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Kensou admitía no ser muy bueno en los estudios, no tanto al nivel de Kyo, pero sí podía admitir con toda sinceridad que lo suyo no era quedarse sentado aprendiendo el milagro que era el resultado de x o que valores podía tener.

Era por eso que su cerebro ya había tomado receso después de que su amiga le siguió explicando, una vez más, las razones por las cuales era mejor evitar todo contacto físico directo en esos momentos.

- (...)-chan, no había necesidad de hacer un folleto para hablarme de esto de nuevo -mencionó al verla apuntar algo a la pizarra que trajo, aún sin terminar de leer la hoja entre sus manos.

- Estoy preocupada por ti -estaba cubierta de pies a cabeza con ropa abrigadora, en parte por el impulso que le dio a Kensou ante el frío al que estaba expuesta y también para evitar algún roce que, según ella, podría ser mortal- no me perdonaría que te pase algo por mi culpa.

- ¡No me pasará nada, te lo prometo! -antes de poder evitarlo ya tenía sus manos entre las suyas, dando énfasis en su palabras con toda la emoción y convicción que podía transmitir, (...) no le creía y estaba agradecida de tener guantes puestos además de la bufanda que le cubría mitad de la cara, ahora roja.

Qué vergüenza.

- Me haces dudar de tus palabras -se soltó aún sin quererlo del todo, si fuera por ella, se mantendría más tiempo con él, más cerca.

Pero estar más cerca era peligroso, aunque solo eran conjeturas suyas demasiado exageradas, la verdad.

- Debo irme ya -mencionó mientras empezaba a quitarse el saco, Kensou, quien seguía perdido en los puntos de la investigación de (...), apenas se dio cuenta de sus palabras cuando ella ya tenía medio cuerpo en el portal.

- ¡Espera! -lo gritó más alto de lo que hubiera querido, sorprendiendo a la chica sin quererlo- ¿puedes mandarle mis saludos a Athena? Después de todo, puedes ir a verla cuando quieras, eso es tan genial, ¿no?

...

- Siento que no entiendo a las mujeres, maestro -suspiró con ganas, haciendo estiramientos, recordando la fría mirada de (...) antes de irse, casi parecía que se contenía las ganas de darle un buen golpe.

- Las mujeres son criaturas muy fascinantes, mi alumno -cada uno de sus movimientos eran supervisados, si bien Kensou era su alumno de mucho tiempo, sentía que al chico aún le faltaban cosas que entender en esta vida.

Pero no iba a meterse en sus problemas de vida al nivel de no notar que le hacía daño a (...), tampoco se metería si algún día la niña se cansaba y solo se interesaba en otra persona.

Cosas de la juventud.

- Es decir, ya de por si estoy preocupado por Athena y (...)-chan -volvió a suspirar, claramente alterado- Athena esta concursando sin nosotros, (...)-chan está en cualquier parte con los Ikari, ambas están expuestas al peligro.

Muy bien, algo ahí definitivamente no estaba bien.

- Kensou -llamó a su alumno, porque sabía que lo que iba a decirle crearía una conmoción- ¿(...)-kun no te dijo que esta haciendo ahora mismo? Algo que tenía que ver con el torneo, ¿quizás?

Siendo sinceros, a estas alturas ya casi en las semifinales del torneo, se esperaba que la chica le hubiera, al menos, insinuado algo de su verdadero paradero y accionar a su alumno.

Tal parece que no.

- ¡Hablando del torneo! -por su expresión de recordar algo muy importante pudo volver a respirar con calma.

Cierto, era imposible que (...) no le hubiera contado a Kensou que iba a concursar en el K.O.F., no habían dudas.

- ¡Athena se enfrenta hoy en las semifinales! -el hombre se fue para atrás, literal, ante la respuesta de su alumno.

Tal parecía que, al final, o de verdad ella no le dijo o el muchacho solo lo había borrado de su cerebro al saber que Athena participaba.

Para cuando Kensou encendió la vieja televisión que tenían, fue él quien se fue para atrás tras gritar.

Lejos de ser un grito de alegría al ver a Athena, era un grito de terror al ver a (...) tomando de la garganta a alguien, arrastrarlo y lanzarlo al aire junto al ligero desgarro de la carne de la zona y luego ser alcanzada por un buen tramo de fuego ardiente que casi la hizo flaquear.

En la arena, justo en esos momentos, ella estaba peleando contra los primeros que llegaban a este punto, siendo, irónicamente, el equipo de Japón.

O al menos a Kusanagi sólo, porque hasta donde entendía ahora este iba como invitado en solitario y en lugar de él había un chico que gritaba mucho y copiaba como demente en un cuaderno aún lado mientras le daba ánimos a quien casi le quema con un vórtice de fuego.

Y en estos momentos, la cosa no podía ser más de vida o muerte.

- Te dije que la próxima vez que te viera iba a quemarte viva -la palabras de Kusanagi, a pesar de enfrentarlas con su usual rostro casi serio, la verdad es que gritaba internamente.

Ah, pero no podía dejarse ir así nada más.

- Como dije al inicio, joven señor Kusanagi, tengamos un buen encuentro -trató de hacer bien la reverencia, pero fue atacada sin miramientos.

Agradecía tener los reflejos que ganó a base de ataques sorpresa de sus superiores, de otra manera ya hubiera tenido muchas más cicatrices por quemaduras.

Miró hacia el lugar de espera del resto del nuevo equipo de Japón, Goro levantó su dedo pulgar junto a una sonrisa, fue ligero, pero le dio el impulso que quería.

Estaba frente a su maestro, ¡no podía quedarse encogida en una esquina mientras su maestro la miraba! Con decisión se acercó a Kusanagi y logró atacarlo para ejercer sobre él una técnica de judo japonés tradicional.

- Oye, Goro -Benimaru, con una ceja levantada, miró a su compañero de equipo- ¿a quién estás animando?

-Soy completamente imparcial.

- Haré como que te creo -ya era consciente de su nueva relación con su "hija" apenas proclamada, lo estaba llevando bien, pero en ocasiones le volvían a dar escalofríos al recordarla tan... tan bestia, y no exactamente de tonta, si no de verdadera bestia sangrienta en busca de almas inocentes.

Kyo por otra parte...

- ¡Cómete eso!

Bueno, aún no había digerido del todo la noticia que cayó como bomba.

Al menos no iba a quemarla hasta la muerte, iba a ser una pelea justa, sabían que era un luchador justo y que no le haría eso.

Pero ponía los pelos de punta a más de uno.

- ¡¿Cómo es que no me lo dijo, maestro?! -desesperado era una manera de describirlo, a punto de desmayarse al verla ahí, en una pelea, a merced de Kyo Kusanagi cuando él prácticamente la había sentenciado a muerte aún cuando ella estaba en su cama de hospital.

Claro, no solo se limitaba a él.

- (...)-chan será mi próxima contrincante -susurró para sí misma Athena, poniendo su mano sobre su pecho para apretar su puño con convicción y una sonrisa- ¡no perderé!

Todos ya estaban decididos.

- ¡¿Desde cuándo oculta estas cosas de mi?! -chilló, secándose las lágrimas de terror con la manta azul cual esposa que descubre que su marido le está poniendo el cuerno.

Quizás no todos.

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