⛓️Chapter fifty eight!

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Taehyung no mencionó palabras desde que se enteró del estado de salud de su padre y de la desaparición completa de Jennie.

El omega menor de los Kim decidió permanecer al lado del comandante. Vigiló por días enteros su bienestar, mientras pedía en sus rezos por su pronta recuperación. Mientras sucedía, Taehyung también tomó las responsabilidades de su padre, dirigiendo a todos los generales de ejércitos.

Por suerte Jimin no lo dejó solo. Ambos omegas trabajaron juntos en los ataques que se libraron durante las últimas semanas. Los primeros resultados fueron algunos pueblos destruidos y la frontera sur cayó por completo.

Las defensas del clan liderado por Park Jimin no había tenido bajas significativas; sin embargo, las sospechas de cada uno de ellos quedó esclarecida cuando el último ataque tuvo como objetivo destruir la ciudad.

Sólo entonces, supieron que Kaisa había tomado todos los ejércitos de cuatro manadas que en el pasado fueron aliadas de Dacrontte, aunque aún no podían saber bajo qué circunstancias el líder de los rebeldes lo había logrado.

El único problema real era que Kim Jennie no había aparecido. Para Jimin era evidente que Kaisa la tenía, y esa conclusión no lo tranquilizaba en lo absoluto. La mujer poseía información vital que si caía en manos enemigas significaría la derrota absoluta del linaje Park.

—Se está recuperando. —el comentario aliviado de Taehyung hizo que el líder cambiara de pensamientos. Ambos miraron hacia la gran cama donde el comandante descansaba, con vendajes cubriendo todas sus heridas y un soporte vital que marcaba la regularidad de sus signos.

—Tu padre es uno de los hombres más fuertes que he conocido —susurró Jimin, con la vista fija en SeokJin—. Va a recuperarse por completo.

El omega Kim hizo un sonido afirmativo, pues él también lo creía así. Poco tiempo después recordó un detalle que, aunque no era del todo importante, quiso compartir con su amigo.

—Me encargué de todos los gastos del funeral de la señora Jung —informó—. Quise que la sepultaran al lado de su hijo.

—Sabía que lo harías —reconoció Jimin con una sonrisa pequeña.

—Ella era una buena persona, no merecía morir así.

—¿Aún lo amas? —el cambio repentino y la pregunta inesperada causó un estrago interno en Taehyung. El omega peliazul se quedó callado, procesando la interrogante y tratando de evitarla.

—No es relevante —respondió finalmente, aunque no se escuchaba convencido.

—Para mí sí lo es —debatió Jimin—. Y estoy seguro que para Jungkook también.

El rostro del menor explotó de rojo, se lamió los labios y carraspeó sutilmente.

—¿C-cómo lo supiste? —cuestionó con cuidado.

—Nos conocemos desde que éramos cachorros, Tae —le recordó Jimin—. Has sido el único amigo que he tenido y eso me hizo ser observador y protector contigo —asintió—. Por lo mismo, he podido ver la forma en la que te comportas cuando Jungkook está cerca, cómo lo miras, cómo le hablas y cómo lo defendiste de mí con valor.

—Lo que siento por Jungkook es diferente a lo que siento por Hoseok —reconoció con tono bajo y seguro—. Por ese alfa rebelde tengo sentimientos fuertes y que me resultan sinceros, reales —sonrió un poco—. Por Jung... lo amé con todas mis fuerzas, pero ese amor estaba manchado desde un principio, y sabía que jamás podríamos tener un buen final.

—Aún amas a Hoseok, pero también a Jungkook —concluyó el pelinegro.

—De Hoseok sólo me queda el recuerdo, Jim. No es muy agradable —dijo Tae con una mueca—. Jungkook... a él lo quiero, quiero verlo todo el tiempo y que siempre sonría, tiene una sonrisa tierna —suspiró—. Yo... quizás estoy confundido.

—No lo estás —respondió el líder, para luego besar la frente de su amigo con suavidad—. Pienso que los sentimientos reales saldrán en el momento indicado, no te desesperes por ello.

—También te amo a ti, demasiado —confesó Taehyung, disfrutando el abrazo apretado que el líder le brindó.

—Eres un omega tierno y muy sentimental —se quejó Jimin—. Yo también te amo.

Ambos se separaron cuando escucharon fuertes sonidos que se formaban en el exterior del palacio del poder. Abandonaron la habitación donde SeokJin descansaba y caminaron con rapidez hasta que llegaron a las puertas de entrada, sólo para ver la entrada triunfal de una tropa que estuvo en el campo de batalla.

Jimin soltó todo el aire cuando pudo reconocer a su alfa. Yoongi tenía el uniforme roto y el rostro lleno de sangre; sin embargo, lucía bien, no tenía problemas para caminar y no había expresión de sufrimiento o malestar en su rostro.

—Los vencimos —informó el general Min, con los ojos puestos en su omega—. Los que sobrevivieron intentaron huir, pero mis soldados los atraparon para ejecutarlos.

—¿Cuál fue el número de bajas? —preguntó Taehyung, mientras sus ojos inspeccionaban los soldados que habían regresado del enfrentamiento.

—Veinte soldados caídos y quince heridos —respondió Yoongi—. Ya me hice cargo de todo, y ahora Amira y Mina están colocando los explosivos en la frontera.

—Bien, ahora ve a descansar —pidió Jimin, con los ojos blandos puestos en el alfa.

El líder de los legendarios hizo una reverencia antes de retirarse. El omega Park empezó a revisar las distribuciones que cada uno de los generales había hecho con sus ejércitos, así mismo, hizo un nuevo conteo de armas. No quería que la gran guerra los alcanzara y sus soldados no estuvieran preparados.

Escuchó el sonido de tambores que anunciaban la llegada de los dos faltantes en las filas militares. Miró a Taehyung con una sonrisita, aumentando su diversión al notar la palidez completa del otro omega.

—Tu amado Jungkook acaba de llegar —informó, para luego continuar concentrado en su trabajo.

—Se supone que vendrían dentro de un mes —murmuró el omega Kim.

—Adelanté todo. La gran guerra se acerca y debemos estar listos, por ello NamJoon y Jungkook están aquí.

Taehyung abrió y cerró la boca, luego la volvió a abrir cuando miró al alfa legendario bajar del auto blanco que estacionó a varios metros de donde él se encontraba. El omega Kim se estremeció cuando los ojos amarillos lo miraron sin parpadear, sintiéndose pequeño sin una explicación coherente, y sonriendo como idiota al verlo acercarse.

—Espero que me hayas extrañado —comenzó Jungkook cuando estuvo frente al omega.

—¿El entrenamiento te hizo más pretencioso? —inquirió Tae con una sonrisa ladina.

—No, haberte besado lo hizo —respondió el menor, mirándolo con una intensidad que mareó al omega.

Afortunadamente para Taehyung, NamJoon también se acercó para saludarlo como era debido. Los dos alfas lucían más fuertes, el entrenamiento recibido quedó evidente en la fuerza de sus músculos, o esa fue la impresión que tuvo el omega Kim.

—¿Dónde está el comandante SeokJin? —preguntó NamJoon, mirando a su alrededor, tal vez buscándolo.

La mueca del omega alertó al alfa moreno, quien se preparó para recibir la peor noticia, tal y como su mecanismo de defensa lo ordenaba cuando debía enfrentarse a situaciones similares.

—Interceptaron a mi padre y a mi tía en su camino a estas tierras —explicó Taehyung a ambos alfas—. Hace unas semanas el general Min y la general Amira encontraron a mi padre en las profundidades del bosque negro, estaba malherido. En estos momentos sigue recuperándose.

NamJoon quería ir y verlo con sus propios ojos, mas recordó el puesto que tenía dentro de todo aquello y no sería nada beneficioso ponerse en evidencia. Además, el sucesor dijo que el comandante ya estaba recuperándose, así que debía confiar en su palabra.

—¿Y la presidenta Kim? —preguntó después.

—No la hemos encontrado —respondió Tae con una mueca—. Se han enviado tres equipos de búsqueda, pero es imposible tener resultados cuando no existe rastro de ella.

—Son malas noticias —advirtió NamJoon. Él más que nadie sabía toda la información valiosa que vivía en la mente de esa mujer. Ella y el comandante Kim eran los únicos que habían permanecido con vida desde el inicio del mandato de Park YoonWoo, y eso los convertía en piezas claves en la guerra que estaban afrontando.

—Lo sabemos —comentó Taehyung, mientras sentía como el alfa a su lado tomaba una de sus manos para sostenerla con firmeza—. Lo único que nos queda es continuar peleando.

La respiración agitada no le estaba dejando pensar con claridad. Un nuevo puñetazo impactó de lleno en su rostro, y entonces Jennie sintió como algo crujió en su nariz.

—Eres una ramera asquerosa —escupió Yugyeom, para luego propinarle una patada en el abdomen que le sacó todo el aire a la omega.

Jennie tenía todo el cuerpo adolorido, podría jurar que también sus costillas estaban rotas pues le costaba mucho respirar, sangre seca y fresca salía de su nariz y de la boca, la cabeza le daba vueltas, cuando cerraba los ojos veía puntos negros y azules mezclándose continuamente, para que al abrirlos se sintiera sumamente mareada.

En nada le ayudaba sumar todos los días que llevaba encerrada en ese lugar nauseabundo, sin comer, ni beber, debilitando sus defensas y la determinación de salir viva de ahí.

—Habla de una puta vez, maldita —demandó Yugyeom, el silencio de la omega estaba alimentando la ira que sentía—. ¡¿Dónde está el tratado de las manadas?! Se lo diste a Jimin y sólo tú y ese hijo de puta saben su ubicación exacta.

La omega lo miró, regalándole una sonrisa burlona de dientes ensangrentados.

—Jódete perro —gruñó, aumentando la furia del alfa.

Kaisa ansiaba ese tratado. Era el libro más poderoso después de todo, y con ese simple objeto podía doblegar hasta los propios ejércitos y derribar al actual líder sin tanto problema. Jennie lo sabía, así como los rebeldes sabían que ella conocía el lugar donde estaba oculto; es por ello que resistió, porque primero muerta antes de entregar a su manada al enemigo.

Yugyeom tomó un bate de hierro y se acercó peligrosamente hasta donde estaba la omega encadenada, levantó el pesado objeto por la empuñadura, mas no logró usarlo, ya que en ese momento la presencia de Kaisa invadió el lugar.

—Suficiente, Yugyeom —ordenó el líder de los rebeldes, con sus ojos puestos en la mujer herida que lo miraba con odio y asco.

Kaisa se acercó hasta donde estaba ella, se acuclilló para poder estar a su altura y la siguió mirando. Lucía deplorable, no existía indicio alguno que mostrara que esa omega era una de las más importantes dentro de la manada que pensaba conquistar, y ese conocimiento le causó gracia.

—Luces mal, querida —comentó con voz suave.

—Tú te ves peor —afirmó Jennie—. No recordaba tu rostro lleno de cicatrices, aunque en bestias como tú quedan bastante bien —afirmó con soberbia—. Demuestran lo primitivo de tus instintos.

—Kim Jennie —pronunció Kaisa, ignorando lo dicho por la omega—. Hermana mayor de Kim SeokJin, presidenta del concejo de la manada liderada por el linaje Park, único en el mundo que aún posee sangre de omegas legendarios —hizo una pausa—. Se escucha bastante bien, ¿no crees?

Jennie no respondió, se limitó a verlo a los ojos.

—Nunca te casaste y tampoco tuviste hijos —continuó Kaisa—. Cuando era juguete de YoonWoo le pregunté por qué jamás formaste una familia si eras tan hermosa, de hecho, aún lo eres.

El cuerpo de la omega se tensó por completo, y ese detalle no pasó desapercibido por Kaisa, quien como respuesta sonrió de forma cruel.

—Obtuve una respuesta interesante —continuó el alfa—. Él me dijo que tú te habías enamorado perdidamente de nuestra hermosa Saran, pero era algo imposible. Ella había sido elegida para convertirse en la esposa del líder y tú tuviste que aceptar, tragarte tu amor y honrar las leyes de tu manada, ¿no es eso cruel, Jennie?

—¿A dónde quieres llegar con esto? —preguntó la omega, forzando las cadenas que la mantenían atrapada y fallando en todos los intentos.

—Las leyes son crueles —respondió Kaisa—. Las leyes mataron a Saran, no fui yo.

—Cállate, no la menciones con tu boca asquerosa.

—Por las leyes tuviste que sepultar lo que sentías por ella —continuó Kaisa—. Por las leyes viste como se casaba con otro, y por esas malditas leyes fuiste una perra leal a ellos, demostrando que esa lealtad era genuina cuando murieron porque, aún después de eso, seguiste leal con el hijo que tuvieron —chasqueó la lengua—. Esa fue la diferencia entre ambos, mi querida Jennie. Tú te hiciste a un lado como la insulsa leal que eres y yo me vengué, destruyéndolos por completo.

—No, Kaisa —negó la omega con frialdad—. La verdadera diferencia es que yo tengo honor y todo el poder que tú jamás conocerás —habló, golpeando directamente en el orgullo del alfa—. Haz lo que quieras, destruye todo lo que puedas. Te juro que al final, el linaje Park y el Kim continuarán gobernando, porque somos líderes natos, no ratas como tú.

—Mi hermano menor se encargó de manchar ese linaje que tanto me presumes —informó Kaisa—. ¿No sabías? Yoongi preñó a tu amado líder, así que la sangre Min se combinó con la Park para crear una aberración que no puede nacer.

—Un hijo de un alfa legendario con los genes de Jimin —susurró Jennie, más para ella misma que para alguien más.

—Increíble, ¿no crees? —inquirió Kaisa, para luego ponerse de pie—. Afortunadamente, encontré una solución al problema.

Jennie lo siguió con la mirada, atenta a todo lo que aquel lunático hiciera o confesara. Lo miró rodear una mesa alta que no le permitía ver más allá, observó como el alfa tomaba una caja de metal pequeña, y luego volvía a acercarse hasta donde estaba encadenada.

—La guerra real se acerca y nosotros ya estamos listos para ganarla —habló Kaisa, mientras sostenía en sus manos una pequeña esfera de cristal que en su interior tenía un líquido brillante de color púrpura—. Creamos esta belleza, ¿quieres saber lo que es?

—Adelante —dijo, mientras analizaba el líquido encerrado en el cristal.

—Son balas —simplificó Kaisa—. Verás, mi hermano consiguió retomar el mando de los legendarios, así que necesitaba protegerme de ese detalle —explicó—. El líquido que alberga cada bala tiene una función simple: adormece la parte racional del lobo, dejando únicamente la animal y salvaje —contó con una sonrisa cruel—. Así que, cuando les demos uso en la guerra, el ejército completo de legendarios será infectado por estas balas, convirtiéndose en animales salvajes que atacarán sin importar el bando.

—Eres un maldito —gruñó Jennie, entendiendo el plan del enemigo y admitiendo que estaba preparado para darles pelea.

—Y eso no es lo mejor —siguió el alfa con entusiasmo enfermizo—. Lo mejor será cuando tenga a Park Jimin encadenado y mi hermano bajo lo efectos de este juguete que he creado —suspiró ilusionado—. Yoongi matará a su omega y su cría. Después, le inyectaré el antídoto para que sepa lo que hizo, y la culpa lo enloquezca.

—Estás enfermo —dijo la omega—. Enfermo y bastante idiota para pensar que funcionará todo lo que tienes planeado.

—Oh, claro que funcionará —respondió sonriente—. Estoy ansioso de que ese momento llegue.

Jennie no lo demostró, pero sintió terror de lo que podría pasar y de las muchas posibilidades de que las palabras dichas por Kaisa se convirtieran en realidad.















































Kaisa va con todo mi gente. 😳

Espero que el capítulo les haya gustado, aunque sea un poquito. 🤧

Perdonen cualquier error. Infinitas gracias por leer. 🥹

¡Hasta el próximo capítulo!

⛓️Yoon~

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