XXIX

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✧「 Capítulo veintinueve 」✧


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HABÍAN TRES PERSONAS QUE SE SENTÍAN inmensamente culpables. El primero, HR. La variante de Wells fue quién reveló a Savitar dónde se encontraba la rubia, creyendo que se trataba de Barry, ya que el remanente se había presentado frente ellos con el traje de Flash dándoles la espalda sin llegar a enseñar su rostro. Teniendo en cuenta que solo una cosa les diferenciaba y desde aquel punto de vista no era notable, cualquiera pudo haber caído en aquel engaño.

Luego seguía Wally, quién aún así tuviera una pierna rota, no paraba de pedir disculpas a Barry por no haber podido detener a Savitar. Aún así el velocista le asegurará que no pasaba nada, el moreno no paraba de repetir un "lo siento", mientras su hermana a un lado de él le daba consuelo.

Y por tercero, Ethan. La diferencia entre Ethan y los demás, era qué el rubio se había sumido en un sepulcral silencio. Se torturaba internamente, y Barry honestamente no sabía sí eso lo hacía mejor o peor. Además de ello, estaba el hecho de que ninguno de los presente había caído en cuenta de que el arquero tenía uno de sus hombro dislocado debido a la rapidez y fuerza con la que Savitar lo azotó en aquel enfrentamiento. Y él tampoco planeaba hacerlo saber.

   Solo quedaba una cosa por hacer. Y eso era dirigirse a la Calle Infantino a solo cincuenta y tres minutos de la ya predestinada muerte de Adds.

   Todos estaban en sus posiciones, justo donde debían estar. O eso era lo que creían. Y es que nadie tuvo tiempo de percatarse de lo que no iba o no se encontraba en el lugar correspondiente, al estar cada uno centrado en lo que debían hacer.

   Pronto junto a un destello, la figura de Savitar dentro de su traje se hizo presente, frente a Barry justo como habían visto en la visión meses atrás. Adds también se encontraba ahí, siendo aprisionada por el velocista y por aquellas esposas que retenían sus poderes dejándola inútil a la hora de defenderse.

—Flash, es el momento —habló Savitar—. La hora llegó, mí ascensión para convertirme en Dios.

—No esta noche —aseguró Barry frunciendo su ceño con molestia.

   Ahí se encontraba, justo en el lugar con el cual tuvo tantas pesadillas. Con Adds justo en frente, observándole con un rostro de paz que solo le indicaba que todo estaría bien, aún así no fuera cierto.

—Muéstrame que eres el héroe —indicó Savitar, arrojando sin cuidado alguno a Adds a un lado sobre la acera—. Veamos que sucede.

—Voy a detenerte —le hizo saber Barry con seguridad.

   Desapareció por un segundo, y cuando volvió, la bazuca de velocidad se encontraba en sus manos. Rápidamente comenzó a disparar en todas las direcciones a las que se dirigía Savitar. Hasta que finalmente le dió.

—Está funcionando —murmuró.

   Sin embargo, así como la emoción subió, bajó de golpe, viendo como lo que fuera que la bazuca le estaba haciendo a Savitar para atraparlo en la speed force dejó de surtir efecto.

—¿Por qué no funcionó? —inquirió confundido.

—Pasé una eternidad en una trampa igual a esa —le hizo saber el remanente—. ¿Crees que no sabía como evitar que volviera a suceder? —inquirió enseñándole un objeto en su mano.

—La piedra filosofal —murmuró Barry viendo de que se trataba.

—Está hecha de fuerza veloz calcificada —explicó—. Y me la diste.

   Barry se ahogó con su propia respiración al darse cuenta de que todo se estaba terminando de desplomar. Después de todo el esfuerzo hecho, todos los intentos por mantener las esperanzas en pie, nada terminó por dar resultado... la perdería... otra vez.

—¡Chicos! ¡Chicos! —llamó Barry desesperado a través del auricular—. ¡Ethan! ¡Joe!

—Me atrapaste en la speed force durante una eternidad infernal —Savitar volvió a tomar a Adds entre sus garras—. Ahora, bienvenido a la tuya.

—¡No, no lo hagas! —pidió dando un par de pasos, sintiendo el corazón subirle a la garganta.

—Finalmente me libraré de ti.

—¡No lo hagas, por favor! —rogó, con sus ojos comenzando a llenarse de lágrimas de absoluta desesperación.

—Barry...

—¡Te lo ruego!

—Barry, está bien —aseguró Adds, con su voz sonando demasiado pacífica para el bien de cualquiera.

—¡Tú pierdes Barry! —declaró Savitar con aire triunfante.

El velocista soltó un desgarrador grito, y corrió con todas sus fuerzas, viendo con lentitud como la lanza de Savitar apuntalaba cada vez más cerca del cuerpo de Adds.

Y entonces sin más, el filo de aquel mortal arma atravesó el pecho de la rubia, y en un destello Savitar desapareció, justo a tiempo para que Barry alcanzara el cuerpo de Adds en sus brazos.

A lo lejos una figura se remeció con fuerza, mientras un grito ahogado salía de lo más profundo de su garganta, el cuál era acallado por la cinta adhesiva que cubría su boca.

     No otra vez... rogó internamente... No otra vez.

Quería con todas sus fuerzas deshacerse de aquellas esposas que le aprisionaban, mientras se preguntaba; ¿Cómo era posible que fallara en el momento en que él le había buscado solo minutos atrás? ¿Cómo pudo ser tan inútil?

Una nueva punzada se hizo presente en su pecho, junto a un recuerdo, y la rabia naciente en su interior. Entonces sin saber como, sus manos se encendieron en fuertes llamas, desactivando el efecto atenuador de las esposas por un segundo, el tiempo suficiente para librarse.

Su respiración se agitó y con dificultad arrancó la cinta que sellaba sus labios. Débilmente se puso de pie y corrió con sus piernas temblando hasta el velocista que sostenía aquel moribundo cuerpo en sus brazos.

—No... —susurró dejándose caer de rodillas—. No me hagas esto...

La vista de Barry se alzó incrédula al escuchar aquella voz. Sintiendo como un pequeño rayito de esperanza llenaba su pecho.

—¡Por favor HR! —pidió en un grito—. ¡No me hagas esto! ¡No puedes irte tú también!

—Adds... —la voz de Barry salió en un apenas audible susurro debido a la sorpresa.

Un alivio le recorrió el cuerpo al verla allí sana y salva, viva a pesar del claro dolor que la embargaba. Pero entonces irrumpiendo la felicidad en su interior, su mirada se dirigió nuevamente hasta el cuerpo en sus brazos, viendo a HR allí.

—¿Q-Qué?

Adds se lanzó sobre Wells, rodeando en un delicado abrazo su cuerpo.

—Mereces... vivir —habló en apenas un susurro HR.

—No, no. Tú mereces hacerlo —negó con lágrimas cayendo—. Vamos, HR —pidió nuevamente.

—B.A, cuídala, ¿Sí?

   Barry asintió aún desconcertado con la situación, mientras Tracy aparecía a un lado de ellos, ante lo cual Adds muy a su pesar se hizo a un lado, dejándole a la científica espacio junto a HR.

   Inmediatamente Barry la abrazó, dejando reiterados beso de alivio sobre su cabello, permitiéndose sentir la calidez de su rubia contra él mientras le ofrecía consuelo.

—No, no —negó la científica.

—Está bien —aseguró él—. No podía seguir siendo un cobarde.

—Nunca lo has sido —susurró Adds, aferrándose a los brazos de Barry con un fuerte nudo en su garganta—. Nunca lo fuiste para mí.

   HR sonrió y le pidió a Barry que se acercara para entregarle un mensaje destinado a Cisco y luego de hacerle prometer que se lo entregaría, se despidió de Tracy. Y finalmente se despidió con unas últimas palabras.

—Vayan a detener a Savitar.

   Volvió a sonreír débilmente a ambos y a Tracy, y finalmente cerró sus ojos, dejando que su último suspiro de vida se lo llevara el viento de aquella oscura noche de mayo.

—Él... Oh por... Barry él se fue —susurró Adds, ahogándose con su propia respiración.

   El velocista asintió y la abrazó fuertemente entre sus brazos, con alivio mezclado de tristeza. Realmente creyó que la había perdido, que todo estaba perdido.Y ahora al verla ahí, viva entre sus brazos gracias a HR, no cabía duda de que a partir de ese momento siempre estaría agradecido con él por aquel acto de valentía, nobleza y amor que había hecho al salvar a Adds.

—Savitar se llevó la bazuca de velocidad —informó Joe llegando a ellos con la respiración agitada.

   Adds soltó un fuerte suspiro intentando mantener a raya sus emociones y se colocó de pie, justo a tiempo para ser estrellada por el cuerpo de Ethan, quien la alzó en sus brazos con un alivio sorprendente recorriendo su pecho.



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—¿DÓNDE ESTÁ CISCO? —PREGUNTÓ ADDS PREOCUPADA al no ver a su mejor amigo allí.

Estaban devuelta en STAR Labs. Julian ya estaba con ellos, y todo el equipo estaba ahí excepto por Cisco.

—Él fue por Caitlin.

Al escuchar aquellas palabras, corrió hasta el tablero, y con rapidez buscó la telemetría del traje de Vibe, deseando que una de las cosas que se suponía ocurriría aquella noche no se volviera realidad.

Soltó un suspiro de alivio al comprobar que hasta el momento todo estaba en perfecto estado. Sin embargo, si Cisco estaba con Savitar, significaba que algo necesitaba el velocista de su mejor amigo.

   Un suspiro proveniente de Adds se mantuvo suspendido en el interior de sus pulmones, hasta que finalmente soltó la respiración. Su cabeza daba vueltas, y su cuerpo se sentía tan débil. Un solo día, en el transcurso de un solo día había perdido a tres de las personas más importantes en su vida, y aún corría el riesgo de perder a más.

   Necesitaba descansar, lo sabía, pero no quería hacerlo, no en esos momentos. Recordó que debía llamar a su padre, necesitaba saber como estaba Adara, necesitaba saber como se encontraban él y Rob. Probablemente si Carol y Diana aún siguieran con vida, Adds llamaría para verificar el estado de ambas, pero lamentablemente no era el caso.

   Y sin darse cuenta, ya se encontraba llorando otra vez. Barry se hincó frente a ella quién se encontraba sentada en la silla del monitor, y posando sus manos en las mejillas de Adds, limpió las lágrimas que caían de sus ojos.

—Lo siento —se disculpó ella.

—Puedes llorar Adds, tienes todo el derecho de hacerlo y no debes disculparte por ello —le aseguró su prometido.

—Es solo que... el aire se está volviendo cada ves más pesado —murmuró con voz vacilante—. Y no sé sí mí conciencia lo cree así o yo estoy intentando dejar de respirar fluidamente, en un intento de dejar de hacerlo para siempre.

   Antes de que Barry pudiera decir algo, Adds se apartó y salió corriendo de ahí. Dejó que sus pies la guiaran sin que su mente fracturada comprendiera el camino que estaba siguiendo. Solo supo que terminó en la bóveda del tiempo, con la cabeza metida entre sus piernas, mientras intentaba regular su respiración y mantener su mente en blanco.

   Cada recuerdo venía con un dolor deslumbrante en su cabeza y pecho. Recordaba la agonía, recordaba y sentía el dolor, la angustia y la desesperación desatándose como un torbellino en su interior. Y sobre todo sentía el odio y la venganza comenzar a recorrer cada centímetro de su sistema. Por suerte antes de que aquella faceta que tanto odiaba hiciera presencia como otra personalidad naciente desde su interior, Barry apareció en su campo de visión, y la arrastró hasta dejarla sentada sobre sus piernas.

—Todo está bien. Te tengo —aseguró abrazándola—. No te voy a dejar caer.

—Barry... —respiró agitadamente—. Creo... creo que estoy perdiendo el control nuevamente... La sed de sangre está volviendo... —susurró con temor.

—Todo está bien. Respira conmigo —tomó su rostro—. Inhala, exhala...

   Adds sintió su cuerpo completo remecerse, y el aire comenzar a escapar y a volver erráticamente.

—También creo que estoy teniendo una cri-crisis —dijo a duras y penas.

Barry sintió sus bellos ponerse de punta. Habían pasado años desde la última vez que Adds sufrió aquellas tormentosas crisis, y aunque actualmente era comprensible que volviera una que otra, no dejaba de ser alarmante y doloroso.

—Bien, ya sabemos que hacer, ¿Sí? —se apresuró a calmarla—. Vamos a inhalar y retener la respiración por diez segundos. Vamos hazlo junto a mí.

Con ayuda de Barry, Adds comenzó a hacer poco a poco todo lo indicado, durante minutos tortuosos, hasta que su pulso comenzó a volver medianamente a la normalidad, aquel estallido de su corazón volvió a su pecho, y dejó de sentir las palpitaciones de su corazón en sus oídos.

—Lo siento —se disculpó Adds—. Solo estoy dándote más problemas.

—No digas eso, Amor —negó Barry, tomándole del rostro—. Nunca podrías ser un problema. Sí, a veces eres un dolor de cabeza... —Adds inevitablemente sonrió de forma leve y débil—. Pero no un problema, nunca —aseguró—. ¿Lo tienes claro? —inquirió.

Adds asintió levemente, no estando tan segura de aquello.

—Sí —respondió de todas formas, dejando salir su voz en un susurro.

   Barry sonrió suavemente y dejó un beso sobre su frente, donde se permitió que la acción perdurara durante unos segundos para luego finalmente separarse.

—Necesito hablar contigo sobre algo —comentó luego de unos minutos.

—¿Por qué siento qué esto no será de mí total agrado?



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LO QUE BARRY QUERÍA HABLAR CON ADDS, involucraba directamente a Savitar, y de paso tocaba la consistencia con la que Adds había hablado de matarlo.

Básicamente lo que Barry sugirió, fue darle una segunda oportunidad a Savitar e intentar salvarlo de la paradoja si así él lo quería. Pero para eso necesitaba la aprobación de Adds. Nunca haría nada sin su consentimiento —exceptuando el hecho de que hacía unas horas le colocó un calmante en el té para que descansara—.

Adds debía admitir que en cuanto Barry le mencionó aquello, las ganas de golpearle le cegaron por unos segundos, hasta que tomó un profunda respiración, y tras meditarlo terminó por aceptar.

En ese preciso instante Adds se encontraba en una de las sillas del cortex, con su cabeza y espalda apoyadas sobre el respaldo de la silla. Y mientras esperaban a que Barry volviera, Ethan le comentaba como se encontraba la pequeña Adara.

—Ella está bien —aseguró—. Aún está confundida respecto a lo ocurrido, pero estará bien.

—Eso es un gran alivio entre tanta mierda —murmuró Adds cerrando sus ojos.

—¿Por qué estás tan tensa? —Iris cuestionó, confundida y preocupada.

—Por lo que se acerca en el pasillo —respondió aún con los ojos cerrados.

Porque sí, desde que los velocistas habían puesto un pie en los laboratorios Adds sintió las emociones de ambos. Mentiría si dijera que no estaba nerviosa, pero más que nerviosa estaba furiosa.

Ethan se puso abruptamente de pie, y en ese instante Adds comprobó la llegada de ambos velocistas.

—Sí te acercas a Adds...

—No lo hará —Barry le aseguró a Ethan—. No lo salvaría.

Adds sonrió levemente y dió una vuelta en la silla, hasta quedar frente a ambos.

—La cosa es que los asesinos aún muriendo hacemos todo por venganza —comentó ella, mirando fijamente a Savitar—. ¿Cómo te ha tratado hasta ahora la paradoja, mí querido amigo?

—Te dije que no me querría aquí —murmuró Savitar a Barry.

Adds soltó una risa nasal, totalmente irónica.

—Tienes razón, no lo quería —acordó—. Pero resulta que este tiempo he estado recuperando un poco de mí parte misericordiosa, ¿Sabes? Esa que solía tener antes de volverme una asesina —remarcó.

—¿Dónde está Cisco? —inquirió Julian interrumpiendo—. ¿Dónde está Caitlin?

—Están a salvo —respondió Barry.

—Le preguntaba a él —Julian señaló a Savitar.

—¿Acaso la paradoja comenzó por desintegrarte la lengua y eliminarte la capacidad de hablar? —inquirió con burla ácida Adds.

—Muéstrenme que pueden ayudarme, y luego les diré dónde están sus amigos —negoció observándola fijamente.

Adds hizo un ademán de acercarse, pero entonces Barry e Ethan le detuvieron, negando. Ella bufó.

—No entiendo que hace aquí —señaló Julian—. Es un monstruo.

Al escuchar aquellas palabras, Adds suspiró. Aún así una parte de ella no quisiera, no pudo evitar diferir en ello.

—No es un monstruo —pronunció.

Todos voltearon a observarla sorprendidos. No se esperaban aquella interferencia para nada.

—Cuando la ira y el dolor que nos han provocado cercanos nos ciega, hacemos todo para que esos sentimientos desaparezcan, aún así debamos convertirnos en algo que tal vez no es de nuestro total agrado. Así que no, no es un monstruo —negó—. Es solo una persona rota, que se convirtió en asesino para lograr un objetivo... un objetivo de vida tal vez.

—¿Cómo...? —antes de que Julian hablara, sabiendo lo que diría, Adds volvió a hablar.

—De ser el caso, soy un monstruo también —mencionó—. ¿Quieres saber mí cuenta?

—¿Qué cuenta? —preguntó confundido Julian.

—La cuenta de las personas que he asesinado.

—Yo... —se vió incapaz de seguir hablando.

—Exacto —le sonrió—. Ahora... —se volteó a Barry—. No sé como planeas ayudarlo, pero —se volteó a Savitar—, tienes una oportunidad —caminó hasta él con total seguridad—. Sí realmente me conociste, sabes de lo que soy capaz.

Sus ojos escanearon neutramente al velocista, sintiendo como él lo hacía de igual forma con ella.

—Será mejor que no cometas ningún error —le sonrió con un atisbo de burla.

Se volteó dispuesta a salir del cortex, pero entonces, se frenó a si misma manteniéndose en su lugar.

—Por cierto Savitar... —se volteó lo más rápido que pudo, y entonces atestó un puñetazo en el rostro del remanente—. Solo para calmar mí fluctuación entre hacer lo correcto o lo erróneo.

Y luego de eso, definitivamente con seguridad salió del cortex.

   No iba a mentir, sentir como su mano se estampaba brutamente en el rostro de aquel remanente de su prometido, quién había arrebatado mucho más que el valor de su propia vida, se sintió gratificante. Sin embargo no era suficiente, por lo qué ahí se encontraba en aquella sala que tiempo atrás se denominó como uno de sus lugares seguros. La sala de sus entrenamientos. Bien así el último tiempo no la había usado mucho, debido a que sí no estaba combatiendo meta-humanos se encontraba invirtiendo su tiempo junto a su familia, aquel seguía siendo un lugar de total comodidad y conforte.

—¿Sabías qué hice esto por ti? —la voz de Savitar le sorprendió, más no lo demostró y siguió golpeando aquel saco de boxeo—. Pudimos haber sido imparables.

—Irónico que ahora quieras matarme —Adds rió con sarcasmo.

—Las prioridades cambian, Rayito —le sonrió él.

—No me llames así —masculló en voz baja.

Su estómago se revolvió al escuchar aquel apodo salir de los labios de Savitar. Aquel era un apodo íntimo, más intimo de lo que conllevaba llamarse « Amor » con Barry.

—Solía agradarte que lo hiciera —Savitar le observó con una falsa mueca de tristeza.

—Tu mismo lo has dicho incontables veces. No eres Barry —determinó Adds—. Esta es la cosa, Savitar. Puedes tener su rostro y sus recuerdos. Pero Barry nunca se habría atrevido a ponerle una mano encima a mis madres y mucho menos matarlas, siendo ambas de las mujeres más importantes en nuestras vidas, quienes le trataron y quisieron como un hijo más —escupió cada palabra evitando que las lágrimas salieran de sus ojos—. Barry nunca hubiera matado a mis madres.

» Porque una cosa es atentar contra mi vida, y está bien. Hasta apenas me importa. Pero meterte con personas que son solo inocentes en esta mierda, eso no te lo podría perdonar ni aunque me apuntaran con el arma más mortal del planeta en el pecho —Savitar estuvo por decir algo, sin embargo Adds le interrumpió—. Lo único que realmente te puedo agradecer es que no te hayas acercado a Adara.

—Nunca haría nada para lastimarle —negó con un pequeño deje de nostalgia.

—Bueno lo hiciste. Porque mataste a sus madres —repitió—. No te odio por intentar matarme, ni mucho menos te creo un monstruo, pero en el momento en que tocaste a mis madres perdiste todo sentido de compasión de mí parte.

Ambos guardaron silencio durante unos segundos.

—Ahora sal de aquí, antes de que haga algo de lo que tal vez, solo tal vez pueda arrepentirme luego —mencionó.

En ese momento la sonrisa de altanería que solía portar el velocista reapareció, logrando irritar a la rubia.

—No planeaba quedarme por mucho más.

—¿Qué demonios hiciste ahora? —cuestionó intuyendo algo tras las palabras de Savitar.

—No tardarás en averiguarlo.

Y sin más desapareció dejando un leve rastro de aquella estela escarlata la cuál no tardó en desvanecerse.

Sus pies rápidamente comenzaron a moverse en dirección al cortex, pero a mitad de camino sintió unos brazos aferrarse a su cintura y en un parpadeo se encontraban fuera de los laboratorios.

—Realmente no quería decirlo pero...

—Me lo advertiste, lo sé —suspiró Barry, viendo la explosión de energía salir de los laboratorios.



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EN CUANTO CISCO VIÓ A ADDS, SANA Y SALVA, no dudó en correr hasta ella y envolverla en sus brazos mientras la alzaba por los aires.

Se sentía realmente aliviado de verla ahí, de pie a pesar de todo, pero sobretodo se alegraba de que Savitar no hubiera logrado su cometido.

—Gracias a los Dioses del Hackeo que estás bien —había susurrado Cisco.

Adds soltó una pequeña risa mientras le abrazaba con fuerza.

   No mucho más tarde, sabiendo que aún tenían asuntos más importantes de los que ocuparse, Cisco se apartó de Adds y les comentó que conocía el plan B de Savitar, por lo que rápidamente se pusieron manos a la obra.

Todos se habían negado a que Adds fuera parte de aquella misión, no cuando su consciencia normal danzaba en una fluctuante batalla contra la sed de sangre, y mucho menos al ser conscientes de la debilidad mental y física que le apresaba.

Por lo que ahí estaba, sentada en el sofá de su departamento, con unas esposas para meta-humanos siendo resguardada por nada más ni nada menos que Iris West.

—Iris, sabes que te quiero, pero debes dejarme ir.

—Lo siento Adds —se negó—. No puedo, ¿Qué pasa si Savitar toma la oportunidad y acaba contigo?

—En estos momentos te aseguro que podrá intentarlo, pero no lo logrará.

—La respuesta sigue siendo no —negó—, prefiero no arriesgarme a perderte.

—Realmente no quería hacer esto, Iris —murmuró Adds—. Perdón.

—¿De qué hablas? —le miró confundida.

Entonces las esposas se abrieron dejando a Adds libre, ante eso se acercó a la morena, y posando su manos en aquel nervio que conocía a la perfección, durmió a la periodista, tendiéndola en el sofá.

Rápidamente se enfundó en su traje, y abrió una brecha directo al lugar en donde sabía estarían enfrentando a Savitar.

—Me quedan solo unos minutos, puedo sentirlo —comentó Savitar—. Pero antes de irme mataré a todos, dejando para el final a ti y Adds, así finalmente lograrás ver como muere sin que puedas hacer nada al respecto —le hizo saber—. Si voy a morir, entonces todo lo que amas también lo hará.

En cuanto el remanente le dió la espalda al velocista escarlata, Barry se puso de pie y vibrando, expulsó a su remanente del interior del traje, dejándolo expuesto.

—¿Cómo se siente estar cerca de la ascensión y terminar en el suelo? —inquirió Barry.

—Ahora lo veo —murmuró Savitar admirándolo—. Está escrito.

—¡Nada está escrito!

Savitar se puso de pie e intentó golpear a Barry, pero él esquivó cada uno de sus movimientos para terminar dejandolo de rodillas en el suelo a la par que expulsaba una de las lanzas que portaba el traje apuntándolo.

—¡Hazlo! —exigió Savitar.

   En ese preciso momento Adds cruzó la brecha, llegando a espaldas de Vibe y Frost. El contexto de la escena que presenciaban sus ojos estaba claro para ella.

—Sí me matas, te conviertes en mí —le hizo saber el remanente—. De todos modos ¡Yo vivo!

   Entonces todos pudieron ver como la lanza volvía a esconderse, y como el traje comenzaba a vibrar destruyéndose por completo debido a la inadecuada frecuencia usada por Barry.

—Nunca dejaré que el dolor y la oscuridad determinen quien soy —aseguró Barry—. Nunca seré tú —y sin más lo noqueó de un puñetazo a súper velocidad.

   Tal vez aquello era lo que diferenciaba a Barry y Adds, y lo que a la vez les hacía complementarse tanto. Porque en cuanto Adds vió el cuerpo de Savitar ponerse en pie, dispuesto a atacar a su prometido, supo bien lo que haría y que no se arrepentiría de ello.

   Encendiendo sus ojos en aquel fogoso rojo, detuvo el andar del remanente envolviéndolo en la fogosa aura de sus poderes. Savitar inmediatamente se remeció intentando liberarse de aquella retención, mientras que Adds se acercaba hasta él. Una vez frente a frente comenzó a elevar de ambos inconscientemente, previniendo que alguno de sus amigos pudiera detenerle.

—Te lo dije... —murmuró—. Solo una oportunidad, y la desperdiciaste.

—¿Y qué harás? ¿Estás segura de qué quieres mí sangre en tus manos? —inquirió él desafiante—. Después de todo soy una versión de Barry.

—Te dije que sí, sabías que sí tocabas a mí familia lo ibas a lamentar —le recordó mientras sus ojos cambiaban de color.

   Savitar rió mientras negaba.

—No me asustas, Adds —le hizo saber.

—Deberías temer... aunque lo harás, creeme que lo harás —sus labios se curvaron en una sonrisa amarga.

—En tus sueños...

   Fue el turno de Adds para reír. Su risa era tan despectiva, tan falta de emociones que era terrorífica. Un escalofrío recorrió la espalda de Savitar, sin embargo fingió que aquello no había ocurrido en lo absoluto.

—Dijiste que me conocías —mencionó Adds observándole con una ceja alzada—. Al parecer no era tan real porque olvidaste algo.

—¿El qué?

   Entonces Adds lo dejó salir sin vueltas, sin acertijos, ni mentiras.

—La sed de sangre —mencionó con una torcida sonrisa.

   Una fuerte energía salió de su interior, propagándose por los aires descontroladamente, rodeando potentemente de ambos. Sus palmas se extendieron al igual que sus dedos, y desde la distancia en simples y precisos movimientos tendió de las extremidades del velocista haciendo presión en ellas.

   Los gritos de Savitar comenzaron como gruñidos, hasta volverse incontrolables alaridos cargados en dolor, esto siendo visible para cada que persona que escuchara sin necesidad de observar.

—¿Lo sientes? —inquirió Adds con voz ronca—. ¿Sientes cómo se te va la vida? ¿Sientes cómo se te rasga la garganta al gritar de dolor sin poder hacer nada al respecto? ¿¡Lo sientes!?

   Un grito aún más fuerte provino de la garganta de Savitar. Y entonces Adds lo hizo, justo al tiempo en que la paradoja alcanzaba al velocista, Adds estalló. Estalló dejando salir sus poderes con tanta potencia que perdió el conocimiento. Sin embargo antes de perder la consciencia un susurro salió de sus labios.

—Solo un monstruo puede vencer a otro monstruo —y entonces permitió que la oscuridad cerniera su mente, logrando que su cuerpo comenzara a caer desde las alturas.

   Al ver aquello, Barry corrió y subiendo por lo alto de un árbol dió un salto, atrapándola entre sus brazos. Una vez sintiendo la superficie del suelo en sus pies, Barry la recostó en el pasto, sosteniendo aún parte del cuerpo de la rubia en sus brazos.

—Adds... —llamó acariciando su rostro—. ¿Amor? —llamó nuevamente.

Los ojos de la rubia poco a poco comenzaron a abrirse, con palpable cansancio, aún con los párpados hinchados por el llanto acumulado en las ultimas horas.

—Hey... —le dedicó una débil sonrisa.

—Hey... —Barry sonrió con alivio.

—Creo que ganamos.

—Sí, lo hicimos —afirmó en voz baja.

—Sí... ¿Sabes? En mi vida me había sentido tan cansada —murmuró.

—Es hora de ir a casa y descansar. Ven aquí.

Con cuidado el velocista abrazó a Adds y ella enroscó sus piernas por el abdomen de Barry, mientras dejaba descansar su cabeza en su hombro.



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—SIENDO HONESTA, NUNCA CREÍ QUE ESTE DÍA LLEGARÍA TAN RÁPIDO —comentó Adds—. Supongo que nunca se está listo para perder a personas tan importantes como lo fueron mis madres y HR.

   La mirada de Adds se paseó por entre los presentes, hasta que sus ojos se encontraron con aquellos orbes esmeraldas que le entregaban tranquilidad.

—En el tiempo en que ellas estuvieron aquí, con nosotros, fue imposible que sus presencias pasaran desapercibidas. No con la alegría y efusividad que ambas solían desprender. Y la verdad hoy en día, el tener felicidad es un concepto u sentimiento del que pocos pueden gozar, pero ellas a pesar de las adversidades de la vida lo gozaron al máximo, al igual que HR.

   Tomó una profunda respiración, intentando despejar la opresión en su garganta.

—Recuerdo que cuando tenía trece, mí perro Loki murió. Recuerdo que el dolor que sentía al haberlo perdido era simplemente horrible, pero entonces mi madre me dijo « Un alma no está muerta hasta que es completamente olvidada, porque sí permanece en nuestros corazones siempre estará presente y resguardada » —sonrió débilmente—. Luego Diana, me contó una pequeña historia, la cual narraba que: Cada alma, cada ser amado, se posa por las noches en la estrella más resplandeciente de todas, procurando cuidar nuestros sueños, procurando resguardar nuestro bienestar.

   Una sonrisa suave salió de sus labios, en nostalgia.

—Hoy puedo decir, que yo nunca olvidaré a estas mujeres, nunca olvidaré aquel carisma que desprendían, aquellas sonrisas, aquellas burlas, no olvidaré ni los malos, ni los buenos momentos —aseguró—. Lo mismo haré con HR, quién de no tener nada paso a tener una familia que lo querrá hasta que sea momento de perdernos en la eternidad junto a él, junto a ellas. Y aún así aunque ya no se encuentren físicamente con nosotros, siempre serán amados con la misma intensidad que fueron amados en vida.

   Con lágrimas silenciosas rodando por sus mejillas, Adds tomó tres Calas entre sus manos, y caminó hasta el lugar donde yacían los ataúdes, ya cubiertos en tierra.

—Siempre, y sin importar el qué estarán en mí corazón. Siempre recordaré todo lo que me enseñaron, al igual que siempre recordaré sentir el amor que ustedes me daban, uno como ese no lo encontraré ni lo querré de nadie más —dejó una cala en cada montón de tierra correspondiente al de sus madres—. Las amo.

   Se puso de pie, y solo hizo falta que diera unos pasos más para llegar al lugar de HR, donde imitó la acción.

—Gracias por esta segunda oportunidad, aún así no fuera merecedora de ella —sonrió—. Nunca serás olvidado, eso te lo puedo prometer HR.

Volvió a ponerse de pie, pero esta vez se acercó a Barry, quién mantenía en sus brazos a Adara. El velocista la rodeó con su brazo libre y dejó un beso sobre su frente. Barry comprendía completamente el dolor de Adds y podía asegurar que estaría ahí para ella.

   Pero la verdad era que no sería así.

Tras el funeral, cuando aquellos que no pertenecían al Team Flash se marcharon, Caitlin apareció a lo lejos. Por lo que Julian, Cisco, Ethan, Barry y Adds se acercaron hasta ella.

—Bueno, por lo menos ya no compras en el mercado de villanos —bromeó Cisco.

—Adds, siento lo de Carol y Diana —se disculpó—. Te aseguro que no sabía que lo haría.

Adds asintió. Le creía porque sabía que decía la verdad con solo ver en sus ojos.

—Y también siento lo de HR.

—Estoy seguro de que ellos habrían agradecido que vinieras —aseguró Barry.

—¿Por qué no viniste? —preguntó Julian.

—No lo sé.

—¿Tal vez quisiste volver a casa? —sugirió Cisco.

—No tengo hogar.

—Siempre tendrás uno con nosotros, Cait —aseguró Adds.

—Con tus amigos y conmigo —agregó Julian.

—Lo siento, Julian —se disculpó entregándole la cura que él forense había creado—. Ya no soy Caitlin.

—Pero tampoco eres Killer Frost —mencionó Ethan.

—No, no lo soy —coincidió—. Soy alguien más, y necesito descubrirlo por mí misma.

En cuanto intentó marcharse Cisco se apresuró a detenerla.

—Cisco, déjame ir —pidió Caitlin.

Y tras un suspiro la soltó dejando que se marchara.



— ϟ —



UNA VEZ ESTUVIERON EN LA COMODIDAD de su departamento y tras hacer dormir a Adara, Adds y Barry se dejaron caer sobre el sofá.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Barry, mientras pasaba las piernas de Adds por sobre las de él.

—El dolor sigue ahí, probablemente siempre habrá una parte de el ahí —murmuró.

—Lo comprendo, y es normal.

—Por otra parte —murmuró Adds—. Somos tutores legales de una niña de seis años.

—Sí, lo somos... —asintió Barry.

—Nunca creí que tener una hija seria tan fácil —bromeó—. Sobre todo porque no salió de mí vagina.

Barry rió suavemente, pero en cuanto procesó por completo lo que Adds había dicho se detuvo.

—¿Dijiste hija?

La rubia se sentó sobre sus piernas quedando frente a frente mostrándole una sonrisa.

—Bueno, somos sus tutores legales ¿No? —Barry asintió—. Siempre cuidáremos de ella, adoramos a Adara, Barr. Así que pensé en que deberíamos adoptarla legalmente. Qué sea nuestra hija —susurró.

—¿Hablas en serio?

—Sí —asintió—. ¿No te gusta la idea?

—¿Bromeas? —sonrió inevitablemente—. Me encanta la idea.

   Adds sonrió, y junto sus frente durante unos segundos para luego separarse y dejar un suave beso sobre los labios de Barry.

—Entonces seremos una pequeña familia —murmuró Adds—. Adoptaremos a Adara... nos casáremos —susurró cerca de su oído, dejando un beso en su mandíbula—. ¿Qué sigue luego?

—Tendremos una Luna de Miel —murmuró Barry.

—Mmm... eso suena muy bien —susurró Adds, pasando sus manos por sobre la camisa de Barry.

—Adds... —intentó detenerle.

—Está bien por mí —aseguró, sabiendo lo que preguntaría—. ¿Por ti?

—Sabes que sí, pero ¿Qué hay de Adara?

—Solo hay que ser cuidadosos y silenciosos —susurró—. Eres un velocista, en segundos nos podrías vestir.

   Barry se puso de pie, e inmediatamente Adds lo rodeó con sus piernas, y mientras Barry iba escaleras arriba, ella comenzó a atacar su cuello. Sin embargo los instintos de ambos les obligó a apartarse, y entonces un gran remezón se hizo presente.

—Adara —murmuró Adds.

En un pestañeo estaban en el piso de abajo, mientras Barry sostenía a la menor entre sus brazos. Adds a un lado de él vió como los grandes ventanales del departamento comenzaban a explotar, debido a las vibraciones que producía el movimiento.

—¿Qué está pasando? —murmuró acercándose al borde de la ventana—. En definitiva esto no es un terremoto.

A los minutos se encontraban en STAR Labs. Habían tenido que llevar a Adara puesto que no podían simplemente dejarla sola en el departamento.

—La universidad de Central City lo registró como un terremoto de 6.6 grados en la escala de Richter —Informó Julian.

—Eso no fue un terremoto —mencionó Harry.

—¿Y entonces qué es? —inquirió Ethan.

—Los terremotos provienen de abajo, esto es otra cosa.

Un nuevo movimiento se hizo presente, y Adds atrajo inmediatamente a Adara hasta ella, abrazándola.

—Está horrible allá afuera —informó Jay Garrick—. Los servicios de emergencia pronto dejarán de dar abasto.

—Chicos, el último fue de 7,2.

   En aquel instante, gracias a Wally lograron volver a reiniciar el sistema de los laboratorios, por lo que Cisco pudo acceder a una de las pantallas.

—¿Qué es eso?

—Eso no es una brecha —aseguró Gypsy.

—Santo plutonio... —murmuró Cisco—. ¿Qué podría emitir esa cantidad de kilojoules?

Entonces Barry y Jay intercambiaron una mirada, sabiendo de que se trataba.

—La speed force —indicó el mayor.

—Pero Savitar está muerto —recordó Joe confundido.

—Ese es el problema.

—Es la prisión de la speed force —comprendió Cisco.

—Necesita un inquilino —explicó Jay—. Cuando me liberaron, la vaciamos sin dejar un prisionero.

—Se vuelve inestable... Y ahora derrama energía en nuestra tierra —completó Cisco.

—¿Qué hay qué hacer? —preguntó Ethan.

—Darle lo que necesita —respondió Barry.

Al salir al exterior de los laboratorios vieron como la situación empeoraba, lo que solo les indicaba que la speed force se encontraba cada vez más desequilibrada e inestable.

—Debo estabilizarla —anunció Barry finalmente.

—Barry... —susurró Adds, sabiendo a lo que se refería—. Quedarás atrapado para siempre.

—Debo hacerlo, de lo contrario la ciudad o quizá todo el planeta será destruido.

—No, debe haber otra forma —negó sintiendo la desesperación inundarla—. Barry, Central City te necesita, a ti y a Flash.

—Tendrán un Flash —observó a Wally con una sonrisa mientras se acercaba a abrazarle.

Sus pasos prontamente le llevaron con Julian con quien compartió un apretón de manos, al igual que con Harry.

—¿Podrías quedarte un tiempo? —pidió al último.

—Por ti lo que sea —accedió Harry.

   Con una sonrisa se dirigió a Ethan, y tras estrechar manos, el rubio lo atrajo hasta él, abrazándolo.

—Cuida de ellas, ¿Sí? —pidió Barry—. No dejas que caiga, por favor... atrápala por mí.

—Lo iba a hacer aún así no me lo pidieras —le sonrió levemente dejando un apretón en su brazo.

Barry le sonrió de vuelta.

—No metas la pata con ella —aconsejó al llegar a Cisco, refiriéndose a Gypsy.

—Haré mí mayor esfuerzo.

—Ahora te seguirán a ti —le hizo saber dejando un apretón en su hombro, con una sonrisa.

—No soy un héroe como tú —se negó Cisco.

—Siempre has sido mi héroe —confesó Barry abrazándolo.

   Y finalmente se dirigió a Joe e Iris.

—¿Todo este tiempo intentando salvar a Adds y ahora me dices que debimos intentar salvarte a ti también?

—Sí me salvaste Joe, ambos lo hicieron —sonrió Barry—. Acogiste a un niño de once años con el corazón roto y le dieron un hogar —y los abrazó.

   En ese preciso instante una brecha se abrió, llamando la atención de todos, y entonces la figura de Nora Allen salió del interior.

   Adds lo supo al instante, aquella no era la progenitora de su prometido, sí no que se trataba de la speed force tomando su forma. Barry le había contado de ello.

—Barry es tu madre —murmuró Joe.

—Es la speed force —le corrigió.

—Barry no irá al infierno— aseguró observando a Adds—. Pero como todo corredor eventualmente debe llegar a la meta.

—No —negó Adds—. No puedes llevartelo.

—Ella no me esta llevando a ninguna parte —aseguró Barry, tomándola del rostro—. Debo irme.

—No es justo, no mereces esto —negó sintiendo sus ojos arder en lágrimas.

—Flashpoint fue mí error, todo esto fue mí error —le recordó—. Esto es lo que debo pagar por ello.

—No... —negó nuevamente sorbiendo su nariz en desesperación.

   Barry se agachó a la altura de Adara y le sonrió tomando de sus manos.

—Debes cuidar de ti y Adds, ¿Bien?

—¿Dónde irás? —preguntó la menor.

—Debo irme por un tiempo, para mantenerlas a salvo.

—¿Tú también nos dejaras? —inquirió con un puchero.

—Ada, siempre estaré con ustedes aunque no puedan verme físicamente —aseguró—. ¿Sí? Debes crecer, aprender, amar, y sobre todo cuidar de ti y Adds.

   Adara asintió, sin comprender del todo lo que estaba ocurriendo.

—Dame un abrazo —pidió extendiendo sus brazos.

   Inmediatamente la menor se lanzó a ellos, abrazándolo con todas las fuerzas que tenía. Y Barry dejó un beso sobre su frente.

   Nuevamente se puso de pie, tomando con delicadeza el rostro de Adds entre sus manos.

—Estarán bien —le aseguró, mientras ella negaba—. Puedes con esto y puedes con todo.

—Teníamos planes —susurró—. Se supone que nos casaríamos, que seríamos una familia.

—Lo sé, Amor, lo sé —asintió Barry—. Y lo siento. Pero tienes que seguir viviendo, amando, creciendo y tienes que seguir corriendo. Prométeme que seguirás corriendo, por ti y por mí. Prométeme que seguirás siendo un Rayito, mí Rayito.

—Lo prometo —susurró tras unos segundos—. Te amo Barry. Siempre lo haré con cada fibra de mí ser.

   El castaño sonrió.

—Yo te amo más que a nada en este mundo —susurró devuelta, acercando sus rostros y depositando un suave y lento beso en sus labios.

—Es hora, mí hermoso chico —habló la speed force.

—Debo irme —informó Barry.

   Adds sollozó, dejándolo ir sabiendo que no había nada más al alcance de su ser para evitar que aquello ocurriera. Y así le vió, mientras la speed force le tomaba de la mano y Barry se volteaba a verles por última vez, hasta que sus ojos chocaron con los de ella y sonriéndole había formulado un último « Te amo », para finalmente perderse en la infinidad de la speed force. Dejando a Adds con el corazón hecho trizas.





F I N . . .







— ϟ —







NO LES MIENTO,
quería terminar lo antes posible esta historia. Amo a Adds y Barry, pero weon, ya me estaban sacando canas verdes

Se nos viene el epílogo, el cual no es muy largo, pero algo es algo.

─𝙨𝙥𝙞𝙙𝙚𝙮𝙜𝙡𝙤𝙬
▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

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