⛓️Chapter forty one!

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El día había llegado.

La ceremonia de presentación de todos los ejércitos que estarían bajo el mando del nuevo líder se daría a cabo en la plaza principal, lugar donde todos los habitantes de la manada tendrían la oportunidad de presenciar el histórico evento que marcaría de una vez por todas el cambio de la historia en las manadas existentes.

Jimin se encontraba en el palacio del poder, en su nueva habitación. Ahí estaba siendo preparado por un grupo competente de personas que se encargaban de su preparación; incluyendo el maquillaje, peinado y vestuario que usaría.

El líder, al igual que su esposo eran miembros activos del ejército; por ende, ambos usarían el uniforme militar adecuado, con la mínima diferencia que Jimin también llevaría una corona que evidenciaba el cargo mayor que ocupaba dentro de la manada.

Sin embargo, nada de ello omitía el hastío del omega al verse envuelto en tanta preparación y detalles que para él no tenían relevancia.

—Suficiente —habló, deteniendo los movimientos frenéticos de todas las jóvenes que lo rodeaban.

—Permítame colocarle el bálsamo labial, es lo único que falta —pidió la encargada de todo el grupo.

—No quiero dar la impresión de un muñequito de porcelana —aclaró el líder—. Este día es importante porque conoceré a todos mis generales, así que no quiero verme ridículo.

—Oh, no es lo que pretendemos, mi señor —negó ella—. Es un omega hermoso, y es nuestro líder —continuó—. Por favor, permítanos terminar con nuestro trabajo para que pueda reunirse con su esposo.

Jimin no mencionó palabras, dándole la oportunidad a las mujeres para que retomaran su labor. El omega quedó con la mirada fija en el espejo, mirando cada centímetro de su rostro maquillado y su cabello negro que parecía fundirse con su piel.

Quizá pasaron unos quince minutos para que finalmente le avisaran que habían terminado. Jimin las despidió con un movimiento de manos, quedando completamente solo en la habitación.

Los ruidos fuertes del exterior llamaron su atención, el omega se acercó hasta los grandes ventanales que le daban una de las mejores vistas que existían de la ciudad, notando a la lejanía la plaza que comenzaba a llenarse de personas.

Toda su vida fue preparado para ese momento, en sus hombros estaba la carga de todas las vidas de la manada, y en sus manos estaba encerrado el poder que ahora tenía. A Jimin le pareció gracioso, tenía poder, pero no podía hacer lo que quería o de lo contrario lo perdería todo.

Perdió el hilo de sus pensamientos cuando tocaron a la puerta, el líder otorgó el permiso esperado, y casi de inmediato la presencia de NamJoon llenó cada rincón de la habitación.

—Te ves bien —comentó el recién llegado con una sonrisa pequeña.

Para ese evento Jimin estaba usando un traje negro en su totalidad, una gran capa descansaba en sus hombros y caía con gracia hasta los pies, botas altas, siendo el único color el rojo ambivalente que formaba los bordados brillantes de las escarapelas y que lograba combinar con los rubíes de la corona.

—El líder de la sangre de los lobos —murmuró el omega—. Así me conocen por aquí.

—Debo admitir que es un título bien ganado —aseguró NamJoon, mientras fingía un estremecimiento.

Jimin lo miró divertido, para luego preguntar:

—¿Qué estás haciendo aquí? Ya deberías estar en la plaza.

—Correcto —concedió Nam—. Pensaba decírtelo después, pero sería en vano. Es mejor ahora.

—Sé que eres un alfa —habló Jimin con mirada afilada, dejando ver como el otro se congelaba por completo, sin saber qué decir o cómo continuar.

—¿Cómo lo descubriste?

—Lo sé desde siempre —confesó como si nada—. ¿Por qué crees que te elegí para que le enseñaras a Yoongi? No soy imbécil, NamJoon.

—Y no me denunciaste con el consejo —comentó Nam, con un brillo de gratitud presente en sus ojos.

—Espero no arrepentirme —respondió el líder, frunciendo levemente el ceño—. ¿Era eso lo que querías decirme?

—No —se sinceró—. Pero tocaste un tema importante al mencionar a Yoongi.

—¿Qué tiene que ver en esto? —cuestionó el omega.

—Volvió —informó el alfa, notando como Jimin perdía el equilibrio de inmediato.

El líder sintió un mareo que casi le hizo caer al suelo, se sostuvo de la pared y tomó una profunda respiración que le ayudara a mantenerse en calma, aunque fuese imposible, pues nunca, ni en sus más remotos pensamientos imaginó que algo así podría suceder.

—¿Estás seguro? —preguntó en voz baja, la mirada estaba fija en el rostro del mayor.

—Yo mismo lo miré —aseguró—. Ha cambiado, luce más fuerte, incluso intimidante.

—¿Dónde lo viste?

—En el cementerio, durante el funeral de tu padre —respondió NamJoon—. Estaba alejado, pasó desapercibido, pero te juro que era él.

—¿Alguien más sabe de esto?

—No.

—Bien, ahora vete a la plaza. Necesito que hagas algo por mí, cuando todo esto termine.

El alfa asintió, abandonó la habitación en silencio, dejando en ella a un omega bastante confuso que no encontraba una explicación lo suficientemente lógica para todo lo que había escuchado.

"Yoongi no te traicionó, solamente cumple con su deber".

Nuevamente las palabras de su padre hicieron mella en su cabeza. Jimin comenzó a caminar de un lado hacia otro, pensamientos múltiples se cruzaban constantemente, dándole paso a muchas posibilidades que en el pasado descartó por no encontrarles sentido, pero que en ese momento decisivo sí tenían una explicación, aunque fuese dura y dolorosa de aceptar.

¿Y si Yoongi nunca fue lo que mostró?

Pese a todo, existía algo que sí era definitivo: la verdad siempre se mostraba, sea en el mejor o peor momento.

Los gritos y aplausos de la multitud recibieron a Jimin con júbilo.

Caminaba al lado de su esposo, rodeado por guardias armados que los llevarían hasta la tarima de la plaza donde sería la presentación de todas las fuerzas armadas que en ese día jurarían lealtad a su líder.

—¡Soldados, marchen!

Dos hileras perfectamente formadas se situaron a cada lado del matrimonio. El sonido rítmico de la banda acompañó la marcha militar, mientras proyectiles retumbaban en el alto cielo.

—¿Nervioso? —preguntó Jackson a su lado.

—No. —Jimin estaba inquieto, pero jamás lo diría en voz alta. Ni siquiera le dio una mirada al beta que le sostenía, estaba más concentrado en detallar a las personas que le rodeaban, y las que iba dejando en su camino a la plaza.

—Primero se presentará el comandante Kim en compañía de su hijo, ya que ellos están por encima de la jerarquía militar —comentó Jackson. Sabía que Jimin estaba inquieto y necesitaba distraerlo.

—Luego van a presentarse los generales del primer escuadrón —dijo el omega—. Los ejércitos del norte y del sur.

—Ya veo que estudiaste, bien hecho —comentó el beta, con la única intención de molestar al omega.

—Cállate, no me hagas golpearte —gruñó Jimin.

La pequeña conversación llegó a su final en el mismo instante que ellos pisaron la tarima de la plaza. Habían miles de personas rodeando el lugar, dejando un camino despejado que sería utilizado para los ejércitos que se presentarían.

—¡Líder Park!

—¡Líder Park!

—¡Líder Park!

Era todo lo que Jimin podía escuchar. Todos a su alrededor vitoreaban su apellido, todos ellos mostrándose enérgicos por presenciar el momento exacto donde el omega reclamaría el poder que por derecho y sangre le pertenecía.

Sostuvo el brazo de su esposo con mayor fuerza, ambos se situaron en el centro del lugar, bajo miradas desconocidas y conocidas, mientras la banda rítmica continuaba haciendo sonar los tambores y más cañones eran disparados.

El omega miró el costado izquierdo de la tarima donde habían ocho sillas adornadas con los colores representativos del clan. En ellas se sentarían los generales que lucharían a su lado en las guerras que se aproximaban, y Jimin realmente estaba esforzándose por confiar.

Poco tiempo después fijó su vista en el lado derecho. Ahí habían cuatro sillas, dos que serían ocupadas por el comandante supremo y el sucesor, mientras que las otras dos quedarían vacías, pues las personas que tenían el derecho de tomarlas habían muerto.

Todos los miembros del consejo estaban sentados detrás de él y Jackson.

Jimin sonrió ladino, la mayoría de los miembros del consejo demostraron abiertamente su total desacuerdo con la decisión de elegir la plaza para la ceremonia de los ejércitos. Ellos alegaban que estaban en tiempos de guerra, y que sería perjudicial permanecer expuestos en un evento de tal magnitud.

El líder los ignoró, dejando claro que jamás se ocultaría entre las sombras, pues su enemigo no lo acobardaba.

En ese momento se hizo el silencio entre la multitud. La presidenta del consejo se colocó en el estrado, y en cuestión de segundos su voz se escuchó a través de los múltiples altoparlantes que estaban distribuidos por toda la plaza e incluso las calles.

—¡Honor, valentía y fuerza! —exclamó Jennie, siendo secundada por el público—. El liderazgo del antiguo líder contó con cinco ejércitos poderosos que lucharon con honor en cada una de las batallas que libramos —hizo una pausa—. Ahora, el liderazgo de Park Jimin, hijo digno de Park YoonWoo y Park Saran...

—¡Park YoonWoo y Park Saran que los dioses los hayan reunido y que descansen en paz! —exclamaron todos los presentes con una excelente coordinación.

—Actual líder, miembro activo de ejércitos, un omega sangre pura y forjado para liderar con justicia —continuó Jennie—. Ha llegado el momento que nuestros ejércitos y los aliados hagan su juramento ante nuestra máxima autoridad. Aquí mismo, sin temor, sin retroceder, para luchar por todo aquello que creemos justo y para no caer jamás.

Segundos después, el comandante Kim SeokJin se presentó en compañía de su hijo, ambos se posicionaron frente a Jimin y Jackson donde demostraron absoluto respeto a las personas que mostraban mayor poderío dentro de la manada.

—Soy el comandante supremo de los ejércitos y estoy aquí reconociendo a mi líder y entregándole el poder completo, pues está capacitado para tomar el mando absoluto y mantener el orden entre las manadas.

Tras las palabras del comandante Kim SeokJin, el primer ejército en hacer su juramento se presentó.

Un escuadrón completo de cien soldados destacados comenzó a marchar por el camino que los guiaría directamente a la tarima. Ellos representaban al primer ejército que estaba formado en su totalidad por seis mil quinientos soldados, encargados de resguardar la frontera y el terreno del norte.

Los dirigía un hombre alto, piel morena, cabello rubio oscuro. Vestido con su uniforme de general de color rojo escarlata con bordados negros y medallas en su pecho.

—¡General Taeyang! —exclamó con voz gruesa y cargada de mando, mientras hacía un saludo militar a su nuevo líder—. Comando el ejército del norte que pertenece al legado de su abuelo, remontado en los antiguos orígenes —habló en voz alta, que era escuchada debido al silencio absoluto del lugar—. ¡Estoy aquí con la mejor tropa para reconocerlo como mi único líder y jurarle mi lealtad! —juró a Jimin—. ¡Le ofrezco mis soldados y sus armas, así como también nuestras vidas!

Todo el pelotón se postró de rodillas frente al líder que se mostró impasible.

En cuestión de segundos el primer ejército se posicionó en su lugar correspondiente. Taeyang tomó lugar en una de las sillas y en silencio se esperó la presentación del segundo ejército.

Exclamaciones de sorpresa se dejaron escuchar cuando un nuevo grupo de cien personas entre hombres y mujeres hicieron su aparición. Todos representaban al ejército del sur que estaba conformado por cinco mil soldados. Iban dirigidos por un hombre de contextura delgada, cabello rojo y mirada profunda. Todos ellos con uniforme azul marino.

—¡General G-Dragon! —exclamó el beta de cabellos rojos, mostrando un saludo militar al líder—. Comando el ejército del sur que pertenece a la línea directa creada por su padre, y que junto al del norte forman la primera línea de la fuerza armada —se hincó sobre una rodilla y exclamó—: ¡Juro lealtad y lo reconozco como mi único líder, capaz de llevarnos a la victoria y mantenernos en la gloria del poder! Por ello, mis soldados y yo le entregamos el poder sobre nuestras vidas.

El tercer ejército apareció en menos de un minuto. Un grupo de sesenta mujeres marchaban en perfecta sincronía, todas ellas omegas y representando a la guardia de mil soldados que se encargaba de atacar desde los cielos, usando el color representativo de su escuadrón, siendo el gris oscuro. Iban dirigidas por una mujer de cabello corto, que, por las medallas en su pecho se hacía valer como general.

—¡General Mina! —se presentó con los saludos adecuados—. Comando los cielos, y dirijo al ejército lunar y fuerza aérea —comunicó, con su vista al frente—. ¡Todas nosotras lo reconocemos como nuestro líder absoluto, auténtico hijo de su padre, de linaje inquebrantable! —exclamó con fuerza, al mismo tiempo que se hincaba con todas las demás miembros—. ¡Juramos lealtad, y estamos dispuestas a dar la vida si con ello el linaje Park continúa en el poder!

Mina se sentó en medio de Taeyang y G-Dragon, fijando su vista en el próximo ejército.

Un grupo de cincuenta mujeres vestidas con uniforme verde oscuro hizo su aparición. Todas ellas marchaban en sincronía, siendo dirigidas por una omega de larga cabellera negra, expresiones rudas y mirada mortífera que evidenciaba todas las guerras en las que había pulverizado al enemigo. Representaban a uno de los ejércitos más disciplinados, compuesto en su totalidad por cuatro mil doscientos soldados.

—¡General Hwasa! —gruñó en un retumbo que estremeció a más de uno—. Comando al ejército del este, que pertenece al dominio Park y no reconoce ni acepta el poder de un débil o un usurpador —ladró con fiereza, para luego hacer el saludo representativo de su escuadrón con el arma en alto—. ¡Ofrezco mi vida y la de mis soldados, viviremos para su causa y caeremos en la guerra de ser necesario! —juró—. ¡Mi lealtad completa está en el linaje Park y es un juramento que jamás se desvanecerá!

Jimin sonrió mínimamente. Había escuchado de la mujer que tenía frente a él, y le agradaba saber que trabajarían juntos en lo que se aproximaba.

Finalmente, el quinto y último ejército que estuvo bajo el mando del antiguo líder hizo su presentación. Un escuadrón completo de doscientos soldados comenzaron a marchar, vestidos con uniformes de color marrón y representando el batallón completo de cuatro mil hombres y mujeres, capacitados y entrenados para todo tipo de ataques. Estaban siendo liderados por una mujer hermosa, cabellera rubia y ondulada que no tardó en presentarse.

—¡General Moonbyul! —exclamó, parándose firme frente al líder—. Comando el ejército del oeste que pertenece a la segunda línea de las fuerzas armadas junto al ejército del este —se hincó, al mismo tiempo que todos sus soldados lo hacían—. ¡Juramos lealtad absoluta al líder Park Jimin, juramos pelear y morir! —dijo con determinación y cero temor—. El ejército del oeste está listo para seguirlo, mi señor. No flaqueamos jamás y siempre avanzamos hacia el camino de la justicia, la libertad y el honor.

Toda la multitud explotó en aplausos y gritos eufóricos que demostraban la energía que inundaba la plaza. Jennie nuevamente tomó la palabra, con el propósito de anunciar la presentación de los tres ejércitos que se unirían a la misma causa.

—Llegó el momento que los tres ejércitos aliados se presenten para hacer su juramento —habló, y casi de inmediato el primer ejército comenzó a marchar.

Un grupo de cincuenta miembros se hizo presente. Todos ellos vestían con uniformes color arena, lucían intimidantes, fuertes, altos, marchando en sincronía y representando el afamado ejército gris, como era llamado popularmente, compuesto en su totalidad por tres mil soldados. Eran comandados por una mujer, alta, de cabello cobrizo y mirada letal.

—¡General Amira Sang! —exclamó con potencia—. Comando la guardia de hierro que nació en las aguas violentas de nuestros océanos —hizo una pausa—. Nuestro ejército está listo para luchar en el mar, para así impedir que enemigos invadan el dominio Park y mantener la seguridad de la manada —dijo, y luego se hincó en compañía de sus hombres—. ¡Juramos lealtad a Park Jimin, único líder para nosotros!

Jimin inclinó la cabeza como saludo a la mujer que presentó su primer ejército aliado. Amira tomó su lugar correspondiente, y, en un perfecto orden, el segundo ejército se presentó.

Un grupo de cincuenta omegas apareció frente a todos. Vestidos con los colores celeste y plateado, ellos marcharon siguiendo a su general, un hombre de cabello largo y plateado, de facciones delicadas, pero con los ojos más fríos que cualquiera haya visto jamás. Ellos eran el ejército de plata, un escuadrón de dos mil soldados en su totalidad.

—¡General HyunJin! —se presentó el omega, al mismo tiempo que realizaba el debido saludo estipulado por el protocolo—. Comando el ejército de plata, nacido en el templo de las montañas lejanas donde la misma diosa luna es capaz de tocar la tierra —hizo una pausa—. Vinimos hasta aquí para honrar nuestra palabra y entregar un juramento sagrado —afirmó, para luego hincarse frente al líder—. ¡Juramos lealtad, juramos servir fielmente a nuestro nuevo líder, Park Jimin, ser valientes y dar nuestra vida en el campo de batalla!

Los ojos de Jimin se encontraron con los del general HyunJin, ambos se observaron en silencio, sin demostrar ningún tipo de emoción hasta que el contacto visual se rompió cuando el omega de cabellos plateados tomó su lugar al lado de los otros generales.

El último de los ejércitos aliados estaba listo para hacer su aparición, y en ese momento justo, todo el cuerpo de Jimin se tensó.

Toda la multitud presente contuvo el aliento, incluso hubo algunos que no pudieron con la impresión y dejaron escapar jadeos de sorpresa, incredulidad e incluso temor.

El silencio era profundo, y fue ese mismo silencio el que fue roto por el potente aullar de los lobos legendarios.

Una manada de al menos cien lobos de dos metros de altura hizo su aparición. Todos ellos aullaban y gruñían, mostrando la naturaleza salvaje y letal que componía su esencia, con la sangre violenta recorriendo con fuerza sus venas.

Todos ellos caminaron como un depredador lo haría al verse encerrado, daban vueltas a su alrededor, mirando a todos los presentes, mismos que continuaban sin creer lo que veían, pues para muchos los lobos legendarios estaban casi extintos.

—Increíble —murmuró Jackson, admirado de ver un grupo tan fuerte y a pocos metros de distancia.

Jimin estaba haciendo uso de todo su autocontrol, había sentido la presencia de alguien más, y aunque todavía no lo había visto, él sabía que estaba ahí, sabía que estaba por volver a verlo.

No esperó demasiado tiempo, pronto los lobos crearon un camino por donde su líder caminaría hasta posicionarse frente al omega que lo estaba esperando para recibir su juramento.

La multitud se asombró cuando miró como un hombre caminaba entre los lobos. La escena era increíble, llena de poder; el alfa se desplazaba en su forma humana demostrando dominio y seguridad, mientras lo hacía los lobos inclinaban la cabeza en señal de sumisión, mostrando el respeto digno del líder legendario.

Jimin creyó que iba a desmayarse, mas el toque seguro de Jackson lo mantuvo estable en su lugar.

El alfa caminó con pasos firmes hasta que llegó frente a la tarima donde estaban reunidos los altos mandos de la manada, detrás de él estaban decenas de lobos cuidándole la espalda.

Era el único general que no portaba una sola medalla; sin embargo, para los miembros de la manada que presenciaban lo que sucedía, era el más intimidante de todos.

Sus ojos dorados hicieron contacto con los oscuros que le acompañaron en sus más remotos y prohibidos sueños. Tomó aire lentamente, y luego comenzó con su juramento.

—¡General Min Yoongi! —exclamó con dominio, doblegando a los lobos con su tono duro—. Comando el ejército de lobos legendarios forjado en los salvajes bosques —pausó un momento, pero sin dejar de ver los ojos del omega que amaba—. Somos una raza orgullosa, la debilidad es un peso que nuestros ancestros tuvieron que pagar, y ahora que estamos aquí demostraremos de lo que estamos hechos —aseguró, mas en ningún momento se hincó—. ¡No hay guerra que nos atemorice, la muerte misma la dominamos! —gritó, acompañado de gruñidos animales que otorgaban más poder a sus palabras—. Vine hasta aquí porque reconozco a Park Jimin como el único capaz de doblegarme, como mi líder absoluto; por ello, juro lealtad a él y únicamente a él. Daré mi vida de ser necesario, y todos los enemigos que existan tendrán que pasar sobre mi ejército y sobre mí si quieren lastimarlo.

Yoongi inclinó la cabeza lo suficiente para mostrar el cuello al líder que permanecía quieto. Esa acción antigua de entrega provocó que todos los lobos se inclinaran por primera vez ante la presencia de un omega, formando un acontecimiento histórico que sin duda quedaría presente en la manada y generaciones venideras.

El omega miró al alfa que removía sensaciones desconocidas en su interior.

El alfa miró al omega que aprendió a amar con la intensidad de miles de lunas.

Ambos se miraron, y para sí mismos admitieron en silencio lo mucho que se habían añorado.






































Este es el capítulo más largo hasta ahora, pero quería detallar a todos los ejércitos, sin excepción.

Estoy casi convencida que superó lo que tenía imaginado al principio, espero que pasara lo mismo con ustedes.

Cuéntenme, ¿qué les pareció esta presentación de ejércitos? Más importante aún, ¿qué sensación les dejó el reencuentro Yoonmin?

Se viene lo mejor. 😙

Infinitas gracias por leer, votar y comentar.

¡Hasta el próximo capítulo!

⛓️Yoon~

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