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-Entonces, vamos. Quisiera poder apresurarme, ya que debes de estar hambriento luego de haber hecho la caza nocturna.- dejando las compras en un lugar que no estuviese a la vista para que nadie lo pudiera robar, me dirigí hacia donde él estaba y me coloqué a su lado, pues, esta vez era el quién marcaría el camino.- ¿Hacia dónde debemos ir, A-Chen?

Mi voz se notaba entusiasmada, tanto así, que sólo recordaba haberme sentido así en los mejores días de pagos por mis historias en los pueblos ricos. De alguna forma, el sólo verlo sonreír con esa sencillez y plenitud tan características de él, me hacían sentir eufórica. Por cualquier cosa en el mundo, estaba decidida a proteger esa sonrisa y a que siempre estuviese en su rostro.

..........

-No sabría explicarte... Pero sígueme y llegaremos.- tomé su mano y comencé a caminar hacia el bosque, olor a hierbajos y madera húmeda para mis sentidos.

Una vez allí, me guié por mi oído y algo del tacto hasta que, varios minutos después llegamos a un valle con un caudaloso río.

-Es un río bastante silencioso, así que, supongo que la corriente no es muy fuerte, ¿aquí podrías? Si es muy fuerte o escarpado, podemos buscar otro lugar.

Mis palabras no fueron con intención de decir que ella pudiera o no, sino por buscar la zona más segura para mi dulce compañera.

........

-No, está bien aquí.- solté su mano y me acerqué al agua con los vegetales en las manos.- No tardaré mucho...

Mientras tarareaba una canción que mi madre solía cantarme, lavaba los alimentos con sumo cuidado para que estuvieran lo más limpios posibles. Luego les sacudí el agua.

-A-Chen, ¿te gustan las cosas dulces?- pregunté un poco sonrojada y mirándolo de reojo en busca de su reacción.

Lo que había dejado escondido en el templo eran unos pequeños dulces, los cuales había comprado sin que se diera cuenta, quería darle una sorpresa.

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-Pues, la verdad es que sí, suele gustarme todo lo que es dulce. - dije algo distraído, olía algo agradable, cerca de mí, quizás es el aroma de una flor hermosa que poder darle.

Mi respuesta habría sido más larga, pero me contuve, tampoco quería asustarla o incomodarla con mis palabras.

"Por esa misma razón me atraes tanto, porque ningún dulce estaría a tu altura", esas mismas palabras son las que deseaba dedicarle atentamente, solo a ella.

A quien tan dedicadamente velaba porque siguiera con ella, que tanto hacia por guiarme y cocinar. Por ella, que me había devuelto la alegría de vivir en compañía y que a pesar de que sabía bien que yo no podía ver, no se alejaba de mí.

.........

Estuve agradecida de haber comprado los dulces, puesto que su respuesta había sido afirmativa. Me emocionaba saber su reacción cuando se lo diera.

Ser capaz de provocar una sonrisa más en él se había convertido en el objetivo de mi ser. No me importaba si venía desde la humildad de mi ser. Solo quería que él estuviera feliz.

-He terminado. Podemos regresar, A-Chen.- me acerqué a él nuevamente con una sonrisa amplia y un tono entusiasmado.

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Antes de que ella terminara, me erguí, algo decepcionado por no haber podido encontrar la flor que intentaba localizar.

-Entonces, volvamos... Será mejor que desayunemos lo antes posible para poder partir y que no se nos haga demasiado tarde... Las noches por los caminos son realmente inquietantes.- le tendí la mano dulcemente, esperando que la aceptara para poder llevarla de vuelta al templo, pues en este camino más bien yo había sido el guía.

En cuanto llegamos al lugar, me acerqué a la hoguera apagada y fría de la noche anterior, sabía más o menos la distancia a la que se encontraba por el momento en el que la apague anteriormente.

Encendí el fuego con el mayor cuidado posible, lo había hecho otras veces. Aunque, por unos momentos, estuve a punto de quemarme con la llama que desprendió, supe alejarme momentos antes de que eso pasara.

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Encontré dentro del templo una cacerola que podía servir para cocinar. Guardaba un pequeño cuchillo en mis pertenencias para casos como esos, por lo que me puse a picar los vegetales. Mientras dejaba los alimentos a fuego lento, me senté junto a él y puse algo en sus manos.

Era una flor que había encontrado cerca de él cuando volteé a verlo para regresar. Me había parecido bonita, por lo que la tomé y se la di. No esperaba una reacción en particular, pero tenía deseos de hacer eso.

........

Sentí cuidadosamente lo que me dio en mano, una flor, la misma que pensaba darle, lo sabía porque desprendía el mismo aroma.

-Gracias... Es un hermoso detalle por tu parte, A-Guāng.- sonreí, quizás de una forma más amplia que las anteriores veces.- Ahora podré tenerte cerca incluso en las cacerías, prometo guardarla a buen recaudo en todo momento.

Sonriendo aún, guardé la pequeña flor en mi túnica, bien cerca de mi corazón, pues por muy lejos que estuviéramos uno del otro ella siempre tendría un lugar allí.

-Creo que entraré a ver si hay algún plato o cuenco en el que podamos comer... ¿Quién sabe qué podría haber dentro? Así que será mejor buscar.- dije levantándome cuidadosamente.- ¿Esperas aquí? ¿O prefieres ayudarme a buscar?

.........

Me sonrojé al ver dónde ubicaba la flor que le había regalado, y más aún siendo acompañado ese gesto por sus dulces palabras.

Retomé mi vigilancia de los alimentos cuando lo vi levantarse y volver a hablarme. Aunque quería ayudarlo para que no le fuera tan dificultoso dar con algo útil, debía quedarme a vigilar la cocción o corría el riesgo de quemar algo.

-Perdona, si voy contigo, la comida se podría quemar. Igual, si necesitas alguna ayuda, solo llámame y te iré a dar una mano.- me quedé un par de segundos en silencio apretando mis labios.- ¿Estarás bien por tu cuenta?

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-Estaré bien, solo espero no chocarme contra la pared.- bromeé suavemente antes de tocarle el hombro con mucha delicadeza.- Te encomiendo la comida... Iré a revisar si hay algo que podamos usar o, incluso, que nos sea útil en el viaje.

Me interné dentro del templo, palpando, oliendo y escuchando el ruido de mis pasos sobre las maderas del lugar.

Pisé una tabla podrida, lo supe por el sonido. Encontré una mesa, de madera maciza, que comencé a revisar al tacto. Por suerte para ambos, encontré un par de cuencos medianamente limpios. No daban mal olor y eso ya de por sí, en un lugar abandonado, era mucho decir.

Con mi nuevo descubrimiento, salí cuidadosamente, esquivando de nuevo el trozo de madera en mal estado.

-Encontré algo... Aunque no sé si están en buen estado para ser usados, ¿podrías revisarlos por mí?- pregunté sentándome de nuevo a su lado.

..........

Tras pasar unos minutos más y, mirando con detenimiento hasta estar satisfecha con el nivel de cocción, retiré la cacerola del fuego justo en el momento que lo escuché salir nuevamente.

Al escucharlo, mientras se sentaba a mi lado otra vez y ver que traía un par de cuencos, sonreí. Al menos no le había ido mal sin mí. Me sentía un poco tonta, pero a la vez aliviada. A-Chen podía valerse por sí mismo, debía darme cuenta de eso de una vez por todas. No era como si dependiera de mí, y... y aún así me consultaba todo. Eso me resultaba tan tierno de su parte, que mi corazón se aceleraba.

-Con limpiarlos con un paño, deberían estar bien. No parecen como si hubieran estado abandonados.- tomé los cuencos de sus manos y me dispuse a limpiarlos.- Yo lo haré, luego serviré la comida. Ya está lista.- una sonrisa volvió a salir de mi rostro de forma natural.

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-Me alegra haberlos encontrado, será más cómodo comer así.- dije feliz de haber podido hacer algo más por ella, su comodidad y felicidad es todo lo que mi corazón desea.

Me hubiera gustado poder limpiarlos también, pero claramente se me adelantó, se notaba que ella quería ayudarme también en todo lo que estuviera a su alcance e incluso más.

Su diligencia y atención hacia mí me hacían extremadamente dichoso, no recordaba momentos tan felices en mi vida... Al menos no en la vivida recientemente.

-Te confieso que me encuentro ansioso por probar tu delicioso desayuno.- realmente me encontraba incluso nervioso por probar aquella comida que tan bien olía.

.........

-Oh, vaya... solo espero que me haya quedado bueno esta vez...- dije algo sonrojada mientras le servía la mitad de la comida a él en su cuenco y se lo daba en las manos.- Está un poco caliente aún, ten cuidado...

Me serví también, luego di una leve probada a mi reciente creación. Como suponía, un aroma exquisito y un sabor atormentante. ¿Qué tan mala suerte tenía yo para que la comida me saliera de aquella forma?

Lo miré expectante por su reacción. Esperando incluso y, dándole la razón, que escupiera aquello o algo similar. Me daba una enorme pena con él.

..........

Soplé a conciencia, pues lo único que no quería era quemarme el paladar y hacer el ridículo ante A-Guāng... Menos aún cuando me había avisado de buena fe.

Probé la comida, el olor era bueno... Pero... El sabor...

Comencé a toser, colocando la manga de mi túnica frente a mi boca.

-Perdóname, me... Me había ahogado.- dije intentando disimular mi comportamiento.

Después de mis disculpas, simplemente seguí comiendo, con entusiasmo. No pensaba desperdiciar una comida hecha con cariño por una hermosa damita que había puesto todo su esfuerzo en hacer comida para ambos.

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Creí que estaría decepcionado, pero el entusiasmo con el que siguió comiendo solo me hizo soltar una carcajada. Estaba consciente de que era una cocinera terrible, pero la forma tan educada de él de no querer evidenciar el mal sabor de mi comida, me dio ganas de reír, aunque también me conmovió.

-A-Chen, no tienes que fingir por educación. Sé que cocino fatal. Puedes decirme sin pena ninguna que sabe nefasto, porque lo sé. También me supo así.- dije aún con ese tono risueño.

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-Bueno... Nadie nace sabiendo hacerlo todo bien, con algo de práctica algún día serás un gran cocinera... Mientras tanto... Compraremos algunos bollos en los pueblos.- dije riéndome ligeramente.- Espero que no te ofendas por ello... Es un sabor... Peculiar cuanto menos. También puedo decirte que he comido cosas mucho peores.

Agradecí que ella fuera la primera en decirlo pues temía profundamente que mis palabras o reacciones la hubieran herido.

Aunque, una parte de mí sabía que arrebatar su alegría y entusiasmo era complicado; me hubiese matado que ella se ofendiera y decidiera marcharse de mi vera.

-Estoy convencido de que algún día harás platos deliciosos, espero estar ahí para probarlos cuando ese momento llegue.

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-Lo dices para que no me sienta mal... Sé que no soy buena con los sabores. Solo sé preparar bien ungüentos medicinales... por eso mi comida sabe tan feo...- hice un puchero mientras seguía comiendo hasta que terminé.

A pesar de que estaba soportando aquel horrible sabor para no ofenderme, que se mostrara tan amable y positivo con mis habilidades para cocinar, me hacían pensar que no había palabra que saliera de su boca que me pudiera hacer sentir mal.

Todo él era pureza y amabilidad, además de consideración hacia mí en todo momento. No me pasaba desapercibido su forma de ser conmigo. A veces me preguntaba si era así con el resto, o si solo yo era digna de tal comportamiento por su parte.

-A-Chen, he terminado... ¿me das tu cuenco para lavarlo en el río?- dije tras una larga pausa en la cual me había quedado mirándolo fijamente y con una sonrisa dibujada en mi rostro.

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-Claro... Te acompañaré, podríamos llevarlos con nosotros, así al menos sabemos que tenemos algo en lo que poder comer si en algún momento tenemos que quedarnos a medio camino.- dije dándole el cuenco y levantándome al mismo tiempo que ella.

No olvidé mi espada, mi arma era lo único que podía mantenerla a salvo bajo cualquier circunstancia. Me había decidido totalmente a ser su total escudo.

La acompañé de nuevo hasta el río, de cerca, siguiendo cada uno de sus pasos, sabiendo dónde pisaba ella y ubicando también mis pies en el suelo.

En un momento supe que A-Guāng resbaló, creo que con una rama debido al chasquido, estiré mi brazo agarrándola de la cintura, creo... Lo que importaba era que ella no había llegado a caer.

-¿A-Guāng? ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? - pregunté nervioso.

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