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Los toques me despertaron, pero lo que me hizo reaccionar y molestar fue, más que nada, el hecho de que mi amada se separará de mi lado con aquella brusquedad. Aquello me haría estar de mal humor por un buen rato, aún así disimulé aquellos sentimientos e hice lo que ella me pidió.

- Adelante.- dije desde la cama, como si nada.

El sonido de los zancos y la puerta se combinaron en alguien entrando, una mujer.

-Espero que haya dormido bien, le he traído el desayuno.- dijo la mujer con voz aterciopelada desde buena mañana.

Era la misma que ayer en la noche se me había acercado primero, reconocí su aroma y su andar, también su voz.

-No he pedido nada ni he pagado por ello.- dije con un tono algo más frío que el que quisiera dedicarle a una mujer, por muy indecorosa que sea su profesión.

-Aún así, era mi deseo complacerle en su estadía. Puedo alimentarle si necesita ayuda.

-No, gracias, tampoco aceptaré la comida, aún así agradezco su oferta.- volví a rechazarla.

-Vamos, no tienes que ser tan tímido.- me tocó, solo fue la mejilla, una ligera caricia, pero me tocó.

Con algo de seriedad y firmeza, aparté su mano de mi piel, no quería su toque.

-Mi señora, lamento ser hostil a este nivel. Jamás he lastimado a una mujer, pero, si vuelve a posar su mano en mi sin mi permiso, será la primera vez que algo así ocurra... Además, mi compañía tendrá ciertos arrebatos por los que no quiero pasar.

............

Tener que escuchar todo aquello me molestaba en gran medida. No entendía la insistencia de aquella cortesana si A-Cheng se negaba tanto a su atención.

Lastimosamente, no podía ver nada desde mi escondite, pero escuchar que lo había tocado, me hizo apretar los puños y los dientes. No había revelado mi existencia por no meter en problemas a A-Cheng, pero mientras más seguía esa cortesana, más en problemas se metía ella.

.............

-¿No quiere usted complacer la curiosidad de una humilde mujer? Mi único deseo es poder complacer a un cultivador, nunca antes había conocido a uno tan de cerca. Tenéis una piel suave y además, tampoco he tenido el placer de haber compartido lecho con un ciego, debéis tener unas manos mágicas para dar placer.

La voz de la mujer se hizo aún más melosa, casi hipnotizadora, se notaba que era toda una experta en su profesión. Posiblemente en otra época hubiera caído a los encantos de tan experimentada cortesana, pero, yo que no me llevo por los ojos, sino por sentimientos y actos, no me vi tentado siquiera a ser amable con ella.

Además, mi corazón ya tenía atadura, ataduras que no se rompería solo por un roce en la mejilla, unas ataduras de las que mi alma no deseaba escapar.

Lo que pasa es que, bueno... No me dieron tiempo a contestar, pues escuche una cortina moverse.

......................

-¡Detente ahora mismo, mujerzuela!- grité mientras salía de detrás de la cortina.- ¡Apártate de él!- fui hacia ella y casi la tiro al suelo al empujarla, pues, un poco más y casi estaba sobre el cuerpo de A-Cheng.

Me coloqué entre él y la mujer con una expresión de molestia y un par de lágrimas corriendo por mi rostro. Estaba arrepentida de no haber podido mantenerme oculta, pero el descaro de aquella cortesana no me permitía quedarme tranquila.

-Ya te dijo que no tenía intenciones de usar vuestro servicio, ¡déjalo en paz! ¡Tienes muchos hombres aquí! ¡A-Cheng no es especial por ser un cultivador o por ser ciego! ¡Atiende los pedidos de tus clientes y cumple con lo que se pidió! ¡Vete!

Mi tamaño, mi voz, mi expresión, nada de eso estaba a favor de que yo pudiera dar autoridad con mis reclamos, pero lo que sentía mi corazón era una rabia terrible que no había forma de aplacar. No concebía que A-Cheng fuera corrompido por esos actos a los que esa mujer pretendía obligarlo.

..................

La escena debía estar siendo digna de ver, pues nunca había escuchado tanta molestia y rabia en la voz de mi dulce princesa que tan amable era en todo momento.

Me levanté del todo de la cama y fui hacia ella, la abracé suavemente y la pegué a mi pecho, aunque ella seguía de espaldas podía sentir el calor de todo su cuerpo y, sobre todo, la acelerada respiración que le propinaba la tensión de la escena.

La cortesana dio unos pasos fuertes hacia ella, seguramente lo mejor era que tuviera a A-Guāng lo más cerca posible de mí... Así no pasaría nada de lo que tuviera que arrepentirme.

-¿Una niña? ¿En serio? Querida, será mejor que salgas de aquí, los adultos están hablando de cosas que no son buenas para las pequeñas. Y si quieres unirte a esta casa, tendrás que esperar unos años para ello. Aquí no se aceptan niñas.- dijo la mujer, sacando su autoridad dentro de ese lugar, afincado su posición. Por el tono de voz de esta, supe que consideraba a mi adorable compañera una amenaza.

-Ella no es una niña, es mi compañera. Ahora si, por favor, es tan amable, déjenos pasar. Nos iremos en este mismo instante.- dije como si nada.

-Les acompañaré hasta la puerta...

-No es necesario, ella es toda la guía que necesito. Vos, mi señora, sobráis...

...............

¿Niña? ¿Era eso cierto? Comparando mi cuerpo, mi ser, todo lo que era con ella, era cierto. Apenas era una niña.

También debía serlo para A-Cheng, una niña a la cual amaba de forma tan platónica. Eso me hizo dudar de si A-Cheng podría en algún momento querer estar conmigo de esa forma. Aún así, no era momento de pensar eso, solo quería irme de ese lugar con mi compañero.

Cuando la mujer se ofreció a acompañarnos, mientras A-Cheng hablaba, yo tomaba su mano y lo guiaba fuera. Aún seguía furiosa con esa mujer, pero sus palabras habían hecho mella en mis pensamientos, por ello, cuando llegamos a la calle y recorrimos un poco el pueblo, me mantuve tan pensativa que olvidé siquiera hablar.

..............

-A-Guāng, ¿Estás bien, A-Guāng?- preguntaba mientras seguía caminando, no hablaba, ni una sola palabra y eso me estaba matando por dentro.

Si aquella mujer la había hecho sentir mal, juro que jamás volveré a entrar en un lugar como ese, ya sea con o sin ella. Preferiría dormir en la calle abrazándola alerta toda la noche que volver a un lugar como ese burdel.

-Princesa mía, no dejes que lo que esa mujer es o lo que dijo melle tus hermosos pensamientos. Para mí no eres ninguna niña y sé que para ti no soy ningún trofeo. No quiero nada más y el resto me es indiferente. Tú y solo tú es lo único que necesito para seguir adelante.

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