Talvez el mundo era injusto, talvez y solo talvez el destino no quería que estuviera aquí. Sería mejor si me lanzará, puede que luego de eso sea un ángel, talvez y solo talvez dejaría de sentir. Fue lo que estaba pensando el pelinaranja en la azotea de la universidad.

—¿JiMin? —preguntó el chico pelirojo entrando por la puerta de metal — ¡¡JiMin!! ¡Baja de allí! —grito corriendo hacia el menor y tomándolo en sus brazos y bajando su cuerpo de allí—.

—Y-yo....N-no —tartamudeo mientras lágrimas caían sin ningún esfuerzo por sus ojos — ¿C-cómo sabía Q-qué estaba aquí? —preguntó limpiando sus lágrimas con las mangas de su camisa—.

—Él me mando —respondió simplemente acariciando la espalda del cachetón— Me dijo que estabas en la azotea —explico separándose del contrario —¡Ah! Toma esto es para ti —recordó entregándole un sobre rosa-.

Mochi vi como esos estúpidos de último año te lanzaron la comida encima, me encargaré de ellos, te lo prometo.

Quería llorar de la impotencia que tenía de no poder ayudarte, te veías tan débil, tan indefenso y no puede hacer nada en ese momento.

No llores por favor, ellos no merecen tus lágrimas.

Eres hermoso tal y como eres, eres precioso y lo más importante eres único ¿Alguna vez observaste a alguien igual que tu?

No pienses en cosas malas, hay personas que te quieren y mucho.

Yo daría mi vida por ti, hermoso. Créeme, no dudaría en hacerlo si es necesario

—¿Me puedes decir quien es el? —preguntó el pelinaranja a el chico que estaba delante suya— Por favor... Quiero saber quién es él —pidió guardando la carta e su mochila—.

—No es el momento —respondió con sencillez para irse del lugar—.

Descubrir a su admirador secreto, ese era el reto que se había puesto el pelinaranja