⛓️Chapter thirty eight!

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"Un nuevo líder nació con la última luna. Las tropas se han desplegado hacia las fronteras, y los estandartes fueron alzados en el palacio del poder. Debemos movernos rápido, la presentación de los ejércitos llegará pronto".

Yoongi terminó de leer el mensaje y con su mano libre acarició la cabeza del águila que descansaba en su hombro derecho. Soltó un suspiro casi aliviado al saber que Jimin tomó el poder sin contratiempos; sin embargo, también experimentó sensaciones desagradables cuando recordó lo que significaba.

El omega finalmente se había casado.

Sin tener deseos de perder tiempo, el alfa respondió el mensaje recibido. Enrolló el papel y lo ató a una de las patas del águila que no tardó en alzar vuelo con un destino preciso y lejano.

Reunir un ejército leal y fuerte no era una misión sencilla. Yoongi y su hermana tuvieron que mostrar su valía en el punto de la estrategia para que todos los hombres y mujeres que los escuchaban se llenaran del mismo valor y determinación que tenían ellos para formar parte de la guerra.

Por supuesto que hubo algunos desacuerdos que tenían bases sustentables. No todos los alfas estaban felices de luchar bajo el mandato de un omega, aun así, Yoongi se encargó de explicar cada punto del tratado que se creó con el ex líder, asegurando que Park Jimin tenía la obligación de honrar esa alianza.

RueSo ayudó a mantener el orden en los soldados, y fue así como juraron lealtad a Min Yoongi, dispuestos a hacer lo mismo por el líder omega cuando el momento llegara.

—¿Cuántos tenemos? —preguntó Min, mirando a su hermana.

—Mil soldados —informó orgullosa.

—Cuando llegué apenas y eran cien —dijo el alfa, sin detenerse a ocultar la impresión de la cantidad de alfas dispuestos a pelear.

—Las noticias susurradas por el viento y la tierra son rápidas en propagarse —comentó Rue—. Ellos vinieron a ti, como una muestra fiel, y estoy segura que pasará lo mismo con el ejército que Kaisa robó de forma tan cobarde.

Yoongi no estaba tan seguro. Los alfas legendarios eran leales, pero también eran orgullosos. Kaisa tenía un ejército de diez mil, suficientes para destruir todo lo que quisiera, es por ello que debían apresurarse.

—Avisa a los demás que partiremos al amanecer —indicó, al mismo tiempo que sus ojos quedaban puestos en el cielo oscuro.

Frunció el ceño ante las señales. La oscuridad se estaba formando con demasiada intensidad, tanta como para que los temores del alma salieran sin control, instando a caer en abismos y pantanos.

La amenaza del enemigo crecía, los peligros que estuvieron ocultos finalmente se estaban mostrando, dejando en el alfa una sensación desagradable que le oprimía el pecho y le revolvía los pensamientos.

Tenía un presentimiento, en lo más profundo de su alma se imaginaba al omega en su estado más vulnerable, le hacía pensar que Jimin no estaba preparado para una batalla, no sabía las razones que alimentaban tales pensamientos, pero eran muchas, suficientes para ponerlo ansioso por volver.

Y no le importaba mostrarse intenso o protector. Yoongi actuaría acorde a sus sentimientos e instintos.

—Espera un poco más, Jimin —murmuró, con sus manos hechas puños tensos—. Sólo un poco más...

El palacio del poder tenía uno de los salones más hermosos, eso según la opinión de YoonWoo.

El ex líder estaba en el salón principal del palacio. Tenía muchos recuerdos agradables de su vida, y la mayoría de ellos se habían formado en ese mismo salón, mas era un recuerdo en específico el que le causó una sonrisa nostálgica:

El baile de su compromiso con Saran.

Cada vez que el omega cerraba los ojos podía recordar nítidamente la belleza de su difunta esposa. Ella tenía una cabellera negra, era suave y siempre olía a rosas, ojos pequeños, demasiado expresivos y hermosos... recuerda que tenían la calidez suficiente para calmarlo en tiempos sombríos y hacerlo sentir protegido.

Y si podía concentrarse un poco más, también era capaz de recordar la voz suave, baja y melódica que le profesaba amor, instándole a crear un mundo de paz para que ella caminara segura y con los pies descalzos.

Sin embargo, se la arrebataron... dejando infierno en la mente y el corazón de Park YoonWoo.

Escuchó algunos pasos, y segundos después la voz de su más leal amigo y compañero de mandato.

—Estabas pensando en ella —comentó SeokJin.

—Siempre pienso en ella —dijo YoonWoo—. Pero esta noche se siente diferente.

El comandante apoyó la mano sobre el hombro de su amigo, ambos se miraron y sonrieron al mismo tiempo, mientras se dejaban envolver por el silencio y la tranquilidad que anunciaba quizás el inicio de una tormenta destructiva.

—Necesito que hagas algo por mí, comandante Kim —pidió YoonWoo, parándose frente al otro omega.

En ese instante, Park le entregó un juego de llaves a su fiel amigo, provocando que SeokJin arrugara las cejas al no comprender.

—Mi biblioteca personal —explicó—. Dásela a mi hijo y dile toda la verdad.

—No puedo hacer algo así —negó de inmediato.

—Insisto —dijo YoonWoo, obligando al otro para que tomara las llaves—. En algún momento iba a enterarse.

—¿Por qué te precipitas de esta manera?

—Se me agota el tiempo, Seok —admitió—. Mi hijo necesita liberarse de la venda que yo mismo le puse en sus recuerdos, necesita hacerlo pronto para que no lo tomen por sorpresa, ni se sienta débil —continuó—. Tú eres el indicado para hacerlo, confío en que lo harás.

SeokJin guardó silencio por un momento, lo que YoonWoo le pedía era delicado pues no conocía con certeza la reacción que Jimin mostraría. Pese a todo, estaba de acuerdo con su amigo, el nuevo líder debía conocer absolutamente todos los secretos que se ocultaron desde su nacimiento, y debía hacerlo pronto.

Fue en ese momento que tomó la postura militar que era característica para aceptar la orden de su superior.

—Te doy mi palabra —habló el comandante.

Para YoonWoo no era suficiente. Se acercó un poco más y miró fijamente los ojos del hombre a quien confió sus ejércitos y que nunca lo abandonó en las batallas.

—Júralo —ordenó, mas su voz iba acompañada de la desesperación que sus mismos ojos gritaban—. Júralo, SeokJin.

El mencionado no lo dudó en ningún momento. Se hincó en el suelo, demostrando una vez más el alto respeto, y con voz alta hizo su juramento:

—Protegeré a Jimin con mi vida, mientras yo viva tu hijo tendrá un fiel seguidor y consejero —dijo sin rastros de duda—. Juro que el legado Park no caerá, pues a su sombra resguarda el linaje Kim, y el día en que falle a mi juramento, será el último día que tendré el privilegio de respirar. Lo juro por la antigua Diosa Luna.

YoonWoo sintió una sensación agradable y liberadora que le permitió sonreír mínimamente a su amigo.

—Confío en ti, amigo —habló YoonWoo—. Por eso me quedo tranquilo, sabiendo que mi hijo te tendrá a su lado.

—No me gusta la manera en la que te expresas —confesó SeokJin, mientras retrocedía un par de pasos.

—Kaisa vendrá por mí, y ambos sabemos lo que hará cuando me encuentre.

—Estaremos listos para enfrentarlo —aseguró Kim, y no supo cómo sentirse cuando miró a su amigo negar con resignación.

—Cometí un error catastrófico —le recordó—. Yugyeom es un infiltrado de Kaisa y uno de mis juguetes —recordó con amargura—. Detesto admitirlo, pero caí en una trampa que no tiene modo de salvación.

—¿A dónde quieres llegar con todo esto que me dices? —inquirió SeokJin, con todo el cuerpo tenso.

YoonWoo se irguió, demostrando el temple orgulloso que adquirió a lo largo de sus años de entrenamiento y mandato.

—Vendrá por mí y yo caeré —aceptó sin titubeos—. Pero lo haré con honor. No le daré el gusto de demostrar miedo, no me arrodillaré, ni suplicaré —lo miró a los ojos—. Seré inalcanzable para ese maldito hasta el último de mis respiros.

En el exterior se escucharon gritos, forcejeos y un par de disparos. Las alarmas se activaron con velocidad en SeokJin, reconociendo lo que estaba pasando como un ataque inesperado.

—Intentarán tomar el palacio del poder, avisaré a las tropas, mientras tanto, ve al refugio subterráneo —habló el comandante y lo hizo apresuradamente.

Sin embargo, YoonWoo no tenía intenciones de moverse de su lugar, alarmando aún más a su amigo y compañero fiel.

—Tengo recuerdos hermosos en este salón, Jin —murmuró YoonWoo, ignorando el caos en el exterior—. Me quedaré aquí.

—¡YoonWoo!

—Vete —ordenó el mencionado—. Vete de aquí y alerta a mi hijo. No permitan que tomen la ciudad.

El comandante derramó lágrimas silenciosas que demostraban la tempestad de sus propios sentimientos. Estaba dividido entre sus deseos de no abandonar a su amigo y su deber de obedecer.

Finalmente, su deber ganó, sobre todo porque implicaba la seguridad del actual líder y su juramento reciente.

—Nos volveremos a encontrar, amigo —dijo SeokJin, al mismo tiempo que le ofrecía la mano para estrecharla.

—Hasta entonces, continúa honrando tu juramento —respondió YoonWoo, aceptando la mano ofrecida.

El comandante no fue tan fuerte como lo hubiese querido. Abrazó con todas sus fuerzas a su amigo, sintiendo como perdía estabilidad cuando Park le respondió con la misma intensidad.

Los dos recordaron sus vidas juntos. La amistad que se formó desde que eran niños y que continuó intacta y fuerte, capaz de traspasar a sus propios hijos.

Cuando el abrazo llegó a su final, SeokJin abandonó el salón esforzándose por no mirar atrás. YoonWoo quedó imperturbable, mirando a su alrededor, con la esperanza de que ese salón en específico no quedara destruido.

Tomó una profunda inhalación y aguardó en silencio.

—Sabía que te encontraría aquí, amo.

Esa voz... sí, YoonWoo también recordaba muy bien esa voz, era la única que le despertaba desprecio y odio infinito. Se giró con lentitud, enfrentando a un fantasma de su pasado que se encargó de crear el caos que estaba amenazando a todas las manadas conocidas.

Crispó los labios en una mueca de rechazo. Kaisa tenía el rostro desfigurado, cicatrices profundas atravesaban la piel, llegando a afectar el ojo izquierdo que estaba completamente lleno de sangre coagulada.

—Vaya... finalmente tu apariencia demuestra lo que realmente eres —habló YoonWoo con altivez y gracia.

—Fue un precio que tuve que pagar para sobrevivir —admitió el alfa—. No me quejo, pues estoy vivo.

—Uno de los tantos errores que cometí —asintió el omega—. Debí hacerlo con mis propias manos.

—No lo hiciste —se encogió de hombros—. Es un error que yo no cometeré.

—Tardaste demasiado tiempo —comentó YoonWoo, mientras caminaba lentamente por el salón—. Dudaste, y eso te convierte en un ser deplorable y patético.

Kaisa tensó la mandíbula. Durante muchos años deseó vivir ese momento, anheló con todas sus fuerzas volver a ver al omega que lo había enloquecido, que lo había enamorado profundamente y que también le había roto el corazón. Ansiaba que cuando ocurriera pudiera deleitarse con la sorpresa, miedo, rabia, o alguna otra emoción, mas la realidad fue completamente diferente.

Park YoonWoo estaba convertido en una barrera de acero impenetrable. Kaisa no podía reconocer algún tipo de emoción en el omega, quizás un poco de aburrimiento, más nada.

Lo único que podía asegurar era que la belleza del ex líder continuaba presente, siendo capaz de nublarle los sentidos por algunos minutos que le golpearon directamente en el orgullo.

—No soy el mismo alfa estúpido —aseguró con arrogancia—. Conseguí un ejército poderoso que sigue mis órdenes sin refutar —fanfarroneó—. Y bajo tus narices hice alianzas con personas que te juraron lealtad, llegando hasta el propio consejo de tu preciada e intocable manada.

—Eres una rata cobarde que se esconde en la oscuridad, manipula con engaños para que idiotas hagan el trabajo sucio por ti —atacó YoonWoo, siendo cruel y realista—. El ejército que presumes no es tuyo, ambos lo sabemos —continuó, deleitándose con la furia incontrolable que demostraba el alfa—. ¿Cómo podría tomarte en serio cuando la mayor arma que dices tener puedes perderla en cualquier momento?

—¡Los lobos legendarios me pertenecen!

—Le pertenecen a tu hermano —corrigió el omega, mostrándose tranquilo y controlado—. Min Yoongi es el verdadero líder, por eso lo quieres muerto —avanzó un par de pasos—. ¿Sabes qué es lo mejor? Que tu hermano le pertenece a mi hijo, por supuesto que, fue una entrega voluntaria, convirtiéndola en algo fuerte y real que no podrás romper con tu ejército robado.

—¿Piensas que no podré con ustedes? —indagó el alfa—. No me subestimes.

—No lo estoy haciendo —aceptó YoonWoo—. Sin embargo, a diferencia de ti, jamás me arrodillaré —sentenció con rudeza—. Park Saran fue la única persona que me tuvo a sus pies y así permanecerá, eso te lo juro.

—Estarás a mis pies, aunque sea a pedazos —amenazó Kaisa, desbordando furia con la mención de la omega que le robó todo lo que quería.

Park YoonWoo soltó una risa corta, y terminó con toda distancia entre ambos, impuso dominancia con su presencia, provocando que el alfa desviara la mirada por mero instinto.

—Viniste a matarme, pero antes grábate esto en la cabeza —murmuró el omega—. Los Park nos arrodillamos ante una sola persona en nuestras vidas, y ninguna amenaza o guerra podrá cambiarlo.

—Asesinaré a tu hijo con mis propias manos, pero antes lo disfrutaré como lo hice con la perra de tu esposa.

Esperaba una reacción, pero no la obtuvo, salvo por la sonrisa pequeña que se dibujó en los labios rojos del omega.

—No subestimes a Jimin, es un consejo que te doy —susurró—. Jamás podrás con él.

Y la seguridad cruda con la que esas palabras fueron dichas, causó una nueva ola de contrariedades en la mente de Kaisa.

Minutos después, nueve disparos exactos se escucharon desde el interior del gran salón... luego de ello, silencio.
































⛓️Yoon~

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