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- Me ha encantado.- dije abrazándola muy suavemente.- Es una historia realmente bonita y motivadora, deberías contarla a menudo... Podría dar valor a la gente, y algo de credibilidad a las damas... En muchos sitios aún creen que solo son necesarias para atender un hogar. Sin embargo, tú eres una prueba de que una dama es mucho más que eso, sois compañeras valientes, que no sólo corren hacia el peligro sino que refuerzan el valor en todos nosotros, sois mucho mejores que nosotros que solo sabemos arar, luchar y buscar problemas allá donde vamos.

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Pasaron unos segundos en los que me quedé pensativa. Recordaba la conversación que había escuchado del posadero y su amigo. Solté un suspiro largo y levanté la mirada para ver el rostro de mi amado.

-A-Chen... ¿odias a Song Lan...?- pregunté con la mayor suavidad que pude y esperando no insultarlo.

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- No le odio... Solo considero que no es necesario encontrarnos de nuevo... No tendría nada que decirle y sería una pérdida de tiempo revivir algo que ya no existe como una amistad que se rompió tiempo atrás.- dije con mucha calma mientras me centraba en acariciar su pelo muy dulcemente.

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-¿Y si algún día él te encontrara nuevamente?- volví a preguntar un poco más susurrante.- Porque... si este es el lugar donde ambos crecieron... es muy posible que puedan encontrarse aquí...

Apreté su túnica en mi mano levemente debido a la duda que sentía mi agitado corazón si encontrar a quien lo dejó ciego y solo fuera a provocar algo negativo en A-Chen.

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- Supongo que tendríamos una cordial conversación y nada más... No tenemos nada más que ofrecernos el uno al otro. Fuimos compañeros y esas cosas, pero eso es parte de nuestros pasados... Volver a esa situación estaría fuera de lugar.

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-En ese caso... eres muy considerado, A-Chen...- dije en un bostezo.- Song Lan está aquí... en el pueblo... el posadero lo comentó... Espero... que sea un bonito encuentro... si se vuelven a ver...

Al decir esto, quedé profundamente dormida sobre su pecho y entre sus brazos. No quedaba otra preocupación en mi mente si A-Chen pensaba bien de Song Lan.

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Sonreí cuando note que se había quedado dormida. Mis caricias a ella no se detuvieron en ningún momento hasta que me quedé dormido aferrado a ella y a miles de recuerdos, tanto buenos como malos sobre dos chicos compañeros de clan que corrían y reían por las calles...

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A la mañana siguiente desperté aún acostada sobre el pecho de A-Chen y siendo rodeada por sus brazos. Lo miré con cariño y sonreí.

Posé mis labios sobre los suyos para darle un buen despertar y le acaricié la mejilla con suavidad.

-Buenos días, amado cultivador.- dije en susurro.

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- Buenos días... Mi hermoso ángel.- dije sonriendo y acariciando su pelo y espalda sin llegar a propasarme.- ¿Tuviste un lindo sueño?

Mi amor y ternura hacia ella no hacían más que crecer dentro de mí. Era tan buena, pequeña y dulce que sería imposible no amarla.

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-Si, he dormido muy bien, porque he estado en tu compañía.- dije dulcemente antes de levantarme con lentitud y ponerme en pie.- ¿Has tenido tú una buena noche?

Tomé una peineta y comencé a pasarla por mi cabello para volver a hacerme mi típico peinado de dos coletas, puesto que desde la noche anterior tenía el cabello suelto.

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- He tenido una magnífica noche gracias a que te tenía a mi lado.- dije mientras me incorporaba lentamente.- Fuera parece haber mucha gente, seguro que aún están abriendo los puestos en el mercado, huele bien y solo espero que sea otro gran día para nosotros.

Mi sonrisa se hizo algo más amplia y me puse de pie para poder abrir un poco más la ventana.

- Si quieres te llevaré a la montaña hoy... Verás un paisaje como no hay igual.

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-Me encantaría, A-Chen... Me hace mucha ilusión conocer el lugar donde creciste y comenzaste tu camino del cultivo...

Terminé de arreglar mi cabello frente al espejo y me volteé a mi querido cultivador con una amplia sonrisa.

-¿Bajamos primero a desayunar?- dije con un tono aniñado.

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- Por supuesto... Bajemos a comer algo antes de salir, y quizás podamos llevar los bocaditos de ayer para la vuelta de la montaña... Se tarda bastante en hacer todo el camino y después bajar. Espero que en cualquier caso, si te encuentras cansada, me lo digas.- dije quizás demasiado emocionado, tenía demasiadas ganas de enseñarle a mi princesa cuál había sido mi hogar.

Le tendí mi mano, pues aunque conocía bien el lugar, quería tenerla lo más cerca posible para bajar a desayunar, también porque habría demasiada gente abajo.

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Tomé su mano y lo conduje al comedor con una amplia sonrisa. Debía admitir que yo también estaba muy emocionada con todo esto y no sería la primera vez que subiría a una montaña.

-Mi pueblo estaba rodeado por montañas, así que no me cansaré fácilmente... y por los bocadillos, no te preocupes, los tengo justo aquí en mi bolsa. En cuanto desayunemos, podemos partir para no perder tiempo del día y que no caiga la noche antes de bajar de la montaña.

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- Siempre tan previsora y lista mi bella princesa, gracias a todos los cielos que te tengo a mi lado... Sin ti estaría tan perdido que apenas podría encontrar mis pies.- mis últimas palabras las dije en un tono divertido y algo guasón antes de que A-Guang me guiara hasta la silla en la mesa que tomaríamos.- ¿Qué te apetece comer, dulce reina?

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-Es mejor comer algo ligero, pero que alimente. O la subida a la montaña será más complicada. Con unos dulces y un poco de leche creo que estaré satisfecha.- respondí estando un poco apenada, ya que aquella petición era más similar a la de un niño pequeño.

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- Perfecto... Comemos y enseguida saldremos, espero que estés preparada para esta pequeña aventura de hoy.- dije emocionado y sin poder parar de sonreír.

Para sorpresa de mi dulce princesa, pedí exactamente lo mismo que ella. Quizás así estaría menos apenada por haber pedido solo eso.

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