Capítulo 37

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2 años después.

Tan pronto como salgo del ascensor, voy a la encimera a dejar los 7 escritos que Hyde quiere resumidos para el martes... Como si no tuviera mi propia vida y planes para el fin de semana.

— ¿Christian? — Lo llamo, se supone que ya debería estar aquí.

Pero no responde, supongo que se quedó hasta tarde en la escuela con los chicos de su club de música. Cuando voy al refrigerador por una botella de agua, veo el post-it amarillo pegado en la puerta.

"Nena, voy tarde a la escuela. ¿Podrías pasar por mi libro de partituras a la librería? ¿Por favor?"

— ¡Agh! ¿No pudiste llamarme? — Arranco el trozo de papel y lo lanzo a la basura — ¡Tengo que volver a ir al centro!

Genial. La librería a la cual va Christian está a dos cuadras de la editorial. Si me hubiera llamado o enviado un texto podría haber llegado cuando venía hacia acá y evitarme la vuelta.

Voy a la habitación a cambiar mis zapatillas por tenis y un suéter de mi novio. El cielo está nublado, solo espero que no llueva mientras voy por su libro.

Me recojo el cabello en un moño alto y desarreglado, lanzo el móvil y mi bolso en la mochila y bajo de nuevo en el ascensor.

— Me voy a comprar un libro erótico — Bufo para mí misma — ¡Dos libros! ¡Y una paleta de chocolate!

Voy de nuevo a la parada del autobús y hago el trayecto de 15 minutos con 8 paradas antes de llegar a mi destino. Camino media cuadra hasta la librería, pero antes de que pueda llegar, la luz de la fachada se apaga.

— ¡No! ¡No! — corro y golpeó la puerta — ¡Señor, por favor!

El señor de la tienda me mira a través del cristal de la puerta, y abre aún sin encender la luz.

— Lo siento cariño, ya cerramos.

— ¡Por favor! ¡Se lo suplico! Necesito un libro para mi novio y he caminado un montón de calles desde Picket Market — Miento.

El hombre exhala ruidosamente antes de abrir la puerta y dejarme entrar.

— Bien, supongo que puedo atenderte, un cliente contento es una billetera contenta.

Camino detrás del hombre, pero él desaparece detrás del mostrador. Las luces de la fachada y del interior de la tienda siguen apagadas, pero lo que ilumina el interior son un montón de luces en forma de vela intercalados entre los libros de los estantes y la mesa central.

— ¿Señor? — Lo llamo, porque no se escuchan sus pasos — ¿Hola?

Busco el estante donde se encuentran los libros de música, pero realmente no sé cuál es el libro que Christian necesita, ¡Son demasiados!

— ¿Señor? Creo que mi novio le encargó un libro sobre partituras. ¿Tiene alguno en sus pedidos?

Todo sigue en silencio. Bien, así comienzan las películas de terror, ¿Y las velas? ¿No veríamos mejor si enciende las luces?

— Ana.

Volteo hacia el dueño de esa voz que conozco a la perfección. Christian está de pie a unos dos metros de distancia con las manos en los bolsillos.

— Christian, ¿Cuál es el libro? ¿Cómo se supone que sepa...? — Las palabras se detienen cuando mi mente reacciona — ¿Cómo entraste? La puerta está cerrada.

— Ana — Vuelve a llamarme, esta vez una sonrisa se estira en sus labios.

— No — retrocedo — ¿Ésta es la parte en la que te arrancas la máscara de Christian y descubro que es Mía tratando de deshacerse de mi?

— ¿Qué?

— ¿Vas a matarme porque mi curiosidad encontró algún secreto oscuro sobre ti?

— Has estado leyendo muchos libros de suspenso, nena.

— ¿Entonces por qué me trajiste aquí si tú podías venir por el libro?

— Hay algo que quiero preguntarte.

— ¿Y no pudiste esperar a que estemos en casa? Creo que el dueño de la librería está enojado.

— Nena, ven aquí.

Christian se acerca para tomar mis manos y me lleva de vuelta hacia la mesa central, que está iluminada con las luces en forma de velas.

— Tuve que dejar pasar un tiempo para que no sospecharas — Sonríe — Pero quiero que sepas que desee hacer esto desde el momento que aceptaste vivir conmigo.

— ¿Hacer qué? — Mi corazón comienza a latir acelerado, ¿Esto es lo que creo que es?

— Anastasia Rose Steele — Él se inclina frente a mi hasta poner una rodilla en el piso — ¿Quisieras ser la señora Grey?

Parpadeo confundida un par de veces mientras él toma mi mano. ¿Me quedé dormida en el autobús? ¿De verdad está pasando esto después de tanto tiempo?

Con mi mano libre pellizco su mejilla izquierda para asegurarme que el chico frente a mi es de carne y hueso y no es producto de mi imaginación.

— Me aseguro de que seas real — Me justifico cuando frunce el ceño.

— No es esa la respuesta que esperaba, pero supongo que es mi culpa por esperar demasiado para pedírtelo.

— No, no es tu culpa. Tuviste razón al esperar, de verdad aprendí a disfrutar de nuestra relación. Sabes que te amo.

— Y yo te amo, nena, por eso creo que es el momento de que seas mi esposa. ¿Qué dices?

— Si, me encantaría.

Sonrío feliz, quiero inclinarme para abrazarlo pero me detiene. Del bolsillo de su saco toma una cajita negra y la abre para mostrarla.

— Dios, Christian, es hermoso.

— Como tú — dice mientras desliza el precioso anillo con una piedra azul.

Apenas se pone de pie, me lanzo a sus brazos para besarlo. ¿Podría ser más lindo? ¡Lo estuvo planeando todo este tiempo!

— ¿Ya podemos salir?

Escucho la molesta voz de Elliot por detrás del mostrador, pero antes de que le grite, Kate sale junto a él.

— ¡Ana! ¡Felicidades! ¡A ambos! — Mi amiga me abraza con fuerza.

— ¿Kate? ¿Tú lo sabías?

— Si, yo ayudé — ella sonríe — Déjame ver la roca que Grey eligió para ti.

— ¡Rayos! — Elliot silba con asombro — Si luce muy bien en ti.

— Por supuesto que lo hace — Christian se aleja de nosotros para ir hacia el dueño de la librería, que nos mira desde detrás del mostrador.

— Ese es un anillo de $4,700 dólares, amiga. Será mejor cuides muy bien esa mano.

— ¿Cuánto? — Chillo por la sorpresa — ¿Cómo lo sabes?

— Yo iba con Christian cuando lo eligió, ya sabes, seré el padrino — Dice Elliot con una gran sonrisa.

Súper.


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