Mi corazón latió desbocado cuando supe no solo que la chica en cuestión sería mi empleada, sino que, además, podría llegar a ser una de mis acompañantes de viaje.

Presentación informal mediante, en la cual su amiga y secuaz en esa noche de libertinaje sexual se entrometió evitando una incómoda situación para ambos, ahora era momento de actuar en frío y comportarme como una figura superior.

Era el jefe y como tal, tenía que mantenerme firme, decidido y alejado de la imagen de hombre poco maduro.

¿Sería difícil manejar la situación? Quizás, lo mejor era que las cosas decantasen por su propio peso, ¿O era riesgoso dejar todo en manos de ella? ¿Habría ventilado nuestras intimidades con sus amigas ?

Su nombre era Magali Carranza. "Magu" para los más allegados como Graff.

Yo no conocía a nadie que se llamara de ese modo convirtiéndose  nuevamente, en la primera en algo: la primera con ese nombre, la primera con quien le había sido infiel a mi esposa, la primera con quien quizás viajaba por negocios...

— Eu...Astor...—Tadeo me trajo al mundo real. Yo estaba de brazos cruzados, duro como estatua frente a una placa de yeso blanca, inmaculada.

— S.... ¿sí? ¿Qué pasa?

— Que si vos ya elegiste color para pintar tu despacho — sin darme cuenta, la chica de diseño de interiores estaba esperando una respuesta de mi parte.

Le sonreí con cortesía.

— Me da lo mismo cualquiera. Lo que combine mejor con la tuya —expresé de mal genio y salí de esa gran oficina que, de momento, era una enorme sala sin divisiones que en breve se transformaría  en tres perfectos cubos donde cada jefe tendría su propio espacio.

Entre polvillo, remodelaciones y algunos muebles nuevos, la semana transcurrió, así como también, la idea loca de cruzarme a Magali en el corredor y averiguar por pues intuición si sabía quién era yo.

Tomando aire en la terraza del edificio en el cual convivían algunas plantas, cables de telecomunicaciones, respiraderos y equipos de aire acondicionado, miré la ciudad en busca de respuestas. 

Saqué un cigarrillo para relajarme, algo que hacía contadas veces.