sixteen » ...ready for it?

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capítulo dieciséis
( ¿...preparada para ello? )












¿YA TE HE DICHO QUE ME GUSTAS PELIRROJA?

Betty sonrió, girándose hacia Kate.

—Me dijiste que me quedaba wow, así que imaginé que significaba algo así.

La morena rio.

—Entonces, ¿ya le has dicho a tu padre?

Betty asintió con la cabeza. La conversación con su padre había sido tal y como la esperaba: divertida y breve.

Hey, papá, ¿podemos hablar? —le había dicho cuando había regresado de pasear al perro.

—Sí, claro. —Clint le quitó la correa a Lucky y le dejó marcharse a saludar a Kate—. Supongo que ya sé sobre qué es.

—Ajá, es sobre lo que piensas —rio Betty—. Kate, para ser concretos.

—Creo que no necesitas decirme mucho —opinó Clint—. El beso que le diste dejó todo bastante claro.

Betty tuvo que contener la risa.

—¿Habéis hablado? —continuó diciendo su padre.

Sip. No tengo claro qué somos, pero...

—Te diría que tuvierais cuidado, pero me parece que no es tan necesario... Quiero decir, no hay riesgo de...

—¡Papá! —protestó Betty, riendo—. Lo pillo y no, ya sé que no me puedo quedar embarazada. Pero voy a tener cuidado igual, ya sabes... Aunque no quiero decir que vayamos a hacer nada, yo solo...

Clint rio.

—Betts, tienes veintitrés años, no necesitas informarme sobre tu vida sexual —interrumpió—. Me alegro por vosotras dos. Hacía tiempo que no te veía tan feliz.

Betty sonrió.

—Gracias, papá.

Pensaba en ello mientras estaba abrazada a Kate en el sofá, mientras ella jugaba con su cabello pelirrojo y Betty tenía su mano sobre el muslo de la otra. Se inclinó hacia Kate.

—Basta con que sepas que le parece estupendo —se limitó a decir, para luego besarla.

Kate sonrió contra su boca.

—Es bueno saberlo.

—¡Espero que estéis presentables, señoritas! —escucharon decir a Clint mientras entraba en el salón—. Es casa de Grills, sed consideradas con nuestro anfitrión.

—No seas gruñón, anciano —se burló Betty, claramente de buen humor.

—Pon la mesa y no seas gruñona, niña —replicó su padre.

Las dos se levantaron del sofá riendo. Poco después, ya estaban todos a la mesa: Kate y Betty, Clint, Grills y Tine, que se había pasado a comer con ellos. El bombero se divertía enseñándole trucos a Lucky, divirtiendo a los demás comensales.

—Baila —le decía, sosteniendo un trozo de comida sobre la cabeza del can, que se levantó sobre sus patas traseras para alcanzarlo—. ¡Muy bien, chico!

—Espera, espera, pruebo yo —se apresuró a decir Kate.

—Impresionante —comentó Clint.

—Tú puedes, bonita —animó Betty.

Aww, son adorables —suspiró Tine.

—Sí, prueba tú —dijo Grills hacia Kate.

—Vale. —Kate imitó lo que él había hecho antes—. Baila. —El perro gimió, pero no le obedeció—. No, baila.

Betty rio por lo bajo. Tine acarició al perro, divertida.

—¡Haces que parezca fácil y guay! —protestó Grills.

—Déjame probar —dijo Betty.

Cuando ella sí tuvo éxito, Kate fingió enfurruñarse, lo que solo divirtió más a Betty.

—Grills sigue siendo mejor que yo en esto —opinó la pelirroja.

—Sí, Grills es la caña —opinó Kate—. Cocina, juega al rol, apaga incendios...

—Ah, venga, déjalo —respondió él, algo azorado.

Los teléfonos de Kate y Betty sonaron al mismo tiempo. Las dos se miraron, confundidas, antes de mirar la notificación.

Era un mensaje de Yelena. Betty lo supo porque lo comenzaba llamándola Liza.

En medio de su alegría y Kate, casi había olvidado que aún tenían problemas por ocuparse. Como su tío y su tía rusos, ambos asesinos experimentados, que querían matar a su padre. O los chandaleros.

Liza, ya sé quién nos ha contratado.

—¿Qué pasa? —preguntó Clint.

Eleanor Bishop.

Betty contuvo una exclamación de sorpresa.

Creo que deberías saberlo.

Betty se giró de inmediato hacia Kate, que había cambiado bruscamente de expresión.

—¿Kate? —llamó Clint.

—Bonita... —dijo Betty, sabiendo que ella había recibido el mismo mensaje.

Le tomó de la mano, sin saber exactamente qué hacer.

Un nuevo mensaje le llegó. Betty se quedó de piedra al ver el vídeo que Yelena le había enviado. Kate le pasó el teléfono a Clint y Tine.

—Mirad esto —dijo la morena—. ¿Quién está con mi madre?

Betty intercambió una mirada grave con su padre y Tine. Aquello solo significaba malas noticias.

—El tipo que me preocupaba desde el principio —respondió Clint—. Kingpin.

La primera reacción de Betty fue decir:

—Voy a llamar a Matt.

—No —replicó Tine—. No llames a Matt. Nos ocuparemos nosotros.

Betty miró la foto, esbozando una mueca.

—¿No crees que deberíamos avisarle?

—Esperaremos a que esté entre rejas de nuevo para hacerlo —replicó Clint.

—¿Quién es Matt? —preguntó Kate, frunciendo el ceño.

—Un viejo amigo —se limitó a decir Tine.

Betty asintió.

—Es muy buen abogado —agregó.

Kate pareció confusa ante aquella respuesta, pero no dijo nada. Betty solo había dicho la verdad: Matt era un gran abogado.

No por nada era su abogado. Era él quien había conseguido que le asignaran un terapeuta en lugar de mandarla a rehabilitación. De hecho, ahora que lo pensaba, puede que él tuviera tenido algo que ver con el hecho de que pudiera volver a usar sus armas.

Tendría que preguntarle, pero no era el momento para pararse a pensar en ello. Betty volvió a mirar la imagen de Wilson Fisk junto a Eleanor Bishop. Kate presionó el play.

Señora Bishop —saludaba Kingpin al entrar.

Señor Fisk —respondía Eleanor.

Ambos tomaron asiento.

¿En qué puedo ayudarte, Eleanor?

—Tenemos una buena relación, ¿verdad, Wilson?

Betty trató de no bufar. Nadie tenía una buena relación con Fisk.

Sí.

—Nunca he hecho preguntas y he cumplido con mi parte.

—Era lo mínimo, dada tu deuda. Tu marido nos debía una fortuna.

—Que te he devuelto multiplicada por diez.

—Bueno, a ti tampoco te ha ido nada mal. Como has dicho, una buena relación. Por eso no entiendo qué es lo que buscas.

El tono de amenaza quedaba patente en cada palabra de Fisk. Betty se preguntó dónde iría aquello a parar para Eleanor.

Me ocupé de Armand, como pediste, y mi prometido va a cargar con lo de Sloan. —Tine soltó una maldición por lo bajo—. Pero mi hija acaba de volver a casa. Y ella y esa mocosa Barton nos van a descubrir. No cruzaré ese límite.

—Nosotros podemos ocuparnos de la chica Barton. En este negocio no hay límites.

Betty arqueó las cejas, bastante tranquila, teniendo en cuenta las reacciones de los demás.

Por eso tengo que dejar este negocio —replicó Eleanor.

No te precipites.

—Quiero que sepas que me he cubierto bien las espaldas.

—Eleanor...

—Tengo copias de todo. A buen recaudo.

—Como estamos en Navidad, voy a darte un minuto para que pienses lo que estás haciendo.

Contrariar a Fisk era jugar con fuego. Eleanor Bishop no parecía saberlo.

No necesito un minuto.

Eleanor abandonó la sala. La reproducción terminó.

—¿Quién os lo ha enviado? —preguntó Clint.

—Yelena y Pyotr —respondió Kate—. Por lo visto, mi madre les contrató para matarte.

La confusión y angustia se veían reflejadas en el rostro de Kate. Betty juntó su mano con la de ella y dejó que sus dedos se entrelazaran, tratando de darle apoyo.

Aquella no era una noticia fácil de asimilar.

—Oh, vaya —terminó diciendo Clint.

—No tiene sentido, mi madre ni siquiera cruza la calle sin mirar —exclamó Kate, que se negaba a mirar a Betty a la cara—. ¿Y ahora trabaja con la mafia? ¿Mató a Armand? Tine, yo...

—Es ella —interrumpió la mujer—. No tú. Lo que ella haga no es responsabilidad tuya. Nunca te culpes por eso.

Kate negó con la cabeza, aún asimilándolo.

—Bonita... —empezó Betty.

—Por Dios, tengo que hablar con ella —exclamó Kate, poniéndose en pie con brusquedad.

La mano de Betty quedó sola sobre la mesa.

—Kate, espera, creo que será mejor que te calmes, ¿vale? —la detuvo Clint, intercambiando una mirada con su hija—. Vamos a hablarlo.

Pero Kate ya había llamado al teléfono de su madre. El contestador fue la única respuesta que recibió. Kate colgó bruscamente, frustrada.

—Para un segundo, ¿quieres? —insistió Clint.

Kate volvía a marcar el número de su madre, alterada. Betty se puso en pie y se colocó frente a ella. Kate, que había estado yendo de un lado para otro, se detuvo y la miró. En sus ojos se reflejaban todos los sentimientos que estaba sintiendo en el momento.

Betty le quitó delicadamente el móvil de las manos y lo dejó sobre la mesa. Luego, sujetó las manos de Kate entre las suyas y la miró, tratando de parecer tranquilizadora.

—Respira un momento, ¿vale? —dijo, en voz baja—. Vamos a ocuparnos de esto.

—Tu madre necesita ayuda —asintió Clint—. Lo de ese vídeo, la verdad... Pinta mal. Kingpin no se lo tomará bien y va a responder seguro. Y no se anda con chiquitas.

—Tenemos que ver cómo actuar para protegerle —añadió Tine—. Kingpin tiene a la mafia chandalera, pero nosotros ya hemos peleado contra ellos. Sabemos cómo son. Si nos equipásemos correctamente, podríamos...

Kate negó.

—Chicos, esto es culpa mía —le interrumpió—. Yo me ocupo. Vosotros... Clint, Betty, idos a casa, volved con vuestra familia. Estáis a tiempo de llegar para Navidad. Tine, tú...

—Kate, somos un equipo —la cortó Clint—. Tus problemas son los míos. Son los nuestros. Y no nos iremos a ningún sitio hasta zanjar esto. ¿Verdad, chicas?

—Creía que resultaba evidente que pensaba ayudar con esto —observó Tine.

Betty miró a Kate, contrariada.

—¿Cómo podrías pensar que iba a dejarte sola en medio de esto? —protestó.

Se venían problemas aún más grandes de lo que esperaba en un inicio y no sabía si estaba lista para ello.

Tendrían que prepararse.

BETTY COLGÓ EL TELÉFONO CON FRUSTRACIÓN. Había tratado de contactar a Yelena y Pyotr sin éxito una docena de veces. Había esperado que no fuera a ser fácil, pero había conservado algo de esperanza.

Necesitaba hablar con ellos. La fiesta de Navidad era aquella noche. Tratarían de salvar a Eleanor Bishop aquella noche. Si Yelena y Pyotr trataban de matar a su padre precisamente ese día...

De hecho, no quería que intentaran matarle ni ese día ni ninguno. Pero necesitaba hablar con ellos para ello. Necesitaba contárselo.

Tendría que decirles que pasó. Incluso cuando sentía náuseas solo de pensar en verbalizar lo que sucedió en Vormir.

No había sido capaz de contarlo. Nunca. ¿Cómo iba a hacerlo delante de Yelena y Pyotr sin romperse?

Pero tenía que hacerlo si quería salvar a su padre. Había perdido a Natasha. A su madre. No podía perder a otro padre.

El viaje en metro estaba resultando bastante deprimente.

—¿No responde? —preguntó Tine, incluso aunque ya sabía la respuesta a esa pregunta.

Betty negó lentamente.

—Pyotr tampoco me contesta —suspiró Tine—. No me ha cogido el teléfono en ¿cuánto? ¿Seis meses? Desde que se marchó a buscar a Yelena. —La mujer se quedó en silencio unos segundos—. Es mi mejor amigo.

—Es mi tío, prácticamente —murmuró Betty—. Y no le he visto desde que terminamos con la Sala Roja. No pude contarle qué pasó con Nat. No vino a la batalla en el Centro.

—Fue por mí —confesó Tine, en voz baja. Betty la miró, sorprendida—. Fue por mí por quien no fue. ¿Te dije que estuve en Wakanda cuando Thanos chasqueó? Bueno, antes de que me hiciera desaparecer, casi me mató. Me dejó gravemente herida. He tardado casi un año en recuperarme de aquello. Recuerdo que, después de que él chasqueara y desapareciera, Natasha corrió hacia mí y me sujetó la mano, me pidió que aguantara. Que resistiera un poco más. Yo me reí y dije que, por ella, aguantaría un paseo por el infierno. —Tine parecía haberse perdido en el recuerdo. Betty no se atrevió a decir nada—. Y, de un momento a otro, desaparecí y volví a aparecer, y ella ya no estaba, pero yo seguía herida. Me atendieron los médicos de Wakanda. Me salvaron la vida. Pete se quedó conmigo, porque dijo que era lo que Nat hubiera hecho.

»Dijo que le hubiera matado si me dejaba sola. Nos enteramos de la noticia por T'Challa. De lo sucedido con Tony y lo de Nat. Te harás a la idea de lo horrible que fue.

—No sé qué hubiera hecho en esa situación —murmuró Betty.

—Sobrevivir —se limitó a decir Tine—. Es lo que todos hacemos. Aunque es probable que me hubiera hundido en la miseria si Bucky no me hubiera ayudado mientras trataba de hacer las paces con su pasado. Si el tonto de Sam no hubiera entregado el escudo. Si no hubiera vuelto a hacer lo único que se me da bien, pelear.

—¿Por qué mi padre estaba enfadado contigo al principio? —preguntó Betty.

—Tuve que ocultarme cuando Nat filtró los archivos de S.H.I.E.L.D. Tuve que hacer desaparecer todo lo que aparecía en ellos sobre mí, para tratar de mantener a mi familia a salvo. Incluso cuando estaba totalmente distanciada de ellos, no necesitaba que fueran a matarlos, ya sabes. Clint me ofreció ayuda y la rechacé de la peor manera posible. Estaba frustrada. Ambos discutimos bastante. No fue agradable. No nos habíamos visto desde entonces.

»Conseguí mantener mis datos lejos del ojo público, pero los últimos resquicios de HYDRA los encontraron. Tuve que esconderme durante años. Hasta que la propia Nat tuvo que darse a la fuga y nos reencontramos. A partir de ahí, encontré un lugar en Wakanda. Ayudé a Ayo a liberar a Bucky del control mental. Dejé de correr de un lado para otro. Volví a sentirme útil. Estuvo bien.

—¿Qué hiciste tras el Lapso? —quiso saber Betty.

—Recuperarme, ayudar a Bucky, Pyotr y Sam, volver a Nueva York y poco más. Busqué paz por mucho tiempo. Aún no sé si la he encontrado, pero sí estoy mejor que antes. Y espero que tú también.

Betty asintió lentamente, lanzándole una mirada a Kate, que miraba por la ventanilla del metro, sentada junto a Clint.

—Sí, creo que sí —admitió—. No sabía que Pyotr había estado con Sam y Bucky. Ni contigo. Llevaba mucho sin saber de él. ¿Por qué no me dijiste?

—Le prometí que no te diría nada sobre él hasta que os hubierais visto. No sabía que planeaba matar a tu padre.

Betty asintió lentamente.

Cambiaron de sitio. Betty se sentó junto a Kate, que apoyó a cabeza en su hombro casi al momento. Tine le dio un codazo a Clint al sentarse a su lado.

—Oye, Kate —dijo Clint, después de que los cuatro permanecieran en silencio casi un minuto completo—. Siento mucho cómo ha acabado todo. También para ti, Tine.

—Gajes del oficio —se limitó a decir esta última. Kate suspiró.

—Ya. Prefiero no pensar en eso —admitió, entrelazando sus dedos con los de Betty—. Tenemos lo de esta noche.

—Tienes razón —asintió Clint—. Y hay que equiparse bien. Con un buen puñado de flechas superpeligrosas.

Kate dirigió la mirada a él, sorprendida.

—¿Podéis hacer más?

—¿Por quién nos tomas? —rio Betty—. Prepárate para alucinar, bonita.

Y tanto que alucinó. En cuanto montaron su pequeño taller para fabricar las flechas y se pusieron manos a la obra, Kate puso la expresión de una niña pequeña el día de Navidad.

—Kate, ¿has visto el spray pimienta? —preguntaba Clint, dando instrucciones.

—Sí, lo tengo aquí.

—Perfecto. Betts, ¿cómo va la flecha eléctrica?

—De maravilla. ¿Tine, tú con las de gancho?

—Podría hacer cinco con los ojos cerrados.

Betty no sabía cuánto tiempo pasaron preparando puntas, colocándoselas a los astiles y etiquetándolas una por una. Esa última tarea era de Kate, que se dedicó a colaborar y aprender de la experiencia de los demás.

—¿Para qué es esta? —preguntaba.

—Es muy peligrosa —respondía Clint.

—Muy peligrosa —repetía Kate, dejándola cuidadosamente sobre la mesa y pegándole su etiqueta correspondiente.

—Superpeligrosa, diría yo —admitió Betty—. Ten cuidado de no sentarte encima. No es algo agradable.

—¿Alguna vez te ha pasado? —quiso saber Kate.

—No, pero a Tine sí —respondió Clint.

—¿Ella fue la amiga torpe que me contaste que se sentó encima? —preguntó Betty, sin dar crédito.

—¿Solo hablabas de mí para las cosas malas acaso, Barton? —protestó la mujer.

Betty preparó cuidadosamente la flecha Pym, recordándose de nuevo que debía escribirle a Scott y Cassie y enterarse de qué tal estaban.

—Oye, Kate, ¿la fiesta esa...? —empezó Clint. Las tres mujeres le miraron—. ¿Es elegante? ¿Hay que arreglarse?

Betty apostaba a que aquello no era lo que quería preguntar en un inicio.

—Sí —asintió Kate—. De gala.

Clint la miró un momento.

—No tienes por qué hacerlo —comentó, finalmente—. Así es este trabajo. Da muchos problemas.

Más de los que Betty imaginó cuando decidió seguir los pasos de Clint y Natasha.

—Es solitario —continuó Clint—. Te hacen daño.

—Puedes llegar a perderlo... todo —murmuró Tine, en voz baja. Mantenía la cabeza gacha—. No es algo que deba decidirse a la ligera.

—Los héroes tienen que tomar decisiones difíciles —asintió Clint—. Si vas a hacerlo, tienes que estar preparada.

—Ninguno te juzgará si decides pensártelo otra vez —susurró Betty—. En ocasiones, desearía habérmelo replanteado. Ha hecho mi vida lo que es ahora. Pero no ha sido fácil.

Kate agachó la cabeza.

—Cuando era pequeña y llegaron los aliens —empezó Kate—, estaba sola. Y muerta de miedo. Entonces, te vi, Clint. Atacándolos, con un palo y una cuerda. Te vi saltar de un edificio aunque no podías volar. Ni tenías superpoderes. Y pensé: Si él puede, no hay por qué tener miedo. —Kate hizo una pausa—. Tú me enseñaste que ser un héroe no consiste en volar ni en lanzar rayos con las manos. Que puede serlo cualquiera que haga lo correcto, a pesar de los riesgos.

Un gran silencio se extendió por la habitación. Betty miraba a Kate, mientras una sonrisa iba apareciendo en su rostro lentamente.

En su humilde opinión, esa chica era alucinante.

—No fuiste a la única a la que él inspiró, ¿sabes? —comentó Tine, sonriendo levemente—. Lo he aprendido todo de ti, Clint. Lo sabes.

—Creo que ni siquiera hace falta que yo hable —dijo Betty, dándole un codazo a su padre. Dejó que él le pasara el brazo por encima de los hombros—. Vendrá en la familia, ¿no?

Clint simplemente sonrió. Puede que se sintiera algo abrumado. Betty no lo sabía.

Pero, si ellos cuatro estaban allí, era porque Clint Barton había inspirado a aquellas tres chicas a intentar hacer lo mejor que podían con un simple arco y flechas. Y era algo que él necesitaba saber.

—¿Estás preparada para ello? —preguntó Betty, mirándola muy seriamente.

—Estoy lista —asintió Kate. Luego, casi de broma, le dijo—: ¿Y tú?

Betty se quedó un momento en silencio. ¿Estaba preparada? No lo sabía. Pero tenía que estarlo. Asintió.

—Sí.

—Entonces —dijo Tine—, preparémonos. Tenemos una fiesta de gala a la que asistir.












un mini edit de matt porque me tiene más enamorada que de costumbre últimamente jé

quedan muy pocos caps alfnakdosnckd, como dice el título de este, are you ready for it? porque se viene de todo aaaaa

cuídense y tomen agüita <3

ale.

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