Capitulo 6

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El Castillo de Nurmengard, un gran edificio ubicado algún lugar de los Alpes de Australia, con forma de torre hecha con piedra negra y con muros altos en negro azabache. Una fortaleza sombría. El lugar era una prisión mandada a hacer por el mismísimo Gellert Grindelwald como una prisión para sus enemigos, teniendo en la entrada de la prisión el lema del hombre, grabado: "Por el bien de todos"

En la celda más alta, de la torre más alta, una joven de cabello castaño dormía plácidamente, ignorante de la situación en la que se encontraba, pues, en cuanto abriera los ojos, lo primero que vería sería una habitación extremadamente pequeña con una ventana tan estrecha que impedía que cualquiera pudiera salir. 

Por el contrario, en la celda más baja de la misma torre, una joven de cabello negro desordenado apretaba los ojos antes de empezar a abrirlos lentamente. 

Sus ojos tardaron un poco en adaptarse a la luz y en cuanto pudo enfocar bien, casi saltó de la cama al notar el techo de granito negro. Los recuerdos de lo sucedido en Hogsmeade aparecieron en su mente como balde de agua helada. Se incorporó de golpe y miro a todos lados, estaba en una celda, encima de una dura cama sin ninguna ventana visible. 

Se miro a si misma. Un alivió la invadió al notar que seguía teniendo toda su ropa en su lugar. Se Caminó por la celda de un lado a otro, intentando encontrar algo que la ayudará a salir. 

—¡Aneu! ¡Aneu!—grito Rolanda, sujetándose a los barrotes de su celda, a través de los cuales no se podía ver nada.— ¡Maldita sea!—masculló furiosa.—¡ANEU! ¡Carajo!

Golpeó furiosa uno de los barrotes mientras se alejaba de estos. Si sus pensamientos eran correctos y lo último que recordaba de lo sucedido en Hogsmeade era verdad, quería decir que se encontraba en la Prisión de Nurmengard.

Puta madre, puta madre, ¡puta madre!—pensó Rolanda, furiosa consigo misma.— Si no fuera por mi maldita insensatez de escapar de Hogwarts para ir a una estúpida fiesta muggle, no estaríamos en esta situación. No se donde esta Aneu y ella es una Dumbledore, Grindelwald va a matarla...no, en realidad, el que la matara sería lo menos indoloro que Grindelwald podría a hacerle a Aneu en su afán de encontrar a Dumbledore.

De repente, Rolanda escucho unos pasos acercándose a su celda, por lo que intentó sacar su varita de entre su vestido, maldiciendo internamente al notar que ya no la tenía consigo y que debían habérsela quitado en cuanto las capturaron.

Ante su evidente incapacidad de defenderse, Rolanda no pudo hacer nada más que colocarse contra la esquina de la pared, alejada a los barrotes. En cuanto la reja se abrió, la chica se pegó aun más a la esquina.

—Veo que has despertado, ¿Te encuentras bien?—cuestionó el recién llegado.

Los ojos ambarinos de Rolanda se abrieron enormemente ante la sorpresa, y de sus labios soló pudo salir:

—¿Newt Scamander?

(...)

Enero, pese a lo que la gente pudiera pensar, era el mes en que más nieve había a comparación del mes de Diciembre. Andando a través de la suave nieve, un hombre alto, fornido, de cabello rubio casi platinado y ojos heterocromos, seguido de dos hermosas mujeres, una de cabello negro y otra de cabello rubio, las cuales iban tomadas de la mano.

—¿Trasladaremos a esas chicas con nosotros, mi señor?—cuestionó la de cabello negro con una sonrisa.

—Así es, Vinda. —asintió Grindelwald.—Yo me encargaré de mi niña, tu y Queenie se encargarán de la otra.

—Pensé que eso lo haría Newt, mi señor.—intervino Queenie, curiosa.—Parece que le gusto mucho en cuanto la vio, según escuche en sus pensamientos.—comentó risueña.

—Bueno, que se la quede.—resolvió Grindelwald encogiendose de hombros.— A mi solo me interesa mi niña, mientras no se interpongan en mi camino, no tengo ningún problema.—admitió y la miro de reojo— A todo esto, ¿Qué información me tiene Newt de Albus?

—Esta escondido con mi hermana Tina, el muggle y una ex aurora de MACUSA. —respondió Queenie, haciendo una mueca de asco ante la palabra muggle.

—No puedo creer que salieras con ese hombre.—comentó Vinda con burla.

—Oh, Vinny, no me molestes, tenía que hacerlo para pasar desapercibida y sacar lo más posible de información para nuestro señor.—replicó Queenie abrazándose al brazo de la mujer.— Ya sabes que yo solo tengo ojos para ti.

Grindelwald sonrió con burla al ver como su mano derecha se sonrojaba furiosamente ante las palabras melosas de la rubia. Queenie Goldstein podría parecer una mujer tonta, chiflada e incluso estúpida, pero la realidad es que era astuta y avariciosa. 

Aún podía recordar como en París ella misma lo había buscado para poder unirse a sus tropas, ofreciéndole sus fabulosas habilidades como Legeremante y fungir como doble espía. Durante unos meses eso funcionó perfectamente, al menos hasta que Vinda Rosier y ella se enamoraron y Queenie no pudo soportar más el seguir fingiendo amar a aquel muggle panadero.

Desde entonces Queenie había abandonado a su hermana y amigos, fingiendo que lo hacía bajo la esperanza de poder casarse con el muggle panadero en cuanto Grindelwald ascendiera al poder. Todo para que así sus conocidos bajaran la guardia con ella en caso de una amenaza.

A partir de ese momento, Grindelwald se quedó con solo uno de sus dobles espías: Newt Scamander.

El ex Hufflepuff podría ser tímido, amable y tranquilo, pero era por encima de todas las cosas, muy leal. Y Newt Scamander había creído en los ideales de Grindelwald desde el primer momento, por eso mismo, aprovechándose de su "amistad" con Albus Dumbledore, fue que comenzó a trabajar como un doble espía, manteniendo su fachada de persona tímida y enamorada de Pompertina Goldstein.

En cuanto llegaron al Castillo de Nurmengard, Queenie y Vinda se dirigieron a la parte trasera para preparar el carruaje, mientras que el comenzaba a subir las escaleras rumbo a la celda más alta y alejada. 

En el camino, escucho como la celda donde se encontraba la amiga de su querida niña se llevaba a cabo una fuerte discusión:

—¡Que me sueltes, carajo! ¡¿Qué no se supone que eres un blando Hufflepuff?!

—Los estereotipos engañan, bonita.

—¡No me digas bonita, pedófilo!

—Tengo veinticinco, tampoco te llevo tanto.

—¡Que me sueltes, puta madre!

—Sí, eres muy bonita.

Grindelwald tuvo que hacer un esfuerzo para no soltarse a reír a carcajada limpia al escuchar el grito de frustración de la amiga de su pequeña. Newton podía ser tan despreocupado y tranquilo que llegaba provocar bastante irritación a la gente con bastante facilidad.

Subió las escaleras hasta llegar a la celda más alta, de la torre más alta. No pudo evitar que una sonrisa aflorara de sus labios al pensar que la situación parecía sacada de un cuento de princesas muggle.

Ingresó a la celda con sigilo, dándose cuenta de que la joven castaña seguía dormitando tranquilamente. Caminó hasta el filo de la cama con las manos metidas en las bolsas del pantalón y repaso visualmente la figura de la joven.

Usaba una falda falda con una camisa de tirantes azul. Sus piernas eran largas y gruesas, su piel parecía muy tersa y su rostro lucía tan dulce como un pequeño corderito inocente.

—Tan hermosa, tan dulce, tan inocente...—susurró Grindelwald, acariciando un mechón de cabello de la chica.— te quiero solo para mi.

En ese momento, la joven frunció el ceño y arrugo los ojos, acurrucándose un poco más hasta que abrió lentamente los ojos. Sus orbes castaños se toparon con los orbes heterocromos del hombre, quien sonrió de lado. 

Ella lo miro unos segundos hasta que sintió un repentino sentimiento de temor, causando que se incorporara de golpe y que el sonriera con diversión.

—Buen día, mi niña.




































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