Andros

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Removió la sopa, distraído. Aquellos dos estaban tardando más de lo que pensaba. Si seguían así, se comería él solo la sopa ya que estaba cansado de esperar y tenía hambre. Removió la sopa por enésima vez y cuando el agradable olor se extendió por la habitación su estómago protestó con energía por la espera autoimpuesta cercana a la tortura.

Las casas en su pueblo solían tener pequeñas ventanas que se bloqueaban con contraventanas de madera para evitar el frío y la lluvia, escuchó que en las ciudades humanas las ventanas eran mucho más grandes para que entrase la luz del sol porque tenían cristal, pero allí aquello era un lujo que nadie podía permitirse. Y si en el pueblo las ventanas eran pequeñas, allí arriba mucho más, siendo respiraderos que apenas dejaban entrar y salir el aire y el hecho de que el olor de la comida estuviese atrapado en la habitación cuando tenía tanta hambre no lo ayudaba en absoluto.

Cogió el cazo para darle un sorbo a la sopa cuando sintió un cosquillo en la nuca y poco después un olor familiar llegó hasta él. Por fin había decidido regresar.

—Ya era hora —lo regañó molesto apenas abrió la puerta cuando notó el olor, pero se abstuvo de decir nada.

—Perdón, nos hemos entretenido —se disculpó Nalbrek entrando seguido por su tío.

—Buenas tardes —lo saludó levantándose.

—Buenas tardes —contestó este mientras entraba echándose la capucha hacia atrás antes de bajarse el embozo. Desparramándose las rastas marrones mezcladas con pelo blanco por su espalda y hombros.

La mayoría de los humanos se imaginaban a los lobos solitarios como alguien que pasaba la mayor parte del tiempo en su forma animal y, cuando estaba en su forma humana, apenas si iba vestido, pero lo cierto es que era todo lo contrario. Pasar demasiado tiempo en tu forma animal podía hacer que olvidases como regresar a tu forma humana, por eso los lobos solitarios se vestían de aquella manera, para no poder cambiar con facilidad y obligarse a pasar todo el tiempo posible en su forma humana, restregando en la ropa tierra y hierbas de la zona en la que se movían en un intento de camuflar su olor. A los lobos solitarios no les gustaba relacionarse con nadie, por eso solo cuando se acercaban a un lugar donde vivía alguien que deseaban visitar, aumentaban su olor para avisar, pero la mayoría de las veces mantenían su olor oculto cuando pasaban cerca de algún pueblo en su viaje para no ser descubierto. Cuando un lobo era solitario, lo era de verdad.

—Nalbrek me ha dicho que ahora eres su pareja. Bienvenido a la familia. Aunque la familia solo seamos mi inútil sobrino y yo.

—Andros —le advirtió Nalbrek molesto.

—¿Qué? —le preguntó este.

—No soy un inútil.

—Eso lo podemos discutir mientras comemos, porque yo tengo hambre —intervino él señalando la sopa.





—Así que Nal lo consiguió —comenzó Andros mientras comían.

—¿Se refiere a nuestra unión? —Este asintió—. Mi parte animal lo aceptó.

—Ya veo. Nal llevaba desde niño soñando con esto.

—Andros... —le advirtió Nalbrek incómodo.

—Lamento que mi sobrino se fijase en ti —prosiguió Andros ignorándolo.

—Yo también lo lamento.

—Habéis estado fuera de lugar. Ambos —los detuvo Nalbrek molesto—. Después de todo, ¿qué tengo yo de malo?

—Eras el niño más raro que conozco —comenzó a enumerar.

—Yo no era raro.

—Vas por ahí diciéndole a la gente si alguien es su pareja o no.

—Eso no lo hago desde que era un niño.

—Lo hiciste hace un par de días con Karima —le recordó haciendo que Nalbrek se detuviese—. Eres muy lento corriendo.

—Soy más rápido que tú.

—No te compares con un zorro —le advirtió e iba a continuar cuando escuchó a Andros reírse.

—Lo siento —se disculpó—. Es solo que siempre me preocupó este chico y me alegra saber que ha conseguido tener una pareja con la que se lleva bien.

—Ya te dije que no tenías que preocuparte —replicó Nalbrek serio.

—Cierto —murmuró Andros—. Cierto —añadió más animado—. Por el que tengo que preocuparme es por Dau.

—Gracias —le agradeció mientras Nalbrek suspiraba.

Se obligó a apartar la vista por enésima vez. Dado que el tío de Nalbrek siempre había sido muy reservado y pocas veces iba al pueblo, estando siempre embozado, aquella era la primera vez que podía ver su cara, descubriendo que ambos lobos no se parecían en nada, lo cual era lógico si tenía en cuenta que en realidad era primo de la madre de Nalbrek, algo bastante lejano. Tan solo ambos compartían los ojos castaños claros. Lo que no terminaba de asimilar era que no tuviese barba. Por alguna razón siempre se imaginó una enmarañada barba debajo del embozo, sin embargo, no había ni un solo pelo, como si se la acabase de afeitar. ¿Acaso no tenía nada mejor que hacer un viajero que afeitarse la barba con tanta pulcritud? Sabía que podía haber muchas explicaciones, que, en realidad, aquello no era de su incumbencia, ya que se trataba de la apariencia de otro, pero, por alguna razón, no podía dejar de mirarlo. Se sentía como si durante años lo hubiesen estado engañando a propósito y ahora se sentía con derecho a una explicación a pesar de saber que todo era culpa suya por imaginar cosas. Se obligó a centrarse en la conversación.

—...y, después de pensarlo durante meses, eligió Nalbrek. Yo le advertí que no era buena idea, pero no hubo manera de hacerla cambiar de opinión. Era muy cabezota mi prima —estaba diciendo Andros mientras negaba con la cabeza, divertido.

—¿Y qué tiene de malo Nalbrek? —inquirió sin entender.

—¿Qué tiene de malo? ¿Llamarse pequeña nube?

—Prefiero pequeña pluma —terció Nalbrek molesto. En la tradición de los lobos, se decía que las nubes estaban hechas de plumas, por lo que se usaba la misma palabra.

—Espera. ¿Tu nombre significa nubecita? —le preguntó sorprendido.

—No, significa pequeña pluma en el lenguaje de los lobos.

—Nube va mejor con tu personalidad —le advirtió.

—Eso no es cierto.

—¿Pero por qué nube o pluma? —interrogó a Andros.

—La madre de Nalbrek decía que era porque quería que Nalbrek fuese libre, como ellas —contestó Andros pensativo—. Que pudiese salir de la ciudad y viajar a cualquier lugar cuando quisiese.

—Entonces es un buen nombre.

—Desde luego, mi prima tardó casi cinco meses en decidirse porque no le gustaba ninguno, pero una vez que lo hizo, no cambió de opinión. No hacía más que mirar su estómago y decir "¿verdad, Nalbrek?" cada vez. Eso les molestaba.

—¿A quiénes?

—A la gente de la ciudad. Ellos querían ponerle el nombre tal y como era tradición. En nuestra ciudad, la costumbre es que el nombre lo elija el padre o los tutores de la madre en caso de que no esté el padre —le explicó—. Pero la madre de Nalbrek no lo permitió, dijo que era su hijo y que ella elegiría el nombre. Aún recuerdo la cara de esos alfas —añadió más animado—. Sobre todo, cuando supieron que era un nombre tan poco lobo como Nubecita.

—Que no me llamo Nubecita, sino Pequeña pluma—repitió Nalbrek molesto.

—Nubecita te queda mejor —repitió sonriendo divertido al ver como tío y sobrino comenzaban a discutir, cuando miró a Andros de nuevo. Ni un pelo.

—¿Ocurre algo? —le preguntó este al darse cuenta.

—No, nada. Lo siento —se disculpó cuando suspiró—. Es tan solo que, por alguna razón, pensaba que tendría barba —le explicó. Había sido sorprendido mirándolo, así que le debía una explicación.

—Nalbrek —lo llamó Andros irritado haciendo que él lo mirase sorprendido—. No se lo has dicho, ¿verdad, niño estúpido?

—Le dije lo de los hilos de unión, pero eso se me olvidó —le explicó Nalbrek a la defensiva.

—Es parte de la familia, tienes que decírselo.

—Aún no hemos sido presentados de forma oficial.

—¿Eso qué quiere decir? —intervino él gélido.

—Nada, no quiere decir nada —le aseguró—. Y tú deja de decir cosas, solo no encontré el momento de decírselo.

—¿Decirme qué? —terció él.

—No es nada. Tan solo que no es mi tío, sino mi tía —le explicó.

—Así que es la prima de tu madre —murmuró y Nalbrek asintió.

—Como ves, no es algo tan grave.

—¿Y no me lo dijiste por...?

—No tuve tiempo.

—Tuviste tiempo de metérmela, ir a cazar, hablar con Hilmar y asistir a reuniones —le recordó.

—Estás molesto —adivinó.

—Nal, ve y trae mantas para que pasemos la noche aquí los tres —le ordenó Andros antes de que él pudiese replicar.

—¿Qué?

—Ir. Al pueblo. A por mantas. Para pasar la noche. Tú solo.

—¿Y por qué tengo que ir yo?

—Porque no hay suficientes mantas y alguien tiene que traerlas.

—Pero anochecerá mientras voy y vuelvo —se quejó Nalbrek.

—En tal caso, creo que deberías marcharte rápido —replicó Andros.




Por fin apareció Andros 🎉 ¿Y qué os parece lo que significa Nalbrek? A mí me gusta ese nombre por lo que implica 💖

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro