Extra: Roller Coaster

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El dolor se extendía desde sus brazos, siguiendo camino por los omóplatos y descendiendo por los dorsales. Sujetaba el brazo de Taehyung para avanzar a paso lento. No era solo por el dolor —tampoco exageraría diciendo que era mortal y terrible, faltaba para llegar a esa parte de su recorrido turístico—, aún estaba ligeramente mareado después de vivir la experiencia de girar, rebotar y sentir su espalda golpearse contra la superficie dura repetidas veces. Sin contar los parajes anteriores por la caída libre que trasladó temporalmente de lugar sus órganos y las náuseas de un mecedor viaje en barco.

Su cuerpo lo acumulaba y resentía. Especialmente después de aquella sesión de maltrato voluntario, no entendía por qué a las personas les gustaba meterse a esa centrífuga.

Su novio lo había arrastrado de la mano y el mayor del grupo no dejaba de reír de su expresión. Al sentarse miró a la gente alegre, él estaba medianamente aterrado —estaba guardando el miedo intenso para otras atracciones—, al principio enredaron sus piernas, aunque dudaba que las delgadas pantorrillas de Yoongi lo salvaran cuando empezaron a saltar con las sacudidas bruscas de la estructura circular. Si no era por su querido Tae-Tae que le afirmó cruzando una pierna por su cadera tal vez habría terminado por soltarse, sus manos sudaban y resbalaban por el fierro cromado.

En otras ocasiones estar envuelto por las piernas de Taehyung y el golpe del rebote de su cuerpo eran más que bienvenidos y agradecidos. Ahora no le quedaba espacio en su mente turbada para disfrutarlo.

Su corazón asustadizo se estrujó cuando vio a Yoongi soltarse, pero sus reflejos felinos estaban a la orden de la supervivencia, abrazó de lleno la cintura de Jimin, quien batallaba por mantener el agarre y los músculos apretados. Jimin entre risas y quejidos decía "Yah, hyung, vamos a caer", "si caigo, no caigo solo" contestó el mayor entre los gritos de la gente —y los suyos, Hoseok sabía que estaba gritando fuerte— y la música estridente.

Era consciente que había insistido mucho por este momento valioso, aunque su idea era un panorama medianamente tranquilo. Uno que no implicara que su alma abandonara su envase terrenal tantas veces en un día.

—Vamos por un refresco, ¿quieren algo? —preguntó el azabache con una sonrisa burlesca.

—Agua —jadeó Hoseok recuperándose, tenía un par de minutos antes de volver a encomendarse a las fuerzas superiores. Los aprovecharía para respirar e hidratarse.

Cuando la idea surgió lo primero que dijo con un puchero fue: "si muero que quede en tu consciencia que has asesinado a tu novio, Tae-Tae". Recibió un beso fugaz en los labios y un "puedo correr el riesgo" en medio de la caricia frente a la mirada hastiada de Yoongi, quien había aceptado la propuesta de Taehyung de una cita doble en el parque de diversiones una tarde que almorzaban juntos. A su mejor amigo ni siquiera le gustaban los lugares concurridos, llenos de griterío, las atracciones violentas y exponerse al cruel calor de un verano que parecía no tener tregua ni siquiera llegando a su fin, pero sabía también que sus ganas de verlo sufrir eran mayores que su odio a las multitudes y el estruendo.

Era como su pequeña venganza por todas las bromas, comentarios y la insistencia. Por todas las veces que junto a Jungkook potenciaban la imaginación de los compañeros que apoyaban el "Yoonmin". Era justo decir que esperaba las consecuencias, pudo reflexionarlo mientras subía lentamente y observaba el rostro feliz de Taehyung, para finalizar con un "no me arrepiento de nada", el estómago cerca de la garganta y un grito que no se prolongó a más de tres segundos al caer.

Vio a su amigo agarrar el brazo del pequeño mochi adorable y no pudo evitar sonreír. Yoongi seguía mostrando su cara impasible, pero se filtraba entremedio las ligeras expresiones de alguien que no logra contener que está radiante y feliz. Era enternecedor y los seguía desde su posición hasta que desaparecieron de su campo visual. Le gustaba, hacía tiempo que estaba esperando por ver a su hyung tan cautivado por alguien.

—Hobi hyung —llamó el menor enseñándole las manos con crema.

Cerró los ojos y dejó que aplicara nuevamente una capa fina de protector solar. Sus dedos largos y tibio trazaban un masaje suave por sus pómulos y delineaban su nariz, antes de pellizcarla con suavidad y cariño.

—¿Estás mejor? ¿Puedes seguir?

—¿Ahora te preocupas de mi bienestar?

—Puedes sujetar mi mano cuando estés asustado —le dedicó una de sus lindas sonrisas rectangulares—. Me gusta cuando lo haces.

Hoseok dudaba bastante la posibilidad de agarrarle la mano en una montaña rusa y no perder el brazo. Quizás su miedo le hacía exagerar, pero lograba distinguir cuando algo era una buena idea y cuándo no. Tomarse la mano en una montaña rusa: no. Besarse: sí. Besarse a escondidas en el cumpleaños de uno de sus primos pequeños: no. Hacía tres días vivieron el instante bochornoso de devorarse las bocas detrás de un castillo inflable mientras Tae aferraba los dedos a sus caderas hasta que uno de los niños gritó "¡los hyungs están haciendo cosas de grandes!". "Fue solo un beso", se excusaba Tae frente a sus tíos con el rostro ardiendo.

O cuando Taehyung pensó que era una buena idea esconderse en el armario de limpieza para saltarse una clase en la escuela y quedaron atrapados por horas hasta que al final del día apareció el conserje. Su novio no siempre tenía las mejores ocurrencias, pero así y todo era parte de su encanto.

Los dos chicos aparecieron con botellas extra de agua, Hoseok la recibió agradecido. Miraba de reojo como la mano pálida reacomodaba los mechones rubios desordenados. Le parecía curioso, recordaba que en su anterior relación era Suran quien buscaba agarrarle el brazo o la mano, apoyarse en su hombro y su amigo se limitaba a sonreír leve y recibir el afecto. Ahora notaba a Yoongi en una búsqueda constante de contacto, como si Jimin fuera un imán y los dedos del mayor no pudieran resistir la lógica y natural atracción a su piel.

Habían demasiadas caricias fugaces entre ellos, se daba cuenta cuando trabajaban en el local y pasaban uno por el lado del otro y las manos se extendían para buscarse por breves segundos. Bastaba poner un poco de atención y dejaban de pasar desapercibidas, se hacían obvias. "Ahí viene, se están acercando..." y los dedos de Jimin se ceñían en un apretón cortito a los de Yoongi. Par de enamorados, pensaba también cuando atravesó la misma etapa con Taehyung y tocarse resultaba imperioso, como si fuera la única forma de corroborar que el otro existe y está ahí contigo y no se va a desvanecer como una bonita ilusión de tiempo limitado.

Seguían tocándose seguido con Tae, al menor le encantaban las muestras de afecto física y no existía razón en el mundo para que Hoseok se las negara.

—¿Por dónde seguimos? —preguntó Jimin sonriendo y apretando la mano de Yoongi

Esa pregunta lo condenaba a continuar con su destinado recorrido de sufrimiento

—Ese —señaló Tae hacía su derecha cargado de emoción.

"Genial", pensó, más juegos giratorios. Fue sabio elegir un desayuno ligero y que en su estómago apenas quedara agua. Pero su novio lucía tan feliz que a cortos lapsos lo disfrutaba.

—A Hobi le va a encantar.

"No, a Hobi no le va a encantar", respondió para sus adentros exteriorizando un gemido como queja. Si un demonio sonriera, sabía que tendría forma de Min Yoongi.

No le gustaba girar y si había algo peor que girar, era hacerlo de cabeza. Cerraba fuertemente los ojos, porque al no mirar a las pequeñas personas abajo y seguras haciendo la fila para disfrutar de una tortura, era menos desorientador. De cabeza perdía el norte y pensaba cuando Yoongi hacía analogías con atracciones mecánicas para referirse a lo que le estaba causando el mochi adorable al poco tiempo de conocerse: algo brusco sin vuelta atrás. ¿Tan terrible fue? ¿Así sentía su mundo de cabeza? Quizás empatizaba más con lo turbado que estaba al comienzo, intentando reordenarse y enfocarse una vez que ya no se podía bajar.

       

—Es un buen chico —comentó Yoongi una de las noches que se quedó a cenar en la casa de su amigo y sospechaba la dirección de su pregunta cuando insistía en saber su opinión del torpe chico rubio a su cargo.

—Es un mochi adorable, lo pensamos en acuerdo unánime, incluyéndote.

Yoongi internamente pensaba que sí, estaba de acuerdo, pero verbalizarlo era alimentar las suposiciones y planes de Hobi. Ya tenía bastante los últimos días entre los comentarios y bromas de su amigo, el mocoso Jeon y algunos de sus otros compañeros.

—¿Incluyéndome?

—¿Acaso no te gusta? ¿No crees que le queda ideal el apodo?

—Sí —respondió mirando la pantalla de su móvil, si alzaba el rostro, seguramente se notaría que sus mejillas estaban tornándose rosadas.

—¿Te gusta?

—No me refiero a eso, sino a que le queda bien lo de mochi adorable.

—¿Entonces piensas que es adorable?

—Acabo de decir que sí.

—¿Y no te gusta también?

Yoongi se sentía desmantelado ante Hoseok. Y sin admitirlo, era necesario, porque no sabía cómo se estaban armando las piezas en su vida y menos como redirigirlas.

—Quizás, algo —soltó sonrojado con la paciencia cerca de su límite. Sospechaba que "algo bastante" se acercaba a una respuesta más sincera.

—¿Tan difícil fue decirlo?

—No tienes idea lo que ese mocoso me hace...

—¿Y si pruebas explicarme?

—Es...es como cuando estás en uno de esos juegos de cabeza y tu cuerpo está rígido y no sabes por dónde empezar a focalizar la vista, porque gira, miras hacia abajo notando que estás perdido y desorientado, con la adrenalina corriendo y aunque quisieras bajarte, ya no puedes, solo te queda permanecer sin saber por dónde vas, si falta mucho para terminar, aunque al final es mejor rendirse y disfrutar.

—¿Es qué parte estás, hyung? ¿Resistiendo, rendido o disfrutando?

—¿Me ves disfrutando?

—La verdad es que sí.

Yoongi negó riendo, ni siquiera sabía en qué fase se encontraba, pero entre la tensión y la desorientación, disfrutaba de la compañía de Jimin y sus tiernas sonrisas.

        

Hoseok lo entendía un poco, con Taehyung su mundo también se sacudió, pero no de esa forma catastrófica, sino con la energía que tiene una pista de baile llena, dónde se desorientaba entre el tumulto, pero sabía a quién buscaba, a esa persona que lo mantenía en constante emoción cosquilleando por sus extremidades ansiosas por expresarse. Incluso el primer beso se sintió como moverse al ritmo de su canción favorita, perdiéndose entre el golpe de sus latidos y la vibración de la música resonando en su cabeza.

Sus dedos constreñían con fuerzas el tubo y juraría que los segundos eran demasiado largos porque el turno no terminaba nunca. ¿Normalmente duraba eso? ¿O el conductor de la atracción lo dejó andando y se fue a tomar una siesta? "Me quiero bajar", repetía una y otra vez, aunque al abrir la boca salían gritos que se combinaban con los de Taehyung y sus risas de chico contento. Abrió los ojos solamente cuando percibió que estaba en posición vertical, cabeza hacia arriba, piernas en dirección a la tierra y estático. Casi rearmado.

—Ahh~ hyung, pensé que iba a morir —suspiró Jimin, entre la adrenalina post susto y el placer, tendiendo sus manos hacia un Yoongi que lucía algo más pálido de lo normal.

—Yo igual —entrelazó sus dedos y dejó que el impulso hiciera el trabajo de ponerle en pie.

—Si sufres con esto, ¿por qué aceptaste un parque de diversiones? —se quejó Hoseok agarrándose de Taehyung para levantarse con toda la dignidad que le quedaba. Era consciente que la perdería en la montaña rusa.

—Porque disfruto de tus cortos trances de agonía.

Corroboraba su hipótesis de la venganza y lo reafirmaba cuando Yoongi eligió una atracción en altura. Taehyung le alentaba a disfrutar la vista. No era terrible, no era violenta, solo se sentía por los volando por cielos —no de manera maravillosa— y entregado a que no hubiera fallas mecánicas, si omitía esa parte hasta podía apreciar el panorama.

—Igual sería una linda vista antes de morir —Yoongi habló alto para que Hoseok escuchara.

Su hyung podía ser voluntariamente cruel a veces y disfrutarlo.

—¡Deja de asustar a Hobi hyung! —gritó Tae en un vano intento por ayudar, aunque sonreía. Le divertía la expresión aturdida de su novio.

Hoseok agradecía cada vez que sus pies tocaban el suelo y también a Jimin al segundo que insistió en comer algo. Sus piernas flaqueaban, solo quería sentarse un buen rato y darle a su cuerpo la paz que necesitaba. En realidad quería llegar directo a la cama y dejarse envolver por Taehyung, pero aún faltaban bastantes horas para eso.

Se desplomó con los brazos apoyados en la mesa y la cara hundida en ellos. Miraba a Yoongi de reojo, lucía cansado, pero alegre, la sonrisita aparecía espontánea y casi imperceptible, pero ahí estaba como muestra honesta de lo que no expresaba en palabras.

Jimin y Tae llegaron con "alimentos livianos" —técnicamente las frituras envasadas y galletas en peso eran ligeras— y refrescos de sabores. En teoría del castaño alto era más factible sobrevivir a las atracciones que faltaban con eso que con un almuerzo contundente, además de ser un buen aporte de azúcares. Hoseok dudaba, miraba la comida con inseguridad, la probabilidad de devolverla después del paseo por la montaña rusa era bastante alta, tanto como la de que su mejor amigo terminara con la piel irritada por el sol, ya notaba un poco rojizas las mejillas pese a las capas de protector que le aplicaba el rubio a cada hora.

Picoteó las galletas mientras veía como los menores hablaban animadamente. Estaba feliz de que ambos simpatizaron al instante y tenían varios intereses en común. Podrían volver a salir los cuatro —"a un lugar tranquilo la próxima vez por favor y gracias por escuchar mi petición"—.

Hoseok y Taehyung enmudecieron cuando Jimin sin dejar de hablar acercaba una galleta a los labios de Yoongi. La boca del castaño se abrió en sorpresa antes de soltar una exclamación enternecida y Hobi tuvo que contener la suya y reprimir la sonrisa burlesca por todas esas veces que su pálido amigo se mofaba de él y su novio por hacer lo mismo. Omitió comentarios, los reservaría para después, puesto que estaban en territorios peligrosos a los que Yoongi podía sacarles ventaja, justo como llevaba haciéndolo todo el día, solo que había una diferencia entre subirse a una tortura apenas comenzaba el proceso digestivo y hacerlo después.

Lo bueno fue que Taehyung no tuvo problemas en reírse y sacárselo en cara. Incluso dijo algo respecto a que Jiminnie había domado al gato arisco y Yoongi casi escupió su resfresco. 

Adoraba a Tae-Tae, hacían un buen equipo.

Hubo algo que captó la atención del castaño que miraba los dedos de Jimin tomar una de las frituritas de la bolsa.

—Levanta y extiende la mano —le pidió intrigado.

Parpadeó confundido y lo hizo. Taehyung acercó la suya y corroboró su impresión inicial. Las manos de Jimin eran pequeñas y delicadas, tenían un aspecto tierno y rellenito al lado de las suyas grande y de dedos largos. Comparó el tamaño de sus meñiques y se largó a reír contagiando a los demás.

Yoongi guardaba para sí mismo lo habilidosa que eran esas manos que tanto le gustaban y que en variadas ocasiones le arrancaban suspiros.

Las risas continuaron y Tae destacaba que sus manos estaban acorde con su cuerpo y Jimin comentaba que Yoongi no era alto, apenas diferían un par de centímetros, era más delgado y sus manos no eran pequeñas como las suyas.

Yoongi había fruncido el ceño, solamente un poco al notar la expresión de risa contenida de sus amigos.

—Es que Yoongi hyung no es blandito y adorable como tú —dijo el castaño como si fuera algo claro y explicativo.

Jimin negó, reacomodando su cabello, resistiéndose a exponer lo adorable que podía ser su hyung. Conocía esa parte del mayor que se mantenía escondida, pero existía y era tan real como que estaban los cuatro en un parque de diversiones teniendo una cita doble.

Cuando Yoongi se acurrucaba como un gatito a dormir una siesta, exigía mimos y a veces hablaba un par de octavas más agudo Jimin sentía que su pecho se estrujaba de ternura. O simplemente cuando reía y mostraba la sonrisa de dientes pequeños y sus ojitos se cerraban. Tan adorable que incluso emitía la impresión en voz alta. Se sentía privilegiado.

No necesitaban decirse algo, las miradas llenas de afecto que se dedicaban lo expresaban todo, Hoseok lo notaba. Incluso las comisuras de Yoongi se estiraban involuntarias y sí, le parecía adorable. Tanto tiempo esperando por eso.

—Díganme que buscaremos algo tranquilo después de comer —habló Hobi con la mirada suplicante.

—Podríamos ir a mirar las tiendas de regalos —sugirió Jimin acogiendo la petición implícita. No quería sacar al mejor amigo de su novio desmayado de alguna de las atracciones. Prolongar la pausa para reponer energías les vendría a todos.

Los menores caminaban de un lado a otro mirando cada cosa tierna a su paso, a Taehyung se le olvidaba fácilmente que habían algunos productos con carteles de no tocar y, antes de procesarlo, su mano se estiraba a tantear, entonces el vendedor de turno ponía una cara agria y Jimin apartaba al castaño con cuidado y le señalaba el mensaje.

Yoongi los observaba de tanto en tanto, sabía que el novio de su amigo tenía una habilidad innata para atraer problemas y el mocoso adorable era torpe, temía que chocara con algo y tirara los productos. Temor casi confirmado, porque vio un pequeño cerro de cajas tambalear y Jimin las sujetaba con la mirada asustada.

—¿Estás buscando uno para tu novio raro?

—Sí, busco un llavero bonito para Tae-Tae —remarcó, debatiéndose entre un león o un tigre.

—Paga ese por mí —pidió entregándole uno de los llaveros—. Iré a buscar a los otros dos.

Los llamó cuando estuvo a poca distancia.

—Vámonos antes que arruinen algo.

Taehyung apretó los labios como conteniendo la risa, como queriendo decir "justamente ya pasó" y en total acuerdo de irse lo antes posible. Yoongi no quiso preguntar, tomó la mano de Jimin y caminó a paso rápido hacia la salida.

Hoseok apareció un poco después de los otros tres y no se contuvo en entregar el obsequio, recibiendo en respuesta un cálido y efusivo abrazo, sosteniendo gran parte del peso cuando se empujó contra su cuerpo.

Yoongi apretó la mano que se ajustaba tan bien a la suya. Unos segundos de caricias en la piel suave con el pulgar y lo soltó para continuar el recorrido.

Hobi lloriqueó cuando se formaron en la larga fila para la montaña rusa. Miraba hacia arriba y escuchaba con atención el fuerte ruido de los carros y los gritos —algunos eufóricos, otros aterrados, seguramente de personas como él, arrastradas a sufrir—, provocando mayor ansiedad por más que Taehyung y Jimin intentaban distraerlo hablándole de cualquier cosa. Yoongi no, él reía con la expresión aterrada de su mejor amigo.

—Si estás tan asustado puedes retractarte —dijo el mayor encogiéndose de hombros y tono indiferente.

—Hobi hyung enfrentará su miedo —Tae sonrió.

—Después de este recorrido me queda claro que Hobi es un masoquista, no quiero imaginar qué clase de prácticas hacen en esas situaciones.

—Hobi me da nalgadas en la cama —dijo sin tapujos—. También...

—Suficiente información, mocoso, solo bromeaba.

Ni siquiera ese comentario remeció a Hoseok que seguía con la vista al cielo y el ruido de la fricción en los rieles taladrando sus oídos. Podría retractarse o podía esperar una falla y que suspendieran el funcionamiento de la atracción. También podría enfrentar y escuchar la risa alegre de Taehyung, cerciorándose que no iba a morir en menos de dos minutos después de hacer una fila diez veces más demorosa. Una prueba de valor. Y sí, se sentía masoquista por cada vez que subió a algo.

Ahora quería bajarse una vez que la barrera de protección se ajustaba a sus hombros, apretó el tubo hasta que sus nudillos se volvieron blancos. La subida era tan lenta para asegurar la bonita vista o la angustia para personas como él. Bueno, enamorarse era como una montaña rusa, con la salvedad que a Hobi le aterraba menos, en inversa proporción a Yoongi.

Hoseok prefería estar enamorado. Yoongi subirse a una montaña rusa. Claro, antes de rendirse al mochi adorable.

          

—Me perturba la idea, Hobi.

—No es terrible si dejas que las cosas fluyan, es bonito estar enamorado, hyung.

—¿Te parecen bonitas las montañas rusas?

—¿Qué clase de comparación es esa? Sabes que me asustan y te diré que no —protestó con un puchero.

     

A Yoongi le gustaba estar enamorado, no lo admitía a gritos, no lo hacía de forma directa, pero lo disfrutaba, tanto como la subida para apreciar el paisaje y la caída que creaba un vacío en su estómago, el viento chocando con la piel y el flujo de adrenalina disparado. La misma que se presentaba al besarse en un baño a ras de tiempo y la permanente incertidumbre de la vergonzosa interrupción.

La diferencia radical era la duración. Yoongi sabía que la relación no sería únicamente adrenalina, besos y hormonas bullendo. No sería un viaje de pocos minutos, al menos no desde su expectativa. Las de ambos. No sería una eterna montaña rusa. Había muchas atracciones que conocer y otras que repetir.

Miró hacia Hoseok con el cabello un poco revuelto y la expresión confusa. El alma volvió a su cuerpo cuando murmuró un "estoy bien" en dirección a Taehyung, con el estómago tan apretado como el resto de sus músculos antes de soltarse y echar la cabeza hacia atrás.

Ya finalizado el recorrido por el parque y el sol desapareciendo como sus energías, dejaron al final la rueda de la fortuna.

Después de toda la travesía y terribles parajes, para Hoseok estar en una pequeña cabina en altura sonaba tranquilizador y reponedor para su corazón alterado. Un bálsamo.

—¿Dejaron lo más cursi para el final? —se burló Yoongi, recargando su peso contra Jimin. Estaba agotado.

—Es lindo, desde arriba se verán todas las luces del parque— Taehyung sonrió con los ojos devorando los múltiples colores parpadeantes que iluminaban la rueda.

A Hoseok le parecía hermoso cada vez que lo veía con esa expresión de niño irradiando alegría.

—Suban ustedes primero —el castaño dio empujones a Jimin y Yoongi cuando se acortaba el turno en la fila.

El azabache entró primero seguido de Jimin, que al sentarse provocó un ligero mecimiento de la reducida estructura que los contenía.

—Si morimos...

—Nadie morirá hoy, hyung —interrumpió con un codazo suavecito entre las costillas y la cabina osciló.

—Y yo que pensé que Hobi lo haría en cualquier momento.

—Yoongi hyung —pronunció casi en un susurro, acariciando delicadamente sus mejillas rosadas—. Creo que el sol irritó tu piel —continúo delineando con roces sutiles. Por más capas de protector que aplicó no logró salvar a su novio del clima impiadoso—. ¿Duele?

Negó antes de agregar: —¿Te divertiste, Jimin-ah?

—Cómo no te imaginas —sonrió.

—Igual yo —fue su respuesta corta y precisa, cerrando los ojos unos segundos para deleitarse a totalidad de la caricia gentil. A ciegas rebuscó en su bolsillo y sacó un pequeño llavero con la figura tersa y estrujable de un pollito—. Ten, un recuerdo.

Jimin lo sujetó parpadeando sorprendido, mirando al adorable animalito y comprimiéndolo ligero entre sus dedos. Quería decirle que era muy lindo —el llavero y su hyung, por supuesto—, pero la frase no salía, en su lugar emitió un tenue jadeo en su intento de hablar.

Eran diferentes a la hora de entregar algún regalo. Jimin se lo tendía al mayor con entusiasmo y escrutaba expectante su reacción. Yoongi, en cambio, los dejaba como sorpresas casuales, dentro de su mochila o en la mesita al lado de su cama y al día siguiente el rubio se colgaba con los brazos alrededor del cuello ajeno.

Nadie lo convencería que Yoongi no era sumamente tierno. Adorable. Se encogió y apretó el obsequio contra su pecho.

—Me recordó a ti —agregó para romper el silencio.

—¿Parezco un pollito? —le dedicó una sonrisa amplia con los ojitos desapareciendo bajo las pestañas.

Yoongi alzó los hombros sonrojado, sus mejillas quemaban y ya no solamente por las consecuencias de la exposición al sol.

Jimin enganchó la argolla del llavero en uno de sus dedos antes de envolverlo en un abrazo, sin importarle que con la brusquedad del movimiento la cabina se agitara. El chico pálido escondió su rostro contra el cuello tibio, definitivamente su lugar favorito.

—Aww se están abrazando —reportaba Taehyung semi en pie, alterando el intento de calma de su novio, quien no sabía si era por el escaso, pero no improbable peligro o porque cada vez que se movía el balanceo provocaba que su corazón sensible diera un brinco desagradable.

—Tae-Tae, siéntate —rogó tirando de su muñeca.

—Hyung, se ven adorables —dijo con entusiasmo, sentándose sin cuidado.

Hoseok se tensó y cuando Tae se acomodó apegándose a su costado, pudo relajarse. Revolvió su cabello castaño con cariño y añadió: —Y pensar que Yoongi hyung no me creía cuando le decía que era afortunado.

***

Bueno, no fue el epílogo! y no sé, necesitaba hacerlo (y de paso proyectar mis ganas de visitar un parque de diversiones) y poner la cita doble, no iba a cerrar mi gestalt si no lo hacía uwu. Además de un poquito de vhope.

Pronto actualizaré el epílogo c:

Gracias por el amor 💕💕 y muchos cariños >u<

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