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- ¡(...)-chan!

- Deja de gritar, en especial, ¿por qué esa palabra japonesa? -Kensou se sentó en frente de ella, tomando de paso una silla que no le pertenecía pero ninguno de sus compañeros les dijo nada, en especial cuando (...) sacó algunos de sus lápices de colores, empezando a dibujar sobre la piel de su amigo.

Porque ya la mayoría daba por sentado que esos dos tenían algo, no era exactamente una amistad para todos pero esos dos denotaban algo que simplemente les hacía pensar: "oh, son esos dos".

Hasta este punto, era exageradamente natural, excepto por esa vocecita en la cabeza de (...) la cual noble permitía del todo dejar que la toca con total confianza, usando sus lapiceros de colores como una medio para tener cierto contacto físico.

Qué asco.

- Es que eres muy buena en esto, además, el "chan" lo aprendí de... una chica.

Santo silencio, al mismo tiempo que algunos de sus compañeros más cercanos voltearon a verlos, esperando alguna reacción, quizás la primera que verían en todos esos años estudiando en el mismo salón, pero (...) se mantuvo sin pestañear, siendo la visible el ligero movimiento de su pecho que indicaba que seguía respirando.

- Bien por ti, ¿es japonesa?

- ¡Sí lo es! Es tan amable y buena, tenemos algo que nos une, ¡algo increíble y hasta mágico!

(...) no dijo nada, sólo se quedó mirando su trabajo casi terminado pero que detuvo tras sus palabras, luego hizo esa característica y tétrica mueca suya, su intento de sonrisa que le ponía los pelos de punta a todos, dejando a la mitad su trabajo mientras iba a por su mochila.

- Suena increíble.

Se dirigió a su lugar de nuevo luego de un rato, trayendo entre sus manos sus libros de matemáticas.

- ¡Lo había olvidado!

- No me sorprende de ti.

Kensou ignoró que no había acabado el tatuaje de dragón que hizo en el dorso de su mano, estaba casi completo.

Pero a ese dragon le faltaba un dedo, solo tenía tres dedos en la única pata que mostraba, y eso, en la cultura china, no era un dragón.

Era una serpiente que se hacía pasar por un dragón.

De eso, al presente, ahora que recordaba esa ocasión, quizás se trataba de malos augurios.

Porque no había algo peor que un mal presagio que cuando te tienen escondida en algún lugar en plena penumbra; está oscuro, terriblemente oscuro, aunque la tela sobre sus ojos no impedía que se diera cuenta ante quién estaba en realidad.

Quizás debió pensárselo antes de regresar como si nada al cuartel de Heidern

- ¿Sabes la razón por la que permití a Leona traerte? -había sido un buen tiempo desde que ambos se habían visto, prefirió no decir palabra- incluso fui yo quien te guió dentro de las instalaciones, porque quería ver quien era la niña que era parte del Hakkeshu, la razón por la cual Rugal Bernstein no pudo obtener el poder de la nada y la materia de Orochi.

Hasta le sorprendía el haberse sorprendido, quizás era algo demasiado lógico el pensar que el mejor detective del mundo sabría qué cosa era ella, incluso lo que su existencia ocasionaba.

- Su muerte no ha sido mi culpa.

- No lo fue -concuerda con ella, mirando el gran portafolio que decía su nombre- fue su propia avaricia -abre el mismo, dando un vistazo a la foto del hombre junto a ella el día que fue secuestrada, incluso una foto del hospital, viendo en primera plana como el hombre salía del cuerpo de ella, quien aún estaba inconsciente- quiero que me digas qué pasó desde que entraste en contacto con él.

Quizás fue que ahora ya no sentía tanto miedo como antes, puede que ya no le importase ni siquiera que vieran sus ojos rojos e hinchados.

Hasta sentía que muchas cosas ya no le importaban, siendo esa la razón por la que le dijo todo a Heidern, sin guardarse algún detalle, a diferencia de otras ocasiones mientras el hombre la veía con una expresión indescifrable.

- ¿Te das cuenta que tu poder ahora es más un peligro que una ventaja si no lo usas bien?

- Soy completamente consciente de ello -bajó un poco su camiseta, en cuanto se dejó ver un poco de la marca dolorosamente morada, por la condensación de sangre en la zona, pudo jurar ver alguna expresión en el rostro de ese hombre- y Orochi también lo es, este es su castigo hacia mí.

- ¿Es el mismo castigo que el de tu antecesor? -el nombrarlo aún le dolía, aún ardía al igual que la marca.

- Lo que le ocurrió a él, fue ser matado por Goenitz del viento salvaje, pero era más fuerte y se quedó, luego, fue eliminado por los Psyco soldiers, por su estúpido intento de "protegerme" -no se le pasó por alto el tono irónico que tenía su voz.

- En todo caso, buscarán matarte.

- Indudablemente -era tan increíble hablar con tanta naturalidad de su futuro asesinato- no soy fuerte como Grant, volveré en un pequeño que no tendrá idea de lo que es en realidad, no habrá nadie para advertirle y perderá quien es realmente al momento de la verdad, al igual que pasó con los reyes celestiales más jóvenes; así, Orochi tendrá de nuevo el poder de la nada, podrá escapar de su sello.

Era así, y ya se había hecho la idea, Heidern solo la dejó ir, en cuanto cruzó la puerta se encontró con Leona, se miraron un buen tiempo antes de que la mujer fruncir el ceño y le pusiera la mano en el hombro, le diera un apretón, y después irse.

No había palabras, pero (...) entendía que era una disculpa a la vez que le decía que sea fuerte.

- ¿Por qué te disculpas? -Leona seguía su camino, sin voltear a mirarla un momento- ¡¿Por qué te disculpas?! -gritó sin retenerse, aún cuando sabía su respuesta.

Pero no quería que Leona piense que, parte de esto, era su culpa, porque no lo era; ella sólo quiso ayudarle a ser más fuerte, pero fueron sus propios errores los que la llevaron a esto, fueron sus malos pasos, sus malas decisiones y su mal camino para confiar en otros; no quiere que se de la culpa de su desgracia.

Al final de cuentas, era la desgracia que ella sola se había provocado.

No tuvo mayor restricción en su ir y venir.

- Cabo, piensa en esto como unas vacaciones -Ralf se había acercado a ella tras tener mayor conocimiento de su actual estado.

- Es una linda manera de decir que no me quieren cerca de Leona.

- También serán unas vacaciones para, sus vacaciones de maestra -aclaró, nunca fue bueno en consolar a la gente.

Demonios, aún ni entendía qué rayos era esa cosa de esa niña, llegaba al punto que simplemente quería bloquear las ideas después de ver cuando salió de su cuerpo.

Maldito sea el Orochi y sus cosas raras.

(...) no respondió, sólo abrió el portal y decidió perderse en él un rato antes de llegar a Japón, se había dado cuenta que ahora tenía una mayor facilidad de pasar de un lado a otro, ya no necesitaba de varios portales para moverse.

El espacio de la nada estaba más grande, pero al mismo tiempo se sentía más solitario.

En cuanto llegó, quien primero la recibió fue su padre adoptivo, parado en frente de ella antes de dejar caer su mano sobre su cabeza y sin decir palabra, eso era lo que necesitaba, o así lo sentía, quería dejar de escuchar a las personas tratar de animarla con palabras.

Había creído en palabras amables durante mucho tiempo.

Su familia la recibió bien, no tocaron el tema pero tampoco hicieron como si nunca hubiera pasado nada, el silencioso entendimiento la tranquilizó más de lo que hubiera pensado mientras aceptaba con la boca abierta la comida que su hermano pequeño le tendía con sus manos temblorosas, tratando de mostrarle a su hermana que ahora podía usar los palillos; (...) aceptó con cariño su gesto, o al menos lo intentaba.

- Si tienes algo que te lo recuerde, no deberías dejarlo de lado -le dijo de la nada su maestro cuando trataba de lavar los platos para serenar su mente pero fallando en el intento al casi dejar caer una de entre sus manos.

- Ese lugar puede ser peligroso para mí -le había dicho lo que le había pasado, no se habia guardado nada, ni siquiera el hecho que casi comete la peor tontería del mundo al acercarse al sello.

Esa era una razón por la cual irían a ver a los Kusanagi en la mañana del siguiente día.

- Ningún otro puede ir ahí, podrás estar a salvo -si le dijese que con él cuidando la no debería preocuparse solo obtendría el efecto contrario, siendo que podría hacerla culparse si es que algo le pasaba.

Pensó en ello, en lo cierto de sus palabras mientras se dejaba caer ahí de nuevo, estaba muchísimo más grande ahora, mucho más infinito, y muchos mas portales se encontraban ahí, tuvo una inmensa necesidad de alejarse como pudiera del portal que la llevaba al sello, terminando en otro lugar, era extraño, podía sentir la presencia distante de otras personas, entre todas ellas, se encontró a alguien que no se hubiera esperado.

Allí, envuelto en un aura verde y morada, abrazado a sus piernas y en aparente sueño profundo, alguien que le puso los pelos de punta en el pasado e incluso ahora por la sorpresa de verlo ahí.

- ¿Ash Crimson?

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