Capitulo 4

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A pesar de lo impresionante y asqueroso de la situación que habían presenciado Poppy y Aneu respecto a la relación extra estudiantil entre Minerva y el profesor Dumbledore, ninguna de las dos fue capaz de tocarle el tema a Minerva, pero si que lo hablaron con Pomona, su dulce amiga Hufflepuff, y con Rolanda.

—¿Seguras que es cierto?—pregunto Pomona, impresionada.

—Por supuesto que es verdad.—afirmó Poppy.

—¿No te fumaste de más ayer?—pregunto Rolanda.

—Yo también estaba ahí.—intervino Aneu.

—No puedo creerlo...eso...eso esta muy mal.—dijo Pomona con una mueca de asco.— ¡El profesor Dumbledore esta aprovechándose de una alumna!

—Me disculpas pero Minerva ya es mayor de edad y sabe perfectamente lo que hace.— replicó Rolanda con frialdad.

—Puede que eso sea cierto, pero eso no quita que Albus es muchísimo más grande que ella, —intervino Aneu con firmeza.— por mucho que te desagrade Minerva, no podemos ignorar el hecho de que el es quien tiene mayor responsabilidad en esto.

—¿Y qué se supone que haremos?—pregunto Poppy.

—Nada.—respondió Rolanda.— Minerva jamás nos comentó la situación y tampoco podemos imponer nuestras voluntades sobre ella.

—Pero, es nuestra amiga y puede terminar muy mal si todos se enteran.—replicó Pomona.

—Dudo mucho que alguien se entere—admitió Aneu en un suspiro.— Tampoco estoy muy de acuerdo con que dejemos el tema así, pero es verdad que no podemos tocar la situación sin que Minerva nos de una entrada. Si intentamos abordarla por la fuerza...bueno, sabemos que Minerva es muy reservada, no le gustara.

Las chicas prometieron no tocar el tema con nadie más que entre ellas y tratar de conseguir que Minerva les confesará su amorío con el profesor para intentar hacerle ver lo grave de la situación. 

A pesar de las buenas intenciones de las chicas, (excepto de Rolanda, a quien poco o nada le importaba la situación) nunca encontraron un momento idoneo para intentar hacer una intervención con Minerva y aunque Pomona, que era la más cercana a Minerva, trato de persuadirla de contarle algún secreto que quisiera soltar, Minerva no soltó ni una sola palabra. 

Minerva actuaba igual que siempre, como si no se estuviera acostando con su profesor de Transformaciones.

Unos días más tarde, despues de salir de su clase de pociones con Poppy, Aneu fue interceptada por Albus, quien la esperaba recargado en una pared fuera del salón. El mayor le hizo una seña con la cabeza a Aneu, Poppy miró con preocupación a su amiga pero esta le sonrió debilmente.

—Ve con las demás, en un momento estaré con ustedes.—aseguró Aneu.

—¿Crees que el sepa...?—pregunto Poppy, nerviosa.

—No, si así fuera ya habría hecho algo. Tranquila.—dijo Aneu.

—De acuerdo, —suspiró Poppy.— si tienes algún problema, grita.

—Hecho.

Con expresión fría, los hermanos Dumbledore caminaron por unos pasillos hasta que estuvieron a solas, por lo que Albus volteó a ver a su hermana menor con la mandíbula tensa, gesto que solía hacer cuando estaba furioso, haciendo que Aneu sujetara su varita discretamente por si era necesario defenderse.

—¿Porqué carajos entraste a la clase extracurricular de pintura?—cuestionó Albus, molesto.

—¿Perdón?—Aneu lo miro confundida.— Pues...porque me gusta, no entiendo cual es el problema.

—El problema es que bien sabes que la pintura era una cosa de ella.—espetó Albus, tomándola bruscamente del brazo.— Tu nunca remplazaras a Ariana.

—Nunca he pretendido remplazarla.—replicó Anue.

—Entonces salte de esa clase si no quieres problem...¡Ah!—Albus la soltó bruscamente al sentir como su mano se quemaba.— ¡Estas loca!

—Sí, estoy loca, ¿pero sabes que? Quizá lo supere algún día, pero tú, tu vas a ser siempre un imbécil.— Aneu lo miro con desdén.— No me saldré de la clase de pintura y deja de amenazarme, los días donde me dejaba atemorizar por ti han pasado hace mucho.

Sin mirar atrás, Aneu se alejó del lugar aferrándose a su varita y a sus cosas, sintiendo su corazón latir furiosamente. Una vez llegó al Lago Negro donde estaban reunidas sus amigas, les contó lo sucedido.

—El profesor Dumbledore debe estarlo pasando mal, deberías considerar si salirte de la clase.—opinó Minerva y todas la miraron mal.— ¿Qué? Es la verdad, despues de todo, Ariana era la hermana menor del profesor, para él debe ser difícil que Aneu se parezca a ella. Se que Aneu no lo hace intencionalmente, pero creo que si debe ser algo difícil para el.

—Es bueno ver donde estan tus prioridades.—masculló Aneu, apretando la mano de Rolanda para evitar que esta dijera algo más.

—Lo siento, pero es lo que pienso. No deberías hacer un alboroto, podrías sacar de sus casillas al profesor si no tienes cuidado y eso no te conviene. —Minerva se levanto del pasto.— Debo irme, estaré todo el día en la biblioteca, nos vemos en la noche.

—Diviértete mucho y no hagas tanto ruido.—dijo Rolanda con sorna, haciendo que las chicas la miraran asustadas pero Minerva no se inmuto, ignorante del doble sentido de las palabras de Rolanda.

Una vez Minerva se hubo ido, las cuatro chicas suspiraron pesadamente y Aneu se dejó caer en el pasto, soltando un grito de frustración.

—A veces quisiera armar un gran alboroto, uno tan grande que, como dijo Minerva, sacara de sus casillas a Albus a tal grado que no pudiera decirme nada nunca más por temor a que lo volviera a hacer.

—Puedes pedirle ayuda a tu serpiente.—murmuró Rolanda a su oído, siendo la única conocedora de la amistad entre Tom Riddle y Aneu.

—Vamos, vamos.— aplaudió Pomona.— Dejemos de pensar en esas cosas e intentemos distraernos un rato.

Siguiendo el consejo de Pomona, las cuatro chicas pasaron el resto del día juntas, haciendo tareas y ayudándose la una a la otra. Al final, cuando la noche comenzaba a caer, las cuatro recogieron sus cosas y se dirigieron en completa tranquilidad al Gran Comedor para cenar.

—¡Cuidado!—grito la jefa de la casa Hufflepuff cuando ambas chicas aparecieron por el pasillo.

Ninguna de las cuatro entendió hasta que escucharon una fuerte explosión en la esquina contraria del pasillo y cayeron al suelo por el impacto. Para cuando Aneu volvió a abrir los ojos, Rolanda y Poppy estaban frente a ellas lanzando protegos mientras que unos metros al frente, dos aurores luchaban contra otros dos magos adultos con una extraña marca en las muñecas.

Rapidamente Aneu comprendió la situación.

Se trataba de los Acólitos, los seguidores de Grindelwald.

—¡Levántate, Ann!—grito Rolanda, intentando mantener las protecciones junto a Poppy.

Aneu se levantó rapidamente ayudando a Pomona, contemplando como había muchos otros alumnos y profesores que intentaban refugiarse, dejando a los aurores la batalla contra los acólitos. 

De pronto, otra fuerte explosión ocurrió y Pomona cayó lejos de ellas tres. Grindelwald y Dumbledore aparecieron luchando por esa misma área. 

—¡Mona!—gritaron Aneu, Poppy y Rolanda, asustadas. 

Rapidamente, Aneu corrió hasta su amiga, ayudándola a incorporarse, pero para cuando alzo el rostro, sus ojos conectaron con dos ojos, el derecho de color azul y el izquierdo de un color marrón. 

Por un momento, sintió como si nada estuviera pasando, como si no hubiera una guerra en ese instante y como si solo ellos dos existieran. 

—¡Deténganse todos!—ordenó Grindelwald con una sonrisa de lado.

Todos los acólitos se detuvieron, no sin antes lanzar al suelo a los heridos, muertos o inconscientes aurores. Grindelwald había amarrado a Albus con una cuerda mágica que lo impedía moverse. 

Ante la mirada asombrada y temerosa de todos, el reconocido Señor de la Muerte se acercó a paso lento a Aneu, quien se colocó frente a Pomona, la cual temblaba de pies a cabeza, asustada de lo que estaba pasando. 

—Al fin te encuentro.—murmuró Grindelwald para si mismo cuando estuvo frente a la chica. 

Sonrió de lado y acarició suavemente su mejilla, causando que Aneu se sonrojara y bajara la mirada. Ante esto, Grindelwald la tomó del mentón, obligándola a verlo.

—Pronto volveré por ti.—prometió.

Dichas esas palabras, Grindelwald y sus acólitos desaparecieron de Hogwarts. Aneu se dejó caer al suelo de rodillas, demasiado impactada con la situación como para poder hablar. Sus amigas fueron a socorrerla, mientras que Minerva fue a intentar liberar al profesor Dumbledore.

—Bueno...—hablo Pomona, nerviosamente.— El mago tenebroso más grande de todos los tiempos te acaricio la mejilla, definitivamente causaste un gran alboroto a tu manera.

—Tan siquiera.—apoyo Poppy con un hilo de voz.

—No me simpatizan.—murmuró Aneu.

—¿Qué carajo acaba de pasar?—pregunto Rolanda para si misma.

Aneu asintió. Ella tampoco sabía que estaba pasando, pero para cuando giro el rostro y se topo con los ojos celosos de su hermano mayor, supo que lo que sea que fuera, solo le traería muchos problemas.





























¡Hola a todos! ¿Qué les pareció el capitulo?

Los invito a pasarse por mis otras historias, True Love con Lucius Malfoy y Young and Beautiful con Harry Potter. 

Los amo!

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