Capitulo 10

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"Encontrando sentimientos"

Jeon Jungkook

La cocina está en desorden, mi delantal cada segundo que pasa se encuentra más sucio y es inevitable no reír ante el acto. El pollo se encuentra hirviendo en la olla, lleva 20 minutos allí y en pocos minutos lo sacaré para freirlo. Con cuidado pico la lechuga y el tomate, los vierto en cazuelas diferentes y los coloco encima de la mesa, que ya mantiene su mantel blanco con flores. En medio un búcaro.

Miro el reloj que cuelga al lado del refrigerador, marca las 11:30 y le había avisado a Weeler que bajara a las 12:00. No se imagina que le estoy haciendo el almuerzo, no pensé nunca hacerlo pero desperté con ese pequeño fetiche de hacerlo.

El arroz se encuentra sobre la mesa, el mayordomo me ha ayudado mucho y puso los cubiertos junto a los vasos. Me indica que el pollo ya está y lo añado a la mesa buffet.

Sonrío mientras miro nuevamente el reloj, faltan 10 minutos. Quité el delantal, lavé mis manos y caminé hacia el jardín para hacer tiempo.

-Algunos dias me sorprendes demasiado Señor Jeon.

Giré mi cabeza hacia la chica, se encontraba caminando hacia mi. Su vestido era mesido ligeramente con el viento al igual que su pelo. Se sentó a mi lado, ambos miramos la fuente que se encontraba en frente.

No podía dejar de mirarla, pareciese que Helms le había dicho que se arreglase y pintó un poco su rostro con algo de sombra, muy ligero. Sus ojos miel no paraban de observarme y sus pies eran mesidos en el aire por pura inercia.

-Te quedarás conmigo. -extendí mi mano para tomar la suya. -Digo... Para almorzar.

-A veces eres tan extraño. -dijo entre una pequeña risa. -Pero me gusta. -hizo una pausa. Dejó de mirarme y comenzó a observar las nubes.

-Ahora no se si te agrado o me quieres muerto como hace unas semanas. -me acerqué a ella. Tenía un olor a colonia muy exquisito y olí su cabello, esencia de fresas.

-Alejate. -me empujó con sutileza. Sus mejillas se tornaron rosas y sonreí.

-Hueles muy bien. -le confesé. -Vamos. -Me puse de pie, tomé su mano y comencé a caminar. Eché para delante su silla, esperé a que se sentara y luego hice la misma acción conmigo. -Sabes tu cara se me hace familiar.

No contestó. Se encontraba devorando su almuerzo.

Sonreí.

-¿Te gustaría vivir aquí?

-Ya lo hago. -levantó su entrecejo.

-Hablo para siempre. Junto a mi.

-No ha existido un para siempre y además, ¿Para que quieres que me quede contigo?

-No lo sé. -me encogí de hombros. -Solo dije lo primero que se me vino a la mente.

-Tu mente esta algo confusa. -negó con su cabeza. -¿Te puedo hacer una pregunta? -asentí, ella tomó un gran bocado de aire y se dispuso a hablar. -¿Cual es el verdadero objetivo de que me hallas comprado? O sea, no hago absolutamente nada en esta casa, las demás chicas no se ni donde viven y yo lo hago aquí, contigo. En el local mis trabajos son absurdos comparados con los de las demás y, además, no estoy con ningún cliente. -hizo una pausa. -¿Por que la diferencia de las otras chicas con respecto a mi?

-Es complicado.

-Correré el riesgo.

-Tus padres nos contactaron. Tu madre estaba muy enferma, tenía cáncer y podía morir. Necesitaban un dinero para pagar la operación, podía salir bien o mal. Alguien contactó con ellos, y yo fui quien te buscó. El local de las Strippers es mío, pero si no te puedo negar que eres diferente. Él no quiere que estes con nadie, tampoco quiere que trabajes como Stripper. Las veces que estuviste en el escenario fue porque él quería verte, así de simple. Ya no trabajarás más. Podrás ir, de hecho, irás todas las noches pero no ha ejercer servicio.

-¿Quién es él?

-Si te dije todo esto es porque me lo pidió. Ya sabrás quien es. Él mismo te lo dirá.

-¿Sabes que? Se me quitó el apetito.

Puso sus manos sobre la mesa y arrastró la silla hasta atrás. Se paró y subió las escaleras corriendo. Pude visualizar sus ojos a último instante y estaba destrozada. Aún no sabía todo lo que había pasado con su familia, pero no quería ser yo quien se lo contara.

[...]

Acostado en mi cama miraba hacia el techo. El aire daba directo en mi cara y Weeler estaba sentada en la esquina de la cama.

-¿Hiciste la cena para decirme todo eso verdad? -se cruzó de brazos. Había algo en la forma en que me miraba, me hacía sentir miserable. Cada pequeña mentira me hace sentir mariposas por dentro.

-No exactamente. Pero no quiero continuar más con ello.

-Peleas tan sucio Jeon. -me levanté de la cama. Opté la misma posición de ella y tomé sus manos. Ella me arrebató el agarre y solo me quedó mirar nuevamente al techo. -¿Salió con vida? -preguntó. Sabía a que se refería y un nudo en mi garganta se hizo presente.

-No. Tu padre está en prisión. -su pecho comenzó a temblar. Llevó ambas manos a su rostro y un llanto se hizo presente en la habitación. -Ven. -tomé su brazo. Era como quitarle un dulce a un bebé. Estaba delicada, triste. La acerqué a mi y su rostro cayó en mi pecho. Rodeó mi cintura con sus brazos y me abrazó.

-Tu amor se siente, tan dulce. -musitó en mi pecho. Mi mano acariciaba su cabello. Dejé caer mi cuerpo, ella hizo el mismo gesto y ambos nos encontrábamos acostados en mi cama. Su rostro daba con el mío. Sus ojos se encontraban hinchados y los cerró. Quizás solo trató de encontrar paz.

Puso sus manos sobre mi, las dejó caer en mi cabello y comenzó a acariciarlo. Deseaba que nunca jamás lo soltara. Que su tacto fuera eterno y en un abrir y cerrar de ojos paró. La observé. Estaba totalmente dormida sobre mi pecho.

Sonreí.

-Un corazón con dientes y una mirada llena de misterios.

Acomodé su cabeza sobre la almohada sobrante de mi cama. Tapé con una colcha su erizado cuerpo y coloqué de lado mientras acariciaba su rostro.

Algunos días esta chica era lo mejor de mi vida.

Su cuerpo se movió, su rostro volvió a caer en mi pecho y no traté de ésta vez acomodarla. Corrí su cabello hacia atrás, observé su rostro. Contenía varias pecas casi invisibles por el contorno de su nariz y un poco en sus mejillas.

-Como quisiera que te alejaras de mi Weeler.



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