Parte 11: Stunning 2/2

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Yoongi inició la tarde con su ritual infaltable, hundiendo sus dedos entre las suaves hebras rubias de su novio, quien sonreía y reclamaba un abrazo que el mayor le negaba, retrocediendo y zafándose, riendo del puchero tierno que obtuvo en respuesta. 

Dosis de alegría, eso le aportaba el chico lindo que extendía sus brazos hacia él. "Yah, hyung" escuchaba la queja hasta que finalmente se dejaba envolver y rodeaba su cintura.

Abrazarlo también era parte de sus rituales y rutinas del día.

—Ustedes me darán diabetes —se quejó Jungkook al pasar por el lado de los mayores.

—Qué amargado, Jungkookie —dijo Chaeyoung siguiéndole los pasos para marcar su turno de entrada—. Se ven muy tiernos.

El chico pálido prefirió ignorar los comentarios y lentamente lo soltó. Jimin le sonría con los ojitos desapareciendo bajo los párpados y corroboraba, una y otra vez, que su novio era capaz de estremecerlo con gestos mínimos.

No había tanta gente, podía tomárselo con calma, incluso antes de ir por un cliente recién llegado, primero se fijaba si alguno de sus compañeros se adelantaba y así podía seguir ordenando vagamente mientras miraba a su novio ir de un lado a otro, siempre tan rebosante de energía que muchas veces parecía compartirle un poco con cada abrazo o cosa adorable que hacía. Como cuando tropezaba y le entraban ganas enormes de reír.

—Eres malo, hyung, pude haber caído —protestó al llegar a su lado.

—Le atraes al piso tanto como a mí, estoy seguro.

Jimin golpeó su hombro sin fuerzas en señal de queja.

—Mañana no podremos tener el día libre juntos —hizo uno de esos pucheros que a Yoongi nunca le dejaban de parecer adorables.

—Lo sé y lo entiendo —dijo acariciando su nuca mientras los ojos de Jimin buscaban los utensilios para preparar la malteada a uno de sus clientes.

Entendía a la perfección y apoyaba que la prioridad de su novio estuviera en la presentación que tendría dentro de contados días.

—Pero me gusta pasar tiempo contigo —dijo con voz dulce, tomando el bote de crema.

Recordaba los primeros días que sus manos suaves temblaban y la decoración con crema batida quedaba deforme. Yoongi solía dejar escapar un par de carcajadas y Jimin hacía uno de sus tiernos pucheros, entonces le decía con burla: "el cliente te odiará porque no podrá subir una linda foto a su instagram" y el rostro del rubio tomaba matices de pánico.

—A mí también —desde los inicios su compañía se fue haciendo cada vez más agradable hasta transformarse en algo indispensable.

—Pero extrañaré cuando no estés aquí.

Y su querido mocoso acababa de abrir la conversación pendiente justo cuando una familia cruzaba la entrada y atrás de ellos un grupo de amigos. Miró a sus compañeros ocupados y chasqueó la lengua antes de murmurar un "después seguimos", regalar una caricia cortita y partir.

Jimin suspiró y fue a su mesa a entregar la bonita malteada con una sonrisa. Estaba pensando en muchas cosas, entre ellas, la presentación del sábado —en tres días, remarcaba su agenda mental—. Pensaba también en cómo serían los turnos de trabajo sin intercambiar miradas con esos pequeños ojos negros y sonrisas cómplices, sin besos a escondidas y descansos llenos de mimos.

Días en que ya no podría mirar a Yoongi con su cara de "odio esto, pero igual lo hago", cada vez que tocaba bailar. Hasta que luego se soltaba cuando ponía una mano en su cadera e incitaba que siguiera su ritmo.

Al menos los nervios de la presentación no era lo único que le restaba concentración a su desempeño. Incluso eran menos a los de otras veces. Su hyung estaba ocupando un plano de atención bastante considerable. Desde que se conocieron, se asentó en un rinconcito de su mente y se expandió con el paso de los días.

Disfrutaría cada instancia posible, aún siendo consciente que no terminarían, solo se reducirían temporalmente. Ya habría otros espacios para compartir, tenían varios planes. Jimin daba por sentado que almorzarían juntos en la universidad. Además esperaba que le mostrara el campus y le ayudara a orientarse. "Es lo mínimo que puede hacer mi novio, ser un buen hyung y ayudarme", le dijo entre besos cuando compartían expectativas de un futuro cercano.

En el turno libre no despegó sus brazos de la estrecha cintura de Yoongi sentado en su regazo. Se aferraba como si la vida dependiera de ello y hundía su rostro en el cómodo espacio entre su hombro y el cuello.

—No es como si me fuera desvanecer —bromeó, comprimiendo sus costados con las piernas.

—Pero no tendré turnos de descanso contigo en la bodega o nos escaparemos del trabajo unos minutos al baño —dijo apoyando su frente contra la del mayor.

—Aún hay baños repartidos por todos lados, te recuerdo que la última vez que salimos estuvimos metiéndonos mano en uno —besó ligero sus labios mullidos.

Jimin sintió que el calor viajaba a sus mejillas y se expandía en su vientre. Esa noche se besaron por largos minutos en el baño de un local de comida tailandesa. De esos besos con efectos secundarios que atacaban directo a su entrepierna y si bien Yoongi se negó —a duras penas y con toda la fuerza de voluntad que logró reunir— a follarlo ahí mismo, había usado sus dedos largos para hacer que sus piernas temblaran y se deshiciera gimiendo en su boca.

Su hyung conocía a la perfección con qué ritmo seguir empujando dentro y dónde presionar. No fue ni capaz de pronunciar que acabaría hasta que miró la camiseta negra manchada de blanco. Avergonzado se disculpó y el mayor la guardó enrollada en su mochila poniéndose la camisa del trabajo.

—Lo sé, solo que será extraño no verte aquí y pasar menos tiempo juntos —intentó explicarse, aunque le costaba transmitir cómo fue que se acostumbró a la cantidad de horas que compartían y de un día a otro disminuirían.

De igual modo tendría que habituarse, cada uno tenía sus espacios y vivir pegados como siameses tampoco era bueno, la experiencia se lo había demostrado claramente años atrás. Estaban en fase de adaptación todavía, pensaba a modo de ánimo y consuelo, era normal que quisiera estar muchas horas con Yoongi.

—Jimin-ah, no dejaremos de vernos, puedo venir a buscarte, seguiremos saliendo, puedes quedarte en mi casa cuando quieras.

Yoongi esperaba sentirse aliviado de poder descansar una semana y al mismo tiempo ansioso de que los días pasaran rápido para finalizar su empleo veraniego, deshabituarse del olor de las hamburguesas y del exceso de gente, pero no estaba resultando como creía. Es decir, estaba ansioso y contando los días, pero para ver al mocoso adorable brillar en el escenario, no para dejar de trabajar.

Había tratado de mantener esa ansiedad a raya y no traspasarla a Jimin, que ya tenía bastante por su propia cuenta.

Sonreía de pensar en que fuera sábado, tuvo que hacer malabares para conseguir el día libre, Jin apenado le había regañado por no avisarle con tiempo y que intentaría persuadir a alguno de los meseros para intercambiar.

—Puedes cambiarlo conmigo —dijo la chica de cabellos negros con una sonrisa que Yoongi no sabía cómo demonios interpretar.

—¿Y qué quieres a cambio? —preguntó absolutamente desconfiado y ojos entrecerrados. Tenía fresco en la memoria las veces que le mandaba a tareas tediosas o hacía y deshacía a su antojo con los turnos ajenos cuando no estaba Seokjin al mando.

Si lo pensaba detenidamente en todo este tiempo no había interferido en sus turnos compartidos con Jimin. Podría haberlo hecho, pero no pasaba de un par de comentarios burlescos al día, que también se habían reducido. Quizás merecía el beneficio de la duda.

—Nada, ¿acaso no crees que pueda hacer algo bueno por ti? Además prefiero un domingo libre al sábado. Tómalo o déjalo.

Yoongi sorprendido y con algo de recelo que no lograba desaparecer, musitó un "gracias". Seokjin sonrió y reagendó los días libres de ambos.

Estaba todo planificado, hasta el horario en el que se juntaría con los señores Park y Jungkook.

Sujetó las mejillas tibias y llenas entre sus manos, acariciando en círculos con los pulgares. Cuando se fijó en su mirada de cachorro triste exprimió la piel blanda. Mochi adorable.

—Mocoso, sonríe para mí y te diré una noticia que te gustará.

Jimin lo miró interrogante y sus labios se curvaron en la sonrisa requerida.

—Un poco más.

Rio ligero, le gustaba la faceta cariñosa de su hyung. Estiró más las comisuras y dejó de mirar. Sonrió hasta que sus ojos se cerraron.

A Yoongi le encantaba esa sonrisa.

—Jin hyung saldrá el próximo fin de semana con Namjoon y dejará que nos quedemos en su apartamento.

—¿De verdad? ¡Seokjin hyung es el mejor!

Un fin de semana completo con su novio, para Jimin era alucinante. Dejó fluir la emoción apretando más a Yoongi contra su cuerpo.

—La condiciones son que usemos el cuarto de invitados, que esté todo impecable y las sábanas limpias cuando vuelva.

Yoongi habría querido que fuera una sorpresa, pero al ver sus ojos llenos de preocupaciones variadas la utilizó como la carta que guardaba bajo la manga.

Y funcionó, porque Jimin anduvo alegre el resto del día y al siguiente igual. "Veo que Yoongi te contó", le había dicho su jefe y el rubio no pudo contener el abrazo agradecido. "Confío que cuidaran mi apartamento".

La mezcla de emociones y la ansiedad que se negaba a dispersarse terminaron por decantar la noche del viernes. Había intentado dormir temprano, sus músculos estaban fatigados, pero su mente solo repetía "mañana tenemos que hacerlo bien", recordaba las partes en que tendía a fallar y repasaba la coreografía en su cabeza como quien repite el mismo video sin parar.

Tenía que detenerse, necesitaba alguno de sus cables a tierra. Pensó en dos personas y llamó a Yoongi esperando no despertarlo; sin embargo, lo hizo, dado que pronunció un "Jimin-ah" somnoliento, seguido de un "¿Pasó algo?".

—Siento despertarte, hyung —musitó despacio.

—¿Ansioso, Jiminnie?

—Bastante.

—Sabes que me gusta ayudarte con eso.

—¿Cómo lo harías?

Terminó con la mano bajo la ropa acariciando la piel febril. Envuelto por sus dedos calientes y la voz ronca del mayor que explicitaba con detalle dónde le gustaría estar besando y tocando. Preguntándole si preferiría sentirlo dentro o meterla profundo. Ambas, Jimin quería ambas, pero eligió la segunda y Yoongi describía respirando agitado cómo era la exquisita presión al interior de su cuerpo cuando cada centímetro de su dongsaeng se abría paso.

—Tus dedos se sienten mucho mejor.

—¿Te estás metiendo los dedos? —preguntó ahogado, moviendo más rápido su mano empuñada por la dura extensión.

—Lo hago imaginando que eres tú.

—Ah~, Yoongi hyung, muero de ganas por follarte —deslizó el pulgar por la punta húmeda.

La risa del azabache surgió entre los ruidos roncos y la respiración errática. La imaginación de Jimin volaba y recreaba la escena en su mente valiéndose de todos los recuerdos que servían de perfecta referencia.

Tembló, estaba tan cerca.

Mmh, Jiminnie, lo mejor es cuando te siento palpitar dentro, tan íntimo, tan caliente —dijo con la voz aterciopelada. Profunda como una caricia intensa y cálida a su oído.

No pudo más. Alzó las caderas y cerró fuerte los ojos.

—¿Mejor?

—Mucho mejor.

Se durmió con una sonrisa y bastante más tranquilo después que gran parte de la tensión fuera drenada en el orgasmo con el nombre de su hyung susurrado al teléfono.

    

Yoongi despertó anhelante después de un sueño reponedor. Volvía a sentirse igual que cuando era niño y asistiría a las clases de piano que daba su profesor de música en horario extraprogramático. Las esperaba todas las semanas, el día previo contaba las horas y se imaginaba con los dedos en las teclas reproduciendo las melodías aprendidas.

La emoción era similar, un golpe de energía y el deseo fuerte que el tiempo se acelerara, pero cuanto más rápido lo quería, más tortuoso era el paso de cada hora, cada minuto, cada segundo. Eterno como observar la cuenta regresiva del microondas.

Por más que lo deseara, los segundos no aceleraban su curso. El tiempo no respondía a los caprichos de nadie.

Mordió su labio al recordar la conversación con Jimin antes de dormir, tocándose y hablando sin pudor de todo lo que deberían estar haciendo.

Miró su móvil y respondió el mensaje de buenos días que envió su mocoso adorable un par de horas antes. Se acurrucó entre las sábanas, aún tenía tiempo de sobra, incluso para dormir un rato más. Fue imposible, su mente ya estaba activa.

—Tan nervioso que te ves y eso que es Jimin quien va a presentarse —dijo su madre al notar que apenas había probado la comida.

"Es inevitable", quiso responderle; si pudiera decidir voluntariamente, detendría esas reacciones fisiológicas exageradas. Le diría a su cuerpo que no era para tanto, "estás exagerando, solamente es la presentación de la persona cuya danza te ha cautivado hasta el último rincón de tu ser", que no lo tomara como un estresor, independiente si era un estresor positivo, pero no podía y ahí estaba su organismo conmocionado con insectos revoloteando en su estómago.

Feliz y ansioso.

—¿Vas a ir con ese pantalón rasgado en las rodillas? ¿Y esas zapatillas? —señaló el par de converse que llevaba en la mano.

Yoongi chasqueó la lengua, pero confió en el criterio de su madre. Se cambió por un pantalón negro y ajustado. También rebuscó un par de zapatos. Le envió un mensaje a Taehyung, asesor de vestuario, mostrando las dos opciones adjuntas en una foto y un "elige, mocoso". "El primero", llegó a los pocos segundos.

—A veces olvido lo apuesto que es mi hijo —dijo su madre con una sonrisa amable y poco habitual.

—Uh... ¿gracias? —respondió extrañado y con las mejillas acaloradas.

Ella dejó salir una risa suave y se acercó hasta su hijo, hundiendo delicadamente los dedos entre los mechones negros, cepillando su cabello con cariño. Yoongi cerró los ojos disfrutando de la caricia.

—Me gusta verte feliz, me gusta que estés junto a alguien tan apasionado como tú.

Yoongi asintió aún con los párpados apretados, recargando su cabeza en la mano que sostenía su mejilla. ¿Cuándo fue la última vez que su madre había sido así de cariñosa? Sin contar los abrazos de cumpleaños y celebraciones, sino de ese cariño espontáneo, de las ganas repentinas de abrazar y tocar.

Sabía que la mujer lo amaba, era mutuo, solo que no era particularmente entregada a las muestras de afecto. Pensaba que heredó eso de ella —y de su padre también—.

Jimin había despertado esa necesidad de dar y recibir cariño espontáneo con frecuencia en su día a día.

—Saluda a Jimin de mi parte.

Yoongi se despidió con un abrazo, tenía que aprovechar esa alineación de planetas que había ocurrido en el complejo universo que implicaba su madre.

Y con él también. Su complejo universo le señalaba un montón de sucesos que no había percibido por estar centrado únicamente en un pequeño fragmento. Un brote de sensaciones y emociones ignoradas y omitidas en el pasado. Remeciéndolo en el presente.

Pasó a la florería que le recomendó Hoseok y retiró su encargo. Llegó con el rostro encendido a golpear con delicadeza la puerta de los señores Park, siendo recibido por Jungkook y esa sonrisita socarrona.

—Qué romántico, no pensé que vería algo así de Yoongi hyung.

La madre de Jimin se asomó por el pasillo y miró maravillada las flores. Sonrió enternecida de la expresión cohibida del chico pálido.

—Qué lindo gesto, Yoonie, a Jiminnie le encantarán.

—Y yo que pensaba que Yoongi hyung solo regalaría flores en funerales. Esto es adorable

"Maldito Jeon", el mocoso usaba ese tono suavecito, pero disfrutaba riéndose internamente, lo sabía. Contuvo sus ganas de golpear el rostro del menor con el ramo y hacerle tragar los pétalos.

—Hyung, si estás pensando en azotar el ramo en mi cabeza, sabes que es mala idea, arruinarías tu obsequio.

"Maldito mocoso". La madre de Jimin reía bajito, ofreció té y café —esto último fue oferta que no pudo rechazar— antes de partir.

No fue exactamente cómodo ir sentado entre el hermano de Jimin y Jungkook, considerando que este último creaba sinergias negativas, se potenciaba con personas para dar rienda suelta a sus bromas y burlas. En el trabajo lo hicieron juntos un par de veces, haciéndole creer a Seokjin y un par de compañeras que había un alma en pena disturbando en el local. El mocoso convenció hasta al encargado de cocina para colaborar y darle un susto a su jefe y al resto del personal.

Luego esa sinergia surgía al juntarse con Hoseok para volcar sus energías cada vez que podían en Yoongi, Jimin y la torpeza de ambos para lograr un camino expedito en la relación, perdiéndose en detalles que no dudaban en remarcar o situaciones que sacar de contexto para enrostrarles que tenían algo muy fuerte —aquellos días en que la relación no tenía forma, ni nombre definido—.

Ahora con el hermano de su novio, los dos se entretenían haciendo preguntas incómodas. Los señores Park reían en lugar de intervenir. Yoongi reducía sus opciones a responder con monosílabos. Si no eran las preguntas, eran relatos de anécdotas en el trabajo y forzaba el autocontrol para no enterrar la cara en el ramo y ver si lograba desaparecer entre las flores.

—Qué manera de divertirme contigo y con Jimin, son los mejores hyungs que pueden existir —decía limpiando la orilla de sus ojos húmedos.

El mayor lo miraba con el entrecejo fruncido y Jeon volvía a reír. Entendía plenamente cuando Jimin comentó que era un dongsaeng perverso.

Llegaron temprano, aunque comenzaba a llenarse, tenían asientos reservados en la tercera fila —privilegios de los alumnos antiguos y avanzados de la academia—.

Los señores Park conversaban animadamente con los que asumía eran padres de algún compañero cercano por la familiaridad del trato. Leyó el folleto que le entregaron al entrar con la programación de las presentaciones de los distintos niveles.

—Saldrá en la última presentación —se adelantó Jungkook—. Como sigas estrujando el ramo lo romperás.

Yoongi consciente de lo que hacían sus manos dejó de apretar.

Los segundos pasaban lento y trataba de ponerle atención a Jungkook que le hablaba y apenas agarraba una que otra palabra para no perderse del todo. Pese al esfuerzo, su mente ansiosa estaba viviendo adelantada al reloj. Exigiendo y reclamando "por qué tarda tanto".

—No me estás escuchando, hyung —bufó con la expresión distraída de Yoongi al pronunciar un "¿qué?"—. Y yo que te acababa de contar información importante de los sueños e ilusiones de Jimin —mintió.

—¿Qué? ¿Qué información?

—No, ya no sabrás —sonrió divertido.

Iba a protestar, pero las luces se extinguieron al igual que el barullo. Tres presentaciones, solo tres, se recordaba para calmar sus nervios.

De cualquier modo, terminó con la concentración focalizada en los bailarines y disfrutando de su trabajo. Buenas coreografías y selección musical que lograba envolver al espectador en sentimientos y una historia.

Su cuerpo entero se tensó cuando anunciaron al último grupo. La expectación se sentía como un vacío en el estómago y un cosquilleo hacía el recorrido completo por su organismo. La música inició y la euforia fue una fuerte detonación en su interior.

Al primer movimiento realizado por Jimin, Yoongi ahogó una exclamación. Tan grácil, tan hermoso. Cautivado al instante. El bailarín rubio era un depredador que lo hipnotizaba. Lo había atrapado. Lo había envuelto. Una vez más, con más fuerza.

Jimin no necesitaba volar para hacer sentir al mayor como si lo mirara revoloteando y dominando el cielo. Ni siquiera él mismo se sentía con los pies en la tierra.

Contaba su historia y Yoongi se dejaba seducir entre los giros, la flexibilidad de sus piernas al saltar y extenderlas, la expresión segura de su rostro, que variaba de acuerdo a lo que transmitía en su interpretación de la pieza. Melodía tranquila, semblante angelical y movimientos suaves, delicados. Percusión fuerte, aparecían los quiebres y saltos, todo en Jimin señalaba intensidad y retumbaba en los sentidos del espectador.

Fuego puro, porque Yoongi sentía el calor en su pecho agitado. La sangre era como la lava. Se consumía ahí mismo, se deshacía en su asiento. Cayendo en cuenta del exceso de belleza y pasión que destilaba la esbelta figura.

Una a una, cada moción sincronizada con el ritmo de las notas.

¿Estaba temblando? No, su cuerpo estaba paralizado. Temblaba por dentro, las emociones vibraban, pero se bloqueaban en su posición inmóvil de extremidades rígidas, ojos fijos al frente y boca entreabierta. Estupefacto.

Hubo una desconexión, no daba órdenes y su cuerpo actuaba por cuenta propia. Se había levantado y aplaudía, pero sus sentidos estaban absortos, reproduciendo esas hechizantes secuencias de pasos y ahora que el estruendo de las palmas atravesaba a golpes sus tímpanos, lo llamaban a aterrizar y lo hacía desorientado.

Necesitaba abrazar a Jimin, sentirlo cálido, sólido, real. Convencerse que no tuvo un sueño maravilloso. Uno en el que soñaba con la belleza misma y personificada.

"Jimin es asombroso", respondía cuando le preguntaban su impresión, relamiendo sus labios, impaciente. Asombroso no era un término equiparable.

El bailarín rubio caminaba hacía su familia con una sonrisa tímida y las mejillas rojas, con la felicidad brotando sin control cuando notó el llamativo ramo de flores en las manos de su novio. Apuro los pasos para llegar a ellos con los brazos abiertos.

Primero recibió las felicitaciones y abrazos de su familia, de Jungkook y al final, cuando su mirada brillante estaba en el azabache, su pulso flaqueó al tomar las flores que acababa de tenderle.

—Jiminnie —pronunció con la voz ronca y cargada de afecto.

Jimin como pudo sostuvo el ramo y con el brazo libre rodeó a Yoongi, recitaba su nombre y se apegaba todavía más. Miraba directo a sus ojos oscuros rebosantes de admiración. No había necesidad de decirle "lo hiciste muy bien", "felicidades por la presentación", las palabras no le hacían justicia a todo lo que sintió en aquel fragmento breve, atrapado por la historia y las emociones que expresaba con cada parte de su cuerpo. Con la belleza de sus movimientos. "Asombrado, maravillado" representaba solamente una ínfima parte. 

La señora Park sonriente tomó el ramo y Jimin pudo estrechar con fuerzas la pequeña cintura de su hyung, quien lo estrujaba más firme y escondía el rostro en su cuello.

Tan sólido, tan real y junto a él.

Muchas veces cuando las cosas no resultaban como quería, cuando las circunstancias lo ponían a prueba y dividía la responsabilidad entre sus errores y las azarosas situaciones externas maldecía y se quejaba del factor fuera de su control: la suerte.

Contrario a esas veces que le decían "la suerte se la hace uno", Yoongi con sarcasmo respondía "verdad que yo determino a voluntad en qué momento un pájaro me echará la mierda encima o hago intencional que el autobús que tomé justo tenga desperfectos técnicos a mitad de camino cuando voy a rendir un examen". Namjoon prefería aludir a las probabilidades. Al final siempre terminaba encogiéndose de hombros, diciendo "hay que vivir con ello" y de tanto en tanto maldecir para quitarse el enojo de encima. No todos obtenían el ticket ganador de la lotería. "No todos son afortunados".

Cuando compraba sus boletos no le atinaba a más de dos números de un total de siete. Ya era un precedente que el factor suerte no estaba de su lado, que las escasas probabilidades de ganar algo fácilmente no pensaban cruzarse con su vida.

Prefería centrarse en lo que sí podía controlar, aunque las circunstancias fortuitas dificultaran sus acciones. "Jodida suerte", se quejaba y seguía adelante.

No esperaba nada de la suerte y dudaba que esos encuentros destinados, las casualidades maravillosas, estuvieran ahí para él. Hasta que apareció un chico rubio y torpe, que chocaba con las mesas, de sonrisa bonita a disturbar su complejo universo. A llenarlo de mariposas. Querer, necesitar, entregar y entregarse.

Porque de una forma u otra, fueron un conjunto de decisiones, mezclas de probabilidades, azar y empujones del destino que les hizo encontrarse ese verano.

Había tenido más que solo un poco de suerte. Nuevamente Hoseok había acertado, realmente era afortunado. Más de lo que habría podido creer.

Muy afortunado, reiteraba dejando pequeños besos en la piel tersa y la risa vibrante de Jimin cosquilleando en sus labios. 

  

***
;A; mis disculpas por la demora (se supone que quería terminarlo ayer y a veces soy más lenta de lo que esperaba). Queda pendiente un epílogo uwu (no me acostumbro a esto de concluir historias, se siente raro, aunque disfruté escribiendo esto).

Muchas gracias por todo el amor >n<. Tienen el mío también por montones 💕 💕.  

Mi mente no deja de pensar en varios escenarios para estos chicos preciosos ❤️. Volveré con más YoonMin/JimSu. 

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