━━ 𝟎𝟖

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【𝙲𝙰𝙿Í𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟶𝟾】


𝐬á𝐛𝐚𝐝𝐨, 𝟐𝟕 𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟒


𝓓afne

𝐁𝐀𝐉𝐎 𝐋𝐀 𝐀𝐓𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐌𝐈𝐑𝐀𝐃𝐀 𝐃𝐄 𝐌𝐈𝐒 𝐀𝐌𝐈𝐆𝐀𝐒, desplomé ágilmente mi cuerpo en la silla que antes ocupaba, como si pretendiera disimular lo que había sucedido tan solo minutos antes. Melanie, Isadora y Emilia, formando un trío expectante, dirigieron sus miradas hacia mí, cada una portando sonrisas peculiares que insinuaban una complicidad momentánea.

Las expresiones en sus rostros sugerían una mezcla intrigante de sorpresa y curiosidad, como si estuvieran interpretando el suceso reciente. Mientras ocupaba mi asiento, el aire se cargaba con una tensión sutil, preguntándome interiormente qué es lo que habían estado tramando durante mi breve ausencia. 

─ ¿Qué onda? ─pregunté, levantando una ceja mientras escudriñaba detenidamente a mis tres amigas. 

Las miradas cómplices entre Melanie, Isadora y Emilia se intensificaron antes de que mi mejor amiga soltara una risa traviesa. 

─ ¿Quién era ese pibe con el que te cruzaste en las escaleras? ─inquirió con una mirada llena de complicidad. 

Antes de que pudiera responder, Isadora se unió a la conversación con una sonrisa juguetona. 

─ Está re bueno, amiga.

─ Me salvó de comerme un palazo en las escaleras ─expliqué, ignorando el último comentario de Isadora─. Estaba en la luna y ni me di cuenta de su presencia. Charlé un rato con él, se llama Matías Recalt y me pareció re piola. 

─ ¿Matías Recalt? ─preguntó Melanie, enarcando las cejas por la sorpresa─. ¿El de "La Sociedad de la Nieve"?

Asentí mientras las miradas de mis amigas se volvían aún más intrigadas. Pronto, unas personas del servicio aparecieron, ofreciéndonos otro trago. Las cuatro asentimos, tomando otra copa de Fernet que prometía prolongar aún más la noche. 

No te enganches con ningún pibe ─se burló Emilia, recordando las palabras que Melanie me había dicho antes de que fuera al baño. 

Las cuatro soltamos una risa corta, sabiendo que esas advertencias amistosas eran inevitables en nuestras salidas. Era casi un ritual, una especie de código entre nosotras para recordar que la prioridad era disfrutar de la noche entre amigas y evitar cualquier enredo emocional. 

Cuando nos conocimos las cuatro, decidimos salir de fiesta juntas y, curiosamente, yo acabé perdiéndome con un chico durante casi una hora. Desde entonces, cada vez que salíamos las cuatro, Melanie lanzaba la misma advertencia como un recordatorio amistoso de nuestras salidas pasadas. 

─ Bueno, ¿y Matías dónde se fue? ¿No tenías ganas de quedarte con él? ─preguntó Melanie.

─ Uh, no. Le dije que tenía que encontrar a mis amigas. No es que lo conozca de algo como para quedarme con él ─respondí con una sonrisa cómplice─, aunque me tiró la propuesta de fumar juntos después. Me pareció piola tener otra oportunidad para charlar.

Melanie asintió ante mis palabras, guiñándome un ojo. Era su típico gesto cuando intuía que podía surgir algo con alguien, pero decidí no prestarle mucha atención y simplemente negué con la cabeza.

La conversación fluyó hacia los demás actores de la película. Interiormente, sospechaba que algunos de ellos podrían estar cerca, considerando mi encuentro reciente con Matías y un vago avistamiento de Juani.

Isadora y Emilia no entendían muy bien de quiénes hablábamos, ya que no habían visto la película, ni siquiera les sonaba el nombre. Entre trago y trago, les contamos muy por encima las escenas más destacadas. 

─ A mí me coparon Enzo y Juani, aunque Juani me parece medio pesado porque me contestó mal en su tuit ─explicó Melanie. 

─ Amiga, le dijiste que tenía cara de duende malo, literal ─respondí, riéndome a carcajadas. 

─ Bueno, tenía que tirarle alguna, él arrancó a bardearme primero ─se justificó Melanie, provocando más risas entre nosotras.

A medida que la noche avanzaba, las luces parpadeantes creaban destellos coloridos que iluminaban la pista de baile. La energía del lugar se intensificaba con cada latido de la música, y decidimos descender a la pista para sumergirnos por completo en la atmósfera vibrante que se respiraba. Sentí cómo la música me envolvía, incitándome a moverme con total libertad y energía. 

Impulsada por la atmósfera electrizante o quizás por el efecto de la bebida, me encontré soltando gritos entusiastas, sincronizando mi voz con las letras de las canciones que resonaban en el lugar. Las luces destellaban, danzando en armonía con la multitud que se movía de un lado a otro. 

En medio de esta explosión de energía, mi mirada se cruzó accidentalmente con la de Matías y su grupo, creando una chispa instantánea que pareció romper el ritmo de la noche. 

─ Mel, ahí están Matías, Juani y sus amigos ─informé, acercándome un poco a la nombrada. 

Mi mejor amiga giró la cabeza, fijándose detenidamente en ellos, mientras la música seguía su curso frenético y envolvente. Los chicos nos estaban mirando a ambas con atención. 

─ Si no paran de mirarnos así, me voy a poner violenta ─me susurró Melanie con una pequeña risa─. No me gusta que me miren tan fijo cuando bailo. 

Ambas seguimos moviéndonos con energía, bailando al compás de la música que llenaba el lugar. La complicidad entre nosotras se reflejaba en cada movimiento, éramos un dúo genial que disfrutaba de la noche al máximo. Cada giro y cada paso se sincronizaban de manera natural, como si estuviéramos conectadas por un ritmo invisible. 

De repente, sentí un suave toque en el hombro que interrumpió mi baile con Melanie. El contacto inesperado me hizo girar, y ahí estaba Juani, con una sonrisa en el rostro y la música retumbando en el fondo. Sus ojos reflejaban la misma energía festiva que nos envolvía a todos. 

Melanie, al percatarse de la presencia de Juani, dejó escapar una risa cómplice y juguetona, llamando mi atención. Su expresión cambió sutilmente, como si estuviera a punto de soltar algún comentario ingenioso o picante, algo característico de su estilo desenfadado. 

─ Me voy con Isa y Emi ─me avisó Melanie entre risas─. Cualquier cosa, estamos cerca. 

Asentí con una sonrisa mientras me giraba para prestarle atención al chico. La música seguía sonando con fuerza, pero en ese momento, nuestras miradas se cruzaron, y la atmósfera vibrante del lugar pareció intensificarse. Con Melanie alejándose entre risas, me quedé sola con Juani, y la expectación de lo que vendría a continuación flotaba en el aire como una chispa a punto de encenderse. 






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