55

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

— ¿Y esa? — Érika se sentó a nuestro lado, preguntando poco disimuladamente.

— Yo apuesto que es una nueva jefecita — tiró Gisela —. Hay mucho olor a bola en el despacho que era de Graff.

Chasqueé mi lengua ante su gracia.

Con el correr de los minutos, no existió presentación formal, por lo que rápidamente deduje que no era una persona de las que integraría el directorio.

Las suposiciones en torno a su identidad fueron moneda corriente entre mis compañeros, hasta que, sin predecirlo, Astor me llamó.

— ¿Yo? — me acerqué con timidez. Mis amigas estaban cuchicheando tras de mí.

— Hay alguien que quiere conocerte — serio, más que de costumbre, señaló a la muchacha que los acompañaba.

Era una preciosura de muchacha; de ojos color café, unas gafas redondas y modernas los protegían de una aparente miopía. Lánguida, muy alta, era fácil deducir que hasta una sábana enredada le quedaría de mil puntos.

— Hola, ¿vos sos Magali? — se mostró simpática, con una sonrisa radiante de oreja a oreja.

— S....si...— rápidamente, me dio un abrazo amistoso.

— Yo soy Clara. La esposa de Astor — dejándome de una sola pieza, no pude más que mirar a su esposo, mi jefe y amante, con cierta tensión.

Él mantenía la mandíbula de piedra y estaba blanco como papel.

— Astor me dijo que viajaron juntos a Mar del Plata y que, gracias a vos, él quedó como un súper Dios de las auditorías — con tono amable y agradable, vociferó.

— B....bueno...no es para tanto. Yo tengo el respaldo de algún que otro año de experiencia, nada más. Tu esposo pronto sabrá valerse por sí mismo y no necesitará de asistente — él tragaba duro y yo, deseaba ser tragada por la alfombra de la sala.

— Me alegra que tenga compañeros tan generosos; cuando estábamos en EEUU nadie nos dio una mano para integrarnos. Fueron años difíciles — rememoró, llenado su pecho de aire y soltándolo de a poco.

— Él también demostró ser muy generoso...un buen jefe — dije refregando mis manos, nerviosa hasta la médula.

— Clara, es mejor que te vayas. Llegás tarde al cumple de tu sobrino —hice referencia al hijo de una de sus amigas chetas.

— Pensé que vendrías conmigo...— ella le susurró con desilusión.

— No puedo. Quedan cosas pendientes que resolver. Estos feriados entre semana retrasan mucho las cosas.

Su esposa hizo un puchero cariñoso, le besó la nariz, luego la boca medidamente y saludó al grupo de trabajo con un adiós colectivo. Agradecí que no se diese los cuernos contra la puerta; caso contrario tendría que asistirla con un serrucho.

— Es...hermosa...— suspiré, desahuciada. Un mal momento personal era lo único capaz que justificar el desliz de Astor conmigo.

— Sí. Demasiado — completó, contemplando su partida.

Me relamí quitando el sabor del vino seco de mis labios y lo miré por sobre mi hombro.

— Ya sé que soy un pendejo hijo de puta — masculló cerca de mi oreja, favorecidos por la lejanía de los empleados restantes.

— Yo no dije eso.

— Pero lo pensás.

—¿Y acaso importa lo que piense ahora? — dejándolo con la respuesta atorada en la garganta simplemente me acerqué a mi asiento, fingí ante mis amigas que estaba todo bien y empiné la copa con más vino hasta acabarla.    

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro