18

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


"Perdóname Naomi, te suplico que me perdones."

—¡Naomi! ¡Buen día! —Ryuu alborota mi cabello, de por sí estaba despeinado. —¿Cómo amaneciste?

Le miro neutra. El día de ayer fue domingo y Seijuro desapareció todo el día. Ni siquiera contestó mis mensajes.

—Bien. —mi voz sale ronca.

—¡Pero qué rostro tienes! —se burla. —¿Tienes planeado algo hoy por la tarde?

—No sé... —admito. —Te diré al rato.

—¡Claro! ¡Nos vemos! —vuelve a alborotar mi cabello justo cuando Seijuro entraba al aula. Su mirada se encontró conmigo solo unos segundos antes de desviarla a Fujimori quien se acercaba para saludar a Seijuro.

Y ver como besaba sus labios directamente me rompió el corazón.

Me levanté de la banca bruscamente sin saber qué hacer, Seijuro me miró con advertencia de que no hiciera nada mientras que los que me rodeaban me miraban extrañados. Quería llorar pero no lo haría ahí mismo. Tomé mi mochila y caminé hasta los asientos de atrás, Ryuu hablaba animadamente con un par de chicas, lo tomé de la corbata y lo arrastré conmigo.

—¡Eh! ¿¡A dónde me llevas!? Las clases ya van a iniciar.

—Sigue caminando. —le pido. Suelto su corbata y bajo los escalones de dos en dos, llego a una puerta y meto a Ryuu conmigo. Era un pequeño armario del conserje.

Y rompí a llorar. Lloré con todo el sentimiento acumulado, estaba molesta pero a la vez me sentía tan pequeña. No me importaba que ahora alguien me viera, necesitaba desahogarme.

Ryuu estaba ahí sin saber muy bien qué hacer, de repente su mano sujetó mi cabello, no esperaba que se acercara a besarme. Ese beso robado detuvo mi llanto completamente, movió sus labios sobre los míos. Eso solo calmó mi estado, sobre todo porque ahora me sentía incómoda.

—¿Estás mejor? —pregunta sonriente. Niego aún con lágrimas en los ojos. —¿Qué sucedió?

—Fue Seijuro, lo vi besándose con Fujimori. —admito. Miro el rostro de Ryuu, poco a poco su sonrisa desapareció.

—¿Qué? Espera... ¿No eras tú su novia?

—Supongo que solo me está usando... —acaricio mi brazo lentamente. Ryuu da un paso atrás y suspira.

—Joder. Y yo que creí que eras importante para Akashi. —suelta. Parpadeo sorprendida. ¿Qué dijo?

—¿De qué hablas?

—Ese idiota. Yo solo quería hacerle sentir como yo me sentí aquel día. —su gesto estaba serio. —Todo el equipo de Teiko no tuvo piedad, se burlaron de nosotros y nos humillaron. Creí que eras su novia y podía hacer lo mismo pero ahora me estás diciendo que seduje a la chica equivocada.

Mis manos volvieron a temblar... No me digas que él...

—¿No querías ser mi amigo en verdad? —susurro. Él sonríe de lado.

—No. Pero ahora que estamos en esta situación creo que podemos sacar provecho. ¿No crees? —acaricia mi mejilla. —Úsame para olvidar a ese idiota, al menos podré quitarle a una de sus perras.

La puerta del almacén se abrió de golpe. Seijuro repasó su mirada sobre Ryuu y después sobre mí. Temblé de miedo pensando en lo que ahora podía tener en mente.

"Si mientes juro que te arrancaré los ojos para que sea mi figura la última que puedas ver."

—Así que por esto la seguías todo el tiempo. —dice Seijuro, su voz era cautelosa. —Patético.

—¿Hah? Miren quién está aquí; Akashi Seijuro. No te preocupes, me equivoqué de chica. Entiendo que no la quieras a ella que se la pasa llorando. —me mira burlón. —Pero realmente por un momento creí que te importaba.

—Naomi, sal de aquí. —ordena Seijuro. Acato su orden y salgo quedándome detrás de él. Ryuu se ríe.

—No entiendo su relación, es como si ella fuera una perrita obediente que le mueve la cola a su amo. —Ryuu pasa junto a Seijuro y me sonríe. —¿Qué pasa, por qué ese gesto? ¿Todo lo que te ordena lo cumples?

Cierro los puños con fuerza, alzo mi mano y lo abofeteo con tanta fuerza que su rostro se giró. Ryuu comenzó a reír.

—Eres ruda. Es seguro que por eso te tiene a su lado. —seguía burlándose de mí. —Oye Seijuro, sé que en el fondo te odio por lo que me hiciste pero podemos hacer las paces... Podríamos compartir a esta belleza y...

Ryuu levantó su mano para tocar mi hombro pero, a ambos nos sorprendió cómo Akashi empujó a Ryuu contra la pared, sacó sus tijeras y las clavó en la palma de la mano del chico justo en el muro. El chico entró en pánico pero antes de que pudiera hablar, Seijuro lo sujetó del cuello.

—Seré directo. —su voz era amenazante. —En primer lugar, no me vuelvas a tutear. No soy tu igual, soy superior. —la sangre de la mano del chico comenzó a resbalar por la pared y su brazo. —En segundo lugar, será mejor que tomes tu distancia conmigo si no quieres sufrir peor las consecuencias. —poco a poco alejó su mano del cuello de él. Los ojos de Seijuro brillaron. —Y tercero, no quiero que vuelvas a acercarte, hablarle, tocar o lo que sea que tenga que ver con Naomi. Si lo vuelves a hacer, te arrancaré la yugular. ¿Entendido?

—¡Sí! —chilló. Seijuro sacó las tijeras de su mano, la sangre brotó con más intensidad.

—Deberías ir a la enfermería si no te quieres desmayar. —aconseja Seijuro. Gira a verme y toma mi muñeca con fuerza. —Camina.

—Sei... las clases.

—Ahorita mismo me importan una mierda las clases.

Llegamos al final del pasillo, Seijuro tira de mi muñeca y me lanza contra el muro. Giro a verlo justo cuando encaja las tijeras al costado de mi rostro.

—Tienes un minuto para explicarme qué mierdas crees que hacías.

Nunca lo había visto así. Más lágrimas salieron de mi rostro. ¿Por qué lloro tanto?

—La besaste... la besaste a ella... —cubro mi boca mientras rompía a llorar de nuevo.

—¿Y eso qué?

—Y... a mí no me besaste aquella noche. —susurro. Dejo caer mi rostro en su hombro y lo abracé sin poder evitarlo, aunque fuera él quien me hacía daño, buscaba consuelo también. —Sé que estás desesperado por sacarme de tu corazón Seijuro... no hay prisa... quiero tenerte un poco más. Por favor, no me abandones todavía.

—No me has explicado lo que quiero.

—Es obvio... —susurro. —... quería que vinieras detrás de mí después de verme salir con otro que no fueras tú. —admito. Lloro un poco más mojando su uniforme. Seijuro dio un paso al frente pegándome al muro y acarició mi cabello.

—¿Por qué sigues llorando? ¿No fui detrás de ti como querías? —murmura molesto. —Aún así no saldrás ilesa, mereces un castigo por hacer eso.

—Seijuro... —trato de limpiar mis lágrimas con la manga de mi uniforme. —Di que me amas... por favor... Te lo suplico.

—No puedo hacer eso. —niega. Sollozo un poco más. —Pero no dudes de ello.

—Cada día... te alejas más de mi persona... —coloco mi frente en su pecho. —¿Por qué no quieres que esté a tu lado? ¿No estoy lo suficientemente sola ya?

—Tengo un único objetivo junto al peso de ser Absoluto. —explica con lentitud. —Desde niño siempre me he dedicado a buscar un futuro perfecto. —su mano va a parar a mi barbilla para obligarme a mirarlo. —Siento mucho decirte esto, pero, no perteneces a ese futuro.

El dolor en mi pecho creció. —Me estás lastimando... —susurro con dolor. Seijuro besa mi frente.

—Sin embargo todavía no es momento de dejarte ir. Hoy fue una prueba bastante clara así que podemos estar juntos un poco más. —limpia mis lágrimas. —¿De acuerdo?

El nudo en mi garganta se atascó ante mis palabras. Él estaba planeando dejarme y no parece ser en un futuro lejano.

Al ver que no respondía, Seijuro se inclinó y besó mis labios para tranquilizarme. No quería dejarlo ir, solo quedaba una solución...

—Si me vuelvo perfecta... ¿Podré estar a tu lado? —digo en un murmullo. Él se sorprende.

—¿Tanto estás dispuesta a seguirme?

—Sí... —asiento varias veces. —Seré perfecta para ti. No volveré a reprobar y entraré a un club deportivo, seré la mejor en todo y así podré estar a tu lado. ¿Verdad?

Seijuro sonríe algo macabro, le parecía divertida esta situación.

—Supongo que si logras hacerlo tendrás mi permiso para quedarte a mi lado.

Mi corazón latió rápidamente, tenía una oportunidad.

—Lo haré... solo dame tiempo. Es lo único que te pido.

—No tardes. —besa mis labios. —Por cierto, deberás aguantar un poco a Fujimori. Últimamente está de insoportable pegada a mí, solo hasta que mi padre pueda terminar de negociar me la quitaré de encima.

—Sí. —asiento otra vez. —Aguantaré lo necesario.

—Bien. —besa mi mejilla. —Regresemos al aula, el profesor no tardará en llegar.

Perfecta... necesito ser perfecta...



</3




—¡Muy bien! ¡Juguemos!

—¡La tengo! —grita una compañera. —¡Naomi!

—¡Aquí va! —alzo mis brazos y coloco perfectamente para la rematadora, ésta salta y anota el último punto del partido.

Ganamos.

—Eso estuvo perfecto. —felicita la capitana. —Eres muy buena.

—Gracias.

—Para ser de primer año lo haces bien. —felicita otra chica. —Sigue así.

Apenas llevo un mes en esta escuela y ya la sentía propia. Entré al equipo de voleibol después de mi pequeña escena con Seijuro, practico incluso los sábados y estudio en mis tiempos libres, después saludo a mi novio aunque él está igual o más ocupado que yo.

Era viernes y el club había terminado. Me di una ducha rápida, me cambié y salí del tercer gimnasio con una toalla rodeando mis hombros, me detuve en el gimnasio principal justo cuando el equipo de baloncesto salía.

Aunque por alguna "extraña" razón Ryuu dejó el equipo.

Seijuro salió del gimnasio acompañado de otro chico, no quise interrumpirlo y traté de seguir adelante pero me vio.

—Naomi. —me llama. Detengo mi caminar para verlo. —¿Sales del club?

—Sí. —asiento. —¿Qué tal te fue en el tuyo?

—Bueno, apenas llevamos un mes y ya me ofrecieron el puesto de capitán del equipo. —presume como si nada. Abro los ojos sorprendida.

—¿Enserio?

—Sí. Y tú deberías aspirar a lo mismo. ¿No se supone que quieres ser perfecta como yo? —sonríe de lado. Muerdo mi labio inferior.

—Lo haré... seré la mejor del equipo. —tomo su mano con fuerza. —¡Verás que seré digna de estar contigo!

—Me gusta tu entusiasmo. —sonríe de lado.

—Eh, Sei. —acaricio mi brazo, nerviosa. —Hoy es viernes. ¿Quieres salir a algún lado?

—No puedo. Estaré fuera hoy y todo el fin de semana.

Mi corazón se hizo pequeño, no me gustaba que se fuera tanto tiempo lejos de mí.

—Eh, claro. —asiento varias veces. —¿A dónde irás?

—Fuera de la ciudad, tampoco me mandes mensaje. —dice él comenzando a caminar. Lo sigo por detrás. —Estaré muy ocupado.

—Uh, sí. Ya nos veremos el lunes. —murmuro por lo bajo.

—Me alegra que entiendas. —se detiene y gira a verme. —Ten tu recompensa.

Corta la distancia entre los dos y me regala un suave beso que alteró mi corazón. Mis mejillas se sonrojaron cuando él se separó y me miró atentamente. Me inspeccionaba.

—¿Por qué te sonrojas?

—Me gusta que me beses... —admito tímida. Él sonríe un poco.

—Entonces te veré el lunes.

—¡Sí! —digo más animada. Seijuro se aleja y se va a su edificio, dejándome ahí sola. Al menos podría aprovechar el fin de semana para adelantar los deberes y practicar deporte.

Aunque lo extrañaré a montones.

Y fue así, Seijuro no se apareció en todo el fin de semana. Yo hice toda mi tarea adelantada y justo el domingo me fui al gimnasio a practicar remates de voleibol.

Resulta que soy muy buen armador del equipo, pero cuando tocaba rematar algunas veces, lo echaba a perder. Y si quería ser tan buena como Seijuro, debía ser buena en todas las posiciones.

Este día me acompañaron la capitana del equipo y otras dos chicas más de segundo. Se volvió agradable convivir con ellas.

Akiko era la capitana, era muy alta y su cabello negro era precioso. Se la pasaba regañando a todo el equipo pero en el fondo era buena; es de tercer año.

Hisa era rematadora, era alta también y su cabello rubio siempre estaba atado en una coleta. No era tan escandalosa como la capitana pero le encanta hacer bromas; ella es de segundo año.

Y por último está Masumi, no era tan alta como yo y tampoco era la mejor líbero. Pero nos ha salvado muchas veces; es de segundo.

—¡Aquí va Nao! —grita Akiko. Tomo vuelo y salto para rematar pero Hisa logra adivinar mi movimiento y salta antes, evitando mi remate.

Joder, qué molesto.

—Mejor regresa a ser armador. —se burla Hisa desde el otro lado de la red. Le saco la lengua.

—Mijir rigrisi i sir irmidir. —imito. Ella sonríe de lado.

—¡Deja de ser tan grosera con tu senpai! —regaña Akiko. —¡Discúlpate!

—Lo siento. —hago una reverencia.

—No pasa nada, no es necesario. —dice Hisa.

—¿Podemos ya irnos? Llevamos todo el día entrenando y tengo hambre. —se queja Masumi en un bostezo. Hago un gesto de disgusto.

—Al final casi no pude rematar.

—¡No te desanimes! —Akiko golpea mi espalda. —¡Lo lograrás pronto! ¡Se nota el talento en ti!

—Gracias... —sonrío de lado. —Entonces yo ya también me voy. Dentro de poco será el crepúsculo y mañana tengo examen.

—Claro. Nosotras nos encargamos de recoger. ¡Nos vemos Naomi! —se despide Akiko.

Voy a la banca y tomo mis cosas, luego salgo de ahí directo a los vestidores. Me daría una ducha primero.

Honestamente mi ánimo estaba por los suelos, cuando Seijuro me dijo que iba a desaparecer todo el fin de semana no mentía. Ni una llamada o mensaje, no sabía ni siquiera si estaba bien. Pero creo que lo que más me dolía era que ni siquiera se preocupó por avisarme.

El lunes por la mañana me levanté más temprano de lo normal. Me vestí con el uniforme perfecto de Rakuzan y fui al aula, no esperaba ver a nadie ahí por lo que no me sorprendió encontrarme el aula vacía. Era muy temprano todavía.

Dejo mi mochila en mi lugar y me dejo caer en mi silla. Mi mano tiembla un poco, pues después de mucho tiempo iba a tomarlo de nuevo. Busco en el bolsillo de mi mochila mi antiguo psp y lo enciendo. Este aparato me traía tantos recuerdos, en la pantalla aparece el título de Pokemón que Shintaro alguna vez me dio.

Shintaro...

Trago saliva para quitarme el nudo que se creó en mi garganta. No puedo jugarlo... Regreso el psp en el bolsillo y dejo caer mi frente en la banca. Esperaría a que todos llegaran.

Solo fueron diez minutos, poco a poco mis compañeros entraron por aquel umbral y me fueron saludando. Les devolvía el saludo desde mi posición, no tenía ánimos para levantarme.

—¡Buenos días Seijuro! —escucho a una chica. Levanto mi cabeza de golpe. Mi corazón se encogió un poco más al ver a Seijuro del brazo con Fujimori entrando al aula. Y para colmo, ésta vez él no me miró.

Doy un jadeo y desvío la mirada cuando pasan justo frente a mí para tomar sus lugares. Cierro los ojos con fuerza. Él dijo que no me precipitara, que cuando su padre termine de negociar la dejaría. Pero ¿Cómo lidiar con el dolor en mi pecho?

El profesor llegó dos minutos después, Seijuro tomó asiento junto a mí pero no me miró y yo tampoco me atreví a mirarlo. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro