Parte 10: Perfect 1/2

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Jimin no tenía demasiados recuerdos que fueran sinónimo de felicidad rebosante. De esa que era tan intensa que surcaba en el estómago y en el pecho. Que le hacía encogerse y reír, incluso si se permitía sentirla en toda su magnitud hasta podía aguar sus finos ojos. La vez que lo sintió fue cuando era un niño y lo condecoraron como el mejor bailarín de su generación, sus padres aplaudían, lo llenaron de tiernos peluches y flores que hacían picar su nariz. Recordaba haber llorado en el regazo de su madre, quien le secaba con pañuelos.

Ahora se sumaba Yoongi. De solo pronunciar "novios", se llenaba de euforia y abrazaba su almohada. No lloraba, pero temblaba y reía. Quería bailar, necesitaba sacar la felicidad de alguna forma, de esparcirla por sus extremidades que se movían ansiosas pensando en todas las canciones que le gustaban.

Tenía un cuerpo pequeño para contener tanta de esa felicidad, que sonrió tan amplio que sus ojos se cerraron y su corazón daba brincos violentos cuando su hyung durante la cena con voz tranquila frente a su familia dijo "la verdad es que estamos saliendo", se encogió de hombros y siguió comiendo. Yoongi no estaba así de calmo, lo sabía, su pulso no era firme, pero ese instante lo hizo forzarse a no tiritar también, algo de compostura debía guardar frente a sus suegros y cuñado.

Era tan real. Estaba pasando y a segundos le parecía estar soñando, pero el beso de despedida y el pellizco en la mejilla le decía que no.

Incluso cuando llegó a su casa era una hoguera de euforia que se veía a kilómetros. No se contuvo en contar con entusiasmo que estaba saliendo con su hyung. Sus padres hablaban algo acerca de celebrar y que Yoongi estaba aprobado por consenso familiar.

Bailó una de sus canciones favoritas mientras se quitaba la ropa y la reemplazaba por una camiseta holgada antes de meterse a la cama. No podía finalizar el día sin cumplir con su deber de mejor amigo y llamó a Jungkook para actualizarlo de las maravillosas novedades de su vida —o más bien era Jungkook cumpliendo su deber y recibiendo esa llamada tarde en la noche justo cuando decidió dormir temprano, escuchando una voz aguda por el entusiasmo contra su oreja y forzando su conciencia aturdida a procesar la información—.

También le escribió a su novio. Y la alegría no dejaba de vibrar cada vez que saboreaba en su mente la palabra.

"Hyung~ <3"

"Mocoso <3"

"No así :("

"¿Jiminnie?"

"Sí~"
"Buenas noches, Yoongi hyung"
"Sueña conmigo"


"¿Es una orden?"
"Sería un placer"
"Buenas noches, Jiminnie".

      
Para Jimin literalmente sería un placer soñar con el mayor. Esperaba hacerlo, le mandaba la orden a su cerebro, pero no funcionó. Aunque sí despertó lleno de energía para destinar en el ensayo matutino y después en su turno de trabajo, porque vería a Yoongi y sabía que volvería a recargarse de ánimos, olvidando la fatiga de sus músculos.

  
          
         
    
En cambio, para Yoongi no hubo despertar lleno de energía. Hubo despertar con casi infarto incluido, porque algo se removió en su cama y cuando abrió sus ojos divisó borroso una figura hundiendo el colchón. Sentidos semi sedados que se activaron de inmediato por el susto, haciéndolo saltar, luego maldecir cuando la figura empezaba a tomar forma de Hobi.

Hoseok consideraba que había actuado bastante razonable al contenerse de correr en medio de la noche a su casa cuando le escribió que ahora estaba saliendo oficialmente con el mochi. Tenían mucho de qué hablar y en persona era mejor. Una de esas cosas consistía en establecer planes para una cita doble en algún tiempo cercano.

—Vamos, solo recrea para mí cómo fue que pasó todo —rogó con las palmas juntas y ojitos de cachorro.

Yoongi volvió a negar, ya con una vez fue más que suficiente. Sus mejillas ganaban calor de tan solo recrear la escena en su cabeza.

—Lo hice para ti cuando te conté que le había pedido a Tae-Tae que fuera mi novio.

—Y recuerdo haberte dicho "no es necesario que lo hagas" y lo hiciste de todos modos.

Hoseok había tomado sus manos y le habló como si fuera Taehyung mientras Yoongi hacía una mueca turbada.

Si bien no hizo la representación, le contó con más detalles cómo ocurrió, iniciando con las citas improvisadas de las que no le informó —Hoseok lo miró como ofendido—, siguiendo con la tensión y las miradas apenadas de Jimin. "Es que para algunas cosas eres medio lento, hyung", le había dicho su amigo. Finalizó relatando la noche de ayer y la incómoda cena familiar, aunque a ellos le agradó el rubio, así que no podía quejarse.

—No estoy acostumbrado a esto —comentó sentado en la orilla de la cama y con el cabello desordenado.

—Lo harás, no es como que tengas que pensar mucho.

—Lo haces sonar fácil.

Yoongi lo pensaba una y otra vez. Novios. Pensaba en los errores de su relación pasada para no cometerlos en esta. A ratos se decía que exageraba, que era demasiado autocrítico. En otros, creía que así era su forma de ser y quizás a Jimin lo cansaría y aparecía una persona más enérgica, llena de ese algo que no tenía y no podía entregar.

Inseguridades. Tenía muchas de ellas, por más que las tomara y las enterrara para que no se vieran. Hasta que aparecían personas como Hoseok que lo leían con la facilidad de sumar uno más uno.

—¿Por qué te cuesta tanto disfrutar de algo sin complicarte?

Suspiró pesado y se respondía a sí mismo que era porque le importaba hacer las cosas bien y la autoexigencia estaba en sus genes. Quería ser una buena experiencia para Jimin, del mismo modo que el mocoso lo era alterando su monocromática vida.

—La perfección no existe, hyung.

Lo sabía, pero aquello no evitaba que intentara dar lo mejor para estar cerca de ella. Era plenamente consciente que la perfección solo actuaba como ideal, como una guía que a veces le pasaba la cuenta.

—Solo dale mucho cariño a ese mochi adorable.

Y Hoseok lo reducía todo a una sugerencia tan simple y quería afirmarse de ello. Seguir y dejar que esas muestras espontáneas de afecto que tenía con su dongsaeng aparecieran sin ser reprimidas. No como antes. No como cuando entregaba y recibía el cariño en dosis racionadas porque pensaba que se iba a acabar.

—Vamos, hyung, de pie —Hoseok tiró del cobertor—. Le dije a tu mamá que ayudaríamos a sacar la maleza del jardín.

—Si quieres sacar maleza hazlo tú y a mí no me metas —Yoongi gruñó e intentó acurrucarse jalando de vuelta el cobertor a su cuerpo.

Terminó siendo arrastrado por su mejor amigo y ahí estaba con las manos llenas de tierra, arrancando la hierba y el sol atacando su piel delicada tapada en protector. Por estas cosas era que su madre amaba a Hoseok.

Salió con el cabello húmedo de su casa y el frescor era un alivio cuando sus hebras negras absorbían la veraniega luz abrasadora, aunque el cuerpo caliente de Hobi y sus brazos rodeándolo estaba lejos de grato.

Cuerpos juntos y calor era una combinación que rechazaba.

"No cuando se trata de Jiminnie", atacó rápido su mente ágil.

Su amigo le había dicho que disfrutaría más de los brazos de Jimin y no podía negar que era cierto. El peso del bailarín contra su espalda se sentía distinto, tal vez influía que el viaje en bicicleta no era con pleno sol encima, pero su aroma y su inflexión suavecita cuando susurraba hyung marcaban una diferencia radical.

—¿En qué momento pasaron tantas cosas? —preguntó Chaeyoung en voz alta y Jimin hizo un gesto con la mano para que hablara más bajo—. Es que es muy lindo esto.

Jimin se escogió ligero cuando su mirada se cruzó con la del recién llegado Yoongi. Su hyung se acercó a saludar y, como se había transformado en costumbre, revolvió el cabello sedoso. Era como un ritual que había adquirido para iniciar bien la tarde.

Al mayor no le molestaba si Jimin hacía de conocimiento público que el rumor de que estaban saliendo se había transformado en noticia oficial. Lo confirmó mediante una leve sonrisa antes de ir a marcar su turno de ingreso.

En lo concreto no sentía enormes diferencias entre el antes del novio y después. Las caricias cortitas al pasar por el lado del otro y acordar el turno de descanso juntos seguía como tal. Los besos a escondidas también. De igual forma era parte de la rutina que Yoongi pasara a dejar a Jimin a casa e intercambiar conversaciones por mensaje antes de dormir.

Lo nuevo fue que Jimin lo llamó el miércoles por la noche en lugar de escribir y hablaron por horas hasta que la voz del otro se transformó en un murmullo arrullador.

Agregaba cuando los señores Park lo invitaron a cenar el jueves. La madre de su dongsaeng —suegra— cumplió con lo prometido, le mostró varios videos que tenían al chico pálido asombrado con los ojos en la pantalla del televisor y la boca entreabierta. Jimin nunca dejaba de embelesar sus mundanos sentidos con algo tan celestial como su danza.

Más novedoso aún resultó la mañana del viernes. Yoongi entre gruñidos había maldecido a Hoseok por ir a despertarlo, "cero respeto por el descanso ajeno" rezongaba. Apretó más los párpados y dio media vuelta, queriendo retomar el sagrado espacio de sueño.

—Yoongi hyung —se quejó el invasor.

Entonces distinguió la voz dulce de su querido mocoso y su pulso se disparó a la estratósfera. ¿Qué hacía en su habitación? Bueno, se convencía que su madre era capaz de invalidar su privacidad y hacer que las personas entraran con confianza a su santuario con tal que lo sacaran de la cama.

No sería así, Yoongi envolvió la cintura de su novio y empujó hasta recostarlo a su lado.

—Quiero dormir, mocoso —dijo con la voz ronca y cansada, acurrucándose sobre el pecho de Jimin, escuchando latidos igual de acelerados que los suyos

Jimin se dedicó largos minutos a rascar con la yema de sus dedos el cuero cabelludo. Estaba fascinado con la expresión plácida y los pequeños ruiditos de satisfacción que sonaban como ronroneos. Sentía que estaba en un sueño, demasiado bueno como para convencerse que de verdad estaba con su hyung en la cama, compartiendo mimos.

—Es difícil sacar a mi hijo de la cama —oyó desde el otro lado de la puerta y el sonrojo acudió inmediato a sus mejillas llenas.

Entre quejidos Yoongi terminó por levantarse, no sin antes robarle un beso casto al menor. Si no hubiera estado en el trance dormido-despierto, habría notado lo roja que estaba la cara del menor y como los ojos analizaban cada parte expuesta de su cuerpo.

Esa mañana descubrió una de las maravillas del mundo —a parte de la que fue ver a medio vestir a su novio— como su hyung ponía una expresión tierna y le hablaba agudo a Holly que entró veloz al cuarto de su amo. Le dedicaba palabras bonitas y se agachaba a acariciarlo.

Demasiado adorable para Jimin que ponía la mano en su pecho como si con ello pudiera sujetar su corazón agitado y mantenerlo más o menos quieto en su sitio.

Yoongi también sentía las emociones oscilando en su organismo y que al mismo tiempo todo sucedía en una dimensión paralela que miraba calmado desde la distancia, pero luego sus manos chocaban con la otra más pequeñas acariciando el vientre peludo de su perrito, entonces se daba cuenta que estaba pasando, se percataba del roce de cada milímetro de piel tibia.

Realmente quería hacer las cosas bien con Jimin, era el pensamiento que continuamente hacía acto de presencia en su mente. Meditó un poco si llevar o no a cabo una idea, una pregunta. Quizás ella podía ayudar, después de todo fueron dos años.

Le escribió un corto mensaje, lo borró, lo volvió a escribir. Mejor no... o mejor sí, apretó enviar sin mirar y guardó su teléfono móvil.

Llegó junto a Jimin al trabajo y un conjunto de miradas no tardaron en caer sobre los dos. Las sonrisitas no tardaron en aparecer.

—Tienes hartas cosas que contarme, Yoongi —dijo Seokjin cuando pasó por el lado del chico más bajito—. Es lo mínimo que merezco por acomodarles juntos los turnos.

Yoongi sonrió un poco. Le estaba agradecido a su hyung aunque no se lo dijera con la frecuencia que Jin esperaba.

—Te llamaré esta noche porque quiero detalles.

—Sabes que existe una gran probabilidad que no te conteste.

—No te atreves a ignorarme, Min Yoongi.

El aludido soltó una risa sonora por la expresión indignada de Seokjin y partió hacia las mesas ocupadas.

Miraba de reojo a Jimin sonriendo y su pecho se entibiaba. Miraba ansioso la pantalla de su celular y no había respuesta todavía. ¿Tanto lo necesitaba? Debía respirar y seguir. Creer por sus medios que lo estaba y seguiría haciendo bien. Que ya no era como cuando su madre decía "¿eso fue todo?" cuando le mostraba algo de lo que estaba orgulloso, alguna calificación, alguna composición. Sabía que era su forma de incentivarlo a dar más y al mismo tiempo una condena a convencerse que no era suficiente.

Eterna batalla cuando se decía "está bien, estoy conforme". "¿Lo estás?".

Le había pedido a Suran una crítica honesta de su desempeño en la relación, ya que se negaba a cometer los mismos fallos con su dongsaeng.

Jimin le buscó y sujetando su mano lo llevó al beatífico santuario de cajas y estantes. No tardó en demandar los besos que dejaban sin respiración, saboreando el dulzor de su boca, trazando caricias por su cuello.

La unión de labios fue tornándose lenta, se tomaban el tiempo que tenían y los dedos que encajaban piel y solidez en las caderas y los hombros, iban cediendo la presión.

—¿Tienes sueño, hyung? —preguntó tras ver los pequeños ojos oscuros entrecerrados.

—Creo recordar que un mocoso adorable apareció sin permiso en mi habitación.

—Solamente quería pasar por ti antes del trabajo —hizo un puchero—, pero tu mamá me dijo "sube a sacar a Yoongi de la cama, por favor" y no pude negarme.

—Debimos seguir durmiendo —dijo bajito y abrió las piernas para darle un espacio—. Ven, recuéstate.

Yoongi abrazaba a Jimin, apoyando la mejilla en su hombro, cerraba los ojos y luchaba por no caer dormido. El rubio estaba cómodamente apoyado con la espalda en su pecho, aprovechaba de acariciar las piernas a sus costados, usaba ambas manos para intentar definir el contorno, sintiéndolas delgadas y firmes.

Los minutos se prolongaban entre mimos y el calor del cuerpo ajeno. Yoongi deslizaba la punta de la nariz por la piel tersa. El aroma de su novio ya se había grabado a fuego en su memoria.

—Me haces cosquillas —dijo riendo bajo y ligero.

No le importó, siguió con las caricias dejando un par de besos.

La vibración proveniente del móvil que su hyung guardaba en el bolsillo le hizo voltear. El chico quitó uno de sus brazos para rebuscar el aparato, chequeó la pantalla y notó que había respondido.

Jimin miraba curioso al mayor con la atención fija en el teléfono, aunque sin intenciones de preguntar.

Yoongi estaba convencido que si quería comenzar con algo y hacerlo bien, debía ser abierto y entregarse a las tiernas manos de Jimin. Seguir compartiendo con él desde sus intereses hasta fragmentos de su historia. Exponerse tal y como era.

Le habló sobre la persona remitente del mensaje. Le contó su historia con ella mientras Jimin apoyaba la cabeza en uno de sus hombros y escuchaba atento sin interrumpir. Agregó que fue a quién vio el día que compartieron el primer beso. El día que el baño del trabajo dejó de ser solo eso para Yoongi.

Baños igual a lugares especiales si estaba con Jimin en uno de ellos.

Y terminó explicitando su temor.

—No sé muy bien cómo llevar esto, pero quiero hacerlo.

"No sé cómo llevar esto y que no termines por aburrirte". Quiso ser más específico, pero no resultó. La frase se atascó en su garganta.

—No es como que pueda decir "yo sí", hyung —susurró, sujetando sus manos, delineando sus dedos largos—. Tampoco es que me maneje en las relaciones, pero me hace feliz empezar esto contigo.

Muy feliz. Había repetido.

Le gustaron personas sin ser correspondido y tuvo un par de relaciones, ninguna demasiado larga, aunque llenas de las cursilerías que le criticaba Jungkook, confusas y volubles. Relaciones que encajaban con su mentalidad de quinceañero tiempo atrás.  Una de esas fue un corto romance de verano en su tierra natal —de ahí su temor, quizás— y al finalizar junto a las vacaciones, ella le confesó que tenía otro novio en su ciudad y no lo dejaría por algo que la distancia física separaría de todos modos. En la segunda, la chica se enojaba por el contacto con sus amigas y terminó alejándose, estuvieron pegados como siameses, los espacios propios y la independencia quedaron en el olvido. Ahora que lo miraba con distancia y mayor grado de madurez, no era exactamente sano, se cuestionaba si realmente había estado tan enamorado.

Ninguna le hizo sentir ni una mínima parte de lo que pasaba con Yoongi. Como si todo lo que hubo antes no fuera más que ensayos e instancias de aprendizaje. Por más que quisiera pegarse a su hyung, no volvería a una simbiosis nociva. Por más romance de verano, cuando hubiera cambio de estación la relación permanecería.

—Jimin-ah, tu vida parece un drama adolescente de televisión —comentó con una sonrisa cariñosa.

—Pero hyung, ahora estás participando como coprotagonista —dijo con los ojitos formando líneas—. Eres la mejor temporada de mi serie.

¿Podía morir ahora? Porque el mocoso quería matarlo con frases como esa. Escondió el rostro avergonzado en su nuca, hundiéndose en el cabello rubio que cosquilleaba leve.

—Detente, Jiminnie, entendí a lo que quieres llegar —pidió en un murmullo.

No fue un descanso lleno de besos apasionados y manos inquietas buscando piel y zonas sensibles, pero para Jimin fue conmovedor hasta la médula haber tenido un espacio de intimidad a otro nivel. Haber entrado un poco más profundo en la vida de su hyung y seguir abriendo la propia.

Había mucho más que conocerse.

Su camino estaba recién comenzando.

Jimin besó uno a uno sus dedos. Fue ahí que Yoongi corroboraba que todo lo que leyó y escuchó alguna vez que le pasaba a las personas enamoradas —y que lo pensaba como un mito— lo estaba experimentando en carne propia.

Partiendo por las mariposas aniquiladoras de las que tanto le hablaba Hoseok —aunque sin la palabra aniquiladora de por medio, las llamaba maravillosas—, también eso de sentir el corazón en la garganta y de ser extremadamente consciente de que los latidos podían ser tan fuertes y retumbar vibrante dentro del pecho. Todo llegó junto con Jimin y sus sonrisas bonitas de ojitos cerrados, con los labios mullidos apretando contra los suyos y cuando creía que esos síntomas iban a suavizarse después de darle rumbo definido a la relación...no era así.

Estaba en un agresivo juego mecánico de parque de atracciones, una montaña rusa, de repente iba en subida, apreciando el paisaje, tranquilo, todo lucía bonito desde la altura y al segundo después un vacío en el estómago, adrenalina y el corazón ascendiendo. A momentos contemplaba en absoluta calma a Jimin, apegado a su pecho, al siguiente había besos y el menor le invitaba a una cita el domingo, sentía que caía y la tensión emocionante se concentraba en su vientre.

—¿Pensaste en qué haremos?

Jimin negó haciendo un pequeño puchero y Yoongi besó el labio abultado.

—Tienes tiempo para sorprenderme, Jimin-ah.

¿Cómo iba a sorprender a su hyung? Los días pasaron muy rápido y tenía la cita encima. El mayor había planificado algo especial, no podía simplemente llevarlo al cine, además ya habían ido hace poco.

—Bromeaba, no te compliques, mocoso —besó su frente antes de volver.

Quisiera no complicarse, pero no podía por más que Yoongi le revolviera el cabello. Tiró suplicante del brazo de su mejor amigo en busca de ideas.

Jungkook suspiraba resignado. Los dos si bien se complementaban mucho el uno al otro, no dejaban de ser tan parecidos en algunas cosas. Como por ejemplo la creatividad para planificar citas y ver en el buen dongsaeng una fuente de sabiduría. Jeon simplemente pensaba que tenía bastante sentido común —nada de otro mundo— que al parecer se reducía en la gente enamorada.

—Entonces, ¿qué me sugieres, Kookie?

—¿Cine?

—Fuimos hace poco.

"Anda otra vez", se tentó a responder Jungkook.

—¿A comer? ¿Una cafetería?

—Puede ser, pero es muy poco, quiero pasar el día completo con él.

—Varias cafeterías entonces.

—Kookie, necesito ayuda seria.

—Estoy siendo serio, partiendo por descartar lugares abiertos y llenos de gente —explicó encogiendo los hombros—. Puedo apostar mi cabeza a que fue un sacrificio para alguien letárgico por excelencia como Yoongi hyung  asolear su piel blanca fantasma y rodearse de bulla el día que salió contigo al parque.

Jimin no podía dejar de repetirse que su hyung buscaba las maneras de consentirlo.

—Busca algo acorde para alguien cuyo día libre de ensueño es pasar echado en la cama durmiendo.

Parpadeó y sus labios se abrieron. Armó una red de conexiones y en menos de un segundo estaba ahí lo que tardó días en encontrar. Había llegado el insight salvador de todas sus preocupaciones.

—Te adoro, Kookie —dijo sonriendo amplio e intentó abrazarlo.

—Lo sé, pero retrocede, no es necesario...—su petición fue en vano, ya estaba siendo rodeado por los brazos y adicionalmente sintió un sonoro beso en la mejilla—. Nunca más te ayudo —rezongó preso por la muestra de afecto de su amigo.

Jimin únicamente debía desplegar todas sus habilidades de persuasión para convencer a su hermano de pasar el domingo donde algún amigo y tendría la casa a solas, incluso si tuviera que pagarle o recordarle las veces que lo encubrió, lo haría sin titubear.

Tenía en mente la cita perfecta.
  
    
   
   
    
"Fuiste un buen novio conmigo, insisto en que no tengo quejas"
"Me gustaste así, cara huraña y arisco"
"Eres dulce a tu forma y eso era muy tierno"
"Seguramente Jimin está viendo el montón de cosas maravillosas que tienes"
"Solo hazle saber que lo quieres".

Volvió a mirar el mensaje y si acertaba leyendo entre líneas, al final estaba camuflada la crítica, ya que sabía que en el último tramo de la relación le había dado a entender un desinterés —y no podía mentir y decir que no era así—. "Perdiste el interés en mí, Yoongi", recordaba que le había dicho ella dolida, "nunca te he reclamado porque pasamos poco tiempo juntos, pero no siento que me quieras".

Yoongi asumía que Suran se estaba alejando e insertando en un mundo rodeado de personas nuevas y en lugar de acercarse, se apartó más. "Porque ella necesitaba espacio", más bien porque no quería resolver lo sea que estaba pasando, dado que también quería su tiempo y a la vez que todo permaneciera como estaba.

Hacer nada.

Lo peor era que en el tiempo que salieron juraba que lo estaba llevando bien, sumido en sus propias excusas.

Lección aprendida, con Jimin no podía dar las cosas por asumido. No podía quedarse contemplando y hacer nada.

Quería que Jimin se sintiera querido con cada una de las acciones que le dedicara.

***
Apenas termine de releer y corregir la segunda parte la subiré >n< (igual al finalizar, haré recorrecciones con cualquier falla que haya pasado por alto en al historia :c)

Gracias por todo el amor que le dan a esto ;u; 

Les amo también 💕

(Pd. ¿advertí que habría versatilidad? Si no es así o sí ya lo hice, vuelvo a decirlo >n<).

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