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-Oh, vaya... se ven delicioso y tienen un aroma muy dulce.- dije con entusiasmo y agradecí a la mujer del posadero.

Tomé la mano de A-Chen y le puse uno de los dulces en ella. Luego tomé uno yo y lo probé quedándome maravillada por el sabor tan dulce que tenía.

-¡Que delicia! ¡Nunca había probado nada igual!- exclamé sonrojada por la alegría.

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- Sabía que te encantarían... Son los mejores dulces de arroz que jamás he probado.- dije sonriendo antes de probar el dulce.- Mmm... Siguen con el mismo sabor de siempre. ¿De verdad te gustan, princesa?

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-Me encantan, A-Chen... tienen un sabor especial y una textura muy suave y agradable.- comenté comiendo otro de los dulces y esta vez tomando algo de té para acompañarlo.

A-Chen tenía razón, la combinación del sabor del dulce y el té era realmente un regocijo al paladar y al corazón.

-¿Quieres un poco de té, A-Chen?- le pregunté suponiendo que querría combinar los sabores como me acababa de ocurrir a mí.

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- Por favor, mi bella princesa.- dije sonriendo en afirmación a su pregunta.- Me alegra enormemente que te gusten... Habría sido un gran fallo que me dijeras que no te gustaban. Puedes probar también las galletas de arroz, son crujientes y están deliciosas ya que es de arroz tostado.

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Llené un vaso de té y se lo di en su mano para que bebiera. Luego seguí comiendo de los dulces.

-Tal vez los pruebe mañana. No quiero llenarme mucho por querer probarlo todo en un día. Aunque no negaré que ya estoy intrigada por saber cómo son esas galletas de arroz. Se nota que conoces muchas cosas de aquí, A-Chen...

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- Pasé mucho tiempo en esta posada joven y no tan joven puesto que muchas veces tuve que sacar a Song Lan borracho de esta misma posada.- dije riendo antes de tomar té y dejar la taza de nuevo sobre la mesa para seguir comiendo, estaban tan deliciosos que hasta la posadera reía al vernos comer... Nos ofreció otros bocaditos para después, comida que podríamos llevar con nosotros mañana mientras paseábamos.

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Guardé los bocadillos que nos había dado la posadera y me levanté del rezago de A-Chen una vez que los dulces y el té se terminaron para luego ir a la habitación a dormir.

-Tengo sueño... - dije tras soltar un bostezo.- Quisiera ir a dormir ya... ¿Irás a cazar, A-Chen...?

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- Aquí y esta noche, no... Aunque no lo parezca la gente de este pueblo sabe defenderse bien, por eso apenas aparecen cosas por estos alrededores... Esta noche dormiré tranquilo a tu lado.- dije también bostezando debido al viaje, aunque me vino algo a la mente... Quizás me estaba haciendo más vago.

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-Estoy feliz por eso... -dije sonriendo mientras lo conducía a la habitación.- Podría contarte una historia antes de dormir...

Llegamos a la habitación y abrí la puerta para que entráramos. Me sentía orgullosa de ver que no tenía problemas si dejaba a A-Chen sin mi guía en ese lugar. Aunque no a la perfección, sabía moverse con soltura por esa habitación. Cerré la puerta y abrí una ventana que estaba al costado de la cama.

-La noche se ve hermosa... -comenté sonriendo.- Hoy tenemos luna llena...

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- Si hay luna llena, mira al sur, podrás llegar a ver el reflejo de la luna en el mar si te fijas...- dije llegando a la cama para sentarme.- Estamos en un pueblo de montaña, con las mejores vistas que puedas imaginar.

Me encontraba muy calmado después de notarla disfrutar de los dulces.

- Me encantaría escuchar un cuento tuyo antes de dormir.- sonreí ligeramente.

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-Oh, cierto...- cuando me asomé y vi el paisaje, no me podía creer que fuera tan hermoso.- ¿Sabes que la luna tiene su historia?- dije volteándome y yendo con él a la cama.- Hace muchos años, un prisionero de guerra fue retenido en una de las prisiones más custodiadas de toda China. Era el general de un gran ejército, el cual aún quedaban muchos de sus hombres y querían liberarlo para poder continuar defendiendo sus tierras. Sin embargo, no había forma de decirle al general que se prepararía su rescate, pero que debía ponerse a salvo, pues sus hombres arrasarían con la prisión hasta dar con él. ¿Sabes cómo lograron decirle?

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- Si tanta custodia llevaba tal prisión, no de me ocurre ninguna forma de avisar al General.- dije confundido.- ¿ ómo fue que pudieron avisarle?

Mi duda y curiosidad era más que notable, pero así era cuando me hacía tales preguntas, aún más si eso llevaba a una hermosa historia contada por mi hermosa princesa.

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-La hija del general sabía hacer pasteles de la luna. Y era la única persona a la que permitían visitas dentro de la prisión. Los soldados planearon enviarla con un mensaje escrito dentro de uno de esos pasteles.- continué narrando mientras me acostaba a su lado.- Cuando los guardias revisaron lo que la niña llevaba a su padre, jamás sospecharon que dentro de unos dulces pudiera haber un mensaje, por lo que la dejaron pasar. Aún así, en la celda también había guardias custodiando, por lo que la niña, muy astutamente, supo decirle a su padre de la existencia del mensaje al decir: "Padre, en estos pasteles de la luna se encuentras los mejores deseos de tus seguidores para ti. Ellos esperan que sepas recibirlos con agrado y te llenen de esperanza como a tu estómago." Gracias a esas palabras, cuando la niña se fue, el general supo encontrar en mensaje y estar listo para el día que fue liberado.

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- Fue una buena idea... Aunque la niña se enfrentaba a un peligro y sobre todo, en el caso de que hubieran encontrado el mensaje los guardias ella también habría sido ejecutada.- dije riéndome.- Pero me alegra que funcionara, esa niña era mucho más astuta que cualquiera de los soldados... Aunque sé de alguno que simplemente no hubiera dejado continuar a la chica por así ser las normas.

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-¿Ah, si? Es muy posible, pero gracias a su valor, su padre pudo escapar...- fui sobre él para acurrucarme en su pecho.- ¿Te ha gustado la historia, A-Chen...?

Sentir su calor era agradable, y su aroma en combinación con los perfumes que se le impregnaron en las termas, hacían que su ser fuera más apetecible que un campo de flores en plena primavera.

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