Capítulo 38

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— Entonces, ¿Cuándo será la boda?

Kate pregunta, así que volteo para mirar a Christian antes de darle una respuesta a mi amiga.

— Aún no hemos hablado nada, tal vez en un par de meses o lo que nos tome reunir el dinero suficiente para la fiesta.

El carraspeo de Christian me indica que se prepara para decir algo.

— De hecho, nena, hay algo de lo que quiero hablarte.

— ¿Si? —giro hacia él — ¿Vamos a esperar dos años más para casarnos?

— No.

— Si, ¿Por qué no, Christian? — La voz entrometida de Elliot se escucha detrás de mí.

Mi chico le lanza a su amigo una mirada de fastidio. Después de la librería donde tenía todo planeado, los cuatro volvimos a Escala para un brindis de celebración.

— Podríamos hacerlo en una o dos semanas, como tú lo decidas.

— ¿Por qué? No quiero ir a la alcaldía, ¡Quiero una fiesta, una gran fiesta! Y voy a trabajar tiempo extra si es necesario.

— No lo es, créeme — Dice Christian.

— ¡Oh oh! ¿Qué quieres decir, amigo? ¿Que hay con los compromisos largos? No han pasado de moda.

— Elliot — regaña Kate — Vamos, dejemos que ellos hablen.

— ¡Pero no me quiero ir! Esta es la parte interesante — Arquea las cejas divertido — Soy el padrino, tengo que estar al tanto.

— ¡Elliot! — Gritamos al unísono mi chico y yo.

— Bien, Dios... — rueda los ojos — Vendré mañana a primera hora a desayunar. Comienzo con la planeación de la despedida de soltero hoy mismo.

Esperamos a que Kate terminé de llevar a Elliot a rastras hasta el ascensor y desaparezcan de nuestra vista. Es entonces que me vuelvo hacia mi novio... Prometido.

— Explícate.

— Bueno, podríamos hacer la ceremonia y la fiesta en la casa de mi padre, su jardín trasero es muy grande y estará de acuerdo en ayudarnos.

— Aún así nos hace falta el mobiliario, la decoración, la comida...

— Encontraremos algún negocio que pueda darnos el servicio, no te preocupes Ana.

— No es solo llamarlos, Christian. Es dinero. Y no me digas que no me preocupe.

— Puedo hacerme cargo.

— ¡No! Esto lo haremos juntos, ¿Lo entiendes? No quiero volver a tener esa discusión, pero si piensas que aportar el dinero te da el derecho de tomar todas las decisiones, ¡Estás muy equivocado!

— No es eso lo que pretendo — Christian toma mi mano y me lleva hasta el sofá — Tengo las posibilidades de cumplir tus sueños, he estado ahorrando durante dos años para este momento.

— Pff, yo estaba ahorrando para un auto — hago un puchero — Pero puedo usarlo para comprar mi vestido y hacer otro gasto.

— Lo único que deseo es que estés conmigo, que seas mi esposa. El dinero no tiene importancia para mi.

— Oh, basta. Es difícil estar enojada contigo cuando eres tan lindo.

— ¿Si? ¿Entonces podemos seguir con nuestros planes?

— Supongo que si. Esa ancianita ex esposa tuya debió tener mucho dinero.

— Lo suficiente para una buena vida — Christian ríe.

— No tengo que preocuparme que me asfixies mientras duermo, ¿Eh? No tengo dinero que puedas heredar.

— Entonces no puedo casarme contigo, Ana.

La seriedad en su rostro es rápidamente reemplazada por una sonrisa juguetona.

— Supongo que llamaré a papá y le daré la buena noticia. Luego puedo comenzar a buscar vestidos.

Me levanto del sofá para ir a la encimera por mi móvil, pero Christian sostiene mi mano para que no me aleje.

— ¿En dos semanas estarás lista?

— Parece muy pronto, pero si. Estaré lista en dos semanas. Y ya que vamos a hacer la boda en casa de tu padre, deberíamos contratar seguridad.

Mi chico arquea una ceja, confundido, así que tengo que explicarle.

— Necesito un guardaespaldas que vigile que Mía no me dispare durante la boda, ya sabes, como en las telenovelas.

— Mía no va a dispararte — frunce el ceño.

— ¿Estará invitada a la boda?

— Si, por cortesía hacia Elliot y la doctora Travelyan.

— Entonces cuidaré mi espalda, nunca se sabe.

Voy hasta la habitación para llamar a papá, quién está más feliz que yo por la noticia. Después que le dije que vivía con mi novio, hace dos años, se apareció un día por aquí para "tener una charla" con él.

Después de notificar a papá, debo atender el resto de los asuntos, como lo de mis damas de honor. Eso incluye a Kate y a mis amigas de la editorial, y se me ocurre una idea que a Elliot le encantará.

— ¿Kate? — La llamo — Sabes que serás una de mis damas de honor, ¿cierto? Necesito que consigas un vestido rosa pastel.

— ¡Uy! ¿De cualquier estilo?

— Si, eso queda a tu criterio. Lo único que necesito es que lleves un vestido del mismo color que las demás. Y otra cosa, no le menciones nada de esto a Elliot.

— Como tú quieras, amiga. ¡Iré de compras! ¡Bye!

Una dama lista, faltan 4 más.

A Vania, Regina, Lindsay y Mina les envío un texto citándolas en Escala el sábado en la tarde. Ellas serán mi elemento sorpresa.

— ¿Nena, vienes a dormir? — Pregunta Christian desde la puerta de mi estudio, dónde me encerré para leer la primera de 7 historias.

— Termino este capítulo y te alcanzó, cariño.

Mi chico asiente lentamente y vuelve a cerrar la puerta. Apenas escucho el click de la cerradura, enciendo de nuevo el móvil en la galería que estoy viendo sobre vestidos de novia.

— ¡Ah! ¡Este es perfecto! No, éste otro. ¿O éste? ¡Ay! Todos me gustan.

Y entonces lo veo, el vestido perfecto y es totalmente mi estilo. Clásico, rebelde y sexy. ¡Si, este es mi vestido!

Consulto rápidamente la tienda que lo tiene y anoto la dirección en mi cuaderno. Será lo primero que haga el lunes por la tarde, conseguir el vestido.

Y aunque al inicio dije que quería una gran boda, ahora comprendo que lo mejor será algo íntimo y familiar. No más de 100 personas, no tengo tantos amigos y mi familia es solo Ray.

Supongo que será el lado de Christian el que estará más concurrido. Eso me permitirá reducir costos de catering y las decoraciones puedo hacerlas yo misma. Y con la idea de mi vestido en mente, es que voy a la cama con mi chico.

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