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Era tierno cuando lo decía de esa forma. Sí, conocía mi ser, y lo que no, al parecer, lo imaginaba. Se sentía hermoso ser una bella creación de su imaginación, él lo transformaba en algo hermoso.

Pero sus últimas palabras me desconcertaron. Era imposible que A-Cheng pensara que era impuro.

-A-Cheng... ¿acaso sientes envidia de los que ven... porque ellos pueden verme a mí...?

Si la envidia era el sentimiento que atacaba su corazón, no había forma de que pudiera ser acusado. Era comprensible algo así, sin embargo, él era tan noble que ni siquiera dejaba entrar tal cosa en su alma sin castigo. El castigo de la culpa por siquiera sentirlo.

......

-Por supuesto que siento envidia de todo aquel que pueda verte, ya sea mujer, hombre o infante. Siento que ellos ven una belleza que yo jamás podré contemplar. Nunca sabré cuán negro es tu pelo o lo finas y rosadas que son tus suaves y cálidas mejillas.- dije en un tono algo más serio, arrepentido de tener aquellos pensamientos en mi cabeza y corazón.- Jamás podré ver tu hermosa sonrisa o tu bellísima expresión que me regala tu risa. Aún así, soy afortunado. Porque soy yo quien te escucha reír, porque soy yo al que le permites sentir tu rostro. Porque aunque no seré capaz de verte nunca, soy quien vela por ti cada noche. Seré quien te ame para siempre, cada latir de mi corazón sabe que estás cerca y por eso es más fuerte. Mis sentimientos hacia ti son reales, yo lo sé... Y también sé que jamás cambiarán por mucho que nos castigue la vida y el tiempo. Porque quiero seguir escuchando tus pasos con los míos, porque quiero escuchar mi nombre una y otra vez de esos labios que jamás me cansaré de besar.

...........

Lo escuché con atención, tan sonrojada como mi sangre me dejaba, pero feliz. Sonreía con una felicidad inigualable en mi corazón.

Todas esas cosas tan bellas que decía A-Cheng de mí, sobre todo, diciendo que soy pura y culpándose de no serlo él por envidiar a quien me puede ver, cuando yo envidio hasta la túnica que cubre su bella y suave piel.

Tomé su mano y comencé a caminar para que me siguiera. No podía responder nada a tales palabras. Solo sonreír.

-Ven, mi amado cultivador. Quiero que andemos mientras deleito tus oídos con una de mis historias para que el camino se te haga ameno en la tremenda tranquilidad de tu constante penumbra.- eso era lo único que podía ofrecerle.

......  

-Iría contigo hasta al fin del mundo, mi dulce princesa.- dije dejándome llevar por ella.- Y aún más allá si me cuentas los cuentos que conoces. Escucharé todo aquello que quieras decirme, así como si son penas como alegrías, cuentos o miserias, siempre seré capaz de prestarte mis oídos para calmarte.

Seguí caminando tranquilo, mucho más calmado que en la mañana o cuando salíamos del pueblo.

Esperaba que comenzara a contar su cuento, estaba con ganas de escucharla...

.......

Comencé a contar algunos de mis cuentos mientras caminaba de la mano de A-Cheng. Cada vez que sonreía, me animaba mucho más a seguir hablando.

Sin embargo, cuando la tarde comenzó a caer, una lluvia se desplegó por el camino que andábamos.

Sin siquiera avisarle a mi compañero, apreté el agarre de nuestras manos y corrí a una cueva que por suerte estaba cerca de allí.

Entré y me detuve para recuperar el aliento. Noté que había una leve luz iluminando el lugar.

-Lo siento por traerte de esa manera, A-Cheng. Quería evitar la lluvia.- escuché un ruido, alguien se nos acercaba, suponía que era quien mantenía el fuego que nos alumbraba.- Disculpe la intromisión, joven Maestro. Solo estamos de paso. - dije al ver al hombre de negras vestiduras, pero este reaccionó de forma extraña al ver a mi acompañante.

-¡Tú! ¡Xiao XiCheng!- su voz se escuchaba como desgarrada, pero su expresión era de sorpresa, casi parecía temor.

......

-Tranquila, princesa mía, entiendo que querías resguardarnos de la lluvia, hace frío, deberías abrigarte bien, en el siguiente pueblo podríamos comprarte algo de ropa.- dije manteniéndola cerca de mí, más aún cuando escuché pasos acercándose.

-¿Le conozco?- dije tirando suavemente de A-Guāng, poniéndola detrás de mí.- Lamento decirle que no reconozco su voz, pero si quiere decirme algo, solo hágalo. Escucharé todo lo que tenga que decirme, siempre y cuando ella quede al margen.

Como todo momento en el que había estado con mi dulce A-Guāng, mi prioridad era mantenerla a salvo. Lo que pudiera pasarme a mi era secundario. Tenía que estar seguro de que ella viviría bien y feliz, yo en cambio, como cultivador, tengo tantos aliados como enemigos.

.......

-¿Qué?- el muchacho se acercó un poco a nosotros, estaba casi fascinado con las palabras y existencia de mi compañero.- ¿Está ciego?- había sorpresa en su rostro al hablar.

-¿Conoce usted a A-Cheng?- dije desde detrás de él y mirándolo con desconfianza.

-Yo...- él me miró y luego a A-Cheng.- Lo conozco por las historias que se cuentan de él... Digamos que soy un gran admirador de tan famoso cultivador.

-¿Admirador?- sonreí y él me devolvió el gesto.- ¿Podemos quedarnos aquí con usted mientras pasa la lluvia?

-Por supuesto.- volvió a mirar a A-Cheng.- Sería muy peligroso para un ciego viajar por los caminos con esta lluvia.- soltó una risita al terminar de hablar.

.........

-Agradezco mucho su amabilidad, si puedo hacer algo para ayudarle o necesita algo que podamos proporcionarle dígamelo, le ayudaré.- dije sonriendo y mostrándole una leve reverencia de respeto. Descansemos donde podamos mientras mengua la lluvia.- dije a mi dulce compañera de cada día.- Isa mi túnica para abrigarte del frío.

Me senté y abrí la capa exterior de mi túnica para poder abrazarla y abrigarla a la vez, esperando a que viniera conmigo, a mis brazos.

-Espero que no le importe que compartamos el fuego, no hemos mojado un poco con la lluvia...

......

-Gracias, A-Cheng... pero tú deberías también calentarte.- lo acerqué al fuego y lo ubiqué para que se sentara.

-No tienen problema. Usen lo que necesiten, también tengo comida.- dijo y lanzó un bollo cubierto de papel al aire hacia mí el cual tuve que separarme de A-Cheng para tomarlo.

-Gracias, señor.- dije sonriendo, pero luego vi que lanzaba otro a A-Cheng.

-Tú también deberías comer, gran cultivador.- dijo sonriendo de forma extraña, no sabía por qué me parecía así si estaba siendo amable con nosotros.

.......

-Tranquila, me calentare, pero también necesito que estés bien y calentita. Ven, me sentiré mejor si tú estás bien.- dije intentando convencerla.

Cuando el hombre del cual no tenía más datos que su voz y su conocimiento de mí, lanzo el primer alimento a A-Guāng, sospeché un poco, pero mi guardia bajó cuando lanzó otro en mi dirección.

De alguna forma pude atraparlo en el aire. Lo abrí con calma y el olor inundó mis fosas nasales, era un buen olor.

Primero olí más de cerca lo que supuse que era una especie de bollo, después lo probé esperando que A-Guāng no lo hubiera probado aún.

-Esta delicioso. Gracias, noble señor.- dije de nuevo solemne.- ¿Cómo podríamos pagar tanta amabilidad?

........

Fruncí el ceño al ver que ese joven había lanzado la comida también a A-Cheng. ¿Acaso se había olvidado que era ciego?

Retomé mi lugar junto a mi cultivador favorito y me calenté entre sus brazos mientras abría mi bollo y comía de él.

-Uhm, muchas gracias. Es realmente rico.- seguí comiendo con una sonrisa.

-De nada.- volvió a sonreír de esa extraña forma.- ¿Qué relación tienen ustedes? Si es que no les molesta hablar de ello, claro está. Parecen como... ¿ciego y lazarillo?

Él vigilaba el fuego y también comía. Noté que una de sus manos tenía una especie de guante que sustituía uno de sus dedos. Aún así, le di poca importancia, pues tampoco me gustaba evidenciar las faltas de las personas. Aunque tampoco me gustaba mucho que él mencionara todo el tiempo sobre la ceguera de A-Cheng.

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