Capítulo 25

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Narrador Omnisciente

Mientras tanto en la isla... Maléfica, La Reina Malvada, Jafar y Cruella estaban en el castillo de Maléfica viendo la televisión.

—Por fin, aquí estamos. En directo desde la coronación, en la que el príncipe Benjamín pronto será coronado rey y la impactante noticia de que la princesa Bella no será coronada como reina sino que ha elegido ser la consejera real de su hermano. — dijo la periodista — Con ustedes, Blancanieves informándoles puntualmente de "¿quién es la más hermosa?".

La Reina Malvada cogió un puñado de palomitas y las tiró contra la tele.

—Blancanieves, ¿a quién quiere engañar? Seguro que se ha hecho unos retoques. — dijo la Reina Malvada y Maléfica la miró con los ojos muy abiertos y pensando: "¿y tú no?"

La pantalla cambió de Blancanieves a la Hada Madrina, que se estaba acercando al estrado y a su varita que estaba tapada con un manto.

—Oh, el Hada Madrina está radiante. Pero, ¿qué le pasa en el pelo a Jane? — dijo Blancanieves. — Oh, y ahí está la varita del Hada Madrina.

Los cuatro villanos observaron detenidamente mientras el Hada Madrina descubría la campana de cristal y dejaba ver su varita resplandeciente. Maléfica se levantó de su asiento y se acercó a la televisión.

—¡Quiero esa varita! — gritó ella.

—No me digas. ¿La quieres? — le dijo Cruella.

Maléfica la fulminó con la mirada.

—¡Oh, y aquí vienen Ben y Bella! — dijo Blancanieves.

Ben, Mal, Bella y Carlos estaban en el carruaje con los caballos cabalgando por el reino. Mal y Carlos parecían extremadamente nerviosos, Bella le cogió la mano a Carlos y le sonrió.

—Estarás bien, no te preocupes. — le dijo.

Ben agarró la mano de Mal y esta levantó la vista de la caja azul que estaba sosteniendo.

—No te pongas nerviosa. — dijo Ben. — Solo tienes que estar sentada y... seguir tan guapa. 

—Gracias. — le dijo Mal con suavidad.

Ben miró a su hermana, preguntándole con los ojos si debería darle a Mal su anillo. Bella sonrió alegremente y asintió.

—Mal, ¿quieres llevar mi anillo? — preguntó él deslizando su anillo de oro fuera de su dedo. Pero Mal apartó su mano cuando este se lo fue a poner.

—Emm... ahora no. — dijo ella. — Seguramente se me caería.

Bella miró a Mal con desconcierto.

—Algo está mal... Puedo sentirlo. — pensó Bella.

 Ben asintió comprensiblemente mientras Mal tenía una ligera sonrisa en su cara.

—Tengo algo para ti. — dijo Mal como acordándose de algo.

—¿Para mí? - preguntó Ben.

Mal asintió con la cabeza.

—Es para luego.

Ben abrió la caja azul para ver un pequeño bizcocho de chocolate. Él le sonrió a Mal.

—Cuando necesites reponerte. Los hidratos de carbono dan energía.

—Siempre tan detallista. — dijo Ben y Mal soltó una risita. — Pero no puedo esperar.

Ben dio un mordisco y Mal y Carlos parecían preocupados.

—¡No! — dijeron ellos al unísono.

—Mmm, está realmente bueno. — dijo Ben.

—Eh... ¿tú... — dijo Mal sorprendida.

—¿Mal? — preguntó Ben.

—¿Estás bien? — continuó Bella.

—¿Te sientes bien? — preguntó Carlos.

—Por supuesto. — dijo Ben. 

—¿Dirías que aún estás... — Mal estaba tan sorprendida que apenas podía hablar. — ¿que aún sientes algo por mí?

Ben se encogió de hombros.

—No sé... Esperemos a que el hechizo de desamor haga efecto.

—Vale. — dijo Mal, se dio la vuelta y volvió a mirarlo con los ojos como platos al darse cuenta de lo que dijo.

—¡¿Qué?! — dijeron Mal y Carlos.

—¿Lo sabías? — le preguntó ella.

Ben y Bella se miraron y comenzaron a reírse a carcajadas.

—¿Lo del hechizo? Sí, lo sabía... — dijo Ben.

—¿Tú también lo sabías? — le preguntó Carlos a Bella.

—Sí... Ben me lo dijo. — dijo ella con una sonrisa burlona.

—Puedo... puedo explicarlo. — dijo Mal.

Bella negó con la cabeza riendo.

—No es necesario. — dijo ella.

—No, no importa... Te habías enamorado de mí, yo estaba con Audrey, y pensaste que necesitaba una ayudita. ¿Verdad? — dijo Ben.

Carlos miró a Bella en estado de shock.

—Sí. — Mal rió nerviosamente. — tienes razón. ¿Y desde cuándo lo sabéis?

—Desde nuestra primera cita. — admitió Ben.

—Él me lo dijo al día siguiente. — dijo Bella.

—El lago encantado deshizo tu hechizo. — dijo Ben.

—¿Y has estado fingiendo desde entonces? — le preguntó Mal con un toque de dolor en su voz. Ben no dijo nada, solo sonrió. Bella miró hacia abajo al igual que Ben y vio que Mal tenía puesto el anillo de Ben.

—No he estado fingiendo. — dijo Ben sujetando la mano de Mal y dejándole un beso en ella.

Bella miró a Carlos y ella también se quitó su anillo.

—Quiero que tú tengas esto y lo aferres con tu vida... La razón por la que esto es tan importante para mí es porque está protegido con magia. — dijo Bella colocándole el anillo en la mano. — Está destinado a proteger a quien lo lleve puesto, así que ninguna magia oscura puede dañarte, no importa el hechizo.

—¿Por qué me estas dando esto? — preguntó Carlos mirándole a los ojos a Bella y ella sonrió con cariño.

—Quiero que te sientas valiente y este anillo es el comienzo perfecto.

Carlos miró a Bella asombrado.

—No puedo tener esto. — dijo poniéndoselo de nuevo a Bella. — No me importa lo que me pase... siempre y cuando estés bien, yo también lo estaré.

Bella sonrió y le dio un abrazo a Carlos. Él colocó su cabeza en el hombro de ella y se prometió a sí mismo que nunca olvidaría lo que siente por ella.

—¿Estás seguro, Carlos? Realmente quiero que lo tengas. — dijo ella cuando se alejaron del abrazo.

—Sí, además yo realmente quiero que estés a salvo. — dijo.

—Bella. — dijo Ben.

Bella miró a su hermano y sonrió.

—¿Sí?

—Me alegro de que hayas encontrado a Carlos. 

Carlos le sonrió a Ben y luego miró a Bella.

—Yo me alegro mucho de que hayas encontrado a Mal, hermanito. — dijo Bella.

Los cuatro sonrieron y pronto el carruaje se detuvo. Ben salió con Mal primero, seguidos por Bella y Carlos.

                                                                    ******************

Viendo la televisión en la isla, para ser más precisos en el castillo de Maléfica. La Reina Malvada miraba fijamente la pantalla con sorpresa al ver quiénes eran las parejas del príncipe y la princesa.

—Vaya, pero si es... — La Reina Malvada comenzó.

—Mi hija... — dijo Maléfica sorprendida.

—¡Carlos! — gritó Cruella. — ¡Es Carlos, mi hijo!

—Y parece una... — comenzó Maléfica.

—¡Princesa! — dijo Blancanieves mirando a Bella y a Mal impresionada. — Quién será la creadora de esas preciosidades de vestidos.  

Blancanieves desplegó una carta, parecía algo confundida. 

—¿Evie? — dijo ella. — Una modista llamada Evie, ha diseñado sus vestidos.  

La Reina Malvada saltó de su asiento.

—¡Evie! ¡Esa es mi hija! — gritó ella. — ¡Evie! ¡Esa es mi hija!

—Oh, vaya cosa. Tu hija ha cosido dos vestidos. — dijo Cruella sarcásticamente.

—Mientras tanto, mi hija y el hijo de Cruella engañaron al príncipe y a la princesa. ¡Y van a apropiarse de la varita! — dijo Maléfica.

—¡Amargada a cenar a solas! ¡Amargada a cenar a solas! — se burló la Reina Malvada como si estuviera llamando a un mayordomo o a un camarero.

Maléfica aplaudió.

—¡Ha llegado el momento, señores! ¡Ha llegado! ¡Preparaos! ¡Preparaos! — gritó corriendo por la habitación. — ¡Villanos!

Los villanos la miraron.

—¿Sí? — preguntaron ellos. 

—¡Nuestra venganza comienza hoy!

Todos los villanos rieron maliciosamente y aplaudieron, pensando que finalmente han ganado y que recibirán lo que querían desde años anteriores.

                                                      **************************** 

Ben y Mal subieron los escalones tomados de la mano, ¡Mal estaba tan feliz! Ben la ama, ¡realmente la ama! Bella y Carlos estaban justo detrás de ellos, tomándose su tiempo para subir los escalones. Carlos estaba contento de que finalmente haya alguien en su vida que lo ama de verdad, él simplemente no quiere dejarla ir. Los cuatro pronto alcanzaron la parte superior de las escaleras, donde estaban la Reina Belle y el Rey Adam. Mal hizo una reverencia a la reina, y ella le sonrió. Carlos se inclinó ante el rey y la reina y le sonrieron amablemente. El Rey Bestia sonrió a sus hijos y luego asintió con la cabeza hacia Mal y Carlos.   





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