El avión despegó sin problemas y tras un par de maniobras, se dirigía a su destino. Pero cuando atravesó una nube, el piloto se dio cuenta de que no podían salir. Estaban atrapados dentro de la nube.

¿Dónde estamos?
¿Qué está sucediendo?

Esas eran las preguntas que tenían los pasajeros antes de que se sorprendieran por el sonido de un trueno rugiente y un relámpago tan brillante que casi los cegó.

—¡Esperen! El piloto gritó mientras se protegía los ojos mientras se quitaba el cinturón de seguridad hasta que sintió una corriente eléctrica que lo sacudió mientras caía al suelo.

—¡ELI! — Una voz atronadora le habló. Uno de los pasajeros vio una luz proveniente del exterior de la ventana. Una luz intimidante que redujo la intensidad para mostrar a un hombre alado radiante con armadura dorada. Una mujer jadeó de miedo y cubrió los ojos de su hijo.

—¡No tengas miedo! Un ángel gritó.
— ELI. La voz atronadora habló una vez más mientras el piloto estaba en el suelo mientras se protegía de Dios mientras sentía arder su alma.

—Eli. Abrió los ojos al escuchar una voz más solemne. Sereno.

—¿Jesús? El piloto levantó la cabeza mientras miraba la túnica blanca y se arrodilló al ver sus manos perforadas. Eli se inclinó y lloró.

Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes.

1 Pedro 5:7 NVT