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Al día siguiente Shuzo volvió a dejarme en la entrada de mi salón, mis compañeras de primer año también babeaban por él y no entendía por qué. Mi hermano era horrible.

—Buenos días, Midorima. —saludo. Él se acomoda los lentes mientras deja una caja de cereal en su mesa. ¿Qué carajos hace con una caja de cereal?

—Buenos días, Nijimura. —responde él tomando asiento. No me atreví a preguntarle sobre aquel objeto y me limité a sacar mi play station portatil y tratar de superar mi récord en Pacman.

Cuando las clases iniciaron tuve que dejar el videojuego a un lado y traté de prestar atención a clase, lástima que Historia siempre me era aburrido. Siempre te repetían lo mismo una y otra vez.

A la hora del almuerzo, tomé mi mochila para sacar mi bento y recordé que había preparado uno para el pelirrojo.

Mi rostro se sonrojó un poco, alcé la mirada en busca de Akashi quien estaba hablando con el profesor.

—¡Akashi! —llamo al instante de verlo con intención de salir del salón. El pelirrojo me busca con la mirada hasta dar conmigo. Me acerco con la mochila en brazos, no podía mostrar los dos bentos o los pocos presentes en el salón hablarían de mí.

—Nijimura. —sonríe. —Buen día. ¿Qué necesitas de mí?

—Yo... —sentí sonrojarme un poco más. ¿Por qué hacía esto? —Mierda... ¡Solo ten!

Saqué el bento y literalmente le pegué con él en el pecho, Seijuro retrocedió un paso por el impulso, pero llevó sus manos al recipiente. Una vez segura que lo tenía, hice una reverencia y abandoné el lugar.

¡Idiota! ¿Qué rayos pasa contigo? Solo fue un gesto educado al saber que él no tiene mucho tiempo como para ir a comprar o prepararse algo.

Tonta, tonta, tonta, tonta.

Al final fui a buscar a mi hermano para pasar el almuerzo con él.

<3

—Entonces de tejo a cargo, Nijimura. —la capitana alza su mano y se despide de mí para apurarse e ir con sus amigas de seguro a festejar una estupidez.

—Claro, yo me quedo a recoger la basura. —miro mi alrededor. Lo bueno es que era viernes y sería el último día que me toca recoger.

Fui por los balones y los coloqué en un carrito, a los que les faltaba aire tuve que ponerles porque también parece ser que era parte de mi trabajo. Recogí las redes de voleibol y las doblé cuidadosamente para no quedar yo enredada.

—¿Solo tú te quedaste a recoger? —Akashi Seijuro me miraba desde el umbral. Le miré unos segundos y luego volví con lo mío.

—Hoy es mi último día, la siguiente semana le toca a otra. —Akashi se acerca y toma la red doblada por mí.

—Te ayudo con esto.

—No es necesario. —pero ya lo estaba llevando él al almacén. Termino por meter el carrito y al final cierro con la llave que deberé entregar el lunes sin falta. —Pues gracias.

—No agradezcas. Tú hubieras hecho lo mismo. —repite mi frase. Sonrío de lado.

—¿Seguimos con tu trabajo?

—Ya no es necesario, lo terminé ayer al llegar a casa. —mete las manos a su bolsillo. —El bento que me diste hoy. ¿Lo hiciste tú?

—Ayer me sobró comida y recordé que dijiste que apenas y tenías tiempo para comer por las tareas de delegado. —miro a un costado y me río. —Supuse que podía traerte uno.

—Ya veo. —asiente. —De todos modos gracias por el detalle.

—No te preocupes. —asiento. El pelirrojo sonríe de lado.

—¿Crees tener un poco más de tiempo? o ya te vas a tu casa. —da un paso cerca.

—Planeaba quedarme un poco más a ayudarte pero ya terminaste tu trabajo. —le explico. Él asiente.

—¿Qué te parece si me acompañas de nuevo a comer algo? Siempre es mejor cuando estás con alguien. —ofrece. No pude evitar ponerme nerviosa, normalmente no paso tiempo con otra gente que no sea Shuzo.

—No lo sé, yo... —miro a otro lado buscando alguna excusa en mi mente para poder rechazarlo sin parecer la mala de la historia. —... yo...

—No tienes que hacerlo si no quieres. —veo como toma su mochila y saca de ella el recipiente en el que le entregué el bento esta mañana. Lo tomo en mis manos y le sonrío con timidez.

—No suelo salir con muchas personas. —admito. — Pero te acompañaré para que no comas solo.

—Gracias. —y vuelve a sonreír.

Ahora entiendo por qué las chicas se vuelven locas con solo unas palabras de su parte, este chico era encantador por donde sea que lo veas.

A comparación de la vez anterior, Akashi decidió ir a un restaurante con comida más saludable. A petición mía fuimos a sentarnos en una mesa de las esquinas, era costumbre.

—He visto al capitán Nijimura distraído últimamente. —comenta. Asiento un par de veces recordando lo pegado que es mi hermano a nuestro padre y no logra disfrutar de su vida por estar pendiente a él. —¿Hay algo en que pueda ayudarlos?

—No deberías preocuparte por nosotros, mucho menos por Shuzo. —niego. —Mi hermano siempre logra salir adelante y arreglar sus problemas. —recargo mi barbilla en mi mano. —Es admirable.

—Lo es. —concuerda conmigo, la mesera llega a nuestra mesa. —Pide lo que quieras, yo pago.

—¿Eh? No, yo...

—¿Me dejarás comiendo solo? —alza su perfecta ceja pelirroja, incitándome a negarme. Al final solo hundí mi rostro en el menú para ver lo que podía pedir.

—Uhm... yo quiero esto. —señalo, la mujer apunta.

—Enseguida traigo su pedido. —y se retira.

—¿Alguna vez alguien te ha rechazado en cualquier cosa? —me quejo. Akashi Seijuro se lleva el dedo índice a los labios mientras pensaba.

—No.

—No sé qué pensar de eso. —me sorprendo. — ¿Nunca?

—Normalmente obtengo lo que quiero. —me sonríe con los labios cerrados.

—Ya quisiera yo tener tanta confianza. —doy un suspiro largo.

—No olvides que la única forma de no fallar es seguir practicando. —Akashi se quita el saco y baja un poco el nudo de su corbata. —Solo la práctica no te defraudará.

—¿Cuánto tiempo le dedicas al baloncesto? —murmuro con curiosidad. Seijuro vuelve a mirarme pensativo.

—Las horas de deportes y las del entrenamiento. —admite. Y yo creí que jugaba baloncesto todo el día. —En casa no me da tiempo de seguir practicando pero me basta con las horas escolares.

—¿Haces muchas cosas en tu casa? —pregunto, él vuelve a sonreírme de lado.

—Depende del día, si hay invitados o fiesta me veo completamente ocupado. —asiente. —Cuando son días normales y mi padre no está me dedico a hacer lo de siempre.

—¿Qué es lo de siempre?

—Pues tareas y trabajos escolares, ejercito un poco mi cuerpo y luego practico violín un par de horas al igual que el piano, cuando tengo tiempo libre me pongo a jugar shogi conmigo mismo. —asiente. Doy un jadeo de sorpresa.

—¿Esa es tu definición de divertirte? —murmuro.

—Lo paso muy bien. —asiente. —Pero basta de hablar de mí, me siento acosado.

Me sonrojo de golpe.

—E-eh, lo siento... yo...

—Hablemos de ti. —me mira directamente con aquellos ojos de color sangre. —¿Qué te gusta hacer aparte de jugar voleibol?

—¿Qué me gusta? —repito. —¿Qué me gusta? —susurro.

—¿No tienes algo que te apasione? —parecía sorprendido. —¿Un sueño que quieras lograr?

—Uhm... no creo en eso de los sueños. —niego. —Y puede que me guste hacer varias cosas pero no hay ninguna que me apasione como a ti con el baloncesto.

—Eso sí es sorprendente. —se inclina. —¿Qué me dices del baloncesto? ¿No compartes los gustos de tu hermano?

—Sé jugar baloncesto por él. Pero no es algo que me encante.

—¿Algo artístico?

—Mmmmmh... —niego. Entonces lo escucho reír.

—Vale, vale... entonces comencemos con algo más sencillo. —me sonreía. —¿Tu color favorito?

Mis mejillas enrojecen un poco.

—Te iba a decir que el rojo pero parecería una loca acosadora así que planeo cambiar de color. —bromeo. Él ríe entre dientes, una risa nerviosa.

—No necesitas cambiar de color favorito. —sonríe de lado. —Entonces te gusta el color rojo.

—Sí. —asiento. Estaba comenzando a incomodarme.

—¿Alguna razón en especial?

—Siempre he creído que de todos los colores, el rojo es el que más peso tiene. —asiento. —Es el color de la pasión, de la sangre ardiente... es un color que atrae en cualquier sentido.

—¿Crees que soy apasionado? —se burla. Lo fulmino con la mirada. —Oh mira, con ese sonrojo tú también puedes ser muy apasionada.

—Qué gracioso. —digo sarcástica. —El color y la persona son cosas diferentes.

—¿Ah sí? ¿No crees que yo atraigo a las personas en cualquier sentido? —y sonríe con confianza.

¡Claro que atraes en cualquier sentido! ¡Siento que me estoy asfixiando!

—No. —miento.

—¿No te atraigo ni un poco?

—Esto ya no es gracioso. —murmuro. —No estoy interesada en esos temas, debo concentrarme en mis estudios para conseguir un buen futuro.

—Me agrada tu forma de pensar. —sonríe. —Te ofrezco una disculpa, no quise incomodarte.

—Eres muy educado. —doy un bufido. —¿A tus amigos también les hablas así?

—Es la forma correcta en la que debes hablar con alguien. ¿No? —la mesera llega con nuestro pedido y deja el plato frente a cada uno. Akashi da un "Gracias" en voz baja mientras la mujer se retira.

—No tan formal. —niego. —Tratemos con que comiences a llamarme por mi nombre.

Niega.

—No tenemos tanta confianza como para llamarte así. —se excusa. Ruedo los ojos.

—Supongo que vamos a ser amigos. ¿Qué importa si es ahora o después? —me inclino cerca. —Repite conmigo, Na-o-mi.

—Está bien. Te llamaré Naomi. —se burla. —¿Quién soy yo para negar las peticiones de una dama?

—¡Escúchate! Hablas como un príncipe de los de Disney. —me quejo. Él se ríe.

—Pero tú deberás llamarme Seijuro. —condiciona. Entonces niego. —¿Por qué no?

—¿Quieres que me maten tu club de fans? —me quejo en voz baja. —Todas diciendo "Akashi-sama" "Akashi-senpai" y llego yo diciendo: "Seijuritoooo". —él vuelve a reír en voz alta, me gustaba hacerlo reír. —Esa misma noche desaparezco misteriosamente y nunca más me vuelves a ver.

—Entonces no hay trato. —sentencia. Me encojo de hombros.

—Vale, al menos lo intenté. —saco mi celular del bolsillo para ver la hora pero me petrifico al ver la pantalla.

19 llamadas perdidas de Shuzo Nijimura.

—¡No puede ser! —exclamo.

—¿Pasa algo?

—Shuzo... me va a matar. Dame un segundo. —y marco el número de mi hermano. Espero un par de tonos antes de que me conteste no de tan buen humor. —¿Bueno?

¿Dónde estás?

—E-en un restaurante comiendo.

¿Me estás mintiendo?

—¡No miento! —me quejo.

Tú no irías a comer sola.

—No estoy sola. —mi voz se apaga mientras veo al pelirrojo frente a mí.

¿A no?

Akashi me hace un par de señas para que le entregue el celular, hasta ahora no parecía ser la mejor idea pero luego recordé que el único que podía sacarme de este apuro sería él, así que se lo entregué.

—Nijimura, buenas tardes. Habla Akashi Seijuro. —contesta mi celular. Miro las expresiones del pelirrojo por si mi hermano le estuviera gritando o algo. —Sí, la invité a comer. —contesta normal. —No, no pasa nada. —me mira. —Me aseguraré de ello, sí. Bien. —asiente. —Te veo mañana.

Cuelga y me regresa el celular.

—¿Qué te dijo?

—Que me quedaré sin dinero porque comes mucho. —suelta. Me sonrojo.

—Ese idiota. —pero el pelirrojo no dejaba de reír.

—Terminemos para dejarte en tu casa. 

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