirada fea dirigida hacia él.

A pesar de ser un niño tranquilo y para nada juguetón, descrito hasta como apagado por los adultos que llegaban a conocerle, cuando sabía que no había nadie alrededor de él, le vencía una necesidad incontrolable por portarse así.

Como un pajarillo recién liberado que se podía expresar como quisiera sin tener miedo a ser juzgado.

No obstante, era demasiado joven para entender de dónde venían esos impulsos, lo único que podía hacer era obedecerlos.

Pero no era todo lo que sucedía. El niño no sabía que ese mismo día empezaría lo demás que sin tener idea, puesto que estaba comenzando a vivir, había arrastrado hasta aquel punto.

En medio de su juego tropezó y cayó, una imagen repentina había bloqueado su vista, pero no con el tiempo suficiente como para que pudiera descifrarla, de cualquier manera no serviría.

Faltaban algunos años más para que fuera consciente del significado que existía tras aquellas visiones.

Ahora solo podía ver la herida en su rodilla con una cara graciosa que mostraba confusión, un poquito de miedo por lo que le diría su mamá cuando viera que su pantalón se había rasgado y... unas extrañas ganas de partirse de risa mezcladas con las de llorar por el dolor.

—¡Seokjin!

Uy no, ya le había visto.

Capturó su labio inferior entre sus dientecitos, para alzar los brazos y dejarse ayudar por su mamá, quien le veía más que preocupada, pero para la sorpresa del pequeño, no le regañó. Dejó un beso en su mejilla y le dijo que era muy valiente.

Sin embargo, ya dentro de casa al menos una media hora después, Jin no entendía porqué había esperado todo ese tiempo por una mano acariciando sus cabellos negros. Era más, casi sentía el tacto acompañado de una risa aguda a lo lejos, distorsionada.

..., 2003

     Miraba con sorpresa a su pequeño hijo, preguntándose qué cosa en una tienda de libros había podido llamar la atención de un niño tan pequeño. ¿Por qué cuando pasaron por la calle su retoño prefirió entrar a aquel sitio en lugar de la tienda de juguetes justo al lado?


—Iré allá, ma.

Sin más lo vio alejándose, con su cuerpo menudo vistiendo la polera roja que le había regalado justo en su anterior cumpleaños, junto a un montón de juguetes que ella recordaba, le habían fascinado. ¿Entonces por qué...?

Bueno, no parecía que fuera a descubrirlo pronto, así que más le valía dejar el tema en paz. Recién sintió el frío que había dejado la mano del niño en la suya una vez decidió quedarse con el pensamiento de que ellos cambiaban, quién sabía y a lo mejor a partir de ese día se volvería aficionado a la lectura.

Avanzó sonriendo dentro de la tienda, para ubicar que su niño parecía muy concentrado en observar a detalle las estanterías, como si ya pudiera escoger un libro de allí por interés propio.

No estaría mal, para nada, solo que viniendo de un pequeñín juguetón al que prácticamente debía arrastrar todos los días a la escuela en contra de su voluntad, como era Jungkook, la situación era para extrañarse.

Y su reacción tan repentina al ver la fachada de la tienda...

Sacudió la cabeza, no era nada.

—¿Hay algo que quieras de aquí, cariño?— preguntó una vez el pelinegro regresó a su lado después de haber mirado cada rincón con sus enormes ojitos, esperando que asintiera y le pidiera algún libro.

Pero Jeon no llegó a tomar nada, solo se aferró a su mano para guiarla a la salida.

Tampoco tenía claro porqué había entrado allí en primer lugar, así que estaba bien volver hacia la juguetería.

..., 2007

     Se tuvo que detener casi llegando al último escalón, porque había sido atrapado.

Bufó irritado, esperaba poder subir a su habitación directamente sin tener que contestar preguntas.

—¿Qué tal tu primer día?

—Bien— respondió casi de inmediato, retomando la subida de dos en dos escalones.

—¿Solo bien?

La voz recia de su progenitora terminó por hacer que regresara sobre sus pasos. Se encontró con ella al pie de las escaleras, mirándole con ternura, como si hubiera sabido perfectamente desde el inicio que él intentaría escapar apenas regresara de la escuela.

¿Pero qué quería que le dijera? No había tenido un primer día particularmente especial, ni siquiera por el hecho de que se había integrado a un nuevo colegio.

—¿Hiciste amigos?

Se encogió de hombros. Había hablado con muchas personas, sí, pero nadie captó su atención.

No era como si aquello se necesitara para hacer amigos pero con sus once años Seokjin ya era un poco más consciente de lo que buscaba, por si buscaba algo, claro.

De eso todavía no estaba seguro.

Con el pasar de los años había aprendido mejor a entenderse a sí mismo, entendía cuando alguna sensación le llegaba sin razón, como incomodidad o rechazo, o muy el contrario, felicidad y ganas de reír. Eso era sencillo, Seokjin se dejaba hacer si se trataba de cosas simples como esas, ya no era raro.

Más lo que le pasaba recientemente, tal vez un poco, sí.

Era como si buscara en los rostros de todas las personas, como si alguien le hubiera dejado esperando, como cuando acompañaba a su mamá al centro comercial y le pedía que no se moviera hasta que ella regresara. Exactamente así. Pero estaba lo suficientemente mayor para comprender que aquello no tenía sentido, así que no, eso de andar buscando una cara desconocida o esperando con un peso incómodo en el pecho no lo haría.

Aún así su madre seguía aguardando por una respuesta.

Ladeó la cabeza, intentando recordar si tenía algo interesante para contarle a mamá y así poder irse, además tampoco quería que se preocupara por él. Ya muchas molestias se había dado por tener que cambiarlo de escuela, era lo más seguro.

Ah, peleé con alguien.

Listo, lo primero que se le había venido a la mente.

Sonrió abultando sus mejillas, se acercó a darle un beso en el costado del rostro, y subió corriendo hacia su habitación para evitar otras preguntas.

—¿Qué? ¡Seokjin!

Ya no estaba, así que solo pudo sentarse en el sofá a esperar que bajara de nuevo después de cambiarse el uniforme. Eso, o llamar a la escuela.

La mujer jugaba con el cable entre sus dedos mientras esperaba a que contestaran, preocupada porque había hecho el cambio justo porque en su anterior colegio los maestros le contaban que Jin andaba solo, que se veía distante y triste casi siempre.

Quiso creer que no había mayor problema, si le proponía el cambio a su hijo y este se negaba, quizá sería porque lo que decían no era cierto y sí tendría qué o a quién echar de menos de allí.

Grande fue su sorpresa cuando el menor aceptó de buena gana, hasta había sonreído.

Esperaba que le fuera bien ahora, pero, ¿ya se había metido en una pelea? ¿Por qué?

Sinceramente nunca veía a Seokjin con la descripción que le daban otras personas, en casa solía ser bastante sereno y tranquilo, sí, pero tenía su lado alegre.

Cuando colgó el teléfono después de hablar y vio al niño bajar ansioso para almorzar, solo negó con la cabeza y se dedicó a pensar en una manera de sacarle más información.

Porque su maestra le había contado que ese día, Jin ni había salido del aula. No había peleado con nadie, apenas y habló un poco con unos cuantos de sus nuevos compañeros.

Seokjin no comentó nada durante la comida. Solo se sorprendió un poco cuando notó que otra vez, había mezclado cosas que nunca le habían pasado con su realidad actual.

Otra vez.

..., 2009

     Miró el reloj en la parte inferior de la pantalla para decirse que solo estaría en línea durante una hora más. Más le valía tener el computador apagado para cuando su padre regresara y le preguntara si ya había terminado todos los deberes de la escuela. No quería ningún sermón sobre que estaba próximo a entrar a preparatoria y más le valía tomarse los estudios en serio, porque todo eso ya lo sabía bien.

Solo quería distraerse un poco en la tarde, ¿qué tenía de malo? A su edad estaba seguro de que su padre también se divertía, tal vez no con juegos en línea necesariamente pero ese solo era un pequeño detalle.

—¡A ese no!

Jungkook soltó una risita cuando vio al personaje de uno de los jugadores del equipo contrario volar por los aires a causa suya, mientras escuchaba en los pequeños parlantes blancos quejas, reclamos y gritos de los demás. Era de los últimos que quedaban.

Hasta que pareció que todos los sonidos se habían desvanecido y solamente uno se llegaba a filtrar en su cabeza. Todo el tiempo Jungkook había conservado una expresión seria, concentrado en el juego para quedarse con la victoria, pero ahora irremediablemente sonreía grande, más que un gesto superficial.

Algo crecía en su pecho y el peculiar sonido hacía eco en sus oídos.

—¿Quién se ha reído así?— preguntó conteniendo sus propias carcajadas.

No recibió respuesta al instante y empezó a desesperarse.

—Amigo, solo tú estabas riendo.

No tuvo tiempo de pensar mucho, cuando ya había cerrado la partida.

Pocos minutos después estaba abriendo el buscador para la información de sus tareas pendientes. Sin una pizca del buen humor que había ganado por el sonido peculiar de antes.

Estaba harto de que le sucediera y siempre quedara como un tonto por ver y escuchar cosas donde no las habían, solo para que los demás le confirmaran que todo era parte de su imaginación. No podía ser invento suyo, ¡era muy real! Le pasaba desde niño, ¿qué problema tenían los demás? Justo porque no le creían, no le contaba a nadie lo que le ocurría.

Suspiró, arrepintiéndose por haber cerrado el juego apresuradamente solo como berrinche, terrible. Tampoco tenía ganas de hacer los deberes.

Suspiró pensando que le había pasado muchas veces, quizá debería ignorar esas cosas pero no tenía forma de diferenciar lo que sí era real de lo que no. Su imaginación debía ser muy, muy buena.

Pero que le ayudara en cosas que sirvieran más, por favor. Solo eso pedía, o que al menos las imágenes y sonidos repentinos desaparecieran para siempre. Nunca eran nada malo, parecían cosas bastante comunes de hecho.

Jungkook miró hacia el techo de su habitación, estiró los brazos sobre su cabeza y luego volvió a mirar a la pantalla del computador, decidiendo que otra vez dejaría pasar el asunto. Buscó cómo abrir otra partida cuando un anuncio apareció al lado lateral, llamando su atención desde el primer momento que leyó de qué trataba.

Tal vez podía solucionar algo al fin y al cabo.

..., 2011

Despertó agitado pero no se detuvo a pensar demasiado tiempo en que había sido en medio de la noche o de la madrugada y que eso sin motivo no era nada normal. O tal vez sí, porque en realidad ahora ocurría seguido, teniendo una razón de ser definitivamente.

La cosa era que Seokjin no la conocía.

Y no quería hacerlo tampoco.

¿Qué? ¿Perder tiempo de descanso en analizar las extrañas visiones que tenía en sueños? ¿O tratar de explicar su origen? No. No lo haría, no empezaría ahora a interesarse por ello.

Pero, tampoco era como si volver a dormir fuera tan sencillo como solo cerrar los ojos y empezar a soñar a voluntad.

Así que el adolescente optó por sentarse en la cama para regular su respiración, sin hacer el más mínimo esfuerzo por recordar a detalle el sueño que le había despertado.

Encendió su computadora portátil para empezar a utilizarla encima de su regazo, ni parpadeó cuando la intensa luz pareció inundar la habitación, Seokjin estaba acostumbrado a hacer sufrir su vista de aquella forma y no importaba lo suficiente. No mientras pudiera pasar algunas horas leyendo en línea hasta que estuviera lo suficientemente cansado para caer de nuevo dormido.

Bufó, negando con la cabeza. No estaba bien en absoluto, pero no podía hacer nada más para distraer su mente de las imágenes extrañas, viéndose a sí mismo, pero con rasgos más duros y definidos en una especie de tienda de libros, o era una biblioteca quizá, no tenía idea.

Solo era consciente de que era como si se viera desde la perspectiva de otra persona.

Jin no buscaba explicación, seguro que el tipo del sueño tampoco lo haría, es decir, no hacía nada más que estar parado en un rincón del establecimiento, como si esperara por alguien.

Era aburrido y molesto. Claro que no iba a ocuparse en pensar en ello.

Seokjin abrió el blog donde leía la mayoría de libros en línea que llegaban a llamar su atención, ah, eso sí era interesante.

No demasiado, por supuesto.

Tenía que buscar la forma de distraerse por el momento, de manera al mismo tiempo luego le aburriera para poder descansar en paz. Leer a aquellas horas de la madrugada parecía una buena solución, o lo había parecido hacía meses, cuando el primer sueño llegó a perturbar e interrumpir su reposo.

Ahora pues... se había vuelto otro problema. Porque bien, Seokjin no solo leía en internet para sacar ideas de su cabeza, ahora más bien lo hacía en la búsqueda de algo. Pero, ¿de qué?

Lo malo era que la persona que le podría dar esa respuesta, aunque no lo haría de buenas a primeras, estaba bastante lejos de su casa, pero de la misma manera despierto a aquellas horas de la noche.

También despierto tras una pesadilla, porque Jungkook sí veía sus sueños como eso por lo raros que eran.

Tan solo soñar con algo sin sentido ya era suficiente para arruinarle el humor hasta el día siguiente.

Pero a diferencia del joven de su edad que estaba pasando por lo mismo, Jeon no trataba de suprimir aquellas visiones.

Ya no.

Soñaba consigo mismo a través de los ojos de alguien más, una persona muy interesada en quitarle un montón de hojas cosidas a su otro yo, solo que mayor. Y bien, el re escribir las palabras en aquellas hojas era la actividad nocturna del adolescente desde que empezó a soñar.

Y es que era curioso, porque las tenía en su memoria, no claras, pero allí estaban.

Así que bien, sería raro que le contara de su nuevo pasatiempo a sus amigos y a sus padres o que les pidiera su opinión sobre el escrito en línea, además de vergonzoso. No, lo mejor era tenerlo publicado allí siendo ignorado por todo el mundo, al final sólo era de su propia incumbencia.

Y en los dos años que le tomó terminar la obra, nunca llegó a saber si alguien más la había leído porque tampoco le importaba.

Era más, a medida que crecía pensaba que era aún más inútil continuar con aquello cuando los datos revelados en los sueños cada vez eran más y más, quizá escribir de ello sería de más provecho.

Porque no estaba dispuesto a seguir ignorando lo que le ocurría.

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