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- Ah, mierda -fue todo lo que le escuchó decir al ver la fuerza de la diosa sobre él, ya no era un ser vivo, así que ella podía dañarlo.

Qué asco de final.

Miró a (...), y trató de sonreír, lo hizo de la misma forma que ella hacía cuando aún estaban unidos, enseñando todos los dientes en una sonrisa vacía y de forma rectangular.

Ahora, estaría sola, al final, todo el peso de su sangre caería sobre ella.

Al final, sólo te harán más vulnerable, recuerda eso.

Y antes de que ella si quiera pensase en hacer algo, la imagen de su última familia había sido borrada como un papel quemado, junto a los gritos del público que no sabía diferenciar entre los animados, sorprendidos o asustados.

Sie la sujetó cuando casi cae, pensó que por la fuerza del lazo roto, de ella siendo al fin libre, que estaría débil.

- ¡Todos! -Athena aterrizó perfectamente sobre el suelo, juntando los ligeros tacones de sus zapatos y luego a haciendo su pose de victoria- ¡el mal ha sido erradicado!

Los espectadores se levantaron de sus asientos, festejando con ella a todo pulmón, Kensou veía esto con gran felicidad y alivio mientras la miraba, Athena en verdad era la mejor, con alegría abrazó a (...) que aún permanecía en sus brazos, como en los viejos tiempos antes de que ese espectro apareciera.

- Esta bien, ya no debes preocuparte de nada -sus palabras apenas terminaron y sintió esa energía, al mismo tiempo que la última ceniza de aquel hombre desaparecía, (...) se lanzó en su contra, tomándolo con sus piernas del cuello y luego lanzando su cuerpo en contra de Athena que aún estaba en trance, tirando a ambos de un sólo golpe, iba a reclamarle, pero se quedó callado al igual que el resto del estadio.

- Suficiente.

Su voz era grave, su expresión se parecía demasiado a la que hacían las mujeres que seguían a Yagami al igual que esa fuerza alrededor de ella.

- De verdad, ¿qué tan tontos pueden ser? -Athena hizo un sonido de dolor, la ayudó a levantarse, al menos la hizo sentarse a su lado, ninguno se dio cuenta de en qué momento ella había llegado con tal rapidez a su lado- ¿en serio pensaron que, al quitármelo, sería una maldita tonta feliz como ustedes?

Sie no se lo creía, se suponía que, con todo lo que hicieron, (...) sería finalmente libre del Orochi.

- Ah, eso pensaron -les leyó la mente a ambos, nunca hubiera pensado que fuera tan fácil aún cuando Grant le dijo que nunca lo hiciera.

Te le vas a parecer mucho.

- En serio, nunca pensé asociarme tanto con dos estúpidos -se acercó aún más y, por la energía que emanaba de ella, Kensou cubrió a Athena con su cuerpo, (...) retrocedió, la misma sonrisa sarcástica en su rostro.

- ¡Lo hicimos por ti! -la chica de cabello morado exclama, con lágrimas en sus ojos al pensar que podría ser ya muy tarde para ayudar a su amiga, por una vez quiso, a propósito, ver el interior de la energía y sentimientos de (...), pero no podía- para que seas libre del Orochi.

- ¿y te escuchas a ti misma? -su tono fue despectivo y esta vez Sie no pudo aguantarlo, se levantó, aún haciendo de escudo para Athena.

- ¡Ya basta, (...)-chan! -quizás era la primera vez que le gritaba tan enojado, no podía tolerarlo- no voy a dejar que trates así a Athena.

- No, es que, en serio, los dos son tal para cual -se siguió riendo, ya no sabía si era porque de verdad ya estaba loca o porque de verdad le estaba dando gracia el verlos tan decepcionados de ella cuando la única que debería estar decepcionada a muerte era ella- acaban de terminar con lo que quedaba de Grant del vacío y del todo, pero, no entienden que eso no cambia nada -se acercó más a Sie, mirando desde arriba a ambos- era lo último que me quedaba de mi primera familia, ambos lo sabían, y, al final, no cambia nada -haciendo énfasis en sus palabras, dejó a la vista la marca de serpiente en su frente, señalando con su dedo y levantando su cabello para que no se pierdan detalle de esta- bravo, les doy un aplauso, porque todo lo que me han hecho  es dejarme ver que él siempre tuvo razón y a la vez estaba equivocado, me han condenado por sus malditas "buenas intenciones".

Siempre diciéndole que los humanos eran una peste, que sus sentimientos egoístas iban a acabar con todo, tal y como volvieron loco a Orochi con la muerte de Gaia, pero que no estaba de acuerdo con los métodos de Orochi o los Hakkeshu; ahora lo veía, ahora lo entendía, esa no era la forma, pero ella ya lo sabía, sabía que había una mejor.

Y así de paso dejar de ser un problema para todos.

- Incluso ahora, ya no siento vergüenza de nada de esto, sólo tengo asco por ustedes dos -fue lo último que dijo, generando, por primera vez en su vida, ahora sola, las esferas de antimateria que le pertenecieron a su antecesor, Kensou fue rápido y las detuvo con sus poderes en la esfera de poder psíquico, pero en cuanto la niebla se disipó, (...) ya no estaba.

Y no hubo más palabras, porque ella se había ido a esa parte de ese espacio de muerte en donde nadie debía ir, eso siempre se lo decía él en cuanto aprendió a usar sus poderes.

Entonces llegó, a ese lugar lleno de ruinas y los mástiles de roca, se dejó llorar ahí, pidiendo regresar el tiempo, pero no podía hacerlo.

- Oye, tú al menos siempre estarás a mi lado aunque no lo quiera, ¿no es así?

Pasó su mano sobre la tumba de piedra, mirando las figuras del japonés antiguo por todo el lugar, los sellos en papel y las ofrendas viejas; ante su tacto se dejó ver un pequeño portal oscuro y sintió la energía subir por su mano que acariciaba la piedra antigua, elevó la vista, escuchaba sus órdenes, retumbaba en su cabeza las voces de aquellos de quienes usó sus cuerpos.

Dolía, por un momento elevó la mirada, mirando ese mismo lugar en donde ambos se sentaron, y, otra vez, incapaz de hacerlo al final y tras aplacar su ira que casi provoca una desgracia aún mayor retira su mano, el ardor resultante es casi como un castigo por desobedecer sus órdenes que solo siguen retumbando mientras llora por su pérdida y el ardor en su piel.

Mira debajo de su camiseta, el dolor se concentra y aparece un hematoma, un hematoma que tiene una imagen que maldice en su interior, sus órdenes, toda la información corre en su mente.

La verdad de las cosas es dolorosa.

- Ustedes dos, de verdad, creo que son los únicos que merecen felicidad, ¿verdad, Yamata no Orochi, Gaia?

Ya no sentía felicidad, volvía a no sentir nada, pero estaba bien, así dolería menos, dolería mucho menos.

Al menos dolía menos ver que, con él, ella no cuadraba en nada.

Esa felicidad que tanto quería, simplemente, quería dársela a otros, porque ahora le estaba quemando, su deseo de estar a su lado siempre la lastimó, y ahora por fin había llegado a su máximo.

Ya no quería, no quería tener esa felicidad que le daba Sie.

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