Capítulo 23

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El agua empezó a desbordarse lentamente de la tina, creando una pequeña cascada.

Jimin observaba en silencio cómo el líquido cristalino se escurría por los bordes de la bañera, cayendo en suaves gotas al suelo y formando un charco medianamente visible.

Min parecía completamente ajeno a la situación, con una actitud indiferente continuaba dejando que el agua fluyera sin preocuparse por las consecuencias. Después de unos segundos cerró el grifo, deteniendo el flujo de agua.

—Ven aquí —le ordenó al menor con voz impasible—. Hoy haremos algo nuevo.

—¿Qué quiere decir?

—Arrodíllate.

Jimin pestañeó, un poco confundido.

No solo porque su pregunta había sido ignorada, sino también por el lenguaje no verbal que percibió en la mirada de su profesor. Esa mirada penetrante le hizo pensar, aunque no por mucho tiempo.

Sin darle tiempo a reaccionar, Min, un poco impaciente por su falta de obediencia inmediata, le tomó por sus hombros y lo impactó con delicadeza contra el suelo, obligándole a adoptar una posición de sumisión.

—Alza tus brazos —una diminuta sonrisa se curveó en sus labios cuando Jimin obedeció.

Park jadeó levemente cuando el aire frío impactó contra su torso desnudo, Min había deslizado su playera lejos de él. El mayor se acuclilló justo detrás de él con movimientos sigilosos, como si no quisiera asustarlo por alguna razón.

—¿Qué es lo que observas, ángel? —le susurró repentinamente al oído.

Jimin volvió su mirada hacia la tina frente a él, a través del agua podía ver su reflejo distorsionado por las ondulaciones y los pequeños relieves en la superficie del líquido.

—Me veo a mí —frunció el entrecejo, observando atentamente la vibración en el agua.

—¿Sabes qué veo yo? —Jimin negó en respuesta—. Veo a un chiquillo cuyos deseos le han llevado directo a la boca del lobo.

Un escalofrío recorrió su cuerpo.

El mayor acababa de referirse a sí mismo como "lobo", al menos eso parecía. Pero era absurdo, los lobos eran criaturas temidas en algunos cuentos por ser considerados como peligrosos.

Min era exactamente lo opuesto a eso.

—Mi pequeña ovejita, mi ángel... —las manos del mayor comenzaron a acariciar suavemente la piel desnuda del menor, provocando que sus vellos se erizaran con cada toque—. ¿Qué tanto confías en mí?

—Mucho... —Jimin carraspeó la garganta, sintiendo que no había sonado demasiado convincente—. Mucho.

—Dije que tomarías el papel de Jamie, pero en realidad no quiero eso —Jimin gimió suavemente mientras sentía los labios del profesor jugueteando repentinamente con el lóbulo de su oreja. Gracias a Min aprendió que esa era una zona demasiado erógena para él—. De hecho, no quiero que asumas el papel de nadie más. Solo el de ti mismo.

—Si es lo que usted quiere definitivamente podría... puedo hacerlo.

Min sonrió, medianamente satisfecho.

—Junta tus manos, no las muevas. Permíteme manipularte.

Jimin intuía que había algo más detrás de esas palabras, esa petición iba más allá de un simple "juego", estaba convencido. Pero como siempre, solo pudo aceptar, permitiéndose sentir y alejar cualquier signo de peligro que pudiese amenazar con arruinar el momento.

Las manos de Min rodearon su cintura y, con un pequeño impulso, el mayor consiguió sentarlo sobre su regazo. Sus labios descendieron hasta el cuello de su alumno, quien, encantado, le otorgó un mayor acceso a la zona. Mordisqueó y lamió, pero esas "inocentes" provocaciones solo eran una distracción.

Porque mientras Jimin se encontraba sumido en los estímulos sobre su cuello, Min ya había dirigido una de sus manos hacia su cabeza, acariciando su cuero cabelludo con dobles intenciones.

—Mmmh —Jimin volvió a gemir, esta vez con mayor volumen. La mano que hasta entonces seguía descansando sobre su cintura ya había comenzado a jugar con sus pezones de una forma tortuosamente deliciosa.—. Profesor... ¡Ah!

El rostro del menor se alzó cuando Min decidió tirar con fuerza de sus hebras rubias. Por el rabillo del ojo pudo vislumbrar parte de la expresión del mayor, lucía  divertido.

—¿Sabes por qué he llenado esta bañera hasta el tope? —los latidos se aceleraron y de repente su tono de voz cambió, ahora sonaba... tan sombrío. Volvió a tirar de la cabellera del menor, sacudiéndolo un poco—. Responde.

—N-no.

—Quiero ahogarte.

Silencio. Cruel y atemorizante.

Más y más silencio.

El profesor se acercó a su oído, sintiendo su cálido aliento impactarle suavemente en la mejilla.

—Quiero ver cuánto tiempo puedes durar sin respirar hasta que tus ojos se apaguen por completo. Necesito probar tu resistencia en conjunto con la mía, ¿qué tanto crees poder soportar hasta que me supliques que pare?

Jimin boqueó, pero nada salió de él.

Un escalofrío recorrió su espalda mientras su saliva se volvía agria. El ambiente se cargó de tensión, ambos podían sentirlo.

—N-no creo que sea una b-buena idea —balbuceó con timidez, removiéndose inconscientemente sobre el regazo del mayor.

—Alguna vez dijiste que harías cualquier cosa por mí —ronroneó, tirando suavemente de sus rizos—. No será tan malo, lo prometo.

El menor tragó saliva con dificultad, como pudo le echó nuevamente un vistazo rápido a la bañera y contra toda señal de peligro, aceptó.

—Tan obediente...

Su cuerpo comenzó a temblar y Min, quien aún se encontraba sujetándolo por el cabello, logró inclinarlos a ambos hasta que el rostro de su "ángel" estuvo a escasos centímetros del agua. Para Jimin no era la primera vez que se encontraba en una situación como esa, recordó el primer día de clases, cuando Jae y sus amigos hundieron su rostro dentro de la taza del baño.

Pero esta vez era diferente. No eran sus (ex) acosadores quienes lo mantenían inmóvil, su pulso no se aceleraba por las amenazas de Jae y sus ojos no estaban inundados de lágrimas. La música de ambiente no eran risas tenebrosas, solo había... silencio. Un silencio pesado, solo interrumpido por sus propias respiraciones agitadas.

La atmósfera era tan tensa que parecía estar al borde de la ruptura.

Min inclinó ligeramente su rostro unos milímetros más y Jimin inhaló profundamente, reteniendo el aire que sabía que necesitaría más tarde.

—¿Listo? —preguntó con ironía, aún si se arrepintiera definitivamente no se detendría.

Jimin cerró los ojos con fuerza mientras que Min sumergía su cabeza hasta el fondo de la tina, provocando que el agua volviera a desbordarse, empapándolos a ambos.

Pasaron treinta segundos, su cuerpo en respuesta se sacudió y Min tiró de su cabello hacia arriba, permitiéndole tomar aire.

—¿Bien?

—Ajam... —apenas pudo emitir un débil sonido de aprobación antes de ser sumergido una vez más.

Pasaron cuarenta segundos, Jimin se sacudió y Min lo sacó a la superficie. Sin embargo, antes de que pudiera tomar aire, volvió a ser sumergido una vez más. El líquido se infiltró en su boca, empeorando su experiencia bajo el agua. Quería toser, pero solo lograba inhalar más de ese líquido que parecía empeñado en asfixiarlo.

Pasó un minuto, los pulmones de Jimin comenzaron a arder mientras clamaban desesperadamente por aire y a pesar de sus esfuerzos por liberarse, Min no lo sacaba del agua. En cambio parecía decidido a mantenerlo sumergido, prolongando su tormento.

Cada instante se volvía más angustiante, su lucha por respirar se transformaba en una batalla desesperada por sobrevivir.

Sus brazos arañaban al aire, peleando contra la nada.

Pasaron casi dos minutos, sus fuerzas se agotaban y su mente comenzaba a desvanecerse justo al borde de la inconsciencia.

Dejó de moverse.

Y Min finalmente lo sacó a la superficie.

El cuerpo inerte del muchacho pareció desvanecerse contra el suyo, inconsciente o quizás muerto. Su rostro mostraba una calma serena, como si estuviera en un profundo sueño.

—¿Ángel? —le llamó, pero no obtuvo respuesta.

Colocó dos dedos en la parte interna de su cuello, justo al lado de la tráquea. Presionó ligeramente durante unos segundos, su pulso parecía ausente.

—Mierda —masculló entre dientes mientras analizaba el cuerpo de su alumno, el cual parecía dar indicios de no haber sufrido solamente de un "desmayo".

Min depositó con cuidado el cuerpo inerte de Jimin en el suelo para poder acomodarse a lado suyo. Sin perder un segundo, colocó sus manos en el centro del pecho y comenzó a realizar compresiones torácicas firmes y rítmicas, siguiendo el protocolo de la RCP.

Con cada compresión, Min ejercía una presión precisa y controlada, esperando una respuesta positiva. Los segundos parecían horas y sus esfuerzos no estaban dando resultados. Siguió con las compresiones y, entre cada serie, realizaba respiraciones de rescate, insuflando aire en los pulmones del menor.

Finalmente Min notó un débil movimiento en el cuerpo de Jimin. Los ojos del menor parpadearon y su pecho se alzó repentinamente.

Comenzó a toser, expulsando pequeñas cantidades de agua. Su rostro mostraba confusión y debilidad.

—¿Q-qué pasó? —dijo mientras trataba de regular su respiración y aminorar el dolor creciente en su pecho—. ¿Por qué luce... así?

Min no lo sabía, pero su rostro denotaba muchas cosas y, al mismo tiempo, nada.

Su mente estaba hecha un lío y no lograba comprender la razón.

—Casi te mato —espetó con el mismo tono neutral de (casi) siempre—. Pudiste morir en mis brazos.

El rostro de Jimin palideció, dirigió una mano hasta su pecho y percibió los latidos rápidos de su corazón.

—Pudiste morir —repitió, algo pareció brillar en sus ojos—. Y yo, lejos de sentirme culpable, ahora me siento tan...

No terminó la oración. El cuerpo de su profesor parecía temblar, lucía como si acabara de correr una especie de maratón.

—Está bien.

—¿Qué?

Min frunció el entrecejo, volviendo su atención a Park quien le observaba con una sonrisa encantadora.

—¿Eso es lo que quería? —preguntó de forma repentina—. Yo... una vez pensé en suicidarme, ¿sabe?

El rostro de Min se volvió piedra.

—Estuve a punto de hacerlo —dijo entre jadeos y risas tontas—. Pero no pude hacerlo, no cuando recordé que podía confiar en usted.

El mayor ahogó un jadeo, ¿cómo podía contarle algo así mientras lucía esa hermosa y lastimera sonrisa?

—No pude terminar la tarea, pero si usted lo desea puede hacerlo ahora mismo —tartamudeó un poco, pero no se retractó—. Yo sería capaz de dejar mi vida en sus manos, profesor.

Min pestañeó.

Y entonces, comenzó a reír.

A reír, reír y reír.

—Tú eres... realmente algo, ¿no? Ven aquí.

Jimin gateó hacia él con su cuerpo tembloroso, siendo bien recibido por los fuertes brazos del mayor quienes le ayudaron a posicionarse sobre su regazo.

Sintió sus mejillas arder cuando el mayor comenzó a desabotonarse la camisa, también quedando semidesnudo.

—Esa noche en la que despertamos juntos parecías pensativo mientras me tocabas —exclamó el mayor mientras Jimin mordía su labio inferior, avergonzado—. ¿En qué pensabas? Quiero la verdad.

—Me imaginaba unas marcas sobre su piel —los brazos de Min se enroscaron en su cintura, acercándole aún más—. Hechas por mí...

Min asintió, pareciendo meditar sobre algo.

—Márcame.

—¿Eh? —sus ojitos avellanas se abrieron en demasía ante la petición del mayor.

—Ya te he dicho cómo funcionan los tratos, ángel. Me dejaste jugar contigo, haré lo mismo por ti.

Su cara estaba al rojo vivo.

—N-no sé cómo hacerlo.

Min sonrió.

—¿Para qué estamos los docentes si no es para guiar a nuestros alumnos?

Jimin gimió, eso no debió haber sonado tan bien.

—Acerca tu rostro a mi cuello —demandó.

Lo hizo, permitiéndose enterrar su barbilla en el hombro del mayor mientras un exquisito aroma proveniente de su cuello invadía sus fosas nasales.

Escuchó un "lámeme" seguido de una ligera presión sobre su nuca. Lo hizo, dejó una corta y tímida lamida sobre la nívea piel de Min; volvió a hacerlo, esta vez más duradera y acompañada de pequeñas mordiditas.

—Ah... vas bien —halagó su profesor y un sentimiento cálido se instaló en él.

Empapó sus labios con saliva, dejando más besos húmedos, inexpertos y desordenados. Después mordió con fuerza, succionando la piel, dejándole una marca roja. 

Min gruñó, ciertamente dudaba que fuese por incomodidad.

Jimin se aventuró, descendiendo sus besos hasta llegar a la zona de las clavículas. Lamió, mordió y succionó ambas.

—Muérdeme más fuerte —espetó, apretando su cintura.

—P-pero... ¿y si lo lastimo?

—Hazlo.

Dejó un pequeño beso en la zona de la clavícula antes de separar sus labios, liberando sus dientes y mordiendo fuerte.

—Más, hazlo más fuerte.

Lo hizo, su pulso acelerado mientras encajaba más su dentadura. Ejerció más fuerza, sintiendo el cuerpo ajeno vibrar bajo su toque.

¿Así se sentía tener el control?

Más...

Pronto, las papilas gustativas de Jimin se empaparon con la sangre de Min. No esperó alguna indicación, simplemente succionó, disfrutando de la metálica recompensa. Hizo lo mismo en la clavícula que aún no era profanada por sus dientes, recibiendo gruñidos  y jadeos por parte del mayor.

Con la respiración agitada se alejó de él, mirándole fijamente con ojos llorosos. Min se encontraba igual de agitado, con su labio inferior hinchado por sus propias mordidas, mejillas ligeramente sonrojadas y mirada oscurecida.

Algo brilló en los ojos Min cuando notó un ligero rastro de sangre que escurría por la barbilla de Park. Sin pensarlo mucho se inclinó hacia él, lamiendo sugestivamente hacia arriba hasta detenerse en la comisura de sus labios.

Se miraron fijamente durante segundos que parecieron eternos, con respiraciones iguales de desordenadas. Jimin se removió, deteniéndose al sentir algo detrás de él.

—¿Profesor?

—Creo que es hora de que ambos juguemos.

Jimin apenas pudo procesar lo que Min había dicho cuando ya se encontraba sobre una cama en un cuarto que no recordaba haber visto antes.

Era la habitación de su profesor.

Sintió su garganta seca y sus manos comenzaron a temblar. Min estaba desvistiéndose y contrario a sus acciones su rostro lucía desesperado. Quitó sus pantalones, arrojándolos lejos de su vista. Las mejillas de Jimin se encendieron al notar un muy notable bulto bajo la ropa interior de Min.

Él había provocado eso.

Y no pudo sentirse más dichoso.

—Desnúdate —le ordenó, él gustosamente obedeció.

No era la primera vez que Min parecía comérselo con la mirada, pero de alguna forma se sentía como si lo fuera. Probablemente el mayor ya conocía cada parte de su cuerpo y aún así se las ingeniaba para lucir completamente asombrado e incrédulo.

—Juro por Dios que no planeaba hacerlo, ángel —dijo mientras se trepaba a la cama, gateando hasta quedar encima del menor—. Pero realmente estoy en el borde.

Jimin simplemente lo observaba anonado y en silencio.

—Me haces querer romperte, adueñarme de ti y simplemente usarte. No se suponía que debía ser así.

Jimin parpadeó confundido, las rodillas de Min forzaron sus muslos a separarse. Nuevamente estaba vulnerable y expuesto, pero no era algo que le preocupara.

—No tienes idea del jodido lío mental en el que me estás posicionando, ángel —sus dedos acariciaron aquella "M" que comenzaba a cicatrizar—. Eres peligroso, la viva imagen de-

Min se detuvo, gruñó con frustración y Jimin no sabía por qué o si acaso debía preguntar.

—Profesor... ¿q-qué va a hacer? —sus cejas se elevaron al notar cómo Min sacaba un pequeño frasco de una gaveta.

—Voy a romperte. Debo hacerlo antes de que tú lo hagas.

Jimin abrió sus ojos en demasía en cuánto comprendió que ese líquido que ahora empapaba los dedos de su profesor no era nada más que lubricante.

—¿Usted va a-?

—Si intentas cerrar tus muslos o piensas en alejarte juro por lo que más quieras que no sé cómo responderé.

Era vagamente consciente de que aquella amenaza debió asustarlo, no excitarlo. Dio un respingo, mientras se encontraba distraído algo frío y húmedo se había deslizando entre sus mejillas traseras. Dos dedos...

Las yemas de su profesor acariciaban su pequeña y fruncida entrada, empapándola de lubricante. Volvió a gemir, avergonzado.

—P-profesor...

—Yoongi. Llámame Yoongi.

Sin previo aviso metió el primer dedo, sintiendo la calidez de su interior. Observó a su pequeño jadear de dolor, despegando ligeramente la espalda del colchón. No le dió tiempo de acostumbrarse, inmediatamente comenzó a embestir dentro de él con rapidez; primero con un dedo, luego dos, logrando que su apertura consiguiese la mayor extensión posible.

Yoongi no pudo evitar gruñir, el interior del chico estaba completamente estrecho y caliente.

—A-ah... duele... —sollozó, su cavidad anal ardía y quemaba por dentro. No había modo en el infierno en que eso se sintiera bien.

O eso pensó.

—Se supone que debe... —se detuvo en cuanto Jimin gimió desvergonzadamente—. Tu próstata.

El menor formó un puño con sus manos, aferrándose a las sábanas como si de eso dependiera su vida.

—N-no... —jadeó descontento en cuanto los dedos salieron de él.

Sin embargo lo que vendría después le dejó atónito: Yoongi se encontraba deslizando su ropa interior, deshaciéndose de ella.

Los ojos de Jimin no tuvieron reparos en admirar el cuerpo completamente desnudo de Yoongi: su piel lucía tersa y suave, extendiéndose como un manto de porcelana sobre sus músculos esculpidos. Lucía tan bien con las marcas sobre su cuello y clavículas.

No pudo evitar notar una ligera mata de vello púbico que adornaba la base de su pene, el cual estaba completamente erecto y goteando líquido pre seminal.

Su entrada palpitó, de pronto extrañando tener algo en su interior. Yoongi sonrió, acercándose a él mientras tomaba sus piernas, invitándolo a enredarlas en su cintura.

—¡A-ah!

Jimin arqueó su espalda, despegándola completamente del colchón. El pene de Yoongi había entrado sin previo aviso, clavándose en su interior, robándole el aliento.

—¡Y-Yoongi! —sollozó, las lágrimas escurrían por sus mejillas. Definitivamente había una diferencia significativa con sus dedos.

—Maldita sea —Yoongi apretó la quijada, el menor estaba demasiado estrecho, siendo doloroso incluso para él.

—D-duele, m-mucho —lloriqueó, removiéndose incómodo bajo el peso del cuerpo de Min. Su cavidad anal trataba desesperadamente de adaptarse a su tamaño, pero era imposible.

Yoongi frunció el entrecejo, no esperó a que Jimin se
acostumbrara. Meció sus caderas, provocando el primer embiste. Sus ojos brillaron con morbo al notar el contorno de su pene marcarse en el vientre del menor, siendo apenas perceptible.

—A-ah —Jimin gimió, negando suavemente con la cabeza—. E-es demasiado...

Yoongi continuó con las penetraciones, cada vez más fuertes e insistentes. El cuerpo de su alumno rebotaba tan deliciosamente bien bajo su dominio, no podía detenerse.

Un sonido gutural salió de sus labios al sentir cómo Park arañaba sus brazos, rogándole entre lágrimas que se detuviera.

—No quieres eso —le susurró, juntando sus frentes mientras empujaba con la fuerza suficiente como para hacer que más lágrimas brotaran de sus ojos—. Mírate, tan hermoso...

Yoongi deslizó una mano hacia el pene adolorido del menor, masturbándolo a la par de sus embestidas.

—A-ah, más...

—Córrete y déjame usarte, ángel.

Lo hizo, tiras blancas mancharon su vientre así como la mano de su profesor. Jimin jadeaba completamente exhausto, se odiaba por no haber podido durar más, pero solo era el inicio.

Yoongi retomó las embestidas, era monstruoso, incluso egoísta. Una de sus manos se dirigió hasta el cuello de Jimin, sujetándole con fuerza y obligándole a permanecer hundido en la cama.

—N-no puedo ser suave contigo, simplemente no puedo —se excusó, jadeando ronco.

Jimin se encontraba adolorido, quería que parara, pero al mismo tiempo se sentía estúpidamente dichoso por ser testigo de cómo Yoongi perdía el control con él, haciéndole sentir hambriento y necesitado.

Sin embargo, Jimin se percató de que Yoongi parecía estar sacando su frustración por algo que no era simple estrés, iba más allá de eso.

—A-ah —la dirección de las embestidas cambió, sus piernas quedaron sobre los hombros de Min y ahora podía sentir perfectamente cómo los testículos de Yoongi chocaban contra sus glúteos a la par que su pene maltrataba aquel punto que se había sentido tan bien.

Trató de seguirle el ritmo pero fue imposible, su cuerpo se encontraba completamente agotado. Aunado a eso, Yoongi le mantenía completamente inmovilizado, simplemente usándolo como si fuese un muñeco.

—¡Yoongi! —arañó como pudo la piel del mayor, sus pulmones comenzaban a arder nuevamente ante la falta de oxígeno.

—A-ah... tan bueno —se inclinó, soltándole el cuello para reemplazar su mano con besos ardientes y mordidas adictivas—. Te sientes tan bien.

—¡Ouh! —aulló de dolor al sentir las uñas de Yoongi clavándose en la delicada piel de sus caderas.

—Tan bueno, tan mío —siguió embistiendo, dejando descansar una pierna mientras la otra se mantenía enganchada a él. Volvió a juntar sus frentes, murmurando apenas audible: —. Realmente eres un peligro, Jimin.

Después de eso, Yoongi dio un gemido ronco y áspero, dejando caer su cabeza para hundir sus dientes en el hombro de Jimin con la fuerza suficiente para sacarle sangre mientras vaciaba su esperma dentro de él.

Mmm, Y-Yoongi —Jimin estaba más allá de lo exhausto, envuelto en una bruma de placer con ligeros toques de dolor. Ni siquiera se percató cuando el mayor salió de él hasta que sintió los fluidos de Min escurrir por su ano.

Sus ojos amenazaban con cerrarse, pero no quería. Necesitaba ver la expresión de Min.

Yoongi rodó lejos de él, acomodándose en la cama. Aún se podían escuchar sus respiraciones pesadas.

Y cuando Jimin decidió encararlo, su cuerpo fue tirado contra el pecho de Min, quien prácticamente lo obligó a esconder su rostro ahí mientras sus brazos le envolvían, estrechándolo con fuerza.

—No soy el único mimoso... —bromeó entre jadeos, borrando su sonrisa al no obtener respuesta después de unos segundos—. ¿Yoongi?

Intentó separarse, siendo apenas testigo fugaz de aquella mirada perdida. Min tenía el ceño fruncido y había algo en sus ojos, un destello de agonía en ellos.

—No me mires —refunfuñó, sujetando la cabeza de Jimin para volverlo a ocultar entre su pecho.

—Yo-

—No quiero que lo hagas. No ahora.

—Está bien.

No hubo más plática después de eso, ambos entregándose a los brazos de Morfeo.

***

Así me siento después de haber terminado:

Sus comentarios y votos son bien recibidos, ya se la saben, amo cuando interactúan. 🫶🏻

Ahora si me disculpan necesito recuperarme del esfuerzo que me llevó escribir esto jajaja... 🥲 con decirles que tuve que reescribirlo como cuatro veces porque no me convencía, pipipipi.

¡Espero que les haya gustado! Gracias por leer. ❤️‍🩹

— Cherry. 🍒

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro