Capítulo 66

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Ellos podían controlar qué tanto el otro entraba en su mente, mas en ese momento en donde sus emociones estaban revueltas, era muy poco lo que podían hacer y eso los estaba perjudicando. Porque podían sentir todo aquello que el otro callaba aún sin mirarse.

Jungkook no quería mirar a Taehyung, ni siquiera quería pelear como su primer instinto quizás hubiera pedido. No sabía cómo, solo dolía, mucho. Era como un lobo herido y solitario en el medio del bosque sin poder cazar o protegerse correctamente, solo luchando por al menos sobrevivir una noche más. No lo miraba, pero escuchaba su incertidumbre, deseaba que en su mente le dijera que todo fue un error, que no fue él o cualquier otra excusa, pero todo lo que percibía era culpa.

Taehyung podía percibir también su lucha interna, lo mucho que su Alfa deseaba confortarlo y dejarlo a la vez. Sentía su odio, su dolor, su amor, su decepción... Todas esas vibraciones sentimentales las vivía en carne propia. No intercambiaron palabras por mucho que ambos se querían decir, uno quería disculparse y el otro exigir explicaciones, ambos guardaron silencio.

Podrían haberse perdido en una batalla a muerte, la sangre pudo haber corrido, mas ese encuentro no se dio. Los lobos en sus interiores simplemente se alejaron dejándolos solos para hacerle frente a sus emociones.

Seokjin simplemente desapareció de la vista de ambos tras darles una advertencia, no le importaba lo que esos dos fueran hacer con su vida, siempre y cuando se mantuviesen alejados de sus hijos. No se miraron mientras Taehyung recogía los documentos que le quedaban, ambos estaban conscientes de que solo trataba de hacer tiempo para alargar el adiós. Aún distantes, continuaban sintiendo la presencia del otro dentro de la casa.

— L-Lo siento. — Volvió a romper en llanto Taehyung mientras se afincaba a su escritorio para dejar salir todo aquello atrapado en su pecho. Su garganta dolía, sus cabellos blancos caían sobre los ojos cubiertos de lágrimas con los que pleiteaba. Su nariz cerrada, sintiendo por momentos que se ahogaría por la falta de aire que lo azotaba. — Lo siento...

Un piso más abajo, Hoseok observaba al líder de su manada en igualdad de condiciones mientras apoyaba su frente al cristal mirando hacia el bosque, acariciando el anillo en su dedo que su Theta le había entregado, en su otra mano el peluche preferido de Ryujin.

Lo veía batallar en silencio, su pecho dolía al ver a Jungkook, al saber también lo mal que se sentía Seokjin, Taehyung, los niños e incluso la pareja que un día atrás había salido hacia el bosque. Todos estaban afectados por lo ocurrido, con sus corazones en conflicto, tratando de entenderse mutuamente. Sin importar por donde se mirara, dolía...

— Alfa... — La voz del beta causó que Jungkook secara apresuradamente sus lágrimas como si no hubiese sido visto momentos antes. — Nuestra Luna... — Calló sin saber si era correcto o no seguirlo llamando así aunque en teoría, era exactamente eso, su otro líder y Luna. El Theta no solo era el compañero del Alfa de Alfa, era su esposo, con quien había cerrado vínculo, su algo más que todo. — T-Taehyung ya se va. — Avisó notando como batallaba con sus instintos y asentía. — ¿Quieres que me encargue?

— No, el Alfa de la manada sigo siendo yo. — Espetó firme antes de apretar el muñeco de su hija y dejarlo en manos del mayor antes de dirigirse a pasos apresurados a la salida de aquella mansión.

Las orejas de Taehyung se movieron levemente cuando escuchó y reconoció su caminar acercándose a él. Sus alrededores estaban llenos de sus hombres, licántropos que desconocían lo sucedido, ya que fue todo llevado a cabo con gran discreción por parte de los involucrados. No era bueno para nadie que, dado la aún reciente unión de manadas y todos los problemas externos, se conociera que entre ellos algo se había fracturado, que estaban débiles emocional y físicamente aunque no quisieran admitirlo. Todos lo estaban, pero más esos dos que compartían vínculo porque ese lazo creado, estaba sufriendo, se estaba deteriorando.

Vehículos estacionados, luces y árboles a varios metros. Semanas atrás habían llegado ahí envueltos en emociones, besándose, riendo llenos de felicidad, ahora, esas emociones habían sido cambiadas.

— No puedes salir del país en las próximas dos semanas hasta que no lleguemos a un acuerdo sobre cómo llevaremos el manejo de la manada de ahora en adelante. — Habló serio el alfa a escasos metros del peliblanco que lo observaba con sus mandíbulas tensadas y un nudo en la garganta. Su nariz enrojecida era lo que más sobresaltaba. — ¡Retírense! — Agregó mirando a sus licántropos alejarse, dándoles privacidad.

— Estoy consciente de ello. — Respondió firme dándose la vuelta cuando quedaron solos, enfrentándose a un dolor tan fuerte que le hizo cerrar los ojos y trastabillar en su mismo lugar. Sin poderlo evitar, el alfa casi corrió a él, deteniéndose a pocos pasos, empuñando su mano antes de dar un paso atrás.

— ¿Te encuentras bien? — Su voz salió gruesa, mas frente a esa pregunta, Taehyung no supo si reír y llorar.

— No creo que debas preocuparte por mi bienestar en este momento, Alfa. No sé cómo puedes hacer para controlarte en estos momentos, para hablarme, mirarme siquiera cuando ni yo mismo lo quiero hacer. Esperaba que vinieras a mí pidiéndome la cabeza por lo sucedido con Ryujin, justo como en el sueño que te conté. Todo esto, tú extremadamente calmado sin gritarme, golpearme o querer matarme, me está destrozando más que si hicieras alguna de esas cosas. — Sus palabras salían con una mezcla de molestia, dolor y un amor que no podía ocultar, dejando sus lágrimas salir sin comprender esa situación tan insólita.

Jungkook también se lo preguntaba, él tenía que haberlo matado por lo que le hizo a su hija. Nunca permitió que siquiera los miraran y ahora, tenía frente a él un licántropo que casi mató a uno de sus cachorros. De tanto que quería sentir o hacer, no sentía o hacía nada. Solo mirarlo como en ese momento, buscando una explicación para poder entender lo ocurrido, aun negando el hecho de que su esposo, había cometido un acto tan barbárico.

— ¿Por qué lo hiciste? — Interrogó serio con un deje de esperanza escondida. No es que mucho fuera a cambiar en ese momento, pero necesitaba escuchar algo, lo que fuera.

— No lo sé. — Esa era la verdad, no sabía el por qué de sus actos, aunque buscaba un motivo, una disculpa que dar, lo cierto era que ni siquiera sabía en concreto por qué atacó a la menor. Su mirada se encontró con una brillante que iba del color rojo al azul y que por segundos se acercaba a él, antes de notarlo, había sido tomado por el cuello y estampado contra el auto detrás de él con fuerza. — S-Sé que no era la respuesta que e-esperabas, K-Kook, p-pero no sé qué me pasó. Quiero a tus h-hijos, de verdad, yo podría haber matado a cualquiera que les hiciera algo tal cual lo harías tú. Sin embargo, n-no sé qué me ocurrió.

— ¿No sabes? — Incrementó el agarre, sus garras rasgando la piel contraria.

— N-No. Me molestó su presencia, el olor que emanaban. Me incomodé, me asusté, los vi como una amenaza, fueron muchas cosas a la vez que ni siquiera recuerdo correctamente. Estoy consciente de lo que hice, pero no encuentro un motivo lógico para ello. No lo entiendo. Juro que me siento mal por todo esto, Alfa. Todo esto que está pasando...

— Mal nos sentimos todos. — Escupió casi con desdén esas palabras mientras luchaba por controlar sus colmillos y garras porque comenzaba a perder el control. Por mucho que una parte de él quisiera, existían más de mil motivos por los cuales no podía acabar con la vida de Taehyung en ese preciso instante. — ¿Qué tan mal puede sentirse alguien después de casi matar a un niño inocente sin razón alguna?

— Jungkook... — El menor llamó queriendo expresarse.

Estaba sintiendo como el agarre alrededor de su cuello se suavizaba y el contrario, tal cual él minutos antes, se trastabilló dando varios pasos hacia atrás. Se había mareado, su cabeza dolía tanto como la marca en el cuello que se apresuró a cubrir con la mano. Cayendo sobre sus rodillas, sus sentidos comenzaron a revolucionar, su olfato, su oído, no sabía qué estaba percibiendo, qué le estaba pasando.

— ¿T-Tienes algún malestar? Dolor de cabeza, mareos, no sé, cualquier cosa... — El Theta negó preocupado, procurando levantarlo, recibiendo un empujón por parte de quien hasta el momento fuera su pareja. —Incluso estoy cansado de pelear, no lo haré más así que no alarguemos más este asunto. No sé por qué te estoy dejando vivir, por qué no estoy arrancando la vida de tu ser, pero debes darte con un canto en el pecho por esto. Vete ya, después hablaremos de negocios, te enviaré a Hobi o a Nam en estos días.

El ceño del peliblanco se frunció decepcionado, a pesar de entender la razón por la cual el alfa no quería volverlo a ver. Era normal que mandara a sus hombres a tratar con él, pero dolía...

— Seguirás siendo mi Luna, después de todo, eres el líder global de todos los lobos, así que seguirás a cargo de esta manada conmigo, pero tratarás todos los asuntos con Namjoon o Hobi, ellos me harán saber cualquier cosa, no es necesario que nos veamos directamente. — Espetó terminando de incorporarse, girándose sobre sus pies para volver al interior de la casa, empuñando sus manos en busca de un dolor más fuerte que ese que estaba sintiendo para poder acallarlo.

Te amo... — Los pasos del Alfa de Alfas se detuvieron al escuchar aquella voz en su cabeza. — Aunque no merezca decírtelo, aunque nunca nos volvamos a ver, te amo, Jeon JungKook, tú también siempre seguirás siendo mi Luna y mi Alfa. No por obligación, sino porque eres el único ser que he podido amar, a quien mi corazón y cuerpo pertenecerán eternamente sin importar que hoy nos estemos dando el adiós.

Aquel que tenía el mechón negro en su cabello blanco, sintió su pecho congelarse y arder al ritmo que sus lágrimas comenzaron a caer. El suelo se llenaban de gotas rojas provenientes de sus puños, algunas que estaban supuestas a ser transparentes se tornaron azules para hacerse visibles cuando se mezclaban. Lágrimas y sangre se unían como si fueran el resumen de su amor, de toda la relación que llevaron desde el día en que sus ojos se encontraron en aquel camino cuando el menor entraba en su primera rutina. Esta vez, a diferencia de las veces anteriores, los dos aceptaban el adiós.

Tenían que soportar otra despedida que parecía ser definitiva, le estaban dando la bienvenida a nuevas noches de dolor que les impedirían dormir, que se llevarían toda su concentración y deseos de continuar respirando. Cerraría y abrirían sus ojos para encontrarse con otro día despiertos e indiferentes a su propia desesperación, a su propio desconsuelo.

Esta vez, por alguna razón, la herida era más dolorosa, la agonía se estaba tornando un infierno aun cuando recién comenzaba. Querían mantenerse junto a ellos, que ese ser con quien cerraron vínculo sostuviera sus manos, evitando que ambos se perdieran. En otra ocasión, si uno se alejaba un paso, el otro lo daba hacia ellos, esa vez, ambos se alejaban sin buscar una cercanía que no podrían volver a tener después de todo lo ocurrido.

¿Por qué sentían que no existirían sin el otro si nunca fueron dependientes de su amor o la persona a quien amaban? Era más que simple cosa de licántropos y lobos, sentían que iba más allá de lo física y emocionalmente creado por ellos. Deseaban sostener sus manos, no hacer eso porque conocían sus sentimientos por el otro y la falta de amor mutuo no era algo que les estuviese afectando. Su amor seguía intacto, más vigoroso y potente que nunca, pero insuficiente ante lo sucedido.

N-No te vayas... — Musitó bien bajo en su cabeza como si fuera para sí mismo, ignorando que sus pensamientos seguían llegando a Jungkook. — Por favor, no me dejes así, te amo. Lo siento tanto, yo me estoy sintiendo morir, Alfa.

El Alfa dio un paso atrás sin voltearse, su cabeza y corazón argumentando las razones por las cuales debería ir a él o alejarse definitivamente. Se trataba de su cachorro, del licántropo que amaba y al que su vida estaba literalmente ligada. No obstante, sin importar todo lo que pudiera amarlo, por mucho que hubiese confiado en él y supiera que en el fondo, Kim Taehyung no era una mala persona, no podía ir hacia él.

Por eso, sin limpiar sus lágrimas, conteniendo los sollozos, se alejó de él a pasos firmes mientras iba al búnker en donde le dio paso a una licantropía que no terminó. Gruñía en medio de su llanto, corría hasta chocar con las paredes infligiéndose dolor, dejando que sus puños se estrellaran con estas hasta que quedara parte de su sangre y carne pegadas a esa. Sus garras rayaban su cuerpo, mismo que se regeneraba con rapidez exorbitante desde que fueron al Ártico.

Corriendo a gran velocidad entre esas paredes, chocó una vez más cayendo al suelo sobre sus brazos y rodillas para empezar a aullar sin que nadie lo pudiese escuchar por la protección del lugar. Bueno, nadie excepto Taehyung, el Theta que aún después de llegar a su antigua mansión siguió escuchándolo, sintiéndolo. La angustia y el suplicio de su Alfa fue tan desgarrador, que a pesar de no poderse transformar, corrió hacia el bosque solo, llorando, dejando salir su tristeza.

+++

Jimin miraba al padre de su mejor amigo controlando todo el lugar mientras Namjoon yacía a su lado, transformado junto él. Seguía sin comprenderlo, en el pasado, este no le dio muestras de cariño como lo hizo su difunta esposa, fue con él tan o más estricto de lo que fue con Taehyung. Sin embargo, ahí estaba, podía sentir la emoción brotando de él como si fuese el abuelo del cachorro que estaba por llegar.

Cuando este se apareció en la mansión en busca de su hijo y lo vio envuelto en dolores, ayudó a Namjoon con la experiencia adquirida por la difunta Dseta que amó, dado que ella también había recibido a Taehyung en ese mundo en su forma lobuna. Al decirle que no creía que justo él estuviera ayudándole en su parto, este le respondió que sabía que no era su padre, que no se encontraba ni cerca de serlo, pero que necesitaba apoyo familiar. Le dijo que aunque Taehyung no estuviese ahí, él tomaría el lugar de su hijo.

No supo si fue por las emociones del momento, mas Jimin se encontró llorando y siendo abrazado por el mayor de los Kim. Justo en sus brazos, gritó de dolor y junto a Namjoon, lo ayudó a pasar por esa transformación doble suya y del cachorro. Vio el cielo abierto, pidió que la tierra lo tragase por el dolor que experimentó, no obstante, ya en su forma de lobo, todo se sintió mejor.

Olisqueando en el aire, los ojos ámbares del lobo mixto se desviaron hacia un árbol en el que vio agachado a su mejor amigo. Taehyung estaba ahí, acompañándolo en su parto a pesar de no acercarse porque sabía que en ese momento su Alfa estaría más sensible, territorial y agresivo que nunca, pero estaba ahí, con él. Sus ojos se aguaron, deseaba hablarle, pero todo lo que pudo hacer fue quedársele viendo mientras el lobo gris lengüeteaba todo su pelaje transmitiéndole calma y apoyo.

Normalmente, en el nacimiento de la camada de lobeznos, solo solían estar aquellos que daban a luz, alejándose de la manada para recluirse en una guarida hasta darle la bienvenida a sus cachorros, sin embargo, Jimin no estaba solo. Tenía al antiguo Alfa líder de los Mul asegurando todo el perímetro, tenía a su compañero y a su mejor amigo a una distancia prudente.

Fue un parto bastante rápido dado que solo tuvo un cachorro, no obstante, tardó lo suficiente como para hacerlo maldecir una o dos veces. Definitivamente dolía menos que el parto en forma humana, todo los decían y aunque no lo había experimentado, podría dar fe de esto, mas no dejaba de ser jodidamente molesto y doloroso.

Cuando el diminuto licántropo llegó al mundo, Namjoon fue el primero en aullar feliz, Jimin estaba cansado, no obstante, se unió al lobo gris para aullar hasta que este calló y se acostó a varios metros de ellos dos, admirándolo con su cola inquieta. No podía acercarse, sabía que el omega podría atacarlo aún sin quererlo, pero no se fue, permaneció contemplándolos como la más hermosa imagen.

Solo después de asegurarse que todo estaba bien, los azules ojos del peliblanco buscaron a su mejor amigo que tenía al cachorro pegado a uno de sus pezones siendo amamantado. Ambos compartieron una mirada y el Theta regresó a su antigua mansión.

Por primera vez, se sentía tan desolada y vacía. No fue mucho lo que se llevaron de allí, todos los muebles seguían en el mismo sitio, muchas de las que fueron sus pertenencias también continuaban en la casa, pero todo ese espacio lo estaba consumiendo en su soledad. Esa primera noche y las tres siguientes también.

Fue justo en la quinta noche, mientras iba con una jarra de leche de la cocina a su habitación, que dejó caer aquel líquido cuando subía los escalones. Su cuerpo pareció partirse en dos, el dolor que lo atacó nunca antes lo había sentido, jamás fue testigo de lo que sus ojos veía o de aquello que ocurrió. De su pecho, salió varias puntas sueltas de su medallón, cuatro para ser exactos. Cada una se situó a un lado de su cuerpo, dos a los costados, una detrás y otra delante antes de comenzar a brillar y encerrarlo en una cápsula que lo elevó en el aire hasta dejarlo en el piso inferior una vez más.

Ante él, en medio de su llanto y lágrimas, vio aparecerse a la gran loba que llevaba un medallón como el suyo. La Diosa Luna hizo acto de presencia, acercándose hasta su cuerpo, desgarró toda su ropa y, una vez desnudo, lamió su abdomen. ¿Existía una palabra mayor que dolor o calvario para expresar aquello que lo azotó? Taehyung lo dudaba, su cuerpo pareció desgarrarse del dolor, sus costillas, pecho, todo parecía querer transformarse. No obstante, lo único que cambió en él, fue su plano y marcado abdomen, mostrándole una panza enorme que casi lo hizo desmayar.

Sus ojos buscaron a la loba en busca de alguna explicación, no comprendía lo que estaba ocurriendo, mas esta solo tomó su elegante y hermosa forma humana para agacharse frente a él y sonreírle.

— Debía proteger tu primera camada y mi próximo descendiente. — Musitó acariciando su cabello, elevando su mano para volver a tomar las cuatro puntas que se unieron, levitando varios centímetros por arriba de su mano antes de que ella las volviera a colocar en el pecho del Theta. — Estos nacerán bien. Estoy sorprendida porque tu Alfa pudo sentirlos a pesar de mi intervención. Su instinto de protección por sus cachorros fue tan grande, que a pesar de su dolor y furia, no pudo atacarte a pesar de no tener idea de tu estado real. Siempre me sorprenden ustedes dos. — Le sonrió mirando su barriga, posando su mano en esta para cubrirla. — No puedo asegurarte que todos tus hijos vivan muchos años, pero nacerán sanos y salvos.

— No entiendo qué está pasando. ¿Qué significa esto? ¿Por qué nadie pudo notar esto? ¿Desde cuándo he estado embarazado? ¿Este es el motivo por el que ataqué a la hija de mi alfa? ¿Dónde estás? — Gritó desesperado. — ¡Hija de tu puta madre, Diosa Luna! ¡Hija de puta! — Gritó envuelto en su llanto antes de perder el conocimiento.

¡Hola por aquí! 🙈
¿Qué les ha parecido el capítulo? 🙈
LORED

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