Capitulo 7

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Esa misma mañana, Aberforth Dumbledore caminaba velozmente por las calles de Londres Muggle con un rostro que cualquiera que lo viera pensaría que estaba desesperado, cosa que en realidad era así. 

El hombre se detuvo ante la puerta de una casa que ya conocía  y despues de tocar tres veces en forma de código, esta se abrió, revelando a una mujer joven de cabello negro corto y ojos amables.

—Oh, señor Dumbledore, ¿Qué lo trae por aquí?—cuestionó la mujer.

—Disculpa la intromisión, Tina, se que es la casa de tu novio pero necesito saber si esta Albus aquí—dijo Aberforth rapidamente.

—Sí, sí, pase.—dijo Tina Goldstein haciéndose a un lado y dejándolo pasar.—Se encuentra en la habitación del segundo piso a la derecha.

—Gracias.—murmuró Aberfort.

Subiendo las escaleras de dos en dos e ignorando la presencia de los otros presentes en la casa, Aberforth se dirigió a la habitación que Tina le había señalado, ingresando de golpe sin siquiera pedir permiso, lo que causo que Albus, quien revisaba su varita, se volteara a verlo confundido.

—¿Hermano? ¿Pero qué haces aquí?—cuestionó Albus sorprendido.

—Sal de aquí y ve a entregarte a Grindelwald ahora mismo.—ordenó Aberforth fríamente. 

Un silencio invadió la habitación. Albus se levantó del pequeño escritorio de la habitación y se planto frente a Aberforth con el ceño fruncido.

—¿De que estas hablando?—pregunto Albus con seriedad.

—Los hombres de Grindelwald se han llevado a Aneu.—informó Abertforth y Albus abrió grande los ojos.— Tus estupideces nos han llevado a esto...¡así que ve con tu estúpido ex novio y saca a mi hermanita de ahí!—grito furioso.

—¡Guarda silencio, Aberforth!—grito Albus— ¡No repitas eso de nuevo y mucho menos en voz alta!—espeto cruzándose de brazos.— Mejor explícame como es que se llevaron a Aneu y como lo sabes que la tiene Gellert.

—¿Y cómo crees que me entere?—le cuestionó Aberforth furioso.— Esta mañana dos hombres de Grindelwald fueron a darme la noticia de que la capturaron anoche. Fui a Hogwarts para cerciorarme de ello y Dippet me confirmo la desaparición de Aneu y de una de sus amigas, Rolanda Hooch. 

—¿Cómo pudo traspasar las protecciones de Hogwarts?—pregunto Albus para si mismo.

—¡Eso es lo que menos me importa!—espetó Aberforth.

—No hay nada que yo pueda hacer, hermano. Si me entrego a Grindelwald, el me matara y el mundo no tendrá salvación.—explicó Albus con suavidad.

—¡Me importa una puta mierda si el mundo se va al carajo o no!—grito Aberforth y, perdiendo todo rastro de paciencia, tomó a su hermano mayor de las solapas de la camisa y lo azotó contra la pared, causando un quejido de dolor en este.— Escuchame muy bien, Albus...

—Hermano, por favor...

—¡Cállate!—grito fuera de sí— ¡No voy  perder a otra hermana por tu culpa!

—Aberforth...—Albus lo miro dolido.

—Ella debe estar sola...asustada...quien sabe que montón de cosas le ha hecho Grindelwald ya.— musito Aberforth con tristeza.

—Hermano...

—No.— lo interrumpió— No voy a perder a Aneu...no voy a perder a mi hermanita...—lo apretó con más fuerza y Aberforth miró directamente a los ojos a su hermano. Azul contra azul.— Así que...o encuentras una manera de rescatar a mi hermana o juro que yo mismo seré quien te mate.

—No estas siendo racional.—dijo Albus— ¿Crees que acaso yo no estoy preocupado por Aneu?

—¡Por supuesto que no lo estas!—le grito Aberforth con desdén.— ¡Jamás te has preocupado por ella, de la misma manera en que nunca te preocupaste por Ariana! 

—¡Aberforth!

—¡Te lo he advertido! ¡O haces algo o tu menor problema será Grindelwald, Albus!

Ignorando los llamados de su hermano mayor, Aberforth Dumbledore salió de la habitación y bajo las escaleras con rapidez, siendo seguido por Albus. Esquivo a la aurora Tina Goldstein, quien los miro preocupada y salió de la casa azotando la puerta. 

Sabía que Albus no podía salir de esa casa por su propia seguridad. En realidad no esperaba que el hiciera mucho respecto a Aneu, pero con alguien debía desquitar su furia. Ahora, despues de desahogar toda esa rabia, podía pensar con mayor seriedad el como buscar, encontrar y rescatar a su querida hermanita.

(...)

Mientras tanto, en la celda de Aneu en el Castillo Nurmengard, la chica miraba fijamente al hombre frente a ella. No necesitaba que el se presentara, cualquiera en el mundo mágico lo conocía, despues de todo, Gellert Grindelwald era amado y odiado a partes casi iguales.

—Tranquila.—dijo Grindelwald al notar como la chica temblaba.— No voy a hacerte daño, mi niña.

Se acercó intentando tocarla, pero ella se alejó aún más sobre la cama. Ambos se miraban a los ojos y Grindelwald sonrió de lado al ver que por muy asustada que estuviera, ella lo desafiaba con la mirada. Toda una Gryffindor.

—¿Dónde estoy?—pregunto Aneu con la voz ronca y temblorosa.— ¿Dónde esta mi amiga? ¿Dónde esta Landy?

— Estas en el Castillo de Nurmengard, la prisión que creé para mis enemigos, pero no te preocupes, no permanecerás mucho tiempo aquí.—respondió Grindelwald con tranquilidad.— En cuanto a tu amiga...ella esta bien. Probablemente se este divirtiendo.

—¿A qué te refieres?— cuestionó Aneu con temor.

—Conforme a lo primero, pues que te llevare a otro lado. Respecto a tu amiga, bueno, uno de mis hombres se esta divirtiendo con ella.—explicó Grindelwald, omitiendo el explicar que realmente su amiga no corría peligro, pues mientras menos supiera Aneu y más atemorizada estuviera, más fácil sería hacer que no escape.

—Déjala ir, por favor.—pidió Aneu intentando que su voz sonara firme.— Esto...el que me secuestraras, no funcionara.

—No entiendo a que te refieres.—admitió Grindelwald con sinceridad.

—Me has capturado solo para atraer a Albus, mi hermano mayor, pero...eso no te servirá.— afirmó Aneu con amargura.— Albus jamás arriesgaría nada por mi, no tengo valor para él, así que no te sirvo. Si pensabas atraerlo conmigo como carnada, te comento que tu plan se irá por la borda. Albus nunca sacrificará nada por mi.

—No te preocupes, nunca tuve la intención de usarte como cebo para atraer al idiota de Albus.— dijo Grindelwald. 

—Entonces...¿porqué...?—Aneu lo miro confundida.

—He esperado mucho tiempo por ti. Casi tres años.—dijo Grindelwald y esta vez, Aneu no pudo evitar que el la tomara del mentón y acariciara sus mejillas.

—No te conozco...jamás he tenido nada que ver contigo.—musito ella con un tinte de pánico en la voz.

—Oh, tu a mí, pero yo a ti te conozco demasiado bien.

Dichas esas palabras, Gellert Grindelwald ingresó a la mente de Aneu, quien pudo ver como diferentes escenas de ella misma aparecían en su mente. La última y más perturbadora, era una donde se encontraba semidesnuda sobre una cama, colocándose en cuatro y ofreciendo su trasero.

Aneu jadeó de la impresión. Sabía, por su hermano Aberforth, que Grindelwald, como si no fuera suficiente con el amplio repertorio de habilidades que tenía, era un vidente muy poderoso, pero jamás espero ser ella parte de sus visiones. 

Merlín, apiádate de mi alma. Este hombre ya me visto hasta el coño y yo apenas y he cruzado unas palabras con el.—pensó Aneu al borde de un desmayo.

—Como podrás notar, no hay mucho que no sepa de ti, al menos fisicamente.—habló Grindelwald con suavidad y ella se sonrojo, causando una sonrisa en el hombre.— En cuanto a mí, no te preocupes, tendrás mucho tiempo para conocerme, pero de momento es mejor que vuelvas dormir, al menos por un rato.

—¿Qué...?

Antes de que la joven pudiera terminar la oración, Grindelwald le apuntó a la cabeza y la hizo caer dormida sobre la cama. Sonrió de lado al ver como la falda se había alzado, mostrándole aquellas bragas que conocía muy bien de su última visión.

Quizá esa noche pasaran cosas interesantes.













¡Hola mis preciosos lectores! ¿Qué les pareció la interacción entre Grindelwald y Aneu? ¿Y qué tal la reacción de Aberforth? ¡Los amo y los estaré leyendo!






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