⛓️Chapter fifty one!

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Jimin estaba trabajando en su oficina cuando tocaron a la puerta. Otorgó el permiso necesario, y en cuestión de segundos alzó una ceja que evidenciaba una sorpresa bastante fingida.

—Mi líder —saludó el omega que había llegado, ofreciendo una reverencia completa al pelinegro.

—Suyin —pronunció Jimin, su lengua saboreando cada palabra—. ¿A qué se debe tu visita?

El mencionado sonrió con fingida amabilidad, era una de esas sonrisas que ablandaban los ojos a la fuerza, siendo evidente y patético al mismo tiempo. Se tomó su tiempo para responder, pues necesitaba primero analizar todo lo que le rodeaba, tanto grandes como pequeños detalles.

—Se trata del concejo, mi señor —inició Suyin, concentrándose en Jimin—. Todos los miembros están inquietos por lo que sucedió ayer.

—Es problema de ellos, ¿no crees? Sabían lo que pasaría, y si lo que me dices es cierto me demuestra que tengo un grupo de concejo bastante débil.

—Mi señor —llamó con calma—. Le suplico que comprenda un poco lo que hizo. Fue cruel arrebatarles sus preciados juguetes, algunos de ellos no tenían nada más que eso en sus vidas solitarias.

—Bueno, ahora pueden adoptar un perro o un gato —sugirió Jimin con una sonrisa mezquina—. ¿A qué te enviaron exactamente? Porque si es con la intención de hacerme sentir culpable, debo informarte que pierdes tu tiempo.

—Jamás tendría tal atrevimiento, mi señor —dijo alarmado—. Estoy aquí porque me siento preocupado por lo que mi líder tenga que afrontar luego que la ley comenzó a formar parte del libro de los tratados.

El omega Park lo miró con intensidad por un tiempo considerable, lo hizo hasta que Suyin bajó la mirada con sumisión natural que no pudo controlar a su antojo.

—Agradezco tu preocupación, Suyin —habló Jimin, en un tono plano que no pudo mostrar si decía la verdad o mentía.

El miembro del concejo se relamió los labios, su olfato detectó un aroma agradable que creció a medida que pasaban los minutos y él continuaba en ese salón. Pronto descubrió de qué se trataba, habían velas aromáticas por todo el lugar, fue un detalle que le pareció curioso, pero que al mismo tiempo no era digno de su atención.

—Si mi señor me concede el honor de brindarle un consejo... —inició dubitativo—. Las cosas pueden salirse de control y quiero reafirmar mi lealtad con usted.

La mirada de Jimin se tornó en demasía peligrosa cuando preguntó:

—¿Realmente eres leal a mí, Suyin?

—¿Mi señor no confía en mi palabra como miembro del concejo? —preguntó el mencionado.

—No te ofendas, pero no confío en nadie —sentenció Jimin—. Todos los miembros del concejo son "leales" por temor y no por lealtad —aseguró—. Yo no les temo, no les debo lealtad, ni una pizca de reconocimiento, así que, lo mejor será que te guardes tu consejo. Si alguna vez llego a necesitarlo, me encargaré de hacerlo saber.

Suyin abrió y cerró la boca sin tener idea de cómo responder. Al final, optó por hacer una reverencia y salir de la oficina en un silencio incómodo que quedó en el ambiente.

Jimin soltó un resoplido. Se puso de pie y caminó hasta el librero donde tomó el libro que estuvo leyendo durante los últimos días. En las páginas amarillentas estaba escrita toda la historia de los omegas legendarios, lo extraordinarios que fueron y cómo esas cualidades los llevaron a la destrucción.

Se recostó en el sillón que estaba al lado del gran ventanal, comenzó a leer en silencio, todavía sin saber por qué sentía tanto interés en el tema, pues no suponía algo relevante con lo que estaba sucediendo a su alrededor. Pese a todo, el líder continuó saciando su curiosidad, hasta que la puerta volvió a ser tocada.

—Adelante —dijo en voz alta, sin moverse de su cómoda posición.

Miró de reojo una cabellera castaña que se asomaba con lentitud, y para él fue fácil sonreír al saber quien había llegado a verlo.

—¿Estás ocupado? —preguntó Yoongi, mordiéndose el labio con inseguridad.

—No. —la respuesta del omega alimentó la confianza del mayor, quien no se lo pensó mucho al momento de ingresar a la oficina y asegurar la puerta.

El alfa llegó hasta donde estaba el líder, se inclinó lo suficiente y besó los labios ajenos de manera dulce, para luego besar el abdomen del omega que se estremeció por la muestra de cariño.

—Huele bien —comentó Yoongi, mientras se acomodaba de tal manera que ahora su cabeza estaba descansando en el vientre del menor, donde aprovechaba para frotar la nariz de vez en cuando.

—Ordené que pusieran velas aromáticas por todo el lugar para que las personas que vengan no se concentren en los cambios de mi aroma —informó Jimin—. Fue una idea de Wheein y debo admitir que es brillante.

—¿Ella lo sabe? —cuestionó Yoongi, apoyando la barbilla en el abdomen del pelinegro para verlo a los ojos.

—No, pero lo sospecha —respondió el líder, al mismo tiempo que sus manos acariciaban la cabellera castaña con suavidad.

El alfa cayó rendido en las caricias suaves que recibía su cabello, apoyó la mejilla derecha en el vientre del omega y soltó un suspiro ronco cargado de paz. Podría quedarse dormido en cuestión de segundos, incluso querer dormir y jamás despertar, debido a la dulzura de los aromas modificados del líder, y también del conocimiento casi mágico de que su hijo estaba en el punto exacto donde él estaba apoyado.

—¿Has tenido malestares? —preguntó de repente, todavía con los ojos cerrados.

—No. Bueno, leves mareos, pero los he sabido controlar.

—¿Y antojos? —inquirió. Quería estar al pendiente de todos los cuidados de su omega y consentirlo en todo.

—Sí, de tu polla —respondió Jimin, dejando escapar una risita cuando miró como las orejas del mayor se pintaron de rojo.

Ambos cambiaron las posiciones que tenían para sentirse cómodos. Yoongi se sentó en el sillón, Jimin volvió a recostarse, sólo que esta vez la cabeza la apoyó en el regazo del alfa, permitiendo que la mano derecha del castaño le acariciara el vientre por debajo de la ropa.

—¿El ejército de legendarios está bien? —indagó Jimin, aún continuaba leyendo, aunque no con la misma intensidad de antes.

—Están en territorio montañoso, ordené el cambio para una semana, y entonces tendré que viajar con ellos para hacer la distribución final.

—Viajaremos juntos —comentó el líder—. En una semana tengo que viajar al clan de las montañas y vigilar de cerca el entrenamiento de NamJoon y Jungkook.

—¿La reunión que pediste será en ese lugar?

—Sí, no podía hacerla aquí con el concejo merodeando. La única que sabe es la presidenta, pero he aprendido a confiar en ella, aunque no en la misma medida que el comandante Kim.

Yoongi hizo un sonido afirmativo y posterior a ello se quedó en silencio. Miró atentamente a su alrededor, notando muchos papeles y libros, además de algunas pinturas inconclusas que estaban apiladas en un rincón. Fue entonces que descubrió que esa no era la oficina que Jimin utilizaba cuando era el sucesor de la manada.

—Era la oficina de mi padre —informó el omega, como si tuviera la capacidad de leerle los pensamientos—. Tuve que cambiarme aquí, aunque no termina de gustarme.

—Tiene sentido —murmuró Yoongi, finalmente miró el libro que su omega leía con afán—. ¿Qué estás leyendo?

El pelinegro cerró el libro y se concentró en el hombre que le acompañaba, miró los ojos que tuvieron la capacidad de doblegarlo desde el primer momento, sintiendo como caía más y más cada vez que lo miraba.

Suspiró, animándose a preguntar una de sus inquietudes.

—Alfa, ¿escuchaste alguna vez acerca de los omegas legendarios?

Yoongi frunció el ceño ligeramente, una señal evidente de su concentración que le ayudó a encontrar respuestas que hasta ese momento mantuvo olvidadas.

—Solo en leyendas —respondió.

—Cuéntame —pidió Jimin, mientras dejaba el libro de lado.

—Los omegas legendarios fueron creados bajo la magia antigua de nuestra primera deidad, la luna de plata —contó—. Según las leyendas, ellos fueron el verdadero complemento de lo que era su otra mitad, los alfas de mi raza.

—Alfas y omegas legendarios —susurró Jimin, más para sí mismo.

—Podían crear lazos más fuertes que los que se crean de la unión de un beta y un omega o de ambos de la misma casta —continuó Yoongi—. El lazo unía sus almas, las unía para siempre, y tenía la fuerza suficiente de traspasar la vida y la muerte.

—Leí algo similar en este libro —apuntó Jimin—. Ahí se explica que los omegas eran los únicos en brindar protección y tranquilidad a sus alfas. Fue por ello que otras razas comenzaron a verlos como amenaza, ya que, según ellos los legendarios eran una fuente de debilidad para todos los alfas existentes y en la guerra algo así era inconcebible.

—Tu libro y las leyendas que yo conozco se parecen mucho —opinó el alfa—. En las manadas de lobos salvajes, los omegas legendarios son vistos como un regalo sagrado que la antigua diosa pidió que le fuera devuelto —sonrió—. Sólo ella podía cuidar adecuadamente algo tan precioso de la creación, o al menos es así como se explica su desaparición repentina.

Jimin no terminaba de entender la sensación extraña que recorría todo su cuerpo cada vez que su mente pensaba en esa raza supuestamente extinta. Para él debían ser únicamente cuentos fantasiosos para alimentar las mentes hambrientas de conocimiento o sentimentalismos, mas sabía que iba mucho más allá de eso, y esa misma razón era la que lo instaba a investigar todo lo que pudiera respecto al tema.

—¿Crees que las leyendas son ciertas? —se encontró preguntando—. ¿Alguna vez existieron esos omega?

—Probablemente —reconoció Yoongi—. Si lo hicieron y la luna de plata se los llevó quiere decir que mi alma destinada está en las estrellas —suspiró—. Y es mejor, porque gracias a ello tuve la capacidad y la voluntad de amarte como lo hago.

Sólo los alfas y omegas legendarios nacían con un alma predestinada, eso Jimin lo supo desde que leyó el segundo capítulo del libro, aunque todavía existían mas dudas que esperaba poder resolver más temprano que tarde.

—Nos amamos, aunque nuestras almas no fueron diseñadas para hacerlo —comentó el omega en voz baja.

Yoongi sonrió, se inclinó lo suficiente y besó con lentitud los labios suaves del menor, recordándole y recordándose a sí mismo que no habría batalla ni sentimiento de pérdida lo suficientemente poderoso como para hacerles flaquear o desconocer lo que sentían por el otro.

Se separó segundos después, donde besó las mejillas y la frente del pelinegro, embelesándose con la mirada profunda del omega, donde le transmitía el mismo sentimiento que él demostraba en cada uno de sus besos.

—Eso convierte a nuestro amor en algo más fuerte y real —aseguró el alfa—. No estaba destinado a ser, pero se formó y sigue creciendo con el tiempo.

El omega sintió un sentimiento cálido alojándose en el centro de su pecho, asintió suavemente y permitió que los brazos del alfa lo abrazaran con fuerza, viviendo ese momento que ambos sintieron íntimo, y dejando que el silencio brindara paz a sus corazones.

Min Yoongi estaba de lo más relajado en su habitación, comía ansiosamente trocitos de carne cocinados al vapor en compañía de cerveza. Debía admitir que los privilegios como general lo estaban haciendo más vanidoso, pero tenía un humor muy bueno, así que pensó que no sería tan malo darse ese momento a solas.

Aunque no duró mucho tiempo.

Pegó un brinco en su lugar cuando de pronto su habitación se invadió de personas. El alfa gruñó como respuesta automática, relajándose un poco cuando los reconoció.

Eran los demás generales y su hermana menor. Yoongi arrugó la frente ante el último detalle, la menor de los Min lo miraba con ojitos tristes y un puchero pronunciado.

—Ay, Yoongi —se lamentó RueSo, corriendo hasta donde estaba su hermano—. ¿Estás bien?

—¿Por qué no lo estaría? —cuestionó con una ceja alzada, notando también las muecas incómodas de los demás generales.

—Les dije que estaba mal —comentó Amira, mirando las cervezas y la carne—. Ya comenzó a desahogar sus penas tragando y bebiendo.

El alfa no entendía nada. Miró a cada uno de los presentes y pronto frunció el ceño, denotando irritación que no hizo más que crecer cuando los escuchó suspirar con fuerza.

—O me dicen que diablos les sucede, o se largan de mi habitación —gruñó, hastiado de tanto misterio y comportamiento tonto.

—Estamos para apoyarte, niño —habló Hwasa, pero no era una explicación detallada como la que Yoongi necesitaba.

—Sabemos que la noticia te golpeó fuerte, y como buenos compañeros quisimos venir para que no estés solo —agregó Mina.

—Oh, Yoongi —lloriqueó RueSo—. Lo lamento mucho, hermano.

—Lo único que lamento es que me arruinaron el momento agradable que estaba teniendo —gruñó el mencionado, dándoles a cada uno de ellos una mirada irritada.

—Mierda, no sabe nada. —el comentario aterrado de Moonbyul llenó de tensión toda la habitación.

—¿Qué debería saber? —preguntó el castaño, ya para ese momento estaba asombrado de su paciencia—. ¡Hablen ya!

—¡Jimin está embarazado! —chilló RueSo, cubriéndose la boca después.

Yoongi se tensó de inmediato, claro que, su reacción fue completamente malinterpretada por todos los demás.

—¿Qué les hace pensar algo así? —inquirió, notando como su lobo comenzaba a estar alerta.

—Por sus aromas —respondió Taeyang—. Están más dulces, así que no hay duda que está en cinta.

—Pensamos que ya lo sabías —murmuró Amira, mirándolo con pena.

Ciertamente, Yoongi no tenía idea de cómo salir del embrollo. No podía decir abiertamente que ya sabía del estado del omega y que él mismo había puesto dentro de Jimin su semilla, aunque su instinto más primitivo lo instaba a hacerlo, el alfa no lo hizo.

En su lugar, trabajó en algo más importante.

—Si Jimin no ha comentado nada, es porque quiere mantenerlo en secreto —lanzó, tratando de permanecer ajeno al asunto.

—Lo sabemos, no es algo que vayamos comentando en cada rincón de la manada, sólo queríamos hablarlo contigo porque conocemos lo importante que es el líder para ti —aseguró G-Dragon—. De cualquier forma, nos encargamos de expulsar con mayor fuerza nuestros aromas para marcar el territorio.

—Fue una iniciativa mía —presumió Amira—. De esa manera confundiremos a todos los demás y será más difícil que sepan del embarazo del líder.

—Pero, ¿tú estás bien? —preguntó RueSo a su hermano.

—Lo estoy —aseguró Yoongi, esforzándose por no demostrar la infinita felicidad y orgullo que sentía.

—Jackson también estará feliz con la noticia de que será padre —comentó Hwasa, sonriendo ladina cuando escuchó el gruñido territorial que expulsó Yoongi.

—Cállate, no lo menciones —exigió el líder de los legendarios.

—Bien, ¡mejor bebamos! —exclamó Mina, tomando una de las cervezas de la mesa.

Todos ellos se pusieron cómodos en la habitación de Yoongi, bebiendo y comiendo hasta la saciedad. Sabían que su principal objetivo era acompañar a su compañero, brindarle apoyo y consuelo, porque, aunque Min no lo demostrara abiertamente, cada uno de ellos sabía que la noticia no había sido buena de escuchar.

Y el alfa... bueno, él no se esforzó en sacarlos de su error.



























Yoongi con los generales y su hermana be like:

JAJAJAJAJAJA Me lo imaginé así, lit.

Estamos entrando a la recta final, o según mis cálculos es así. 👀

¡Hasta el próximo capítulo!

⛓️Yoon~

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