Qué vergüenza.

Esperaba nunca más tomar un vaso de alcohol en su vida, o al menos ser consciente de los que se llevaba a la boca.

De momento, no quería ir a la casa del maestro Chin, le daría vergüenza volver a verlos durante un tiempo tras el espectáculo que montó, de solo recordarlo le daba una vergüenza extrema, incluso era peor al recordar quien tuvo que ir a sacarla de su trágico acto.

- En serio, nunca he tenido que ir por alguien tan ebrio en mi vida o en mi muerte -Grant la arrastraba con él, tanto tiempo separados y ahora volvía para encontrarla en pleno estado de ebriedad, bastante lejos de lo que pensaba encontrarse, la verdad.

- Lo siento muchísimo -fue su respuesta, quería esconderse.

Después de todo, no es bonito estar ebria y hecha un desastre en frente de tu abuelo que parece aún estar en sus veintes y que de paso esta muerto.

Se negaba a hacerla pasar por sus portales, tal cual castigo, y hacerla ir por sus propios portales, que abarcaban menor distancia, de momento, y tras 25 portales, recién iban por medio mar, sobre una ballena.

Nunca se cansaría de esta bella conexión que tenían los del clan Orochi con los animales y todo lo demás en este mundo.

- ¿Donde haz estado todo este tiempo? -le preguntó adormecida, su mejilla en contacto con la piel del cetáceo mientras descansaba sobre su gran cuerpo.

- Buscando un nuevo lugar para esconderte -fue todo lo que dijo, sentándose a un lado de ella.

- ¿Por qué debemos ocultarnos?

- Porque tú eres mi sangre.

- ¿Fuiste el papá de mamá o de mi papá? -su pregunta ya se la veía venir, sólo la miró, su deplorable estado.

- No tengo idea -fue lo que dijo mientras pasaba su mano sobre ella para curarla- para cuando yo morí mi descendencia ya era adulta y ya habían muerto, lo que sí sé es que se juntó con otro de los nuestros.

- ¿Soy más del clan Orochi que humana?

- ¿Cómo te crees que tienes mayor control sobre ti que los otros tres? -se rió en su cara- no es ningún don, sólo una bendición de Gaia desde el más allá supongo.

Gaia, el nombre de la tierra, la deidad que descansaba en su planeta, ¿qué quería decir con el más allá?

- ¿Qué? ¿No te lo conté? -la incrédula mirada que ella le da le deja en claro su respuesta- pues bien, verás, los humanos mataron a Gaia hace tiempo, mientras su alma estaba en un cuerpo humano, por eso, murió, ¿por qué pensaste tú que hay tanto odio entre nosotros y los humanos? ¿O por qué este mundo se acerca a su final? Piensa, todo cuerpo sin alma se descompone, ¿no?

Ah, qué dolor de cabeza le iba a dar al final de este día.

Al volver se hizo la idea de toda la información dada, y decidió meterla en un baúl con cerrojo bien al fondo de sus recuerdos.

Nada pasó acá.

Ahora le tocaba mirar el trabajo de hoy, el torneo seguía bien, hasta que se topó con un chico de cabello blanco que la miraba con una sonrisa burlona en su linda cara.

No le dio buena espina, y para cuando terminó el torneo supo por qué.

Solo podía describirse como aterrada cuando vio a Iori Yagami ser atacado por Ash Crimson, robándole el tesoro sagrado de los Yagami.