CAPÍTULO 10 - Inauguración

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NAYANA

La noche fue larga, mi cerebro se la dio por imaginar muchas situaciones, al cerrar mis ojos solo veía una cosa, el logo que tenía aquel sujeto en la espalda, cuando llegue a mi casa fui directo a mi habitación, busque papel y lápiz, lo dibuje como mejor pude, no era una imagen fácil de olvidar pero no está demás asegurarse, llame a Max para que viniera a visitarnos, le debía un almuerzo a Dayana y esta no paraba de recordármelo la verdad me hacía mucha falta verlo.

En la cocina mamá hablaba con él, lo más probable es que le esté explicando una receta o contando sobre de alguna comida, camino hacia ellos para unirme a la conversación, al acercarme noto que estaba equivocada no hablan sobre alimentos, están hablando de...

– Anny, se escucha que es una buena muchacha, espero conocerla algún día – dice mi madre mientras acomoda los platos del almuerzo en el gabinete.

– Yo también espero lo mismo – me siento en una de las butacas de la isla de mármol. – ¿Por qué aun no me la presentas?

– No lo sé – rasca su nuca, está nervioso, siempre hace eso cuando lo está – lo hare pronto ¿ok?

– Si tu preocupación es por mí, te prometo que seré educada y lo más amable que pueda – le digo, me estiro para tomar una banana del frutero, le doy un mordisco – tampoco es que vaya fingir ser otra persona, no esperes eso. – lo señalo con la banana.

– No quiero que cambies eres perfecta siendo tú, solo que Anny es un poco sensible y tu sueles ser muy... – se queda pensando en una palabra para describirme, lo miro con una sonrisa de boca cerrada y mi cara de lado.

– ¿muy qué? – le pregunto al ver que no sigue.

– Cruel, insensible, directa, grosera, altanera, contestona, repelente, gruñona, entre otros – responde mi madre por él y la miro achicando los ojos y la apunto con la banana.

– No es cierto – me defiendo – bueno si lo es, para que fingir que una persona me agrada cuando no es así, ahg, en realidad los seres humanos son desagradables, son parásitos inservibles que lo único que hacen es destruir lo bonito que hay en este mundo.

– ¿Qué hice para merecer una hija tan gruñona e inteligente? – pregunta mi madre levantando sus manos hacia el cielorraso.

– Casarte con Nick – respondo subiendo mis hombros, me lanza una mirada amenazante. – pero acepta mamá, soy lo mejor que hay en tu vida, es mas no respondas porque lo sé.

– ¿Cómo es que llevas tanto tiempo siendo su amigo? – le pregunta a Max fingiendo que no estoy – si no fuera su madre, ni le hablara.

– ¡Mamá! – me quejo – soy un amor de persona, ¿Quién no querría ser mi amigo?

– Un amor toxico, porque niña que carácter el tuyo – levanta sus cejas y niega con la cabeza divertida –  no cualquiera es tu amigo.

– No sé de qué te quejas soy la fusión del carácter de mi padre con el tuyo – le recuerdo – además soy exclusiva.

– La verdad Dayana, es que llevo tanto tiempo conociéndola que te acostumbras a su manera de ser, para mí ya es normal el mal humor de la bichita – contesta mientras toma uno de mis cachetes, me molesta ese gesto así que le palmeo la mano.

– Estas en lo cierto – se quita el delantal que lleva puesto, se arregla el vestido color salmón que viste y nos informa – bueno mis niños, debo ir hacer compras, nos vemos dentro de un rato, y Max espero conocer pronto a Anny.

Asentimos en respuesta, nos dirigimos a la sala enciendo el televisor y me acuesto en el mueble, Max se sienta en una esquina colocando mis pies en su regazo.

– Que rápido pasa el tiempo – dice con nostalgia.

– ¿de qué hablas? – pregunto confundida.

– Ya falta poco para tu cumpleaños número veinte – me recuerda.

– Falta un mes todavía – le contesto.

Luego alcanza una foto que reposa en el la repisa, me la muestra, es de mi cumpleaños número seis, estábamos los tres con gorros de cumpleaños frente al gran pastel de chocolate con chispas de colores, teníamos las sonrisas más exageradas que haya visto, a Donna y a mí nos faltaba un diente, nos veíamos tan adorables.

– Mira, éramos unos mocosos muy tiernos – hago un puchero. Max ríe por mi comentario.

– Recuerdo como si fuera ayer el día que nos conocimos – dice con una sonrisa, lo aliento a seguir, me encanta la historia de cómo nos conocimos.

– Me bajaba del carro de mis padre para entrar al prescolar, a mi lado lo mismo hacia una niña muy adorable con sus dos coletas de cada lado, lo que me pareció extraño fue que no como cualquier otra niña  que llevaba su lonchera de princesa o rosa, esta llevaba una de motocicletas y autos de color gris – cuenta con su entrecejo unido.

– Me encantaba esa lonchera – le digo.

– Lo sé, continúo, me causo mucha intriga por qué una niña llevaba esa lonchera, en el receso quería preguntarle pero me lleve la sorpresa que estaba discutiendo con otra niña, sobre unos creyones o algo así. – se ríe.

– Era Donna – lo acompaño con las risas – discutíamos porque ella dijo que había tomado su creyón negro sin permiso de su mesa, yo le decía que lo había tomado por que lo necesitaba, y ella no lo estaba utilizado.

– Qué raro de ti – me culpa y encojo los hombros – su discusión no duro mucho porque luego de unos minutos las vi dirigirse a los columpios, la niña de los creyones empujaba a la niña de la lonchera. – continua con su relato. y empiezo a reírme con fuerza al recordar ese momento.

– Le dije que si me ayudaba a romper el record de ser la niña con llegar más alto en los columpios, le regalaba un helado. – volví a reír.

– Chantajista desde pequeña – me acusa y le sonrió – y Donna apoyándote en tus locuras desde el primer día – niega con la cabeza pero con una sonrisa en ella.

– Yo recuerdo, que me caí de los columpios y un niño se ha cerco de inmediato a ayudarme, me levando del suelo, sacudió mi uniforme y reviso mi herida – lo mire con una sonrisa, encoje sus hombros – me llevo con la maestra y me dijo que si no lloraba, sería mi mejor amigo para siempre.

– Que amable ese niño, debe ser un gran chico.

–  protector desde pequeño – utilizo sus palabras – pero si es un gran chico, hasta los momentos ha cumplido con su palabra.

– Ven aquí – me jala por las piernas, hasta tenerme a su lado – eres una de las mejores personas que pude llegar a conocer, gracias por ser parte de mi vida – me abraza y da besos en la coronilla de mi cabeza.

– ¿Incluso con mi amargura?

Si, eres la mejor amiga, hermana menor, y causante de dolores de cabeza que puede existir – me aprieta fuerte y le devuelvo el abrazo.

– Eres tan cursi que empalagas – le digo, hago mueca de asco – Anny se ha ganado a un gran chico, más le vale hacerte feliz porque la dejo sin pelo. – le advierto y se ríe.

– Habían tardado tus amenazas, pero tranquila hasta los momentos soy el hombre más feliz en esta ciudad – me asegura.

Vimos un par de películas, comimos algunos snacks, hablamos de temas sin sentidos, recordamos viejas aventuras, me di cuenta de que tengo a las mejores personas en mi vida, aunque no se los diga muy seguido los amo mucho, pero ellos ya lo saben. Llego la hora de que Max se tuviera que ir, me hubiera colocado triste pero como tengo la inauguración del padre de Lauren en la noche, no me afecto.

– ¿Max, estas muy apurado por irte? – le pregunte antes que saliera.

– ¿Por qué la pregunta? – contesta en la puerta principal de la casa.

– ¿Me podrías llevar a la casa de Lauren? – coloco cara de cachorrito tierno.

– Está bien, vamos. – acepta y doy brinquitos hasta llegar donde se encuentra.

– para ser tan amargada, sueles muy infantil algunas veces. – agrega y le golpeo el brazo.

El camino a la casa de Lauren fue corto, Max conecto su teléfono al estéreo del auto, las canciones de Bon Jovi, Imagine Dragons, 5SOS nos acompañaron en el trayecto. Baje del auto, le agradecí por llevarme, camine algunos pasos pero luego me regrese corriendo al recordar algo importante, toque el vidrio de la ventana y la bajo.

– ¿Qué se te olvido? – pregunta con una ceja alzada.

– Me podrías hacer el favor de investigar a alguien – le pido con una gran sonrisa.

– ¿Ahora quién es la victima? – achica los ojos.

– Brandon Becket – le digo y su rostro se contrae en confusión – es el hijo fallecido de la señora Becket.

– Okey – a larga la palabra – ¿qué quieres saber exactamente?

– Como murió – declaro de inmediato.

– Déjame ver que consigo, te estaré avisando – iba a subir la ventana de nuevo pero la detuvo – cuídate mucho y no tomes tanto.

Si no lo decía no era el, camino de espalda mientras le muestro los pulgares como respuesta para luego giñarle en ojo y caminar correctamente, lo escucho arrancar y alejarse.

Los porteros al conocerme me dejaron pasar, llego hasta la gran puerta principal de la mansión de los Buckley, toco el timbre, en menos de un minuto Lauren me recibe muy emocionada con un abrazo que me toma desprevenida, tambaleo un poco con ella agarrada a mi cuello como una garrapata en un perro, trato de apartarla pero no me lo permite.

– Lauren, no me dejas respirar – me quejo e intento apártala de nuevo – quítate de una jodida vez que me ahogo.

– Nay – se ríe, apartándose – vamos a mi habitación ya tengo todo listo – me toma de la muñeca, me arrastra hacia las escaleras.

– ¿a ti que mosco te pico? – pregunto confundida por su actitud.

– Nada – vuelve a reír – Donna llego hace algunos minutos, me ayudo a escoger nuestros vestidos, nos vamos a ver increíbles – sube las escaleras de dos en dos, dando saltos.

– Bueno... –  alargo la palabra con mi entrecejo unido, Lauren es loca pero hoy parece una lunática.

La sigo hasta su habitación que esta al fondo del pasillo derecho, la cual parece una suite presidencial o un departamento de lujo, es de color gris claro con decoraciones turquesas,  a la derecha pegada a la pared se encuentra su cama doble queen repleta de cojines y almohadones de todos tamaños, los cobertores y fundas tienen un estampado de triángulos entrelazados de colores que varían entre el negro, rosa claro, blanco y azul rey, en el centro de la habitación hay una especie de mini sala con muebles modernos que combinan con la temática de la habitación, al fondo se encuentran unas puertas de cristal que permiten la salida al balcón, al lado izquierdo de la habitación se encuentra su closet-baño que tiene el tamaño de mi habitación y sala juntos.

Al abrir la puerta veo a Donna sentada en el piso con una margarita en la mano, hay un desastre a su alrededor, zapatos, vestidos, bufandas, abrigos, sombreros, y otros accesorios difíciles de distinguir.

– Ahora todo tiene sentido – señalo la margarita de Donna.

– ¡Nay! – grita al verme, se levanta rápido derramando un poco de su bebida.

– No vengas a saltarme encima porque te pateo – le advierto, al ver sus intenciones.

– Toma esta es para ti – me entrega Lauren una margarita de piña, naranja y vodka – se me ocurrió la maravillosa idea de empezar la fiesta un poco más temprano – ríe, mientras aplaude por su hazaña. 

– ¿salud? – le digo alzando la copa con una sonrisa de boca cerrada, para luego beber de ella.

– En algunos minutos va a llegar Bernie y sus chicos – nos avisa Lauren mientras mira su teléfono – esta noche no me vengo sola a casa o quién sabe si llego – giña su ojo muchas veces, para luego carcajear.

– No sería raro – niego con la cabeza, me acerco a Donna - ¿Cuánto han bebido?

– No sé, ¿dos? ¿cuatro? ¿seis?– responde insegura, haciendo gestos levantando sus cachetes.

– Mierda... – cierro mis ojos y tomo aire – muy bien, ustedes dos vayan a ducharse para que se les bajen los tragos.

Donna es la primera en levantarse, dirigirse al baño, desaparece detrás de la puerta dejándonos solas, debe estar bien prendida para hacerlo sin quejarse, ni refutar.

– ¿Cómo te fue? – pregunta Lauren y la miro confundida – en tu visita de ayer.

– Un desastre, la verdad, no conseguí nada que pueda ayudarnos – tomo de la margarita – solo más preguntas.

– A ver, ilumíname – pide con sus ojos azules mirándome fijamente.

– Un sujeto visito a Madellen, pertenece a lo que sea que se organice ahí, tenía un logo en la chaqueta que llevaba puesta, demás usan pañoletas cubriendo su rostro – le cuento con mi vista fija en el piso y el entrecejo unido. – Madellen me pidió que me escondiera, porque era peligroso que me viera, se le veía asustada, no por el sujeto, lo conoce desde hace mucho, era amigo de su hijo fallecido, era por mí, por qué me encontrara.

– Interesante – su cara también refleja confusión – esa viejita sabe muchas cosas, hay que exprimirla como una naranja – hace el gesto con sus manos.

– Ojala fuera así de fácil – respiro bruscamente – es una tumba, no suelta nada, solo dice: "es peligroso" "no" "es mejor que no sepas" – mi enojo se hace presente, tomo lo que queda de mi margarita de un solo trago.

– Tienes que presionarla más,  mezcla su culpa con esperanza – sus manos se mueven como si estuviera haciendo una, en un laboratorio químico – y ¡boom! Sale el muerto de esa tumba.

No puedo evitar reír por las locuras que dice. En eso sale del baño Donna con una toalla en su cabeza y un albornoz cubriendo su cuerpo; nos mira con el ceño fruncido.

– ¿De qué me perdí? – pregunta.

– Lauren y sus ocurrencias – respondo y asiente.

– Es mi turno de una ducha, el piso empieza a hundirse – dice la rubia, equilibrando con sus brazos.

La seguimos con la mirada, viendo cómo se tambaleaba para llegar hasta la puerta del baño. Sale a los minutos vestida de igual manera, con un mejor semblante y menos ebria; es mi turno de tomarla, lavo mi cabello y exfolie mi piel con los ciento productos que tiene Lauren en su ducha, siento que me quite los diecinueve años de en sima, tomo una de las toallas del gabinete, la coloco sobre mi cabeza, con otra seco mi cuerpo para luego colocarme las bragas color nude como me pidió Lauren, cubro mi cuerpo con el albornoz.

Al salir me encuentro con el famoso Bernie y sus chicos preparando un salón de belleza improvisado, no se le dificulta ya que el aparador de Lauren es inmenso, tiene todo tipo de productos de maquillaje y cuidado de la piel, repasaba el lugar con la mirada; Lauren me toma por el brazo y me jala hasta donde se encuentra Bernie.

– Ella es Nayana – informa al estilista.

Es un sujeto joven, viste con pantalones de cuero súper ajustados, camisa de lentejuelas verdes con una bufanda de plumas blancas y negras. Esté  toma mi rostro con una mano, lo inspecciona, lo miro con mi entrecejo unido, lo suelta.

– Magnifique – dice mientras asiente y da una palmada – très jolie.

Magnifique: Esplendido.

Très jolie: Muy bonita.

Hace un ademan con la mano llamando a sus chicos, se acercan de inmediato.

– Oui, oui – dice el sujeto de cabello azul, con brillantina en sus ojos con largas pestañas postizas.

Oui: Si.

– Je suis d'accord – expresa el otro, un moreno con el cabello hasta los hombros en bucles, vestido de animal print.

Je suis d'accord: Estoy de acuerdo.

– Él es Bruno – me informa Lauren, señalando al moreno – y él es Clovis – señala al peliazul – tienen manos mágicas, nos dejaran espectaculares – empieza a dar brincos y gritar como niña pequeña.  

– Chicas – chasquea Bernie los dedos para llamar nuestra atención – tomen asiento – nos señala las sillas.

Tomamos asiento dejando que los profesionales se encarguen de nosotras, pedí un maquillaje sutil, no muy recargado, Bruno fue quien se encargó de mí, decidió dejar mi cabello suelto en hondas, pasaron algunas horas arreglándonos mientras tomábamos margaritas, Lauren decidió dejar pasar algunas rondas por el bien del evento, mientras que Donna y mi persona, no dejamos pasar ninguna.

– Los vestidos y zapatos – pide el francés en plumado chasqueando los dedos. – es momento de convertirlas en princesas.

– En princesas – remedo acercándome a Donna, esta empieza a reírse y yo hago lo mismo.

– Mesdemoiselles – nos entrega Clovis,  tomamos lo vestidos, ellos se despiden para después salir del closet.

Mesdemoiselles: Señoritas.

Del closet salieron hace rato, mi linda.

Empiezo a reírme por las ocurrencias de mi conciencia y las chicas me miran con diversión, me imitan sin saber él porque. Me carcajeo, nos reímos por unos segundos, las margaritas ya estaban haciendo su efecto, pero podía con mucho más.

Saque el vestido que Lauren había escogido para mí del porta trajes, es de color nude, con una abertura alrededor de la cintura uniéndose con el escote en un rombo de color dorado con pedrerías, el escote en V es de semi-cuero al igual que el short, este es cubierto por una tela de transparencia dorada con brillitos y pedrería en forma de líneas onduladas.

–¿te gusta? – pregunta Lauren al ver como lo inspecciono, me mira con entusiasmo y preocupación por mi reacción.

– Me encanta – soy sincera – va mucho conmigo, sencillo, sensual y elegante.

– Lo sabía – aplaude Donna – apenas lo vi dije este es el de Nayana, no tenía pruebas pero tampoco dudas.

Termine de arreglarme, complete con unos tacones stilettos del mismo color de mi atuendo, unos aretes de dos tiras colgantes asta la mitad de mi cuello, un par de añillos adornaban mis dedos.

Las chicas me esperaban en la sala, fui la última en arreglarme por no decidirme con los zapatos. Lauren llevaba un vestido azul rey con escote de corazón entallado a la cintura para después caer sutilmente, tacones plateados con pedrerías, por otro lado Donna vestía un corte sirena color rojo que marcaba muy bien sus curvas con tacones de plataforma color negro, ambas voltearon al escucharme bajar, no se quien está más sorprendidas ellas o yo.

– Chicas – digo perpleja – están hermosísimas, están jodidamente bellas.

– Ya te viste, perra – me señala de pies a cabeza, Lauren – estas para romper corazones, robar maridos y causar infartos. – suelto una pequeña risa.

– Te ves increíble, Nay – piropea Donna – gracias por el cumplido – gira sobre sus pies mostrándome su vestido.

– ¿nos vamos? – pregunto señalando la puerta.

Afuera nos espera una limusina, la abordamos y esta arranco de inmediato, Lauren nos pasó a cada una copa de champagne.

– Un brindis para que esta noche no sea tan aburrida como las anteriores y sea inolvidable – levanta su copa – ¡Salud perras! – grita con entusiasmo, para luego beber el contenido de su copa de un solo trago.

– No sé qué tan bueno sea mezclar Vodka con champagne – dice Donna mirando su copa – pero la vida es una sola y hay que celebrarla.

– ¡Salud! – exclamo con alegría.

Estábamos sentadas en unas de las mesas, una orquesta tocaba música clásica, la decoración era en tonos pastel, todo muy bien iluminado, hombres vestidos de trajes y corbatas acompañados de mujeres respingadas con vestidos de coctel, charlaban entre ellos, Lauren acompañaba a su padre para dar los respectivos saludos a los invitados.

– Dios – bufe, apoyando mi codo sobre la mesa para sostener mi cabeza – muero de la aburrición ¿acaso no saben tocar otra cosa?

– Esto está peor de lo que pensé – se queja Donna – de que sirve criticarlos, entre ellos mismos lo hacen, ¡y en sus narices! – señala con sus dos brazos a las personas a nuestro alrededor.

– No aguanto esto – me levanto de la mesa, apoyando mis palmas en ella.

– ¿A dónde vas? – me mira con curiosidad.

– Al baño – tomo la copa de champagne y bebo lo que queda en ella – ya vuelvo.

Me encamino a la búsqueda del baño, paso cerca de un grupo de personas y en efecto Donna tiene razón se critican en sus caras, que personas, sigo caminando, un mesero tropieza conmigo haciendo que una especie de salsa de olor horrible se derrame en mi brazo.

– ¡Diablos! – exclamo y lo miro mal – ¿acaso no ves por dónde vas?

– Disculpe señorita – responde apenado – los baños quedan por aquel pasillo a la derecha.

– Gracias – contesto molesta.

Esta fiesta está el asco, al igual que yo con esta salsa en el brazo, apenas aparezca Lauren me largo, no aguanto más un segundo de esta tortura, estaba mejor el ambiente en su closet.

– Sabía que reconocía esa voz de algún lado – dice un sujeto detrás de mí, haciéndome dar un pequeño salto.

Volteo de inmediato para encarar al dueño de esa voz, mi rostro cambia de molesto a uno de sorpresa.

– Copias – los saludo, son los amigos de Bakir.

– Buenas noches, Nayana – saluda la copia seria.

– Bonita – me sonríe la copia, para luego repasarme con la vista – estas preciosísima.

– Gracias – contesto – si me disculpan, voy al baño – les señalo mi brazo y asienten.

JAYDEN

– Tenemos un problema – le informo a Gadreel por el auricular.

– ¿Qué ocurre? – contesta de inmediato.

– Tu chica está aquí – lo escucho soltar groserías, después un golpe – ¿qué haremos?

– Actuar de acuerdo el plan, solo mantenla alejada de las puertas.

– De acuerdo.

Me muevo para colocar los aparatos que paralizaran el sistema de seguridad, me desplazo entre la gente, para llegar a los lugares específicos.

NAYANA

Camine de nuevo a hacia la mesa encontrando a Lauren hablando con Donna, no tenía buen rostro y eso no es bueno.

– Entonces, ¿nos vamos? – pregunto al llegar a la mesa.

– Por favor, no quiero estar más aquí – apoya la rubia – esta gente me tiene hasta la madre.

– ¿y tu padre? – pregunta Donna  – ¿el evento?

– Me vale tres kilos de verga – se levanta de la mesa – ya salude, ya sonreí, ya pose para las fotos, no tengo más nada que hacer aquí – toma sus cosas, dirigiéndose a la salida.

Lauren con alcohol en el sistema es un peligro para esta sociedad – Comenta Donna riendo, mientras seguimos a nuestra amiga.

La rubia pide un taxi, lo abordamos, le da una dirección y este arranca sin decir una sola palabra.

– ¿a dónde vamos? – pregunto intrigada.

– Un club – contesta con simpleza – me lo han recomendado mucho, ¿Qué mejor momento para ir que este?

Girls just gonna have fun – canta Donna con entusiasmo, elevando sus manos hasta tocar el techo del taxi.

Coreamos la canción de Cyndie Lauper, hasta llegar a nuestro destino el cual estaba más cerca de lo que pensaba.

Han pasados algunas horas, dos o tres, no tengo idea, me encuentro sentada en la barra esperando que bartender me sirva los shot de tequila, deje a Lauren y Donna bailando en la pista, están vueltas cubas, mientras que yo empiezo a ver borroso pero estoy consiente todavía, el chico coloca los tres vasos sobre la barra, agarro el que me corresponde, me lo tomo de un solo trago, arrugo la cara y suelto aire bruscamente.

– Pensé que eras de las que no arrugaban – hablan aun lado de mí.

– ¡Mierda! – volteo tan bruscamente que me mareo enseguida, sostengo mi cabeza.

– Del uno al diez ¿qué tan ebria estas? – pregunta riendo.

– Malditasea Bakir, te veo doble – le contesto, mientras levanto mi mano tratando de saber cuál de los dos rostros es el real.

– Eso es un cien – se contesta riendo, se acerca un poco más – vamos te llevare a tu casa.

– Stop, stop – levanto mi dedo índice, para después moverlo en señal de negación  – no vine contigo, no me voy contigo. – le aclaro, eleva sus cejas sin borrar su sonrisa de boca cerrada.

Giro de nuevo a la barra, esta vez más lento para no marearme, tomo los pequeños vasos, me encamino hacia la pista en busca de mis compañeras de tragos, encuentro a Donna bailando con un chico animadamente y muy juntos, casi rosando sus narices, toco su hombro para que note mi presencia y esta voltea de inmediato.

– ¡Nay! – grita al verme – te presento a Mike – señala a su pareja de baile y yo sonrió de boca cerrada – Mike ella es mi hermana Nay – le dice al sujeto.

– ¿Dónde está Lauren? – pregunto al no verla en la pista.

– ¿Barbie? – pregunta riéndose y asiento – ah, se fue con un chico, dijo que nos veíamos en su casa – busca algo en su escote y Mike no pierde tiempo en llevar la vista a ese lugar – toma, guarda tú las llaves – me entrega un llavero en forma de corazón con tres llaves en él.

– A la final cumplió su palabra – me rio, negando con la cabeza, mala idea por cierto – ten, para seguir con el ambiente – le entrego el trago, lo bebe para luego expulsar aire y gritar eufórica.

– Ya que Lauren no está – digo para mí misma – ¡salud!– imito a Donna, sin gritar.

Camino hacia la mesa que tenemos reservada con nuestras pertenencias, la cuenta está sujeta a la tarjeta de Lauren, no tenemos por qué preocuparnos por los tragos o algún aperitivo, al llegar al lugar me acerco para dejar los vasos vacíos sobre la misma, mi ebriedad me vuelve a fallar y comienzo a ver doble, junto con un leve mareo, busco apoyarme de la mesa pero fallo al elegir la que no era.

Me voy de bruces dejando caer los vasos, antes de que mis manos tocen el suelo, soy sostenida por la cintura, me estabiliza un sosteniéndome, volteo sobre mis pies, encontrándome con ese azul hipnótico que he visto mucho últimamente.

– Gadreel – digo con asombro, mientras coloco mis manos sobre su pecho.

– ¿Me permites bailar contigo? – me sonríe mostrando su hermosa sonrisa, junto con su hoyuelo en la mejilla izquierda.

Ok, ya empiezo a pensar en estupideces y a detallar más de lo que debo, gracias al de arriba que solo pienso y no digo.

– ya que no me dejas llevarte a casa, déjame bajarte el alcohol bailando – agrega ante mi silencio.

– E- está bien – cierro los ojos para salir de trance, mientras asiento.

Me guía hasta la pista con su mano aun en mi cintura, se detiene justo en el medio, desde aquí puedo ver a Donna bailar junto a Mike de la misma manera, me relajo un poco al tenerla cerca, la música  que suena es movida, Bakir se coloca frente a mí, lleva sus manos a mi espalda y empieza a moverse al ritmo de la música.

Estoy un poco tensa, no logro agarrarle el ritmo, cuando siempre me ha resultado fácil, me siento extraña, mi mente me está jugando una mala pasada, el alcohol está haciendo de las suyas y mis pensamientos solo están en el azul de sus ojos.

– Solo relájate – se acerca para decirme cerca del oído – las cuidare a ambas.

Sus palabras me transmiten seguridad, no soy de confiar pero no sé muy bien lo que pienso o hago, así que respiro profundo, muevo mis caderas siguiendo las suyas, mis manos van de su pecho a sus hombros.

Bailamos de esa forma durante varios minutos, hasta que la música cambia a una más lenta, volteo quedando mi espalda cerca de su pecho, sus manos bajan al comienzo de mis caderas, las cuales muevo al lento ritmo de "Ride it de Jay Sean" , cierro mis ojos y me dejo llevar.

Sus manos aprietan el agarre en mis caderas, haciendo que mi espalda quede totalmente pegada a su pecho, diría que me disgusta pero estaría mintiendo, sus movimientos lentos sincronizados con los míos hacen sienta mucho calor de pronto, llevo mi mano a mi cabello moviéndolo hacia un lado para permitir el paso de aire a mi nuca, pero el calor aumenta al sentir a Bakir susurrarme al oído la letra de la canción.

It's gotta be ya feisty style, raised eyebrow, I' love it when you look at that way...

Tiene que ser tu estilo feroz, ceja levantada, me encanta cuando me miras de esa manera.

Un suspiro sale de mis labios, mi piel se eriza ante su acción, mi trasero siente una posible erección, mi pulso se eleva y no precisamente por estar bailando, los tragos encima no ayudan, me giro para verle a la cara, las luces neón parpadeantes  reflejan su rostro fugazmente, lleva una de sus manos a mi nuca atrayendo mi rostro al suyo.

– Suelo pedir permiso – susurra cerca de mis labios con voz ronca – pero hoy seré indecente.

Sus labios se unen con los míos, al principio fue un beso torpe pero al paso de los segundos se intensifico de tal manera que sentía mi cuerpo arder, su mano en mi cintura intensificaba el agarre, mis manos viajaron a su cabello, su lengua hizo contacto con la mía, era un beso lleno de deseo, ardiente y agresivo.

Me separo en busca de aire, miro sus ojos y  ...

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N/A

Capítulo dedicado a ValAvilaT por comentar todos lo capítulos y ser la primera en comentar una teoría, te ganas mi cariño preciosa♡

GRACIAS POR LEER LA HISTORIA, NO OLVIDEN VOTAR.

Opiniones sobre los personajes, aquí.

Teorías, aquí.

Gritos frustrados por no saber que va a pasar, aqui.

BESOS Y CUIDANSE MUCHO.

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