Día 28

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Dame la mano y vamos a...

Barrió con la mano el papeleo del día. Apoyó los codos sobre el escritorio, dejó caer la cabeza en sus manos, ocultando su rostro. Apenas era miércoles y ya quería echar al diablo todos los pendientes e irse a casa. El gerente de planta era un idiota. Y más desde que descubrió que es gay.

Min Yoongi sabía que no estaba cometiendo un delito al disfrutar del sexo con otro semejante. ¡Hombre, que ya aburre el mismo cuento del pecado! Pero no era tan fácil plantar cara ante su superior porque necesitaba el dinero. A pesar de que fantasea en su cabeza cómo le escupe todas y cada una de las cosas que se ha callado y soportado, no hará más que asentir y responder: sí, señor, sí.

Lamentó no haber aceptado la oferta laboral de su amiga. Lee Jieun era una visionaria y una mujer aguerrida, capaz de construir y sostener un negocio millonario con un par de ovarios de titanio ante una sociedad que no ve más allá de su género. Pero Yoongi no se veía a sí mismo trabajando en la industria musical. Pero tampoco es lo suyo el ambiente televisivo.

Algo choca contra su mano y cae en su escritorio. Ve hacia abajo y nota que es una grulla de papel. Sin desarmarla, ve que es la grilla de programación del canal. Rueda los ojos y la arruga antes de arrojarla en el cesto de basura. Escucha que lo llaman, pero lo ignora para ponerse a escribir otro informe. No quiere al gerente gritándole, de nuevo, lo inoperante que es porque se retrasó en el papeleo. Jodido está Yoongi si trata de razonar con él y decirle que el archivo estaba incompleto porque estuvo de licencia médica. No, el putito no falta por enfermedad, sino por...

—¡Min Yoongi!

La oficina detiene su bullicio habitual. Nada de tecleo, ni papeleo, ni conversaciones en voz baja, llamadas, pasos, sillas que se arrastran, tazas sobre los escritorios. Hasta el sonido que se cuela por las ventanas, de coches, peatones, se apaga cuando la voz de Jung Hoseok, el gerente, grita su nombre.

Mirando la pantalla de la computadora, la hoja en blanco parece un show de lo más entretenido. Pero es su cabeza la que rellena esa pantalla con las mil y una maneras en que podría matar a Jung. Toma aire, como insuflándose valor, y se pone en pie. Alguien lo toma del brazo mientras va por el pasillo y sabe que no puede descargarse con él, pero no puede frenar su gruñido:

—¡Déjame en paz, Kim!

El rostro sonriente de Kim Seokjin vacila, pero no parece verdaderamente ofendido. Yoongi cree ver mal, porque incluso parece herido, triste. No hay tiempo de averiguarlo cuando se encamina a la oficina de Jung.

+

Dos días después, Yoongi siente que le estallará la cabeza. No puede siquiera parpadear sin que le duela. No ha dormido más que un par de horas, y el café le hará pronto un agujero en el estómago. Sin embargo, debe entregar el informe completo del último programa que llegó a su fin de trasmisión. Le parece irrisorio tener tanto que declarar en cuanto a rating, contactos, tópicos y celebridades que asistieron cuando ese programa no se acercó al éxito que vendieron en las propagandas.

Ni siquiera es su área, pero Jung está más irritable que de costumbre cuando llega fin de año y los contratos comienzan a vencer, los plazos para contrataciones se acercan y las demandas por innovaciones para el año entrante son exigidas. Por lo que su estrés es el estrés colectivo. Sobre todo para Yoongi, quien ha estado siendo el blanco de descargo del gerente.

Cuando regresa de hacer sus copias, lo espera en su escritorio un par de curiosos personajes de papel. Los reconoce de los programas infantiles, aunque se queda encantado con la pequeña figura de Kumamon. Disimulando su entusiasmo, la toma y examina. Está pintado con bolígrafo, y los bordes son algo disparejos, pero aun así es una bella pieza artística. Sin querer, sonríe. Y pareció la señal perfecta para que de un manotazo, Jung le robe su obsequio.

-¿Qué es esto, Min? —Pregunta Jung Hoseok, alzando la voz y atrayendo la atención de todos-. ¿Juguetes? ¿Por qué estás perdiendo el tiempo en muñecos cuando deberías estar trabajando? Oh, claro... —la sonrisa perversa de Hoseok le dice a Yoongi que lo que dirá a continuación no será agradable y se prepara para el golpe—, los de tu clase hacen estas mierdas de niñitas, ¿eh?

Así como hizo Yoongi con la grulla, el Kumamon y sus amiguitos de papel fueron abollados y arrojados en su cara. El sonrojo acrecentó la risa de Jung que se retiró, diciéndole que lo espera tras el almuerzo en su oficina.

—Yo... —Yoongi levanta la vista del suelo, y sus ojos se topan con un apenado Seokjin.

—Para ya, Kim —pide, aunque quiso sonar más enfadado, lo cierto es que no puede reunir energía para ello. Tiene dificultades para tragar saliva y sus ojos pican repentinamente—. Déjame en paz, por favor.

Da la impresión de que Seokjin quiere decirle algo, pero luego suspira y, cabizbajo, vuelve a su escritorio. Los demás en la oficina retoman sus tareas, y Yoongi agradece que nadie haga mención de lo ocurrido. No quiere lástima, aunque sabe que es lo que despierta cada que Jung se ensaña con él.

+

Almorzó con su amigo Park Jimin, sonidista, y la reportera Ahn Hyejin. La conversación lo animó bastante y le hizo pasar el mal humor. Pero cuando se dirigía al ascensor para ir a su piso, toda la calma que reunió se echó a perder. Como había almorzado poco, pudo tener unos minutos extras de paz, así que quiso tomar aire. Solía ir hasta la terraza y contemplar la ciudad. Fumar y dejar que su cabeza se relaje antes de enfrascarse en el trabajo. Allí iría.

Solo que se vio interceptado por Kim Seokjin, que lo empujó a bajar en el piso donde trabajan y lo llevó hasta una oficina vacía que estaban por pintar.

—Basta, ¿qué haces? ¿Por qué me arrastras allí?

—Por favor, es una sorpresa —respondió Seokjin, tomándole la mano.

Si era honesto, Yoongi disfrutaba de los intentos de acercarse de Seokjin. Aunque no se lo había dicho, era obvio que le gustaba. Y a él le parecía muy atractivo. Pero se había negado a aceptar los avances cuando Jung lo pilló en una app de citas gay. ¿Cómo llegó el gerente Hoseok allí? No quiere asumir que lo es también, no es educado. Y aunque podría retrucarle sobre conocer esto, es Jung quien está en una posición de poder superior. No se arriesgaría. No tiene el valor. Trabaja allí desde hace diez años, le aterra dar un cambio así.

—Kim, sé que yo te... —Lo que iba a decir, murió ante lo que encontró.

Toda la oficina estaba decorada con papelitos, post it, recortados y pintados para asemejarlos a un paisaje. Yoongi reconoció la vista del puente Han. Entró y cuando escuchó el sonido de papeles, vio al suelo para hallar un caminito de post it coloridos que conducían al paisaje, pero también se desviaban a las otras paredes. Sonrió sin ocultarlo ante el Kumamon enorme; se sonrojó cuando se vio así mismo —vaya que era talentoso Seokjin, pensó— sobre la terraza mirando distraído. Y tuvo que aguantar la carcajada cuando vio una caricatura grotesca que, aunque no era obvio a primera vista, era una representación de Jung. Tuvo que ver al techo para no reírse, y allí descubrió una frase. No, una invitación...

—¿Qué dices? —la voz de Seokjin se oía ansiosa.

—Que esto es repugnante —no fue Yoongi quien respondió—. Sospechaba de ti, Kim, pero esta mariconada me lo confirma. ¿Cómo es que se nos colaron tantos nenazas en la oficina? Será tiempo de hacer limpieza de personal. —Jung Hoseok recorrió la oficina con el rostro arrugado en desdén y fue destrozando cada papel que encontró mientras Yoongi veía con desilusión cómo se perdía el colorido y la blanca pared aparecía ante ellos—. Estoy harto de tratar con ustedes, sobre todo tú, Min. Un poco de respeto a los espacios de trabajo creo yo que no es mucho pedir...

—Fui yo —intervino Seokjin, con la mandíbula tensa y los puños apretados.

—... Pero no, andas meneando el culo a ver quién te lo llena primero —siguió sin hacer caso el gerente—; puedes jugar a las casitas con quien quieras, pero esta oficina no es el sitio. Aquí pórtate como un hombre, aunque claro, es demasiado esperar que no se te vean los hilos, muñequita...

Y un puño conectó con la nariz de Hoseok. Pero no fue de Kim Seokjin, como todos esperaban. Aquel puñetazo bien merecido se lo propinó Min Yoongi. Y fue como cuando las nubes de tormenta se agolpan en el cielo, una vez cae la primera gota, las demás no tardan en seguirla. Así le llovieron los golpes a Jung. Y las exclamaciones de todos sus compañeros de trabajo, que habían vuelto del almuerzo ya, fueron reemplazadas por sonrisas y asentimientos. No que nadie se atreviera a demostrar cuan complacidos estaban de ver al gerente recibir una paliza.

Seokjin, aunque le gustó aquella faceta furiosa de Yoongi, no dejó que este siguiera. Por lo que lo tomó, para separarlo del gerente que chillaba ahogado con la sangre de su nariz y boca, y lo arrastró a un lado. Después se volvió y le dio una patada en el estómago, con toda la bronca que le ocasionó oírle hablar así. Hoseok se dobló y escupió, atajándose por si volvía a patearlo, aunque no sucedió.

—Esperaremos tu denuncia —informó Seokjin, sujetando a Yoongi de los hombros, puesto temblaba tras su estallido—. Y tendrás que responder por tu acoso, también.

Tras esto, quedó claro que renunciaban.

+

La lluvia era ruidosa, pero le gustaba escucharla mientras escribía. Acurrucado en su sofá, tapado con una manta de lana calentita, miró por la ventana y sonrió. Pegado sobre el vidrio, un par de hombrecitos estaban abrazándose. Corazones de papel les rodeaban. Suspiró. Extrañaba a Seokjin.

Por fortuna, no pasó demasiado cuando este tocó el timbre. Yoongi corrió a abrirle y lo encontró empapado. Pero su ánimo alegre le hizo olvidar de esto y saltó a sus brazos.

—¡Terminé la canción! —informó Yoongi, sin darle oportunidad a saludar a Seokjin.

—¡Eso es grandioso! ¡Felicitaciones, Yoon!

Y con hambre, Seokjin fue por su boca. Yoongi se dejó devorar, rindiéndose y siendo llevado por su novio hasta el sofá. Allí se encargaron de manifestar cuán felices estaban por la canción que Yoongi escribía para un nuevo grupo que debutaría. Bangtan Sonyeondan, se llaman. Y también, aunque esto no lo supiera Yoongi, Seokjin le pediría por fin que vivan juntos. Y traía para ello, escondido en una carpeta, un mundito de papel con el que haría la propuesta, a su estilo y a su modo tan personal y divertido. Ya cerca de un año desde que renunciaron a su trabajo, ninguno de los dos ve posible continuar sin la compañía del otro.



Nota:

Quiero hacer una confesión: me adelanté un día jajaja pensé que tocaba Razas diferentes y cuando vi que era Lo molesta, pero lo ama tuve que apurarme a hacer otro escrito.


Doy gracias al video del multimedia, que es precioso, porque me ayudó con este día. Obviamente, adaptado al Jinyoon.

Así que eso, tengo cubierto el día de mañana.

Quejas:

:)

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