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- Quería preguntarte algo.

- Hazlo de una vez, antes de que se te olvide.

- ...

- Ya lo olvidaste, ¿no es así?

- Lo recordaré al rato -dirigió su mirada a otra parte, hasta que abrió sus ojos y volvió a encararlo- cierto, ¿por qué aún sigues aquí?

Supo que le había preguntado sobre algo muy profundo cuando su expresión cambió radicalmente.

- Yo te lo dije, decidí quedarme -parece querer evadir el tema una vez más.

- Entonces, quiero saber, ¿por qué no puedo hacer las mismas cosas que ? -miró sus manos, pensando en la poca distancia de sus portales y el que no podía abrirlos todos, el que no pudiera hacer muchas cosas que él podía con sus poderes, si era su familia, sangre de su sangre, ¿por qué no podía ejecutarlos aunque tratase más de una vez?

Él suspiró, parecía derrotado.

- Eso es porque yo seré tú -paso una de sus manos por su cabello, dejando ver la marca de la serpiente en su frente, al igual que ella- y tú serás yo.

Hubo silencio, uno demasiado incómodo en la que ella se pensó el significado de sus palabras.

- Cuando fallamos -empezó a hablar de nuevo- y somos asesinados, Orochi nos trae de vuelta, porque en un inicio le pedimos que nos dejase vivir; siempre volvemos, porque el poder de Orochi viene de Gaia.

Se sentó junto a ella, quien le miraba con demasiada inocencia ante el tema.

- Hice algo que no le gustó nada a cierto desgraciado que controlaba el aire, y él me cortó en pedacitos; ah, pero yo también le saqué la mierda, obvio -hizo un claro énfasis en la última parte- no quería ser su marioneta, cuando toma el control de tu cuerpo, no sé, se siente tan extraño, sientes que vas a morir, es mucho poder.

- Entonces, si no te gusta, te quedaste para que... -dejó sus palabras al aire, esperando su respuesta.

- Porque si yo me quedo, tú también te quedas -despeinó su cabello, de manera algo brusca a decir verdad- se suponía que, al morir, iba a regresar en ti, y la tú que eres nunca hubiera existido, así es como funciona.

Escuchando sus palabras, no pudo hacer más que pensar en todas las veces en las que se preguntó por qué había nacido, en especial en todas aquellas ocasiones que fueron más difíciles.

- Te doy las gracias, pero, me gustaría que descanses en paz -siendo sincera, trató de hacerle entender sus palabras sin sonar muy brusca.

- No es tan fácil -levantó sus manos, casi sin esperanza- porque si yo no estoy aquí, el Orochi va a encontrarte, y digamos que lo que te hará no será nada lindo.

Muy bien, ya estaba empezando a asustarla mientras se reía sin ganas mirando al horizonte después de decir eso.

Se levantó de donde estaba sentada, siendo aún que eran horas antes del torneo, limpio sus pantalones de la poca tierra que tenía y abrió un portal a su lado, al menos, aunque siempre quería estar con él, quería darle su espacio porque parecía que lo había hecho hablar de algo chungo.

Le preocupaba aún más, al igual de enternecerla, que aún se preocupase más por ella que por él.

Esta era la familia que siempre soñó, ya luego le preguntaría a su maestro-padre si Grant podía aparecer en casa, pero luego pensaba que estaba siendo muy egoísta y aventajada.

- Voy a visitar a Jin -apenas puso un pie en el portal pero ya escuchó como aplaudía con felicidad.

- ¡Bravo! Y por favor no vuelvas hasta que estén casados o tengan una cría, no me hago problema, ¡por fin te das el tiempo para ver a ese chico que es perfecto para ti y no ese mocoso corte de hongo!

Claro, obviamente estaba "feliz" porque parecía que adoraba la idea de que ella terminase junto a Jin, aún cuando los dos no podían estar mucho tiempo juntos, y eso solo la hizo seguir viéndolo como un verdadero abuelo, lo último de su familia original.

Lo último que le quedaba.

Y sentía que quería aferrarse a él con fuerza en más de una ocasión cada que se separaban, aún cuando no lo expresé abiertamente, pero se hacía la idea de que él lo sabía.

Que Grant sabia lo valioso que él era para ella; a veces quería preguntarle si es que ella también era valiosa para él, pero esa voz se repetía en su cabeza.

Qué vergüenza.

Era casi como una mantra, pero a veces sentía que no era ella la que tenía vergüenza del todo.

En cuanto cruzó el portal al otro lado, sintió fiebre y casi cae al suelo si no fuera porque fue tomada en brazos por quien ya parecía esperarla.

- Si sigues así, vas a acabar despertando tu lado maldito -esas fueron sus calmadas palabras, hasta sonaban algo monótonas y carentes de alguna vivacidad, (...) sonrió, mirando hacia arriba, esos ojos oscuros.

- No quiero oír eso de ti, señor demonio -no obtuvo respuesta, casi como siempre, mientras le ayudaba a llegar a uno de los enormes sillones ahí, primero sentándose él para luego tomarla a su lado, a los pocos segundos (...) se había hecho un ovillo a su lado, tomando su ropa con fuerza mientras Jin sacaba un libro, empezando a leerlo en voz alta para ella que se alimentaba a paso lento de su energía para evitar cualquier altercado.

Había calma aún cuando sentía su sangre pasar con rapidez por su cuerpo, caliente, tan caliente que dolía y debía concentrarse en no perderse ante su presencia.

Así siempre era, cuando ambos se encontraban, antes lo relacionaba a algo más, antes de su primer ataque, pero luego supo que estaban entrelazados a responder así por cuestiones que iban mas allá de sus manos y decisiones; compartieron pocas palabras, más se mantuvieron mirándose y ella, en su ligero frenesí, trataba de acercarse más a su cuerpo, siendo que al final ya era la hora, tomó de nuevo su mano y la ayudó a pararse y a entrar a su portal, sus despedidas podían considerarse secas, pero eso no le importaba, porque sabía que Jin era así.

Luego de regresar, se preparó, y luego de tener una pequeña confrontación con Sie se volvió a unir con Grant.

Ellos no lo veían diferente, en realidad, la fuerza que tenían cuando estaban juntos era la que en realidad debía ser desde un inicio.

Se sentían poderosos hasta un punto increíble.

Grant siempre estaba a la ofensiva, (...) trataba de mantenerse más a la defensiva, pero era ciega ante las personas, no sabía que pensaban y, tontamente, como decía Grant, se dejaba engañar por ellos.

Siempre le decía que exageraba, que ella sabía percibir el peligro.

Pero se dio cuenta que se mentía a sí misma cuando ambos fueron separados a la fuerza por el poder de Athena, ambos levantando sus manos para tratar de unirse de nuevo, casi logrando su cometido en esos escasos segundos bajo el poder purificador de la reencarnación de una deidad.

Se dio cuenta que se mentía a sí misma terriblemente, porque tampoco sintió el peligro al ver a Kensou entrar a la arena, pensó que los iba a ayudar, que detendría a Athena, pero todo lo que hizo fue alejarla de la zona de impacto, (...) lo sentía, el poder de Grant estaba en ella, y él no tenía nada, estaba indefenso mientras solo la veía y luego a la gran esfera de poder morado sobre él.

Trató de ir a por él, teletransportarse más rápido de lo que hacía Athena mientras preparaba su golpe final, ya lo había hecho antes, esta vez también podría hacerlo.

Con lo que no contó es que Kensou la tomase de la cintura, haciéndola para atrás y sosteniendo su lugar ahí, (...) nunca antes hubiera pensado que los brazos de Sie fueran como una trampa de la que trataba desesperadamente de librarse.

No había caso, lo supo en cuanto Grant dejó de verla y dirigió su mirada ante lo que parecía su final mientras ella se quedaba muda.

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