Parte 10: Perfect 2/2

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Jimin consideraba que era afortunado por varios motivos. Tenía una familia incondicionalmente apoyándolo, gracias a ellos había podido pulir libremente su talento en la danza. Buenos amigos -Kookie, pese a las burlas, merecía un premio por la paciencia-, un hyung asombroso y que además era su novio.

Cada vez afirmaba lo acertado que fue decirle a Yoongi que se sentía afortunado por quedar bajo su responsabilidad el primer día de trabajo; estaba como cachorro perdido pensando "¿en qué demonios me metí?".

Muy afortunado.

La suerte estaba de su lado a tal punto que ni siquiera necesitó sobornar a su hermano y menos contarle de su plan de cita perfecta, porque voluntariamente se sumó al viaje de sus padres a Busan para escapar de la capital unos días. Dejaron las advertencias hechas respecto a los cuidados de la casa y comida preparada en el refrigerador. También insinuaron si acaso pensaba invitar a Yoongi y estaba seguro que su sonrojo lo delató.

Caía en cuenta lo que incluía su propuesta de cita. Es decir, invitaría a su hyung literalmente a pasar todo el día y noche a su cama, tenía como antecedente esas horas que traspasaron barreras de intimidad en los baños. Tenía pleno conocimiento de cómo reaccionaba su cuerpo cuando los besos subían de intensidad, se llenaba de calor y pequeñas descargas, que sin notarlo comenzaba a empujar y buscar más roce. Había veces que Yoongi lo frenaba, era quien tenía un poco más de autocontrol de los dos, pero es que le gustaba tanto la forma en que su boca sincronizaba con la propia.

No tenía un bagaje de experiencias sexuales amplio. Varios besos, aunque ninguno tenía el efecto que los que compartía con Yoongi, no sabía si era porque su hyung era una persona especial y eso le atribuía otro valor o porque tenía una forma de mover los labios sobre los suyos, de ceder y tomar el control, blando y caliente, de empujar con su lengua sin llegar a ser invasivo, sino como invitada bienvenida dentro de su boca. Quizás era por ambas razones. Los besos con Yoongi eran geniales.

"Yoongi es genial".

Lo que hizo con la boca en su entrepierna también fue asombroso. Hasta antes de eso sus encuentros se habían limitado a una novia con la que se toquetearon sobre la ropa y a un compañero con quien se metían en las duchas después de las clases de educación física a explorar y saciar curiosidades adolescentes. Y dejaba de contar, hasta que llegó Yoongi y no sabía de dónde sacó el valor para meter la mano bajo su ropa interior.

Ahora estaba ansioso y expectante. No quería que su hyung interpretara que la intención de su cita se reducía solamente a ese plano. Quería mucho más. Quería muchos momentos dulces. También quería momentos calientes. Un poco de todo.

Miró la caja de condones y la tira de sobres individuales de lubricante cortesía de Jungkook y la escondió dentro de un cajón con las mejillas encendidas. "A mí no me engañas con que será una cita romántica" le había dicho antes de pasarle su obsequio, "¿Ves?, con esto demuestro lo mucho que te aprecio, te ahorré de ir a la farmacia y seguramente hacer una vergüenza de ti mismo frente al dependiente de turno".

¿Qué haría?, ¿cómo lo haría? Hasta esa mañana no había sopesado lo que implicaba la famosa "primera vez", no le había tomado el peso, las veces que tocó y se dejó tocar antes de Yoongi solo pensaba con las hormonas bullendo por su cuerpo de persona joven con nuevas necesidades recién descubiertas. En realidad, ni siquiera pensaba, simplemente lo dejaba ocurrir y se embriagaba de sensaciones placenteras.

Ese día que las manos exploraban curiosas las curvas suaves de su novia y ella tocaba tímidamente también, lo detuvo diciendo "no hasta el final" porque tenía que ser especial. No llegó ese encuentro especial. Con su compañero de clases nunca se plantearon esa posibilidad, solamente compartieron un par de besos y se prestaban mano mutuamente. El chico le pidió que metiera los dedos y nervioso pensaba "¿lo estaré haciendo bien?" y confirmaba con la expresión ajena que sí, lo disfrutaba. Fue lo más lejos que llegó.

Aprendió que enamorarse y el deseo eran instancias diferentes, aunque si iban juntas se potenciaban descomunalmente. No estaba ni cercano a enamorarse de su compañero, pero siempre le calentó ese cuerpo de futbolista con pantorrillas y muslos duros como piedra.

Con Yoongi se cumplían las dos partes. Estaba enamorado y lo deseaba con locura. Era increíble.

Se planteaba las posibilidades, la posición, todo. Faltaba cerca de media hora para que apareciera en su puerta... ¿alcanzaría a leer un par de artículos por internet? ¿Por qué tenía que bajar la ansiedad justo ahora? Tal vez estaba especulando demasiado y no llegarían tan lejos, cabía la probabilidad que su hyung le dijera también "no es el momento" y se limitarían a toquetearse un rato.

Mordió su labio, reacomodó su cabello y alisó su pijama de perritos. Caminaba de un lado a otro por la casa. Había entrado y salido al menos tres veces de su cuarto verificando que se viera ordenado -lo más posible sin prendas tiradas sobre el escritorio-.

Observó detenidamente los pijamas y terminó por elegir el que estuviera más a juego con el suyo. Apenas el sonido del timbre atravesó sus oídos también lo hizo un sobresalto. Bajó cuidando de no tropezar y una vez más pasó las manos por su cabello antes de abrir.

-Adorable, Jimin-ah -dijo a modo de saludo, acariciando sus hebras rubias y con la vista fija en los perritos asomados por las franjas-. ¿Espero a que te cambies?

-Algo así -sonrió un poco nervioso y le tendió el pijama con franjas verticales-. Quiero que te sientas cómodo, estaremos en casa hoy.

Iba a añadir "en mi cama", pero alcanzó a reproducir la frase en su mente y notar cómo podría sonar si la emitía en voz alta. Ya suficiente tenía con sus mejillas rojas que quemaban más cada segundo que mantenía la mirada en su hyung que arqueaba las cejas en una pregunta implícita y muda.

-Recordé que te gustan los panoramas tranquilos y descansar -comenzó a explicar en tanto los pequeños ojos oscuros estaban sobre su rostro ruborizado-... y me encantaría dormir una siesta contigo y tenerte un día entero para mí -sentía que no era posible que más sangre subiera. Rascó su nuca.

-¿Dónde me cambio? ¿Aquí? -preguntó divertido, acariciando las mejillas afiebradas-. Tan adorable -repetía pellizcando con delicadeza.

No se quejaría si Yoongi quería cambiarse frente a él.

-Dónde quieras, puedes subir a mi habitación o ir al baño.

"O aquí, estaría feliz de observarte".

Yoongi fue al baño y Jimin hizo un puchero. El mayor rio ante la impresión de haber leído al rubio como libro abierto -recuperó la habilidad-. Pudo haberse cambiado con él al lado, pero estaba seguro que la vergüenza lo consumiría a mitad de camino. Cuando su dongsaeng destilaba hambre en la mirada pasaban dos cosas: la primera era que se sentía devorado, la segunda tenía relación con los efectos directos en su cuerpo y deseaba más que nada responder de la misma manera con el enorme torrente de deseo circulando y demandando. Técnicamente podría, notaba que tenían la casa para ellos...

Se planteaba ir con calma y luego recordaba que todo eso de "lento, pero seguro", desapareció al instante que su mente le recordaba "prácticamente te lo metiste a la boca, prácticamente te frotaste contra él". Mojó su cara con agua fría antes de quitarse las prendas oscuras y reemplazarlas por el pijama suave y delgado. Se miró una vez más al espejo y se sintió extraño vistiendo la ropa de dormir de Jimin.

Analizaba el dibujo del personaje asomado en las franjas verde agua. ¿Qué se supone que era esa cosa café? ¿Una papa?, ¿Una galleta?, ¿Una lenteja?

-¡Hyung, te ves muy lindo~! -exclamó enternecido.

-No hagas que quiera volver a ponerme mi ropa.

-No~ -protestó con entonación infantil acercándose a rodear su cintura estrecha-. Tienes que quedarte así.

Yoongi devolvió el abrazo, sintiéndolo tibio, disfrutando de la mezcla de los aromas sutiles del detergente floral y el cabello dulce.

-¿Así? -apretó un poco más los brazos que rodeaban a Jimin.

El menor asintió, apoyando la cabeza en su hombro, balanceándose leve, prolongando el gesto todo lo que su hyung quisiera. Yoongi no lo soltaba y Jimin estaba feliz.

-Jiminnie, tengo una pregunta que podría definir el curso de mi vida -susurró cerca de su oreja.

El menor levantó su rostro de semblante intrigado y asintió esperando que continuara.

-¿Qué demonios se supone que es esta cosa café?

A veces olvidaba que Yoongi tenía esa voz seria que se prestaba muy bien para gastar bromas.

-Hyung, se ve claramente que es una galleta -protestó puchereando. Acababa de ofender a Shooky-. ¿Qué pensaste que era?

-¿Una lenteja?

-¿Por qué alguien diseñaría una lenteja con aspecto adorable?

Su hyung se encogió de hombros riendo y escrutó las ropas de ambos.

-¿Elegiste pijamas parecidos porque se ven como atuendos de pareja?

No era necesario que el menor respondiera cuando su sonrojo era más que suficiente para confirmarlo.

-¿Me darás un tour a tu habitación? -preguntó abrazándolo por la espalda y apoyando la cabeza en su hombro, riendo todavía.

Jimin tragó y se repetía que este era el plan, tener un día de mimos con su hyung. Lo condujo por las escaleras, pasaron por el lado del cuarto de su hermano y a la segunda puerta estaba el suyo.

Yoongi escudriñaba curioso, miraba los libros y cómics en los estantes, los peluches, algunas cremas en frascos con formas de fruta y fotos. Miró en la que estaba con uniforme, su rostro tenía los rasgos suaves de un rostro infantil, cabello negro, sonreía con los ojitos cerrados y rodeaba el hombro de Jungkook. Había otra con sus padres y de la mano con su hermano menor.

"Siempre tan lindo", pensaba.

-Puedes... -señaló con una palmadita al colchón.

-Mocoso, ¿me estás invitando a tu cama? -sonrió ladino.

Era como si la sangre que se agolpaba en su cara fuera lava, seguía su camino por su cabeza y se fundía todo, ideas y palabras. Había perdido los recursos para responder algo coherente y lo poco que fue recuperando lo usó para soltar un quejido, porque Yoongi tenía siempre la frase precisa para dejarle en exhibición.

-¿Y qué haremos, Jimin-ah? Cuéntame cuáles son tus sucios planes -subió a la cama y se recostó apoyando el codo y la cabeza sobre su mano.

-L-lo que quieras, hyung -logró articular.

-¿Entonces quieres escuchar mis sucios planes?

-¿Tienes planes sucios conmigo? -preguntó acurrucándose a su lado.

-¿Acaso lo dudas, Jimin-ah?

No debería dudarlo, no cuando tuvo a su hyung entre las piernas en un baño. Planes sucios. Había mucho que deseaba hacer y lo único claro era que para empezar había que quitar la ropa. Sus planes no incluían a Yoongi vestido.

Sintió como el mayor envolvía una de sus piernas entre las propias y los dedos largos peinaban su cabello hacia atrás, despejando su frente y dejando un beso en ella.

-Pero no hay apuro -delineó su mandíbula con el índice y rascó debajo de la barbilla-. Tenemos todo el día ¿o me equivoco?

Jimin afirmó cerrando los ojos al ver que se acercaba hasta suprimir la distancia. Yoongi atrapó el grueso labio superior entre los suyos, apretando y acariciando, apenas rozándolo con la punta de la lengua. El menor correspondía con movimientos delicados, absorto en disfrutar el roce cariñoso, de la sensación esponjosa y tibia cada vez que hacía un poco más de presión.

Los besos siguieron lentos, unión relajada y caricias lánguidas cuando sus lenguas se tocaban. Jimin sentía que la tensión iba desapareciendo y comprendía que significaba tener todo el día por delante. Estuvo pensando en cada aspecto para que fuera perfecto, la cita ideal, casi como si tuviera que armar una planificación de actividades y lo mejor siempre había sido dejar que fluyera.

Podía dedicarse a observar el rostro pálido, cada detalle, dibujar con sus dedos las facciones. Esa mirada perezosa terminó por desaparecer bajo los párpados. Jimin trazaba un recorrido del mentón a los pómulos, subiendo para delinear las cejas y descender por el puente de la nariz hasta llegar a sus labios.

-Como sigas, me ganará el sueño -murmuró laxo sin abrir los ojos.

-Podemos tomar una siesta, hyung, tenemos todo el día.

Yoongi podía confirmarlo, estaba teniendo una cita ideal: una cama y su novio. Una siesta juntos le sonaba a perfección cumpliéndose.

A veces pensaba que la perfección sí existía a través de instantes, de esos que alcanzaban a cubrir todas esas dimensiones vacías, llenándolas de sensaciones cálidas y gratificantes. No era necesario y no se podía exigir como condición permanente, pero solo con ese fragmento de tiempo surcando en su vida se podía sentir pleno.

Un pequeño placer como compartir algo tan apreciado como dormir junto al alborotador de sus días tranquilos.

-Eres el mejor, Jiminnie -dijo acompañado de una sonrisa-. Me di cuenta la otra vez que tienes potencial para ser una buena almohada.

-Puedo serlo, funcionaría como intercambio de servicios -negoció rodeando a su novio que se removía entre sus brazos en búsqueda de la posición más confortable-, eres mi chófer, puedo ser tu almohada cuando lo necesites.

-Estudia economía o marketing, mocoso, podrías convencer a cualquiera con tus encantos y estrategias.

-¿Piensas que soy encantador?

-Por supuesto, mocoso sediento de halagos, eres la persona más jodidamente encantadora que conozco.

No contuvo la risa alegre y estrujó al mayor en un abrazo, le gustaba de sobremanera recibir sus cumplidos, pero se dio cuenta que había algo que le estaba gustando aún más... su hyung buscando mimos, dejando salir pequeños ruidos roncos cuando concentraba las caricias en el cabello y en la nuca.

Si retrocedía al primer día de trabajo no habría siquiera imaginado que estaría así con su arisco compañero. Que vería esa expresión suavizarse, que lo escucharía decir "tus manos son muy suaves" mientras los dedos cepillaban las hebras negras.

Yoongi era consciente que toda esa muralla distante y helada terminó por derretirse tras el encuentro con el torpe y apasionado chico rubio.

-Hyung, pareces un gatito -susurró muy bajo, contagiado por el sueño.

No acostumbraba a tomar siestas, en general tampoco era una persona que durmiera demasiado, pensaba que hacerlo le restaba horas al día y apreciaba hacer un montón de cosas. Quizás porque no había un hyung asombroso entre sus brazos, respirando pausado, traspasando a su cuerpo calidez y calma. Sus ojos se fueron cerrando también.

Despertó con calor por la escasa distancia y con la hermosa imagen del rostro dormido de Yoongi, no era nuevo, pero estaba a su lado y en su cama con un pijama tierno que le daban otro matiz a la escena. Acababan de dormir juntos y significaba agregar un momento más a su cajita mental de tesoros.

-Ah, me encontré a un mocoso adorable -se reacomodó para poner ambas manos en sus mejillas y besarlo breve-. Me lo quedo.

Le gustaba tanto que la felicidad hormigueaba cuando el mayor mostraba ese lado cariñoso, de frases juguetonas y gestos dulces.

-Yoongi hyung -pronunció sobre su boca-, otro más -exigió antes de unir sus labios.

El beso iba tornándose hambriento y las manos comprimían con mayor fuerza. Jimin temblaba ligero y expectante bajo el cuerpo de su hyung, atrapado en sus ojos oscuros y labios mojados. Presionó su nuca para reducir a cero la distancia a su boca.

Yoongi gruñó cuando la tensión en la zona inferior enviaba oleadas placenteras ascendiendo por su vientre. Sentía al menor rígido y caliente, empujando contra su erección. Se habían hecho presentes los efectos de los besos.

Podían llegar más allá, lo sabían, pero la sensación de la fricción con la tela fina de por medio no estaba para nada mal. Recién estaban en un precalentamiento. Jimin separaba más sus piernas y Yoongi simulaba embestidas.

-No quiero manchar tu adorable pijama de galletas que parecen lentejas -dijo respirando agitado al detenerse, porque acababa de tocarse por encima para a corroborar que había un ligero rastro de humedad.

Jimin ni siquiera protestó para defender el aspecto tierno de Shooky, solamente se limitó a tirar del pantalón delgado y la ropa interior al mismo tiempo. Libre y expuesto, sumamente sensible cuando los dedos ajenos frotaron la punta. Yoongi bajó la suya también, retornando su lugar entre las piernas que lo envolvieron.

Jimin apoyó los labios en el cuello blanquecino, notaba las vibraciones cada vez que Yoongi gemía y él también lo hacía directo sobre su piel.

-Jiminnie, date vuelta -dijo ronco, lleno de deseo, delineando los huesos en las caderas.

Cumplió la orden y Yoongi contempló lo bonito que lucía el culo de su novio, perfecto, sin ninguna capa de ropa encima. Arrastró las manos masajeando desde sus muslos hasta las nalgas tersas, que separó para situar su pene en medio. Notó el sobresalto de Jimin que volteó a mirarlo enseguida conteniendo la expresión de alarma.

-No lo haré ahora, esto es el inicio, tenemos todo el día -aclaró dejando besos en sus hombros.

Jimin apoyó su cabeza en la almohada, no tuvieron que decidir la posición, Yoongi ya se había asumido como activo y no había problema alguno en dejarse follar por él. Lo deseaba, en cualquiera de los dos modos. Gimió un poco más agudo cuando los dedos envolvieron su miembro duro, masturbándolo a la par de los empujes.

El menor se retorcía y pronunciaba "más" con la voz ahogada, sintiéndolo restregarse duro, húmedo y febril, había llegado, el líquido caliente escurría. No fue capaz de voltear, cerró fuerte los ojos y estrujó las sábanas cuando la hábil mano de Yoongi aceleró el ritmo hasta hacerle acabar entre espasmos y su nombre en los labios.

Yoongi atinó a apoyar los codos antes de desplomarse como peso muerto. Jimin estiró su brazo para buscar torpemente el paquete de pañuelos que guardaba en la mesita al lado de la cama.

-¿Cada cuántas noches te tocas, Jimin-ah? -preguntó mientras limpiaba el desastre de ambos-. Puedes contarme, yo lo he hecho pensando en ti -agregó con tranquilidad como quien dice la hora que marca el reloj.

Para Jimin fue una potente confesión, armando inmediato la imagen mental y que lo llenaba de curiosidades. Cómo por ejemplo con qué fantaseaba, ya que era un hecho que quería cumplir cada una y superarlas.

-Cuéntame, quiero saber qué te gustaría que te haga -le invitó a desnudar su sexualidad-. Me dices una y te digo una de las mías.

Yoongi brindaba pequeñas caricias y Jimin dejaba besos fugaces en alguna parte del rostro o el cuello. Intercambiaban fantasías, ambos con las mejillas ardiendo y las piernas desnudas enredadas. Reían y veían cuáles tenían en común, también las que incluían a su lista y, especialmente, las que podían realizar en lo inmediato y las que postergarían. "En lugar público", ya la asumían como cumplida.

Tenían todo el día, pero no era suficiente para todo lo que querrían hacer.

Tenían un montón de tiempo por delante, no iban a cumplirlo todo hoy.

-Puedes quedarte, hyung, mis padres no regresan hasta el jueves. Además tengo cepillo de dientes extra y puedes usar mi ropa.

-Llamaré para avisar.

-Puedes quedarte mañana también y pasado mañana.

-Pasaré por una muda de ropa.

-Puedes usar la mía -recordó con un puchero.

-Mocoso, tus pantalones probablemente me queden grandes.

Jimin amoldó sus manos sobre la estrecha cintura, bajando en línea recta por sus caderas. Con las prendas encima no dimensionaba lo compacto que era. Si bien consideraba que su complexión igual era delgada, el mayor era bastante más fino.

-Hubo un tiempo en que intenté que mis piernas ganaran más musculatura, como verás, no funcionó -comentó cuando las delicadas manos de Jimin bajaron de las caderas a sus muslos.

-Me encantas, hyung.

-Tus piernas me encantan.

-¿Solo mis piernas? -dijo abultando su labio.

-Entero, mocoso, me encantas por completo, ¿feliz?

-Casi, dímelo con voz tierna~.

-Me pides demasiado -dijo para luego sujetar su cara y acercarlo hasta sus labios.

Se besaron suave y con calma. Yoongi fue el primero en levantarse para recoger las ropas tiradas.

-¿Quieres almorzar?

-Estaría bien -afirmó, su estómago ya enviaba señales de sentirse vacío.

-¿Prefieres pedir a domicilio o comemos lo que mi mamá dejó?

-Me gusta como cocina tu mamá.

Yoongi siguió al rubio por las escaleras hasta la cocina y, pese a la insistencia en que se sentara, le ayudó a sacar los platos y a calentar la comida en la estufa en lugar del microondas. "La carne se va a secar", decía.

-¿Sabes cocinar?

-Sí, Jin hyung me ha enseñado bastante cosas -removió el sartén-. ¿Y tú, mocoso consentido?

-Uhh, cosas básicas, cocino mejor que Jungkook si sirve de referencia.

-Ya me hago la idea, recuerdo que ese mocoso quemó unas papas fritas.

Jimin carcajeó sonoro y le contó anécdotas de caóticas creaciones culinarias que ofendían paladares en sus intentos de cocinar platillos elaborados.

-Llenar con agua caliente los fideos instantáneos les bastará para sobrevivir.

-Eres malo, Yoongi hyung, y yo que pensaba que me dirías algo como "cocinaré para ti, mocoso consentido" -intentó imitar su entonación ronca.

-Puedo hacerlo, a cambio esperaré que me cocines fideos instantáneos.

-También puedo prepararte comida congelada.

A Jimin le gustaba armar junto al azabache situaciones de futuros hipotéticos, incluso avanzando tan lejos como repartirse tareas si alguna vez llegaran a vivir juntos. Yoongi dejó claro que no levantaría la mesa.

Se arrimaba al mayor y no resistía al impulso de acercar trocitos de comida a su boca, la mejor parte era ver que accedía.

"Parecen un par de críos", recordaba haberles dicho en varias ocasiones a Hoseok y Taehyung. No entendía el afán de un acto regresivo como dejarse alimentar. Una cursilería. Y ahí estaba él metafóricamente con la cara mojada después de escupir al cielo, abriendo la boca para recibir un pedacito de carne y confirmar que cada vez que aceptaba Jimin ponía esa expresión feliz que tanto le gustaba.

Consentir a su adorable novio...ahora comprendía un poco más a su mejor amigo y su esmero por arrancar sonrisas de Tae.

Yoongi levantó los platos vacíos, labor de la que rehuía en cada ocasión que le decían que ordenara la mesa, aunque en cuanto antes terminaran de limpiar -porque no dejaría que Jimin dejara platos acumulados en el fregadero- podrían retomar el camino a la cama.

Jimin le tendió un paquete con un cepillo de dientes sellado diciendo que desde ahora sería el suyo.

No pudo evitar traer a su mente la vez que Hobi le contaba contento e iluminado como un sol que su relación con Taehyung había dado un nuevo paso porque tenía un cepillo a permanencia en el baño de su novio.

Todo se sentía familiar y cómodo. Tanto como sus bocas ensambladas igual que piezas de rompecabezas, Jimin degustaba el fresco sabor del mentol y cerraba los ojos para concentrarse en la presión de los labios y las caricias que resbalaban en su lengua.

Sin dejar de besarlo Yoongi afirmaba la cintura de su novio y le hacía avanzar de vuelta al colchón, instándolo a que se sentara en sus piernas.

Jimin balanceaba sus caderas buscando el roce que calentaba y hormigueaba en la ingle. Yoongi respondía moviéndose a su ritmo. Los efectos de la fricción aparecieron con fuerza arrolladora.

-¿Tienes...

La verdad era que no había planificado que las cosas se dieran así, no imaginaba que su dongsaeng le daría una cita en casa. "Deberías llevar condones en la billetera, aunque no los uses", le había dicho Seokjin una vez cuando al sacar dinero cayó el sobrecito plateado al suelo.

-Sí, espera -fue a sacar del cajón el obsequio de su mejor amigo-. Regalo de Jungkook.

-¿Así que el mocoso nos auspicia el sexo seguro? Le debo un agradecimiento.

Jimin dejó los sobres metálicos en la mesita y volvió hacia su novio, jalando de la camisa holgada para acercarlo más y abrir los botones. Con tirones y besos de por medio fueron quitándose de a una las prendas.

Primera vez que podían observarse, estaba fascinado con la imagen del menor desnudo en sus piernas. Soñado y por fin cumplido. Tenían tiempo por delante, no estaban a contra reloj entre cuatro paredes estrechas de un baño y con la posibilidad que en cualquier momento alguien demandara su turno para entrar. El único que demandaba algo era Jimin, quería caricias y Yoongi no planeaba privarlas de ellas.

Delineó su abdomen firme, no estaba exageradamente marcado, pero notaba como los músculos sobresalían. Masajeó su pecho y pellizcó un pezón hasta endurecerlo entre sus dedos. El rubio se remeció y gimió un "hyung". Continuó con el otro.

-Esta es...

-Con un hombre, también la mía -dijo como si le hubiera leído la mente.

Yoongi levantó sus caderas y Jimin utilizaba sus manos pequeñas para sujetar a los dos. Se besaban desordenado y los chasquidos mojados solo aumentaban la sensación abrasadora circulando hasta el último rincón. Se frotaban con vigor, guiados por la búsqueda de descargas placenteras.

El azabache tanteó la mesita buscando el sobre de lubricante, luchando por escapar bajo el cuerpo que lo aprisionaba con las extremidades firmes a sus costados.

-¿Preparado, Jiminnie? -preguntó abriendo el sobre de lubricante con los dientes.

Jimin se acomodó con la espalda y codos apoyados en el colchón, separando las piernas. No podía negar y decir que no se sentía nervioso. Incluso cada músculo se contrajo apenas los dedos empapados tantearon.

-Si algo duele, avísame -pidió suave, dejando cortos besitos en su vientre-. Si algo te gusta dime para saber por dónde seguir -hundió el índice y las paredes se ceñían a su alrededor.

Su dongsaeng dejó salir un quejido que trató de reprimir. Movió con cuidado susurrando "relájate, Jimin-ah", siguió vertiendo más del líquido trasparente, "justo así" agregaba a medida que la presión cedía un poco. Introdujo un segundo dedo y volvió a escuchar otro gimoteo agudo a volumen bajo.

-¿Duele? -acarició con los labios un camino desde el ombligo por los vellos finos hormigueando hasta llegar a su pene-. Iremos con calma, podría tocarte por horas y no me cansaría.

-Un poco -dijo antes de gemir cuando la boca de su hyung lo envolvió.

Mantuvo los dedos quietos, esperando paciente a que los músculos fuera perdiendo tensión. Chupó al momento de masajear lentamente. Los sonidos que emitía su novio eran un verdadero concierto, sabía que encontró el lugar cuando Jimin arqueó la espalda y su interior comprimía.

-Ahí -avisó-. Tócame justo ahí -pidió empujando contra sus dedos.

Al principio la invasión fue extraña. Algo ajeno forzando el espacio estrecho. ¿Se supone que tenía que sentirse bien? El lubricante era un líquido frío y los dedos largos de Yoongi estiraban y ardía un poco. Se preguntaba por qué a su compañero con el que compartía experiencias en la regadera de la escuela gemía su nombre, hasta que la presión envió una corriente intensa y sorpresiva. Increíble, fascinante. Necesitaba más.

El tercer dedo ya no dolía y la manera en que empujaban contra una de las paredes una y otra vez le tenía tiritando y rogándole a su hyung que le diera más de esas sensaciones.

-¿Te sientes listo?

-Hazlo, hyung -confirmó con determinación. Lo harían, lo sentiría dentro. Miraba ansioso como Yoongi colocaba el preservativo.

-Lo haré despacio, Jiminnie -besó su frente con cariño y abrió un segundo sobre de lubricante.

Inconsciente apretó las caderas de Yoongi para detenerlo cuando recién entraba y sus terminales nerviosas enviaban un dolor punzante. El mayor frenó y espero, quería embestir y autocomplacerse rodeado por el calor estrecho, pero el control era más fuerte que el instinto. El placer de Jimin era tanto o más importante que el suyo.

Esperaba que el rubio fuera dando las señales para seguir y con qué ritmo llevar los empujes. Los quejidos fueron volviéndose súplicas una vez adaptado al grosor. Yoongi se hundía, estimulaba su próstata y se sentía morir. Acabaría sin tocarse, a medida que siguiera rápido y el abdomen aplastara sobre su erección no podría aguantar más.

Alcanzó el orgasmo en el beso, gimiendo contra su lengua mientras la tensión bajo su vientre se esparcía y distendía. Fue una reacción en cadena porque Yoongi le acompañó cuando el espacio se reducía y apretaba. Eyaculó en la barrera de látex y sus energías desaparecieron.

Yoongi se dejó caer con cuidado sobre su novio, respiraba errático y torpemente bajó su mano para retirar el condón, anudarlo y dejarlo junto a los papeles arrugados.

Jimin se estremeció por completo con la expresión cariñosa que le dedicaba su mayor, la calidez y las mariposas lo llenaban por dentro. Buscó un espacio en su pecho, sentía el cuerpo bañado por la fina capa de sudor, pero no podía importarle menos. A ninguno de los dos. Lo único que importaba era la compañía y los dedos cepillando la piel ajena.

-Había soñado con esto.

-¿Con follarme? -preguntó con una sonrisita desvergonzada. Acababan de romper todas las barreras que la timidez no tenía lugar.

-También, pero me refiero a una cita contigo en una cama, durmiendo, follando, conversando.

-¿Y mimos?

-Muchos.

Hubo varios minutos de besos y cariños. Jimin le contaba sobre las tramas de algunos de cómics que guardaba en la repisa y Yoongi señalaba cuál le pediría prestado. Aprovechaba de preguntarle sobre sus películas favoritas, a qué rincón del mundo le gustaría viajar y cualquier curiosidad que pasara por su cabeza. Compartían mimos y conversaciones ligeras abrazados mientras la luz del sol tomaba matices anaranjados.

Los minutos fueron horas en que dormitaban, despertaban con besos e improvisaban de qué hablar y reír.

-¿Té, comida y películas? -sugirió Jimin, se iba a reincorporar, pero a su resentido cuerpo no le pareció bien el movimiento brusco y envió su reclamo que le hizo emitir un quejido.

-Descansa tu trasero, mocoso, puedo preparar el té, ocúpate de la película.

-Hay bollos en el mueble frente al refrigerador -avisó con una sonrisa.

Yoongi se cubrió con la camisa del pijama sin cerrar y subió el pantalón delgado. Buscó el té verde donde recordaba haber visto a su suegra guardarlo junto a una pequeña tetera. Hirvió agua y la dejó enfriar hasta que alcanzara la temperatura ideal que no quemara la delicada cepa. Tantos años preparándolo para su madre había pulido su técnica. Definitivamente prefería el café.

Sirvió en dos tazas pequeñas, buscó los bollos y una bandeja. Dejó ordenado antes de subir.

-¿Qué película veremos? ¿No me torturarás con una comedia romántica?

-No, hyung, una de animación japonesa.

-Me parece bien -comentó en tanto despejaba la mesita al lado de la cama para dejar la comida.

-Unos están rellenos de taro y otros con dulce de melón -indicó sonriente, tomando de los primeros.

-¿No te vestirás? -Preguntó al verlo sentado y desnudo.

-No~ -dijo con entonación infantil-. Quítate el pijama también.

Se cubrieron con el cobertor y el menor dejó el computador portátil sobre sus piernas. Se supone que vería "Paprika" junto a Jungkook, pero su amigo se adelantó y no había querido mirarla a solas. En general le gustaban las películas con compañía.

Veían concentrados a la pantalla, intentando no perderse en el complejo hilo argumental. Jimin se sobresaltó cuando el equipo anunció batería baja y fue una batalla agacharse a desenredar y enchufar el cable mientras Yoongi afirmaba su cintura.

Los bollos desaparecieron del plato y el té de las tazas sin que se dieran cuenta. El menor había buscado la mano del azabache para entrelazarla con la suya.

El cielo ya estaba oscuro y el brillo de la pantalla había cansado sus ojos al terminar. Yoongi se paró a prender la luz y Jimin dejó el computador bajo la cama.

-¿Por qué siempre acabamos viendo películas raras? -cuestionó sonriendo, aunque a diferencia de la última vez, no acabaron perturbados.

-Esta vez fue tu elección, pero no me quejo, me gustó y tiene un buen soundtrack -tipo de detalles que no pasaban desapercibidos para él.

Se besaron y sabía dulce. Sus cuerpos no dejaban espacio disponible y la temperatura que aumentaba hizo que tiraran del cobertor para dejar que el aire regalara una caricia reconfortante.

Jimin sonrió enternecido y con el índice trazó líneas rectas de un lunar a otro. Resaltaban con facilidad, era como un lienzo, no solamente los lunares, sino también las marcas rojizas que dejó con su boca y una que otra de tonos violeta que hizo sin querer al hundir sus dedos.

-¿Estás contemplando la obra de arte abstracto que dejaste en mi piel?

-Tu piel es muy delicada, hyung.

-Delicado tu culo, mocoso.

Jimin enrojeció, la sangre hervía en su rostro y comenzaba a bajar ardiendo a su entrepierna de solo pensar en las cosas pendientes por hacer y repetir.

-Pero muero por sentirte de nuevo hundiéndote profundo en mi delicado culo.

Ahora la pálidas mejillas de Yoongi tomaron tonalidades rojas, no esperaba esa respuesta de su adorable mocoso.

-¿Invitación a segunda ronda?

Su novio mordió ese labio abultado con un movimiento afirmativo. Quizás dolería...

-Ven aquí, Jimin-ah, cumpliré otra más de tus sucias fantasías -dijo con esa inflexión que al menor se le hacía tan seductora-. Dejaré que te sientes en mi cara.

Si antes la sangre se sentía hervir en sus mejillas, ahora no sabía en qué grado quemaba. La oferta llevó el fuego circulando por sus venas directo a fundirle el cerebro.

-¿No quieres? ¿Te avergüenza tu fantasía, Jiminnie? -preguntaba de esa forma aterciopelada y grave, profunda como los sorbos de café con azúcar que robaba de sus tazas en el trabajo.

Yoongi se había propuesto besar cada parte de su cuerpo, de acumular material para las noches en las que Jimin no estaría en su cama o en la ducha a su lado. Dos muslos gruesos se ubicaron al costado de su cabeza y sus manos se apoyaron en ellos.

Bajó lento, respingó y gimió cuando la lengua tibia tanteó por encima, apenas un toque superficial. Luego acarició húmedo y blando. Concentrado con los labios ceñidos y empujando sobre el perineo, siguió hacia la entrada cerrada. Jimin ondeaba sus caderas a medida que ganaba mayor confianza y la vergüenza se la llevaban las deliciosas descargas que mandaban sus nervios.

Echaba el cuello hacia atrás y se sacudió brusco cuando un dedo se metió sin aviso. Miró como el pene de su hyung brillaba y destacaba entre las piernas blancas. Desatendido, llamándole a probar como había estado deseando y lo hizo, se agachó a rodear la punta con sus labios, degustando. Yoongi gruñó y levantó sus caderas instándolo a ir más profundo.

-¿Seguro que estarás bien si lo hago de nuevo? -hundió dos de sus dedos y Jimin no sabía, porque era consciente que el escozor de los músculos resentidos se mezclaba con las oleadas placenteras.

-O podrías dejar que te lo haga -respondió sacando la erección palpitante en su boca.

El mayor lo miró parpadeando, no era exactamente lo que esperaba. Pensaba que podían terminar sin la necesidad de penetración. Jimin no había mencionado entre sus fantasías metérsela. O quizás sí lo hizo cuando comentó sobre hacerlo de todas las formas posibles, frase que se daba para varias interpretaciones.

-También muero por estar dentro tuyo -continuó suavecito-. Mañana tengo práctica.

-¿Ahora te acuerdas de tu práctica, mocoso? -sonó preocupado, de haberlo sabido, habría pospuesto actividades que influyeran en el desempeño de su dongsaeng.

-¿Me dejarás? -suplicó con esa mirada a la que no le podía decir "No".

Los dedos mojados de su novio se introdujeron a la par. Yoongi jadeó ahogado y oprimió las sábanas cuando estiraban su interior a la fuerza. Jimin siguió despacio, dibujando círculos, notaba lo tenso que estaba su hyung. Empujó contra la pared interna, curvando las falanges, palpando. El mayor pronunció su nombre con la voz rasposa y un espasmo breve. Repitió la acción.

-¿Se siente bien?

-S-sí, Jiminnie -mordió su labio y sus músculos apretaron-. Creo que ya podré...

Continuó un poco más, hasta notar que podía moverse con facilidad. Retiró los dedos y Yoongi se encargó de desenrollar el condón por su erección. Bañó con lubricante, un sobre entero, y tragándose la inseguridad, se ubicó en el regazo del menor. Al primer intento resbaló fuera y soltó un bufido frustrado. Las manos suaves recorrían su cintura y le pedía con inflexión dulce que estuviera tranquilo, que si quería detenerse podían parar cuando al segundo intento tampoco funcionó.

Yoongi ya no pensaba en detenerse a tales alturas. Perseverante lo sujetó, bajó y el ardor se extendió apenas entró. Maldijo, ya que era solo el principio.

-Mocoso, esto duele como el demonio -se quejó apretando los dientes al notar que avanzaba. ¿En qué momento le dio el permiso? Cuando puso mirada de cachorrito, y le decía que pensara que necesitaba darle descanso a su cuerpo de bailarín.

-¿Nos detenemos? -preguntó inquieto, no quería que Yoongi estuviera forzado y adolorido.

-No -siguió poco a poco.

Dentro, unido, la sensación era demasiado íntima, intensa. El dolor disminuía a medida que respiraba lento. Jimin repartía besos sobre su nariz, sus mejillas y labios. Los lindos dedos envolvían su miembro duro.

-Después se siente muy bien, Yoongi hyung -dijo con movimientos cortitos.

El aludido pegó un brinco entre dolor y placer.

-Mocoso, si mañana no logro caminar bien, olvídate que te dejo hacerme esto de nuevo.

-Pero hyung -hizo un puchero-. Se siente asombroso, me aprietas tanto que casi duele.

-A mí me duele como el infierno, Jimin-ah.

-Estás muy tenso -acotó moviendo su mano en un vaivén, había mojado lo suficiente como para que su palma se desplazara con facilidad, lo acompañaba con empujes leves.

Empujes que aumentaron a medida que Yoongi subía y bajaba acostumbrándose a la sensación tirante. En algún punto sus nervios dejaron de reclamar y enviaban cosquilleos que se hacían más fuertes con cada penetración. Había dejado de controlar los ruidos que atravesaban desde su garganta al exterior, tenía razón, comenzaba a sentirse bien. Mucho.

-Yoongi hyung -gimió hundiéndose más cuando las paredes comprimieron, haciéndolo llegar.

El azabache, hipersensible, se percataba de cada centímetro de piel caliente y latiendo en su interior. Tan íntimo. Los dedos de Jimin frotaron el glande y embriagado, perdido en un mar de potentes vibraciones manchó su mano delicada y su abdomen.

Permanecieron desnudos, abrazados y exhaustos. El mayor se quejó más de una vez con que le dolía el culo, aunque sin admitirlo, no significaba que fuera a ser la última vez. Hasta antes de eso no sabía que un orgasmo podía sentirse tan denso, como si algo demoledor naciera en sus entrañas y se arrastrara como lava por su vientre.

-Me siento feliz, Jimin-ah -dijo cuando recuperó sus capacidades verbales.

Cómo no iba a sentirse así cuando tuvo la mejor cita que podía esperar. Cuando estaba en una cama con el chico que había revuelto su vida, mostrándole tantas cosas a las que se había negado o que no sabía que existían -como las mariposas en el estómago-.

Que le enseñó a darse cuenta que escupir al cielo no era terrible, sino una nueva oportunidad para replantearse lo que rechazaba.

-También, Yoongi hyung, no sabes cuánto -lo abrazó escondiéndose en su cuello.

Jimin se sentía tan íntimamente compenetrado con alguien como no lo había hecho nunca. Encajaban como piezas hechas para estar juntas, así de simple. Avanzarían y a la par, de la mano y llenos de proyecciones.

Y recién estaban comenzando.

***
Me demoré un poco más de lo que esperaba en actualizar, pero quería subir las dos partes de una vez >n<.

Comentarios random: (1) quiero un pijama de bt21 son demasiado cute ;_;

(2) I'm sorry Shooky, pero sé de varias personas que han pensado que es cualquier cosa menos una galleta xD (tenía que ponerlo, no iba a estar en paz conmigo si no lo hacía).

Muchas gracias por acompañarme con esto <3, realmente les quiero ;u;

Un montón de cariños~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro