Parte 9: Transition 2/2

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El día había terminado junto a las energías de Jimin, al menos físicamente. Su mente era un desorden de emocione, estrategias y exigencias. Estrategias que tuvo que poner en juego para zafar de sus padres cuando querían seguir hablando del "atractivo Min Yoongi" y del "si hay algo más sabes que siempre te apoyamos".

¿Algo qué?

También tuvo que eludir a su hermano y sus repetidas disculpas, aunque también en el último par de "lo siento" mencionaba sus "divertidas" expresiones confusas. ¿Divertidas? ¡Casi se ahogó con un trozo de carne! Y de paso le daba un empujón a esa parte de sí mismo que intentaba mantener a raya. Esa parte ansiosa y exigente.

Necesitaba descansar para rendir bien mañana, necesitaba dormir una cantidad de horas reparadoras, pero su cerebro no quería ponerse en pausa. Quería seguir rumiando, pensando en cosas como "¿qué soy para Yoongi?". Un mocoso adorable, era como si lo escuchara presencialmente decírselo y un escalofrío bajaba por su columna.

No hacía falta que alguien le remarcara que para su hyung era mucho más que solo el chico —mocoso adorable— al que besaba en la bodega —o en el baño— a escondidas. Y Jimin usaba sus fuerzas para negarse a caer en cuestionar las certezas que le daban estabilidad.

"Estamos comenzando algo". Se repetía y así se convencería.

Naturaleza ansiosa: "¿Comenzando qué?, ¿Hay nombre para eso?".

¿Qué esperaba que Yoongi le dijera a sus padres?

No había término en concreto que explicara en lo que estaban. La transición indefinida gatillante de su ansiedad nocturna.

Si Jungkook estuviera a su lado seguramente lo estaría regañando y haciéndolo aterrizar, porque ya comenzaba a plantear posibilidades absurdas como solo ser un romance de verano y después cuando cada uno retomara la vida académica, eso sin nombre que tenían desapareciera tan rápido como llegó.

Yoongi le había dicho que dentro de años irían a probar una hamburguesa. Le había dicho también que le presentaría a Holly. ¿Qué más necesitaba para volver a estar tranquilo?

Abrazó la chaqueta de su hyung, ahora el detergente se entremezclaba con el aroma dulce de su crema para el cabello. Apretaba los párpados y si su mente se negaba a suspender sesión, al menos trataría de utilizar los minutos de desvelo en algo productivo como armar su rutina: despertaría más o menos temprano, saldría a trotar, ejercitaría piernas y brazos, se llenaría con un buen desayuno, quizás alcanzaba a ordenar su habitación antes de partir a su turno —antes de ver a Yoongi—, pero cada vez que chequeaba la hora, desplazaba sus actividades así como sus horas de sueño se reducían.

Se daba cuenta que no podía luchar contra el pensamiento continuo de su hyung. Se focalizó en su sonrisa bonita y la forma cariñosa cuando le llamaba "Jimin-ah", "mocoso", "Jiminnie". Era un bálsamo que suavizaba su propia capacidad de llenarse de nerviosismo e incertidumbre innecesaria.

Despertó tarde y su rutina de ejercicio de domingo quedó en el olvido. Además ni siquiera quería moverse de la cama. ¿Sería que tanto tiempo junto al mayor le había contagiado el gusto por hundirse bajo los cobertores y no salir en horas?

"Buenos días, hyung~"

"Me hiciste redescubrir el placer de pasar horas metido en la cama"

Escribió, todavía somnoliento y pereza en cada músculo.

"Me alegro estar haciendo cosas buenas por ti, mocoso <3"
"Recuerda, no salgas hasta después que haya pasado medio día, menos si es un domingo. Es la regla"

Había tipeado un corazón y el suyo, ese que está dentro de su pecho, latía rápido con los gestos mínimos.

"Holly quiso hacerme compañía esta mañana"

Adjuntó una foto. Ahora sus latidos eran desaforados. Veía los mechones negro rebeldes y expresión cansina. Al lado de la cabeza apoyada en la almohada estaba la pequeña criatura de pelaje rizado. Demasiada ternura para iniciar su día.

"Muy lindos <3"

"¿Y no puedo ver también cómo es tu cara de sueño en la mañana?"

Emitió un quejido al estirarse lo más que pudo y casi caer en el proceso cuando jaló las cortinas atrapando la tela con la punta de los dedos. Ya con un poco más de luz pudo enfocar la cámara frontal, producto del sueño sus ojos se veían aún más finos, casi formando una línea, esbozó una sonrisita y envió la imagen capturada.

"Mocoso adorable"
"¿Tienes mi chaqueta?"

Había olvidado ese detalle, su cansado cerebro no fue capaz de decirle "espera, que además de luz podrías quitar la chaqueta de la almohada". Sus mejillas se calentaron. Expuesto, siempre tan expuesto ante Yoongi.

"Sí"

Fue tan obvio que no había otra respuesta posible.

"Me gusta, es suave"

Omitió agregar que le gustaría aún más si conservara mejor su aroma.

"Nos vemos más tarde, Jiminnie"

Abrazó una vez más la chaqueta de Yoongi. Meditaba si sugerirle a su hyung algún plan improvisado considerando que el cierre era más temprano. Quizás tenía panoramas y venía a irrumpir imponiendo su presencia. ¿No pasaban suficiente tiempo juntos como para querer más?

Jimin asumía que su problema era siempre querer más cuando se trataba de Yoongi. Se sentía como un mocoso exigente.

Lo primero que hizo al salir de la cama fue arrastrar los pasos y meter la chaqueta en su mochila. Después directo a la cocina, su estómago gruñía. Más fuerte lo hizo cuando el olor a comida le hizo agua la boca.

—Pronto almorzaremos —avisó su madre mientras revolvía el contenido en una olla—. No te quise despertar antes, es bueno que aproveches de dormir también en tus vacaciones —continuó, acercándose para acariciar el cabello desordenado.

Jimin disfrutaba de los cariños de su madre, la abrazó unos segundos y ella dijo en voz baja un par de palabras afectuosas sobre su "lindo hijo que se esfuerza tanto". Y era cierto, entre el trabajo y academia no era como si tuviera una rebosante ración de tiempo libre. Aunque no se quejaba, había conocido a Yoongi y ameritaba el título de uno de los mejores veranos de su vida.

Continuó con el baño. Cuando esparció el jabón por su cuerpo pensó en la pálida piel de su hyung y en lo sedosa que se sentía al recorrerla con los labios. Tenía material en su memoria de lo que habían hecho y todo lo deseaba hacer. Miraba un poco más abajo y veía los resultados de su activa imaginación. Respirando agitado, bajó el tacto de los dedos por su vientre y se echó una mano hasta disipar la tensión que llevaba acumulando por días con el nombre del mayor escapando de su boca y perdiéndose entre el ruido del agua.

—Saluda a Yoongi de mi parte, puede venir cuando quiera —dijo su madre al verlo atravesar el umbral de la puerta después del almuerzo familiar.

Se aferraba a la idea que su hyung iría muchas veces a visitarlo, que se llevaría bien con sus padres y lo acompañaría a las celebraciones familiares.

Se encontró con Jungkook y le contó todo en el camino. Desde el paseo en bicicleta hasta la pregunta incómoda de su hermano. Su mejor amigo reía y decía que habría pagado por ver su cara. También le contó sobre sus preocupaciones, agregando que sabía que no tenían una justificación real.

Jungkook suspiró, sabía que Jimin no necesitaba que le repitiera lo mismo que venían hablando desde que los matices en la relación con Yoongi empezaron a cambiar e intensificarse.

—Me sorprende y casi me ofende que no me llamaras enseguida para contarme —dijo en lugar de recordarle que dejara de ser impaciente—. Ya me estaba acostumbrado a saber inmediatamente las novedades de tu vida y ahora ¿me lo cuentas con varias horas de desfase? ¿Qué clase de amigo eres?

Jimin rio y estiró el brazo para envolver el hombro del menor, quien se removió un poco, pero luego cedió al afecto. 

—¿Al menos le trajiste la chaqueta?

Asintió buscándola entre las cosas de su mochila.

—Debiste dejarla de nuevo en tu casa y hacer que fuera por ella —hizo un guiño.

Conocía tan bien a Kookie que hasta había previsto con bastante anticipación que algún plan manipulador saldría de esa cabeza castaña.

—Mira, ahí viene Yoongi hyung, ve a entregársela —le dio un empujoncito.

Con la chaqueta colgando en el brazo se acercó. Yoongi lo miraba con una expresión cariñosa. Esa mirada que por lo general denotaba aburrimiento, se había suavizado. Era más o menos como la que aparecía cada vez que hablaba de Holly.

Lo miraba como si lo que tuviera en frente fuera una fuente enorme de ternura. Jimin sintió que la sangre y el calor subían a su cara.

—Te sonrojas tan fácil, Jimin-ah —hundió los dedos largos entre las hebras rubias.

¿Cómo no iba a sonrojarse?

—Buenas tardes, hyung —saludó con una sonrisa amplia, recargando ligero el peso de su cabeza en la mano tibia—. Esta vez no la olvidé —tendió la chaqueta.

Yoongi la recibió y al doblarla pudo percibir las notas dulces que abundaban en el cabello del menor. Conservaba el aroma, podía notarlo aún sin acercar su nariz a la tela.

Se le hacía extraño querer compartir tanto tiempo con la misma persona. Persona adorable, un mochi, dulce como las cucharadas de azúcar que le estaba agregando al café porque ese mocoso lo encontraba amargo.

—Jimin-ah, quiero ir al cine —fue su forma de insinuar un "¿vienes conmigo?". Debió preguntarlo, porque tras escucharse notó que no era explícito y sonaba demandante. No tenía esa intención.

"Torpeza social". Pensó Yoongi. Poco tacto.

Jimin se percataba que la emoción ansiosa en forma de insectos revoloteando se asentaban en su estómago. ¿Lo estaba invitando nuevamente? ¿Lo estaba interpretando bien?

—Podemos ir hoy, salimos más temprano —se arriesgó a confirmar.

—Bien, después te paso a dejar —asintió y acarició una última vez su cabello.

Yoongi se alegró que entendiera su tosca invitación. Quería besarlo también.

Querer besarlo era un constante.

Hobi había apoyado las manos en los hombros de su hyung, saludándolo con una sonrisa alegre al igual que a Jimin.

La jornada inició agitada apenas cruzaron al sector de las mesas. Seokjin se disculpó por no poder darles el turno libre juntos, a ninguno esta vez, puesto que un día con el local lleno y personas de cumpleaños exigía que hubiera más personal circulando. Jimin había sujetado la manga del chico de cabellos negros, quien le susurró "los besos quedan para después" y el menor se sintió brillar.

Cada vez que Yoongi le decía frases como esa era como si limpiara las manchas sucias de inseguridad.

Aún sin pasar el turno de descanso juntos no dejó de extrañar los abrazos y besos en la bodega, se llevó una malteada de oreo de consuelo. Le gustaba sentirse consentido por parte de los encargados de cocina.

Miraba el reloj y a Yoongi con su sonrisa tensa paseando de mesa en mesa. Quería que los minutos pasaran más rápido, sin embargo, cada vez que se fijaba en la hora apenas avanzaba. "Por qué tan lento", se quejaba internamente.

—Deja de ser tan impaciente —Jungkook le dio un golpecito en la nuca cuando pasó con la bandeja vacía por su lado.

Jimin tuvo que afirmar la suya y protestó por lo poco respetuoso que era con su hyung. "¿Hyung? ¿Qué hyung?", había dicho entre risas para aumentar la indignación de su amigo. Aprovechó de guiarlo a empujones hasta la mesa de cumpleaños para que junto a él y dos compañeros más le cantaran a la chica celebrada.

Así aparecía Kookie para arrastrarlo a la tierra. Internamente lo agradecía. Mientras más ocupado estuviera, más rápido pasaría la hora.

Su corazón brincó de alegría cuando Seokjin anunció el cierre. Su mirada se cruzó con los pequeños ojos de Yoongi y cuando designaban las tareas voluntariamente se ofreció a ayudar a su hyung en el orden en la cocina.

—Y yo que creía que te gustaba bailar mientras barrías.

—Prefiero estar contigo.

—Puedes bailar mientras lavas platos.

—Lo haré.

Y Yoongi pudo disfrutar del ánimo desbordante de su dongsaeng contagiándolos a todos, bailando y tarareando la canción que sonaba de fondo. La forma en que balanceaba el peso de su cuerpo le hipnotizaba. Cada vez que su vista bajaba por la espalda hasta llegar a la curvatura, confirmaba que el pantalón blanco del uniforme resaltaba su culo. Naturalmente estaba, no cabía duda alguna, pero había ropa que lo acentuaba. 

Por estar mirando con descaro y sin fijarse, acababa de notar que estaba mojando las mangas de la camisa con el chorro de agua. Resopló y lo consideró como un llamado del destino para focalizar su atención en los vasos sucios.

Ambos dieron despedidas rápidas. Había prioridades. Yoongi eludió las preguntas de Hoseok y Seokjin. Rápido salió junto a Jimin en busca de su bicicleta.

—¿Esto cuenta como nuestra tercera cita? —preguntó con los brazos firmes alrededor de la cintura del chico delgado.

—¿Quieres una cita cliché en el cine?

—Sí —dijo con una sonrisa, hundiendo su nariz entre el cabello oscuro—. Quiero muchas citas contigo.

Yoongi se forzó a mantenerse estable, pese al hormigueo que bajaba desde su nuca por el resto de su espalda. ¿Acaso Jimin había olvidado los riesgos de las muestras de afecto cuando se montaba una bicicleta?

—Vamos entonces a nuestra cita cliché, mocoso consentido.

No había nada en la cartelera que llamara particularmente la atención de Yoongi. Solo pensaba en las películas que descartaba más que las que podrían gustarle.

—Descarta esas comedias románticas, Jimin-ah.

Jimin hizo un puchero. Le gustaban las comedias románticas.

—¿Qué quieres ver, hyung?

Terminaron por elegir en función de la hora más próxima una de suspenso-terror con la promesa que el mayor tendría que sujetarle la mano de ser necesario. "¿Así que mi Jiminnie es miedoso?", había comentado con una de esas sonrisitas que le encantaba que su hyung le dedicara. 

Compraron palomitas de maíz y durante la espera Jimin disfrutaba de acercar de uno en uno los granitos inflados, rozando los labios de Yoongi con la punta de los dedos. Soltó un tenue jadeo de sorpresa cuando su hyung mordió suavecito. Aguardaba que las luces bajaran y las personas a su alrededor tuvieran los ojos en la pantalla, entonces sería el momento en que lo besaría.

No lo besó, solamente se limitó a estrangular su mano. Ambos avanzaron en silencio y con semblantes de confusión y la pregunta muda de "¿qué acabamos de ver?". No estaba asustado, no saltó de la butaca como habitualmente pasaba cuando veía películas de terror y a Jungkook se le escapaban fuertes carcajadas burlescas. Estaba turbado y el azabache también.

—No termino de procesarlo —fue el comentario honesto que murmuró una vez fuera de la sala.

—Hyung, no podré dormir...me quedaré pensando.

—¿Qué pasó al final?... ¿Qué fue ese final?

—No lo sé —y dudaba llegar a saberlo—. Vamos al baño, tengo las manos pegajosas por las palomitas de maíz.

Quería quitarse la sensación perturbadora de encima y también quería besar a su hyung. No lo había hecho como lo planeó, mas no significaba que no lo haría.

Lavó sus manos y miró a Yoongi de reojo, apenas salieron el par de personas que mantenían a raya sus impulsos, sujetó su muñeca y lo guio al cubículo vacío. Aferraba los dedos a su cintura y lo atraía para acortar la distancia. Acabó con el mayor sobre sus piernas y las bocas unidas hasta la falta de aire.

Yoongi era liviano, el peso se ajustaba tan bien como sus labios bonitos contra los propios. A Jimin le gustaba la forma que tenían, no eran gruesos, tampoco demasiado delgados. Simplemente perfectos. No se cansaba de buscarlos y atraparlos.

Cada beso era más ansioso que el anterior. Las manos de Yoongi comprimían sus hombros y presionaba sobre su regazo. Cada movimiento ondeante era para Jimin una vibración que viajaba ascendiendo de la zona pélvica por su vientre.

Su hyung lucía hermoso con el cabello azabache alborotado, las mejillas rosadas y los labios hinchados después del tacto brusco y las mordidas. Le fascinaba cuando esos pequeños ojos negros estaban puestos en él con tanto deseo.

Tan simple como resumirlo en que le fascinaba Yoongi.

Gimió ante la presión hormigueante y chupó los labios rojizos que tenía en frente, tiró y los soltó con un sonido húmedo que no hizo más que aumentar el calor circulando en su interior. Yoongi jadeaba y respiraba agitado completamente entregado.

Las manos de Jimin se aventuraron a buscar nuevos caminos, no preguntó, ni lo pensó cuando las metió bajo la camiseta. La piel se sentía tersa y caliente en contraste con las yemas frías, Yoongi suspiró estremecido, susurrando un "estás helado". El menor delineó las costillas con los pulgares y continuó desplazándose en una ruta plana con las palmas por el pecho.

El mayor arqueaba la espalda y se dejaba moldear por las caricias que de frías pasaron a cálidas. Un par de dedos apretaron un pezón y brincó sobre sus piernas ante la ligera sensación punzante y placentera a la vez.

—Qué quieres hacerme, Jiminnie —dijo ahogado, tirando del pelo claro, exponiendo el cuello para dejar un par de mordidas y lamer la piel bajo sus labios.

Los dedos seguían apretando y acariciando el mismo lugar, haciendo a Yoongi encogerse y tiritar. La respuesta era ¿qué no quería? Más aún cuando lo notaba frotarse rígido contra su abdomen.

—Quiero hacerte muchas cosas también, Jiminnie —susurró con la voz ronca, aplastando con la fuerza justa contra su entrepierna.

"Haz todo lo que quieras, por favor", quería suplicar, pero al abrir la boca solamente salieron un par de gemidos. Se restregaba contra la áspera tela de mezclilla y estaba lejos de ser suficiente, sino una invitación a más. Siempre más.

Jimin soltó un ruido frustrado tras ver que Yoongi se levantó y luego otro de sorpresa cuando los dedos pálidos desabrocharon el pantalón, alzó las caderas para facilitar que bajara su ropa. Las manos ansiosas y temblorosas imitaron la acción, tirando toscamente.

Relamió sus labios al segundo que la erección de su hyung saltó la vista. Cuando lo tocó por primera vez fue a ciegas, solo tanteaba bajo la ropa interior y se hacía la idea de cómo era únicamente por la información captada por su mano. Ahora podía apreciarlo en todo su esplendor, la forma, los relieves, los colores. El tono rosado en el glande lo llamaba a querer degustar. Destacaba entre sus muslos blancos y necesitaba palparlo, sentirlo. Primero lo hizo con la punta de los dedos para después envolverlo, percibiendo los latidos, lo firme, lo suave y caliente.

—Levántate —ordenó ronco, pasando saliva por su garganta seca.

Yoongi estaba claro que no podría volver a sentarse cómodamente con el pantalón por sobre las rodillas a medio quitar. Cuando su dongsaeng obedeció, le empujó contra la pared delgada cerrando la distancia. Jimin se apegó al sitio entre sus piernas, moviéndose directo, disfrutando del roce de las pieles sensibles. Suspiraba sobre la boca del mayor y demandaba otro beso que llegó mojado y desordenado.

Los dedos largos ciñeron el espacio entre ambos. El rubio suspiraba y dejaba escapar ruidos bajitos en medio de la unión de labios —después de todo, no olvidaba que estaba en un cubículo de paredes finas—.

Murmuraba algunos "Yoongi hyung" entrecortados por cada descarga intensa, luego hundía la lengua en su boca y ahogaba en besos los sonidos. El mayor apretaba, subía y bajaba, concentrando la presión del pulgar trazando círculos sobre las puntas húmedas.

—Lame —acercó la palma hacia los labios gruesos que adoraba.

La lengua cosquilleaba resbaladiza. Con la mano ensalivada y el líquido preseminal brotando se ayudó a lubricar y deslizar con mayor facilidad. Cuando Jimin embestía en el lugar reducido el sonido mojado estremecía a los dos. Estaba cerca, lo sentía por la tensión concentrada.

Yoongi luchaba por no cerrar fuerte los ojos, quería visualizar y grabar cada detalle de las facciones contrayéndose y la boca abultada abierta soltando suspiros, continuamente invitándolo a juntarla con la suya. El calor incrementaba y sabía que estaban por llegar. Cubrió como pudo, percibiendo el líquido tibio manchar y escurrir entre sus dedos.

Tembló cuando la tensión se diluyó en el orgasmo. Jimin se recuperaba de los espasmos con la frente apoyada en su hombro. Ambos respiraban agitados y alzaron la vista para observar sus expresiones satisfechas y cargadas de cariño.

El mayor sacó un trozo de papel y antes de lograr secarse, el rubio había sujetado su muñeca y probó con la punta de la lengua el resultado de las caricias.

Jimin pronunció un suave "mmh" y un agradable escalofrío recorrió el cuerpo de Yoongi.

—Me gustaría probarlo directamente de ti.

Olvidó cómo se armaban frases después de esa confesión pronunciada con voz satinada y fantaseaba con el trabajo que podrían realizar los labios llenos del menor.

Salieron cuando se escuchó el completo silencio. No se toparon con nadie y compartieron otro beso breve previo a lavarse las manos.

Jimin sujetaba el delgado brazo de Yoongi mientras caminaban.

—¿Acaso siempre los baños van a ser nuestro lugar especial?

—¿Lugar especial? —preguntó riendo entre divertido y enternecido—. Tienes una forma bastante adorable para referirte a los lugares donde nos toqueteamos.

—Pero hyung, toquetearme contigo es especial.

El mocoso quería matarlo, porque hasta después de meterse mano y frotarse juntos como adolescentes lo hacía sonar lindo, aunque no dejaba de tener razón, era especial. Eran barreras de intimidad atravesadas. Y Jimin le hacía sentir tan bien y a ratos excitado con su presencia que se le hacía natural llegar más lejos con cada caricia.

Se le hacía natural confiar en él.

—Quisiera que fuera en una cama —dijo con sinceridad, señalando la bicicleta para que subiera.

No podía estar más de acuerdo. Quería deleitarse de la imagen completa de su hyung, de su piel nívea y memorizar cada lunar que pudiera adornarla.

El viaje fue silencioso, pero agradable. Jimin se apoyaba en su espalda y estrechaba su cintura.

—Gracias por todo, hyung —y sentía que no agradecía únicamente por la salida al cine, sino por el cúmulo de experiencias que habían compartido hasta la fecha.

Acarició las mejillas blancas de Yoongi y se acercó lo suficiente para rozar la nariz con la propia. Un gesto tan dulce que hizo que al mayor temblar por dentro.

—Nos vemos mañana, Jiminnie.

—Nos vemos mañana, hyung.

Yoongi atrapó su boca en un beso tranquilo y su dongsaeng lo envolvía como si no quisiera dejarle ir.

"¿Qué soy para ti?" Y la pregunta murió en sus labios mullidos.

¿Por qué era tan difícil decirlo en voz alta?


Yoongi estaba ahogado y con las sensaciones a flor de piel. Era como si conservara el calor en la palma de su mano y bastaba con incitar un poco su imaginación y evocaba con nitidez la impresión táctil de la suavidad y el ardor.

Espero a enfriarse unos minutos antes de entrar. Seguramente su madre con mirarlo sospecharía algo. Se acordaba que no necesitó —tampoco quería— mencionarle nada que insinuara el inicio de su vida sexual para que ella le tendiera una caja de condones y le dijera "ni se te ocurra dejarla embarazada o contagiarte algo". La charla de educación sexual más vergonzosa y escueta que pudo haber tenido.

—Bienvenido —dijo desde el sillón junto a su hermano y tazas de té—. ¿Quieres también?

—Buenas noches —saludó breve, pensando en dar pronto la media vuelta—. No, gracias.

—¿Te divertiste hoy? Te ves extrañamente animado.

—Claro, fui al cine con un amigo del trabajo —trató de sonar normal.

¿Amigo? No era suficiente para todo lo que estaba abarcando Jimin en su vida.

—¿Hoseok?

—No, no lo conoces.

—Mmh, ya veo —lo escudriñó con la mirada insondable—. Es bueno saber que tienes más amigos, Yoonie.

—Creo que conoció a alguien especial —su hermano fue más directo.

Y entre su familia se encargaron de hacer que sus mejillas pálidas comenzaran a ganar tonalidades rosada.

—Este hijo mío se delata solo —dijo para luego reír melodioso—. Trae a esa persona a cenar, estaremos felices de ver quién sube ese ánimo del demonio que tienes.

Siempre tan franca. Yoongi huyó a refugiarse con su rostro rojo a su habitación, siendo seguido por los pequeños pasitos de su perro. Lo tomó en brazos y lo dejó sobre la cama, rascó detrás de las orejas y miró los ojitos redondos y tiernos.

—Tengo que presentarte a alguien, creo que te agradará —decía en susurros y Holly ladeaba la cabecita—. Es el mocoso más adorable que he conocido en la vida.

Holly lamió su mano y Yoongi sonrió con cariño. Tenía que comenzar a direccionar algunas cosas. 
                 
        
    

Entre el lunes y el martes el chico de cabellos negros experimentó lo que definiría como días extraños, al menos en lo que refería a Jimin y a la relación en fase indefinida. La transición. Trataba de leer al mochi como el libro abierto que era, aunque pese a lo expuesto que se mostraba la mayor parte del tiempo había fragmentos que no entendía.

Lo miraba de una manera como si estuviera conteniendo algo.

"No de nuevo", había pensado. Estaba seguro de no estar dándole mensajes ambiguos esta vez.

Le sumaba a que se disculpaba por todo y eso escapaba aún más de su comprensión. Cada vez que sujetaba su brazo, abría la boca para decir eso que estaba atascado, luego se retractaba y decía un "lo siento, hyung". A ratos lo abrazaba de la nada, Yoongi correspondía y volvía a escuchar el "lo siento".

—¿Por qué te disculpas ahora, mocoso? —preguntó una vez que estuvieron a solas en el santuario de la paz compuesto por cajas y estantes con comida.

—Porque siento que estoy exigiendo mucho de ti —dijo bajito, acurrucándose más contra el cuerpo del mayor.

—Pensé que te gustaba ser un mocoso consentido, Jimin-ah.

—Lo siento, hyung.

Y ahí iba de nuevo. La paciencia de Yoongi era limitada y le desesperaba sentir que los avances con su dongsaeng parecían retroceder.

—Un "lo siento, hyung" más y no te beso en todo lo que quede del día.

El rubio apretó los labios para no soltar la frase prohibida, Yoongi le ayudó silenciándolo con los suyos encima. Había algo en la forma en que Jimin lo besaba. Algo intenso, necesitado, como si quisiera atraparlo. Por la manera en cómo las manos se aferraban a la tela del uniforme y apoyaba su frente. También en su mirada insegura, Yoongi no entendía y quería decirle "ya me tienes".

Su repertorio de habilidades sociales no era particularmente amplio. Partió con lo básico: preguntar. Ahora ¿qué seguía? ¿Esperar? Hacer nada también estaba sujeto a una interpretación errónea muchas veces.

Suspiró resignado y volvía a percatarse de esa expresión de un "lo siento" silencioso.

—Se acabó el descanso —revolvió con cariño el pelo rubio.

Jimin se regañaba, tenía un debate interno con dos preguntas que le quitaron el sueño las noches anteriores: ¿tan difícil era poder respetar los tiempos de su hyung? O quizás Yoongi estaba esperando que tomara la iniciativa y eso lo llevaba al ¿tanto costaba ser directo? Entonces imaginaba las posibles respuestas, incluyendo el "demasiado pronto" y regresaba a al punto de partida. Era como si caminara en círculos.

Sentía que su inseguridad en algún minuto terminaría por saturar a Yoongi y se disculpaba de antemano. Lo que resultaba peor, porque estaba pasando, su inseguridad estaba complicando las cosas.

Las otras veces que estuvo en un par de relaciones, partía con la premisa del "¿saldrías conmigo?", directo y simple. Jimin recordaba habérselo preguntado a su última novia —claro, cuando averiguó que también le gustaba a su compañera—. No entendía por qué con Yoongi le resultaba tan difícil.

Estaba necesitando más que nunca los comentarios ácidos de su mejor amigo. Al punto que le escribió.

"Necesito tu sarcasmo"

"¿Ni siquiera en mi día libre me dejas descansar de ti? ¿Qué hice para que el destino me mandara un amigo tan dramático?"

Adoraba a Jungkook.

"¿Qué pasó ahora?"
"¿Tanto de menos me echas? Yoongi hyung se pondrá celoso"

Apenas pudo escaparse unos minutos aprovechó de llamar a su amigo encerrado en el baño, lugar que almacenaba el recuerdo de varios besos —seguramente no solo los suyos compartidos con Yoongi—. Terminó recibiendo una buena dosis de comentarios irónicos y un "tú me lo pediste" que le había relajado bastante.

—Quizás es momento que seas directo —dijo Jungkook desde el otro lado de línea—. Ser directo no es lo mismo que ser exigente, depende cómo se lo plantees.

Salió del baño alentándose con valor. Así que cuando Yoongi le dijo el tan esperado "te llevo a casa" al finalizar la jornada, decidió que tenía que hacerlo.

—Me gustaría acompañarte a casa hoy, hyung —eso no era lo que originalmente planeaba decir.

¿De dónde salió esa exigencia? "De tus inseguridades, Jimin", se contestaba. No tenía sentido.

—Después se te hará más largo devolverte.

—Hasta ahora no he podido acompañarte —se suponía que iba a parar y no continuar con la insistencia.

Quería conocer a Holly.

—Tengo como devolverme más rápido que tú, mocoso.

"Detente ya, no agobies a Yoongi hyung".

—También tengo como devolverme —continuó perseverando.

Notaba que había una petición implícita adicional a la compañía y trataba de leerla correctamente, algo en lo que sentía que estaba perdiendo la habilidad en el tiempo reciente.

Jimin lo miraba como cachorrito mojado que exigía cupo en su hogar. Yoongi no se resistía a los perritos, los acogía en los brazos y su dongsaeng siempre era bienvenido a estar rodeado por ellos.

—De acuerdo mocoso, ya es hora que conozcas a Min Holly, será quien decida si eres un candidato digno a pedir mi mano —dijo con expresión seria un poco antes de una semi sonrisa.

Yoongi apreció la expresión iluminada de mocoso contento y por fin pudo respirar con alivio.

—Eres tan raro, Jimin-ah.

A veces subestimaba la paciencia que le tenía Yoongi. Lo abrazó y se recargó con cuidado contra su espalda. Solamente necesitaba hacerle saber que se ahogaba en vasos de agua. Su hyung ya había dejado de huir y era él quien no terminaba de convencerse que las cosas podían resultar bien sin mayores reparos.

Yoongi abrió y le invitó a entrar, Jimin estaba ansioso, su corazón se negaba a latir a una velocidad normal. Observaba con curiosidad todo a su alrededor, especialmente las fotos familiares. Los ladridos contentos y los saltitos de una pequeña criatura café brincando a los pies de su dueño le hicieron cambiar el foco de su atención.

Holly era adorable. Se quiso agachar a tocarlo, pero retrocedió.

—Es tímido con las personas nuevas —dijo la señora Min con una sonrisa tranquila.

Sentía como si la mujer lo leyera igual que a un libro abierto —era un libro abierto—. Como si supiera donde puso sus manos en el cuerpo de su hijo. Ya sabía de qué parte del árbol genealógico Yoongi heredó esa mirada profunda de ojos oscuros.

—Bienvenido, siempre es bueno saber que Yoongi conserva en algo la capacidad de hacer amigos.

Amigos...

Muy en el fondo tenía esa expectativa que Yoongi dijera que eran más que eso. Debería arriesgarse y preguntar en qué estaban. Exponerse abierto y sincero que no quería presionarlo y era solo él lidiando con su ansiedad.

Jimin, cohibido como no recordaba haberlo estado frente a padres de otras personas, se presentó con una reverencia.

—Tímido como Holly —comentó sin borrar la sonrisa.

Ahora entendía cuando su hyung le comentó que su madre era franca e inquisitiva.

—¿Te quedas a cenar?

El rubio asintió agradecido por la invitación. ¿Así de nervioso se sintió su hyung la noche que estuvo en su casa? Porque tenía un nudo en el estómago.

—Me llevo a Jimin y a Holly —avisó tomando al animalito en brazos.

—Les avisaré cuando esté servido.

Condujo a su invitado a su habitación. Lo primero que el menor notó fue la pulcritud del espacio —se acordó de las ropas que tenía tiradas en su escritorio y los libros que debía apilar en los estantes—. Era pequeña, pero estaba todo estratégicamente organizado.

Yoongi palmeó la orilla de la cama y Jimin sin vacilar se sentó a su lado. Muy cerca, tocándose. Su hyung dejó al perrito en sus piernas.

—Le agradas o no se habría quedado.

Acarició el lomo rizado y suave en silencio. Holly se acomodó.

—Jimin-ah, ¿sucede algo? —preguntó finalmente.

Intentó ordenar sus ideas y plantearlas con claridad, aunque se percataba que el tránsito entre hacerlo y pensarlo no era para nada fácil como parecía a simple vista.

—No tengo la habilidad de leer tu mente, no puedo hacer nada si no me dices.

—¿Qué soy para ti?

—¿Qué quieres que seamos?

No era justo que Yoongi le devolviera la pregunta.

—¿Es muy egoísta querer que seamos todo?

Compañeros, amigos, confidentes, pareja...Todo.

—Solo quiero que estés conmigo.

—Ya estoy contigo.

Yoongi había cometido el error de pensar que era obvio. Apenas habían tenido un par de citas, las cosas estaban poco definidas y él, aún así, lo tomaba como un hecho sin lugar a cuestionamientos desde que aceptó que con Jimin las cosas seguían un curso diferente a lo que habría esperado inicialmente. 

Se había entregado de más formas que solamente al tacto de sus manos delicadas.  

—Me encantas, mocoso, no sabes cuánto —acariciaba sus mejillas—. ¿Necesitas que te pregunte si quieres salir conmigo?

Asintió. Lo necesitaba. Podría ser un capricho tonto, pero deseaba más que nunca oírlo. La certeza, la confirmación.

Y una vez más Yoongi lo consintió.

—¿Quieres salir conmigo, Jiminnie?

Movió afirmativamente la cabeza. Tenía un montón de emociones brotando desde el pecho, cerrando su garganta. Había olvidado cómo hablar. A falta de palabras, respondió con acciones, cuidadosamente trató de no remover al perrito que descansaba en su regazo, extendió los brazos hacia Yoongi y buscó su boca para un beso lento. Cargado de todo el afecto que tenía contenido.

—¿Ya hablaste con Jin hyung? Mi novio me debe una cita nuestro día libre.


***
Alguna vez han rendido un examen y sienten que les fue bien y están felices hasta que alguien comenta "puse tal respuesta en tales preguntas" entonces uno dice "¿qué estudié? ¿Rendimos la misma prueba :'D?". Eso le pasó al pobre Jimin xD (y a mí, un montón de veces xD) 

Gracias por leer y por el amor que le dan a esto ;u; (me dan felicidad a mí de paso, mucha ❤️).

Cariños eternos para uds. 💕💕

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